LA EXPLOTACIÓN DESTRUCTIVA EN LA EXPANSIÓN COLONIAL MODERNA


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número 89. 


El artículo que hoy se trae a colación publicado en la revista panameña Tareas es tomado de las memorias del Congreso Geográfico Internacional, 1938. Vol.II. Seco IIIc. pp. 494-499. Traducido por Guillermo Castro H.






Carl Sauer fue un destacado geógrafo estadounidense. Nacido en 1889 en Warrenton, Missouri en una familia de alemanes metodistas. Profesor de la Universidad de California en Berkeley, fue impulsor de la escuela de geografía cultural en dicha universidad. Falleció en 1975. 






Este texto sigue una tendencia en los estudios de Sauer enmarcada en la preocupación por el daño al hábitat y área geográfica entendida desde un análisis ecológico y antropológico. En esta ocasión su discurso es regido por los parámetros en los que a su juicio determinan la incidencia del colonialismo en el espacio físico sobre el cual tiene lugar. En palabras muy claras Sauer da inicio a este texto con una frase problematizadora: la cultura colonial debe ser juzgada por el uso que hace del territorio que ocupa. Así, no es posible evadir la necesidad de preguntarnos si el proceso de colonización ha sido beneficioso o dañino desde una visión de largo plazo en la historia de la cultura. O dicho de manera más precisa:¿representa el modo de desarrollo colonial un buen o un mal manejo del territorio? 



Sauer muestra su preocupación, en cuanto plantea que la civilización moderna se ha empecinado en una cultura de expansión, en la cual los intereses económicos, de producción y urbanización para vida de la población son permanentes. En sus palabras es un “progreso técnico constante dedicado de lleno a la solución de los problemas de abastecimiento.” Como contrapeso y costo a esa moderna expansión se evidencia un gasto de los recursos naturales y por ende un “empobrecimiento del mundo”, un consumo de capital ecológico. El considerar a la explotación destructiva del planeta como necesaria para el crecimiento de la riqueza económica es visto como un problema para Sauer pues llega a ser concebida como un proceso normal. Es esa normalidad la que representa un conflicto para la concepción del cambio. Sauer no desconoce los fines de entidades que amparadas en un futuro uso adecuado de los recursos les gastan ahora en pro de un mejoramiento pendiente cuando se suplan los requerimientos actuales y se logre un equilibrio entre lo que se gasta y se preserva o intenta renovar. Pero escudado en la historia, nos demuestra que esos momentos suelen ser nefastos para la naturaleza pues no se logra resarcir el daño causado. Tan solo la expansión europea es un ejemplo contundente para fundamentar su tesis, el poderío de la metrópoli a costa del empobrecimiento de las tierras colonizadas, el crecimiento demográfico y económico de Europa e incluso la Revolución Industrial como desencadenantes de la extracción en las tierras sometidas al dominio del viejo mundo. 



Más adelante el autor nos habla de ejemplos actuales en Estados Unidos de zonas de precariedad de recursos sobre las cuales campesinos deben huir en busca de mejores tierras que pueden ser halladas en Oregón, Washington o California. La mayoría de este campesinado llega del Este, una región que históricamente se ha visto azotada por la labilidad en recursos. Nos presenta el patrón de la producción de algodón y madera que vive momentos de productividad total pero luego del tiempo se desvanece, teniendo que cultivar en nuevas tierras ya que las usadas quedan desgastadas. En sus propias palabras es “el despilfarro del suelo a través del uso imprudente”. 



Sauer manifiesta la necesidad de ahondar en más estudios geógrafos como los procesos de erosión de suelo en los que la poca investigación ha truncado alternativas de preservación del mismo y que por razones obvias de alimentación y asentamiento son decisivos para la supervivencia de la especie humana. Presenta tres puntos sobre los cuales los avances investigativos en la erosión de suelo deben centrarse. El primero la determinación del pleno perfil original del suelo, el segundo el monto de desgaste de columnas de suelo hechos por explotación humana y el tercero conocer el patrón general del drenaje de la erosión lineal inducida por el hombre y la forma específica -en perfiles a lo largo y lo ancho- de la cárcavas y cañadas, por comparación con las formas naturales de drenaje apropiadas para esas superficies. 



Otro reto que resalta Sauer es lo poco que se sabe de los extremos del clima más significativos por su capacidad para propiciar erosiones desastrosas debido al viento y/o al agua y la resistencia relativa del suelo en climas determinados. Por ende articula que lo que se conoce al respecto está basado en la suposición y no en el estudio. Finalmente hace una invitación a hacer trabajos de campos y seguir dando aportes a los estudios de este tipo, además de alegar cierta culpabilidad a la economía y sus procesos al daño en el suelo, entendiendo por supuesto las particularidades de clima y localización que desempeñan un rol añadido en la resistencia y productividad de una zona. 



Cierra con las siguientes palabras: 

Los mayores daños han sido el resultado del monocultivo. Las plantas surgidas de la agricultura de azadón. benignas en ese contexto original, pueden convertirse en auténticas destructoras cuando pasan a ser sembradas en hileras en tierras aradas en condiciones de monocultivo. El tabaco, el algodón o el maíz han ocasionado así la ruina de millones de acres de tierra agrícola en los Estados Unidos, y amenazan a grandes extensiones de tierras altas en ese país. Más recientemente el deterioro ocasionado en las tierras más secas del país por pequeñas explotaciones cerealeras y ganaderas tiende a crecer de manera semejante. Causas culturales, procesos físicos, tasas y estado de la destrucción del suelo: éstos son los elementos de esta patología geográfica que necesita ser desarrollada. Cuando dispongamos de ella, podremos hablar de manera sensata sobre posibilidades productivas y demográficas, porque contaremos con una verdadera visión de conjunto del grave problema de la rehabilitación de tierras, que implica mucho más que una ingeniería o una agronomía adecuadas.



Información para citar el texto:

Sauer, Carl. “La explotación destructiva en la expansión colonial moderna” en Tareas, Núm. 89, Panamá, Enero – Abril 1995, págs. 81 – 89.







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