RESUMEN "LA SANTA" DEL LIBRO "DOCE CUENTOS PEREGRINOS" DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


El siguiente es un resumen sencillo y práctico de "La Santa" historia incluida en el libro "Doce cuentos peregrinos" de Gabriel García Márquez. El lenguaje usado intencionalmente es bastante sencillo y por ende puede ser usado en clases de primaria.




El texto del que hoy se realiza esta resumen, es el segundo cuento del libro “Doce cuentos peregrinos” de Gabriel García Márquez. El cuento se titula “La Santa” y hace parte de un trabajo textual del nobel que realizó durante 18 años y fue publicado en 1992.





El cuento nos muestra la historia de un hombre llamado Margarito Duarte, luego de la pérdida de su bella esposa al momento de dar a luz a su hija y la luego también muerte, pero esta vez de su hija, de solo de 7 años debido a una fiebre. Margarito era un hombre callado, sin muchos estudios formales, pero si letrado, leía todo lo que podía, le fascinaba la lectura y encontraba en esta muchos aportes interesantes para su diario vivir. Pese a no ser muy afortunado, por el hecho de leer logra a los 18 años un puesto de escribano en su municipio en la que se desenvolvió muy bien. En la mente y corazón de este hombre permanecía el dolor por la pérdida de su bella esposa y su aún más bella hija.



Once años después de la muerte de su bella hija, a Margarito llega una noticia que cambiara el rumbo de sus días. Una represa iba a construirse y por eso el cementerio sería trasladado. Por ello las tumbas de su esposa e hija serian exhumadas así que debían ser desenterradas para ser llevadas al nuevo cementerio. El día llega, de su esposa solo quedaba polvo, en cambio cuando se abre la tumba de su hija esta se ve intacta y como si tuviese vida, solo que su cuerpo no tenía peso y obviamente yacía muerta pero no aparentaba estar así. Aunque la niña había muerto todo en ella aparentaba vida, incluso las flores que llevaba en sus manos estaban frescas. 



Centenares de personas curiosas atraídas por lo que llamaban milagro llegaban a ver el cuerpo. Se empezó a decir que la incorruptibilidad del cuerpo era un síntoma de santidad, incluso el obispo de la diócesis del pueblo estuvo de acuerdo, tanto que se hizo una colecta pública para que Margarito fuese a Roma a batallar por esta causa en el Vaticano, que ya no era solo de él ni de su pueblo, si no de la nación. Inmediatamente Margarito comienza una travesía, pues busca oficialmente que su hija sea beatificada debido a lo que ha visto. La piel de la niña estaba tersa y tibia, sus ojos estaban abiertos, en su bello baúl como si de una bella niña dormida se tratase, llevaba Margarito la evidencia a la santa sede.



Al momento de llegar a Roma, Margarito empieza a gestionar todo lo concerniente a su hija. Aunque reservado, Margarito iba a congregaciones religiosas y fundaciones donde su historia era escuchada e incluso le decían que ayudarían a hacer que se agilizaran las gestiones y llegase a oídos del papa. En las vacaciones de verano de Pio XII en Castel Gandolfo, Margarito emocionado asistió a su misa con su hija en una caja para que este viese con sus ojos la situación, pero no le fue posible acercársele. Aunque eran muchos los obstáculos y algunos le ofrecían apoyo que no se concretaba Margarito no se dio por vencido y decide enviar una carta manuscrita de 60 folios a la secretaría de estado sin recibir respuesta. El funcionario que le recibió dio un vistazo al baúl y por petición de Margarito comprobó que el cuerpo no tenía peso alguno, a lo que el funcionario afirmó que justo el año pasado habían recibido ochocientas cartas de gentes solicitando la santificación de cadáveres intactos en distintos lugares del mundo. Aunque el funcionario verificó que no tenía peso la niña se negó a admitirla. Concluyendo que debía ser una sugestión colectiva. Aunque Margarito tuvo un mal recibimiento decidió no dejar de insistir y por eso su misión seguía siendo lograr la santificación de su hija así le tocase luchar y esperar hasta que un papa aceptase recibirlo. Su fe no bajaba y cada vez que un nuevo papa era elegido su deseo aumentaba.



Un día y durante el corto reinado papal de Albino Luciani, un pariente de este impresionado por la historia de Margarito le prometió que mediaría por el ante su santidad. Dos días después a la pensión donde se quedaba Margarito una llamada le indicaba que no debía moverse de Roma, pues antes del jueves seria llamado del Vaticano para una audiencia privada. Nunca se supo si se trató de una broma, lo cierto es que Margarito realmente creía que era cierto, por eso se mantuvo muy alerta e ilusionado. Nunca salía de casa y cuando iba al baño lo anunciaba en voz alta para que todos supiesen y le informasen por si recibía llamada del vaticano. A la semana siguiente Margarito recibía el periódico bajo la puerta al leer el titular se derrumbó. En este se indicaba que su santidad había muerto. En un primer momento Margarito pensó que se trataba de un periódico viejo pues no creía que otro papa más hubiese muerto y en este caso con solo 33 días en el poder. Al confirmarlo todo quedo devastado, el papa había fallecido en su cama y con él la esperanza de Margarito de hablarle personalmente.



El tiempo pasaba y pasaba pero Margarito nunca desistía. Sus intentos no tendrían el resultado esperado pese a su insistencia. Nunca logró que el Papa reconociese la santidad de su bella y amada hija, pero su esperanza y fe nunca decayeron. Luego de 22 años y de haber hecho todo lo posible y solicitando atención, Margarito en vez de desistir sigue esperanzado en que llegaría su día anhelado, el día en el que su hija sería beatificada y todos sus esfuerzos se verían realizados.



Finalmente y con el peso de esos 22 años ya Margarito era viejo y estaba cansado, pero no vencido. Habían muerto cinco papas, el vaticano empezaba a pasar por malos momentos pero este hombre seguía creyendo. Decía “He esperado tanto ya que no puede faltar mucho más, puede ser cosa de meses”. 


La esperanza y fe de Margarito llegaron al corazón de quien cuenta esta historia en el libro que llega a la conclusión de que el santo era Margarito. Ya no había dudas. Sin darse cuenta, a través del cuerpo incorrupto de su hija, llevaba ya veintidós años luchando en vida por la causa legítima de su propia canonización.



De esta forma cierra “La Santa” segundo cuento del libro “Doce cuentos peregrinos” de Gabriel García Márquez publicado en 1992.