Hay días en los que todo parece ir mal, pides ayuda al cielo y nada parece cambiar.
Lo gris se hace mas oscuro y la luz se hace mas opaca y al parecer distante.
Es en ese justo momento, cuando recuerdo: no hay mal que por bien no venga y nada es para siempre.
Enfrentarse a la vida y vivir con desilusiones no es algo fácil, afrontar los errores y seguir tampoco se hace cosa simple. En días de sufrimiento tan palpitante como un suplicio que cargas contigo pareciese como si lo efímero fuese solo idea de libros y sonidos que se escuchan. Luego llega a mis recuerdos que no todos pasamos por las mismas pruebas, dificultades y situaciones horrorosas
Ante todo problema, recordar que la vida es bella, Dios existe y nunca nos da cargas pesadas que no podamos soportar, esperar y tener constancia es también un acto de fe y amor.
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