Con la llegada a nivel nacional de la hegemonía conservadora, el Partido Liberal pasa de liderar a ser oposición. En todo el país el partido llega a nuevas dinámicas en las que establecerse. Aunque a ciencia cierta no estamos hablando de todo el partido, pues como sabemos una rama moderada de los liberales apoyó la regeneración y con ella la vuelta del centralismo. Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro asumían un rol crucial, el de forjar los destinos de un país que a su ver estaba en caos. Para los liberales radicales Núñez era un traidor, para los conservadores y los moderados era el salvador, todo esto se va matizando con el paso del tiempo y vemos como su presencia es esencial para entender ambas historias, la de los ganadores y los vencidos.[1]Jorge Orlando Melo afirma: “En el debate político colombiano se ha discutido mucho si Núñez fue un traidor porque se entregó o no a los conservadores. Para mí es evidente que en 1885 y 1886 se entregó al pensamiento conservador, pero no como un traidor, sino como un decepcionado y un convencido.”[2]
De hecho concerniente a este mismo tema hay una
columna publicada en El Porvenir en la Cartagena de 1893 en el que se expone
esta eventualidad. A modo de carta hay un espacio de opinión en el que se
indica (bajo un texto escrito por Anibal Galindo) que había que dejar de pensar
que Núñez derribó del poder al liberalismo y les traicionó, mientras que hay
que fijarse mejor en las exageraciones del principio de libertad consignadas en
la Constitución de Rionegro, incompatibles según el autor, con todo orden
público y social que legitima a los gobiernos en pro de dar seguridad a su pueblo,
por ende según esta nota Núñez sin ninguna idea de traición salvó al país de la
anarquía. Consecuentemente se afirma que las tres razones por las que los
liberales fueron derribados del mando son en primer lugar la soberanía de los
estados llamada la anarquía organizacional que produjo tres guerras civiles, en
segundo lugar la impunidad del crimen y la tercera la intolerancia religiosa.[3]
Con la implantación de la hegemonía conservadora algunos
partidarios del liberalismo permanecieron pese al cambio de ideología nacional
teniendo puestos claves de administración estatal, de recaudo y entidades
fiscales en el departamento de Bolívar. A su vez algunos lograban acceder a
puestos importantes a través de actos típicos de nepotismo, para Adolfo Meisel
Roca este nepotismo logró también bastante connotación aun en los sectores
radicales del liberalismo llegando hasta los puntos más centrales de su
hegemonía, por ende no es para nada extraño que los apellidos y el abolengo
funcionasen en gran medida como una forma de ascender y tener presencia en
diversos sectores importantes. Como precedentes ser radical liberal en
Cartagena entre 1863 a 1875 (según menciona en su tesis Wilmer Romero) era
vivir en el olimpo, esto cambiaria pero no en su totalidad luego de la caída
del régimen que estos abanderaban. Como agregue antes, se mantuvieron algunos
notables logros obtenidos en los sectores de la economía, política y sociedad.
Gran parte de los militantes en Cartagena e incluso de sectores intermedios y/o
bajos mantuvieron hasta cierto punto su presencia en los diversos escenarios de
los que hacían parte. Con la llegada de 1886 se da el fracaso de la política
económica liberal como desencadenante del fin del periodo de los radicales. En
este punto el liberalismo y su arista radical sufrirían un duro golpe a nivel
nacional que haría que buscasen como forma de defenderse al tradicional modelo
de la guerra.
Para
fines de comprender mejor el contexto de la hegemonía conservadora añado la
lista completa de los presidentes del país durante este periodo de 44 años:
José María Campo
Serrano (1886-1887)
Eliseo Payán (1887)
Rafael Núñez
(1887-1888)
Carlos Holguín
Mallarino (1888-1892)
Miguel Antonio Caro
(1892-1898)
Manuel Antonio
Sanclemente (1898-1900)
José Manuel Marroquín
(1900-1904)
Rafael Reyes
(1904-1909)
Ramón González Valencia
(1909-1910)
Carlos Eugenio Restrepo
(1910-1914)
José Vicente Concha
(1914-1918)
Marco Fidel Suárez
(1918-1922)
Pedro Nel Ospina
(1922-1926)
Miguel Abadía Méndez
(1926-1930)
A partir de este momento y comprendiendo el panorama
nacional examinamos más a fondo la situación acaecida en el departamento de
Bolívar. Entendiendo obviamente que los dictámenes enviados desde la capital
del país se fueron amoldando a cada región y su contexto particular.
En Bolívar los liberales enfrentaron un periodo de
transición que no distó inicialmente en gran medida de diversas zonas del país.
El choque se hizo efectivo cuando la exclusión e invisibilidad pública se
volvieron el hilo conductor de un partido liberal que salía del poder y daba
pese a su descontento el testigo a los conservadores. Los liberales debieron
tomar una actitud hasta cierto punto contemplativa para con sus opositores pero
jamás distante o despreocupada.
Es importante señalar que en Cartagena el
liberalismo estaba integrado en una buena medida por gentes de estratos bajos
que estaban inmersos en una realidad colectiva político-cultural muy alienada (mas
no homogénea) y que desde sus condiciones y entorno promulgaban un discurso y
prácticas que pese a ser de diversas procedencias creían en un modelo político
de democratización que se sostuviese desde “los de abajo” para la vida pública. Lo anterior no significa que
no existiesen variantes con liberales con más poderío económico y de clases
sociales emergentes. También es crucial señalar que pese a ser en lo
representativo un solo partido muy dentro de él
se daban fraccionamientos que en esta ciudad y en el departamento se
hicieron notar. Lo anterior no es ninguna novedad al saber que a nivel nacional
y como ya hemos mencionado antes se daba también.
El poderío de Cartagena a nivel regional y nacional
en esta época es muy prominente. No solo por su estratégica ubicación en el
caribe sino además porque se gestaba como una ciudad a tener en cuenta a la
hora de dimensionar la realidad política nacional. Esto no solo se da desde el
periodo regenerador con Núñez al mando sino que se mantiene por un periodo
sustancial para después estabilizarse en una etapa menos esplendida.
Un punto que comprueba el tiempo favorable de
Cartagena es que el conservador Joaquín F. Vélez fuera candidato a la
presidencia de la República pero no logro su cometido por no tener influencia
fuerte en el panorama local y regional. Pese a esto es nombrado como primer
designado por el Congreso de la República, cargo que sostuvo hasta una reforma
constitucional acaecida en 1905. Igualmente vale la pena mencionar a los
congresistas cartageneros: Lacides Segovia y Manuel Dávila Florez que
desempeñaron su rol durante el primer año de gobierno de Rafael Reyes. Como
dato significativo estos dos congresistas junto al general conservador
Francisco Burgos y el liberal Simón Bossa fueron detenidos por una supuesta
participación en un urdido atentado contra el presidente Reyes en
Barrocolorado.[4]
Estos eran mencionados como autores intelectuales del hecho.
2.1
PODER Y CONTIENDA
Colombia ha sido un país permeado históricamente por
la violencia, la cual por supuesto no dio la espalda a los sentimientos
políticos que oponían a liberales con conservadores. Para muchos liberales el
reasumir su participación pública y control político requería un enfrentamiento
más allá de ataques verbales por ende la
sangre como forma de triunfar en la contienda política se perfilaba como la forma
más viable de volver a obtener el control.
De hecho los liberales radicales perdieron tres confrontaciones armadas
a nivel nacional en pro de sus intereses. Al verse vencidos en esas tres
ocasiones (1885, 1895 y 1899 para ser más exactos) intentaron debilitar a sus
contendientes buscando dividir al partido conservador desde su interior y a
largo plazo pero tampoco funcionó del todo. Aunque como hoy sabemos tanto los
liberales como conservadores se fraccionaron en nuevos grupos que pese a
agudizar en diferencias seguían siendo parte de sus respectivos partidos. Por
ello no es extraño encontrar conservadores con posturas muy cercanas al
liberalismo y viceversa, aunque claro todo esto entendido desde la óptica de
unos políticos que vivían en un país fraccionado y en el que adherirse a una
variable fuerte y contundente podría ser garantía de su permanencia en los
espacios públicos. Según Helen Delpar el Partido Liberal abogó por ejecutar
medidas “modernas y liberales” en lo político y lo económico. Para José María
Madiedo en las ideas fundamentales de estos dos partidos opuestos no había gran
diferencia si queremos analizarlo desde la concepción que nos dice que ambas
instituciones partían de un sector a su ver similar y que buscaban a su acomodo
el poder total, no parcial.
En Enero de 1895 ya había estallado una rebelión
armada en el departamento de Boyacá. Las noticias llegaron a Bolívar y el
gobernador de entonces, Enrique L.
Román, emitió dos decretos, en el el Nº 22 declaró al departamento en estado de
sitio, colocó el departamento para ser gobernado militarmente para reprimir
todo conato de alzamiento en esta región y asumió como gobernador facultades
extraordinarias, el carácter de feje civil y militar. El otro decreto fue el Nº
25 en este y bajo la consigna de tomar medidas para la conservación del orden
público, decretó que los periódicos existentes no podrían continuar
publicándose sin permiso de la gobernación y para la creación de otros
nuevos se necesitaría también el permiso
gubernamental. Cada alcalde se encargaría de recoger todo tipo de arma de fuego
y blanca, como las usadas en guerra, en su territorio. Serian juzgados además
todos los que causaren daños en las líneas telegráficas o también para quienes
interrumpiesen el paso a los conductores de coreos o de correspondencia
oficial. Para poder viajar en el depto. De Bolívar se necesitaría expresamente
de pasaporte y se reforzaría la seguridad a lo largo y ancho de esta zona.[5] El
peligro se veía inminente para Bolívar y el gobernador buscaba protegerlo de
guerra y muerte.
El 3 de Febrero del 1895 El Porvenir publica en
letra aumentada, una nota interesante, que vale la pena revisar al completo, sin
firma alguna parece ser editorial del mismo medio cartagenero en el que se lee
lo siguiente:
Lo que sucede en el Cauca, en el Magdalena,
en Santander, en Bolívar etc. etc. es elocuente testimonio de que ya entre
nosotros la anarquía no encuentra asidero y son plantas exóticas las contiendas
fratricidas. Y no solamente son los conservadores y los independientes los que
han ofrecido su material apoyo al Gobierno, sino muchos liberales también que,
sin abjurar de su credo político, le han prestado mano fuerte para debelar esta
revolución que no proclama ningún principio y que se alimenta sólo del odio a
todo lo que es orden, de la instintiva aversión a todo lo que es progreso en la
sincera significación de esta palabra. Diez años de paz, de trabajo honrado de
amor al hogar, de respeto a sí propios, han bastado para que el pueblo haya
podido hacer el balance entre los dos partidos que han venido disputándose el
predominio en este país tan digno de la más hermosa suerte. Y en verdad que el
pueblo colombiano tiene sobrada razón. Veinticinco años de dominación radical
no han dejado otra huella sino ruinas y descrédito, empobrecimiento del
comercio y estancación de nuestras industrias, que nunca pudieron tomar vuelo
para alcanzar el adelanto a que habían llegado en otras naciones más pobres que
la nuestra. Durante esa dominación vivíamos en completa alarma y las horas del
día no eran suficientes para darle solución al remitente problema de asegurar
la vida y el producto del esfuerzo individual en el campo del trabajo.
Doctrinas disociadoras habían maltratado gravemente los cimientos morales de la
sociedad; impracticables teorías de gobierno eran causa de multiplicados
fracasos en la práctica, y de ahí la instabilidad en todo cuanto se relacionaba
con la administración pública y los insuperables obstáculos al natural
desenvolvimiento del comercio y las industrias que son base ineludible del
progreso material. Lo que hoy sucede da la medida del terror que inspira a
todos la vuelta al poder del partido radical, que tiene que depurarse de
multiplicados desaciertos y de faltas injustificables para que entre como partido
civilizado a terciar en el debate político, ilustrándolo de buena fe y no
haciéndolo, como hasta ahora, incomprensible y tenebroso. Necesario es que sea
menos soñador en sus teorías y más humano en sus prácticas. El partido radical
no quiere comprenderlo, pero a la fuerza tendrá que aprender, por larga
dolorosa experiencia, que Colombia ha pasado ya del crítico período en que las
cuestiones de trascendental interés se resuelven con hecatombes humanas
sembrando el terror en los corazones, a manera de las hordas africanas, y que
hemos dado, afortunadamente, muchos pasos en el espléndido camino de la
civilización y confesaremos con ingenuidad que esta abortada conspiración ha
traído, dos bienes inmensos al país, el primero, probar que los radicales son
impenitentes conspiradores, y el segundo el obligar a al gobierno a dictar
justificadas medidas de represión que garanticen a Colombia por lo menos quince
años más de paz, de tranquilidad en los hogares y de progreso en general. No
hay mal que por bien no venga, dice un adagio vulgar.[6]
No es sorpresa que el pensamiento de este periódico
se alinee a un discurso conservador siendo el mejor ejemplo de la prensa
permitida para la época.[7] De
hecho mientras estuvo vivo se informaba de Rafael Núñez como redactor en jefe
de este rotativo.[8]
Consistentemente en este mismo medio dos años antes, es decir en 1893 ya se
hablaba del daño que a su ver había causado el radicalismo al país al anunciar
al partido conservador como su enemigo común puesto que los radicales eran al ala
extrema de un partido roto y desmoralizado.[9] En
ese mismo año el ya expresidente Carlos Holguín, se desahogaba en una nota
editorial que también veía la luz en Cartagena. En esta se queja de la forma en
la que se atacó su mandado y como sus detractores lo atacaban de intolerante
con la prensa. A su defensa arremete que esto es falso y que la percepción era
mayor que la realidad. En su texto acusa a los radicales de rebeldes ante las
instituciones y desenfrenados y de según el exagerar ante el pueblo que
gobierno fue de censura contra el radicalismo o ápice liberal. Solo siete
periódicos se suspendieron en su gobierno de cuatro años y doce fueron
multados.[10]
Todo este elemento discursivo se aúna al que en prensa se mostraba para la
época, unos conservadores en defensa de sus principios, y unos liberales y/o
radicales opositores sin escrúpulos. Para
1897 se decía en el mismo medio que un equilibrio político era necesario.[11]
Tampoco hay que negar que en ocasiones bajo el
rotulo de “Prensa Liberal” se publicaban notas referentes al liberalismo como
cuando este renovaba su dirección en las convenciones. En Cartagena se
anunciaba quienes eran nombrados presidente, vicepresidente y secretario
general del partido liberal y sus nombres retumbaban en el acontecer diario de
la ciudad y del departamento de Bolívar. Precisamente cada vez que se daban
convenciones y el liberalismo cambiaba de directores y se daba a conocer en
todo el país renacía el sentimiento de ‘enamoramiento’ de este partido a la
ciudadanía con el fin de volverla adepta. El Porvenir como uno de los
principales medios de esta ciudad solía replicar pocas notas de periódicos
liberales pero “El derecho” de Bogotá era la excepción por considerarle un
medio liberal honesto.[12] Para
1897 por ejemplo vociferaban tanto en Bolívar como demás zonas que “El partido
liberal no tiene hoy como único objetivo la posesión del poder, sino que
aspira, antes que todo, a ver a Colombia restituida a su antigua normalidad
republicana, para que dentro de ella todas las agrupaciones políticas puedan
tener la participación que de derecho les corresponde en la dirección de los
negocios públicos.”[13]
Hay que resaltar en este punto también los nuevos
ricos que llegaban a ocupar relaciones clientelares por medio de su ascenso
social y los artesanos que se insertaban en la dinámica política de la época
logrando participación en gobiernos provinciales y estatales del radicalismo.
Es importante mencionar esto pues esta clase social prestante tomaba
representación en las diversas connotaciones y concepciones del estado y a su
vez se situaban en un bando u otro. Para muchos liberales sus nociones se iban
desdibujando con el paso del tiempo y de acuerdo a sus posturas y opiniones se
agrupaban de cierta manera en un sector u otro, pues hoy no es un secreto que
muchos de esta clase social alta no tuvieron cambios traumáticos como podría
pensarse. Un ejemplo de las relaciones de poder entre familias prestantes y
relacionados es Rafael Núñez que forjó amistades (aunque claro también notables
enemistades) aún más allá que dentro del liberalismo, por esto es obvio que
para algunos en su época fuese un traidor para sus primeros compañeros de
creencia política. Sin embargo todo esto fue una experiencia a la cual se
sometían algunos liberales en pleno momento de contienda teniendo en cuenta su
ubicación geográfica, lazos clientelares o como ya vimos, su clase. Núñez pasó
de ser inicialmente radical liberal a criticar esa concepción y llegar a la
presidencia en 1885 en pleno momento de los Estados Unidos de Colombia
cambiando esa postura llevando al país a la ya mencionada regeneración. Por
ello Núñez soportó una reacción radical que lo veía como ingrato y que entre
sus deseos tenía el de derrocarlo a partir de las armas, dando inicio así a una
revuelta civil que se acrecentó en algunas determinadas zonas del territorio
nacional que iba contra Núñez, pero como hoy sabemos el gobierno regenerador
logró apaciguar rápidamente estas revueltas.
Para fines de este texto y con el fin de comprender
de forma más práctica lo que se ha de presentar procedo a presentar los
directores del partido liberal en el periodo del cual estudio. [14]
1886:
Aquileo Parra, Gil Colunje, Luis A. Robles, Francisco de Paula Borda,
Januario Salgar.
|
1892:
Santiago Pérez Manosalbas.
|
1897:
Aquileo Parra.
|
1899:
El Consejo Consultivo Liberal formó una nueva Dirección Nacional Liberal:
Principales: Medardo Rivas, Juan Evangelista Manrique y Siervo Sarmiento;
Suplentes: Venancio Rueda, José Benito Gaitán y Francisco de la Torre.
|
1903:
Se formó una Junta para reorganizar al Liberalismo, compuesta por Manuel W.
Carvajal, Nicolás Esguerra, Juan E. Manrique, Diego Mendoza Pérez y Rafael
Uribe Uribe.
|
1915:
La Convención Nacional Liberal eligió Dirección Nacional, conformada por
Nemesio Camacho, Luis de Greiff y Francisco de Paula Manotas.
|
1918:
Benjamín Herrera y Francisco de Paula Manotas.
|
Llegados a este punto es ineludible no hacer
referencia a La Guerra de los mil días. Esta fue sin duda una de las más
notables muestras de lo que puede suceder cuando los polos en política quieren
gobernar y dentro de estos polos nace una nueva visión ideológica que se basa
en nuevas aristas de pensamiento que pueden llegar a converger sin que esto
necesariamente indique que dejaran de existir divergencias dentro del mismo. El
Partido Nacional que existía desde 1886 con nociones del conservatismo con el
apoyo de entre otros de Rafael Núñez no solo buscaba consolidarse en el poder
sino además aprovechar a esa cada vez más llamativa agrupación de liberales
cuyas posturas se acercaba más a ellos que a los radicales. Es decir el Partido
Nacional no solo estaba integrado por conservadores nacionalistas sino además
por liberales independientes y que cada vez eran más afines a esta ideología
que distaba de un extremo azul o un extremo rojo.[15]
Por su parte los liberales más tradicionalistas deseaban a como fuera lugar
retornar al poder. La guerra se gestó desde el 17 de octubre de 1899 hasta el
21 de noviembre de 1902. Como la historia no se detiene y cada país esta anexo
a su contexto, la guerra que antes era entre el Partido Nacional y liberales se
volvió con el tiempo en un verdadero conflicto de ligas mayores en el cual los
históricos partido conservador y partido liberal volvían a hallarse en
contienda, ya no amparados en una nueva teoría política planteada por el
partido nacional sino ahora por las ideas clásicas que dividían a sus
colectividades, sin que esto por supuesto indique que no se habían apropiado de
nuevas líneas de pensamiento. Durante este tiempo los liberales recibían apoyo
económico del extranjero. Tanto para el gobierno como para el mismo liberalismo
era trascendental aliarse con países para vencer, pero aún más significativo
aliarse con los Estados Unidos de América. Este país norteamericano apoyó al
oficialismo porque pensaba que los liberales no podían conquistar el poder
mediante las armas. Pese a esto se da una estrecha relación entre liberales y
extranjeros, pues una buena cantidad de liberales vendían ganado a los
extranjeros en muchos casos para sostenerse económicamente. La destilación de
aguardiente se consolidó además como una de las fuentes de desarrollo económico
en Bolívar tanto que durante un buen tiempo fue una actividad decisiva en esta
región por ende no es sorpresa si se diese incluso de forma clandestina.[16][17] El
liberalismo buscaba apoyo económico y a través de un banco en el exterior
guardaban su dinero.
En Cartagena los liberales no pudieron entrar a
hacer parte a cabalidad de esta guerra y tomarse así la ciudad, esto debido a
dos causas muy claras: la primera fue que no estaban preparados cuando se
dieron pronunciamientos gestados en localidades como Santander y en
Barranquilla. La segunda es básicamente que los copartidarios del liberalismo
fueron obligados a quedarse dentro de la ciudad debido al cierre de las puertas
y la extrema vigilancia habida en los baluartes a lo largo y ancho de todo este
territorio. También en esta ciudad los liberales denominados como
revolucionarios de esta época atemorizaban a campesinos agricultores con falsas
noticias con el fin de que estos se alejaran de sus posturas y así se unieran a
la causa de la rebelión. La guerra de los mil días trajo grandes problemas
consigo. Hay que decir ineludiblemente que los odios se agudizaron entre los
miembros de los dos partidos, generando venganzas familiares y nutriendo de más
historias el peso de la violencia bipartidista en Colombia. En Bolívar se vivió
este conflicto bipartidista que a su vez daba pie al fortalecimiento de nuevos
grupos extremistas que se gestaban a raíz del partido tradicional, así sucedió
en 1901 cuando los ejércitos liberales en compañía de Uribe Uribe se dirigieron
hacia la sabana de Bolívar dando paso a la formación de grupos de guerrillas
liberales. Pero antes de 1901 para ser exactos un año antes, es decir 1900 ya
se habían dado en este departamento una propagación de grupos de guerrillas,
tanto que 1901 y 1902 son considerados los años con mayor crecimiento de estas
agrupaciones. Esto nos habla de una guerra que se daba en una recesión económica
que entre otras cosas promulgaba más polarización. Los liberales en Cartagena
debieron pagar fianzas y presidios con el fin de poder mantener cierta libertad
de movimiento, a esto hay que añadirle el hecho de que en 1902 los decretos 184
y 283 les prohibió transitar por las calles de la ciudad a ninguna hora del día
ni de la noche.
Algo que se hizo evidente en esta
particularidad histórica del país es que algunos liberales habían transitado al
conservatismo, habiendo pasado primero por el partido Nacional como medio de
llegada a las filas conservadoras. Hallamos aquí por mencionar ejemplos a:
Valentín Pareja, Pablo J. Bustillo, Donaldo E. Grau, Benjamín Noguera y
Francisco González Carazo.[18]
Indudablemente este fenómeno no se ha dado solo en el caso colombiano debido a
que la trashumancia en política es un tema valedero para debates y que nutre la
historiografía analizando además como la
conveniencia (ya sea económica, de estatus o ascendencia social) en ciertas
ocasiones se prioriza en detrimento de alguna creencia o estrategia colectiva
del pasado.
Para el 1 de Marzo de 1901 la prensa cartagenera
hacía eco de una nota publicada en “Las Novedades” de Nueva York, en la que se informaba
en esa ciudad norteamericana de la llegada de Uribe Uribe en el vapor
Philadelphia. Le denominan ‘renombrado caudillo de la revolución colombiana’ e
incluso se hace mención al hecho de que el Times
le hiciese una entrevista. En la nota de forma clara y sin vacilación se
argumenta que los liberales colombianos peleaban no por “afición” sino por
“pura necesidad”. “Por habérseles privado hasta de los derechos comunes”. En la
entrevista para el Times Uribe Uribe
menciona que la política de los conservadores con los liberales era “la misma
política colonial de España con los cubanos”.[19]
Al ser preguntado por si llegaba a los Estados Unidos en busca de armamento,
municiones y aprestos navales para su revolución responde enfáticamente que
cada quien podría pensar lo que mejor le pareciera.[20]
En EE.UU, Uribe Uribe promulga que el partido
conservador estaba dividido y que la fracción dominante era débil y vivía de
‘la masa ignorante’. Mientras que los liberales eran fuertes y estaban
diseminados por el país. ‘Como los Boers en guerrillas, pero están alerta,
Aunque parezcan muertos, no es así, están durmiendo’. En su disertación afirma
que el partido conservador es de aristocracia y de retroceso, mientras que el
partido liberal es demócrata y de adelantos. Subraya además que su profesión no
era la milicia sino la abogacía y que no podría tachársele de revolucionario
interesado pues poseía extensos cafetales.
La guerra de los mil días entorpeció e interrumpió
las exportaciones, aumentó el costo de vida, también se dio un encarecimiento los
alimentos y el transporte. Se sabe edemas que la ganadería fue hábilmente
destruida por los ejércitos de ambos bandos así que la economía en Bolívar
entró al juego de la inestabilidad imperante.[21] En
medio de este proceso se veía incluso en periódicos a nivel nacional y local
notas de presuntos liberales que se habían convertido al conservatismo o al
menos parecían serlo y lo hacían negando nociones liberales que consideran
ahora en su inserción al conservatismo como elementos que iban en contra del
amor por la patria y la defensa de esta. Además de invitar a la juventud
liberal a ver los peligros que suponían los extremismos radicales.[22]
Pero ciertamente hay que dejar en claro que para
1901 ya los liberales habían publicado un manifiesto titulado “Por la patria y
por la paz” en el que con firmas de algunos miembros de su colectividad, el
manifiesto hacía alusión a un memorial (firmado por el General J. M. Ruiz, J.M.
Quijano Wallis, Santiago Samper, Juan E. Manrique, A. Valenzuela, Marco A.
Wilches, Venancio Rueda, Ricardo de la torre, Rafael Rocha Castilla, Roberto
Suárez, Andrés Márquez y Rafael Murillo) pedían la regularización de la guerra
como primer paso para su terminación. De manera respetuosa mostraban sus
ideales y posturas invitando a la concertación. “La prolongación indefinida de
la guerra, y, sobre todo, con los caracteres salvajes que va adquiriendo,
acarreará indefectiblemente con la anarquía crónica y la militarización de la
república, la destrucción total de nuestra patria. Cualquiera que triunfe en
tales condiciones, reinará como las aves de la noche en los cementerios sobre
escombros y tumbas y tendrá a su cargo la más tétrica de las labores, la más
penosa de las responsabilidades. (…) La gloria no discierne sus galardones a
las acciones humanas, si estas no presentan el previo visto bueno de la
sensatez y las palmas del martirio no florecen si no las vigoriza el calor de
la razón.” [23]
Llama mucho la atención el uso de conceptos como el de anarquía que era usado
en demasía por el conservatismo como sinónimo del extremismo liberal. El texto llega
a un punto de reflexión que se torna sumamente interesante: “La prolongación
inútil del estado de guerra es elemento de unidad, fuerza y conservación en el
poder de la parcialidad vencedora. Los partidos que se hallan sin contrapeso en
el gobierno, se salen de la ley universal del equilibrio y por acción de la
dinámica política, tan inexorable como la dinámica física, se dividen, se
descomponen y caen.” El análisis anterior podría entenderse como una
monopolización de la política colombiana, en la que si por ejemplo, el
conservatismo se erigiese en cada rubro como el dominante, rezagando a su
adversario crece y se posiciona, pero al final por la idea básica de pesos y
contrapesos y el dinamismo de la política estaría destinado a fracasar, pues se
dividiría y quedaría en nada. El manifiesto liberal aduce esta teoría por un
referente histórico en el que la balanza estaba del otro lado, es decir con el
liberalismo al poder, más exactamente en 1877 cuando habían logrado la cumbre
con soberanía y poder en el país y con el apoyo de importantes regiones, sin
embargo el conservatismo en aquellos años depuso las armas y volvió la paz al
país. La rápida pacificación fue una victoria para la revolución (según su
argumento propio), la normalidad se restableció y el partido liberal vencedor
en la guerra y señor absoluto en el país pero sin el contrapeso que lo sostuvo
en años previos, se ‘conmovió hondamente por la inesperada y brusca transición,
perdió el equilibrio, se descompuso, se fraccionó y cayó.’[24]
Es decir que podría entenderse este manifiesto como un llamado de atención con
una regulación de la guerra con el fin de lograr una paz estable y consensuada
entre ambas partes.[25]
El manifiesto que se reprodujo en algunos medios
cerraba haciendo votos para que el gobierno allanase el camino a la
pacificación ofreciendo olvido sincero y amplias y seguras garantías, en
personas y bienes, a los que dejasen las armas. Permitiéndoseles además poder
sufragar en el futuro. Para los rojos tal medida ‘además de redundar en el bien
de la patria, haría más sólido el éxito que el gobierno ha alcanzado en la
guerra. La magnanimidad es la glorificación de la victoria. Triunfa sin gloria
quien vence sin generosidad.’ De manera que el llamado a la generosidad y las
buenas costumbres eran la premisa liberal en este determinado momento y su tono
pacificador iba también en la vía de saber que el conservatismo ya ganaba
terreno y era el vencedor en la guerra. Para muchos este tono pacifista
sorprende, si estamos acostumbrados a leer que los liberales eran los
revoltosos y los conservadores los devotos,
pero este manifiesto sirve para comprobar mi teoría de que es necesario
matizar todo lo concerniente a este periodo para entender que la labor
diplomática y objetiva reinaba en buena medida, al entender que posición era
necesaria tomar en determinado momento. Ni todos los liberales eran revoltosos
ni todos los conservadores tan devotos. Hay que ser claros, en momento de
guerra cada partido buscaba defenderse y se sostenían en un discurso que fuere
conveniente a sus intereses de acuerdo al contexto. Por ende en momentos de disputa y crisis
podrían aplacarse algunas consignas y resaltarse otras, finalmente aunque
enemigos en el espacio político dar garantías o permitir la existencia del otro
sería una muestra de concordia en medio de las diferencias.[26]
En Cartagena para Noviembre de 1901 ya se hablaba de
una crisis comercial masiva. Sin embargo en la editorial para el día primero de
ese mes de El Porvenir hallamos que se informa que no había que echarle la
culpa 100% a la guerra, puesto que las exportaciones e importaciones no habían
cesado pero pese a ello las relaciones del puerto de Cartagena con el interior
del país habían ‘muerto de golpe y violentamente’. Todo el tráfico que se hacía
por Cartagena ahora pasaba hacia Barranquilla, a pesar de las facilidades y
comodidades que daba el puerto local por encima del barranquillero. La prensa
decía ‘Cartagena languidece rápidamente y su ruina será inevitable sino se
acude a tiempo para salvarla del inminente peligro’.[27]
Lo que si hay que señalar respecto a esto es que la sociedad cartagenera de la
época si trató de buscar alternativas que permitiesen que la crisis nacional no
se agudizara en la ciudad, puesto que en pleno momento de guerra la elite se amparaba
en perpetuarse a través de buenas conexiones y abolengo para que las relaciones
comerciales no decayeran del todo. Sus estrategias acertaban tanto en la
reapertura del canal del dique como con la condensación del ferrocarril de
Cartagena a Calamar que permitiese un enlace con la región andina del país.
Entrados ahora al campo guerrerista hay que decir
que mientras esto pasaba en Cartagena, en poblaciones cercanas a esta y demás
del país sucedían verdaderas barbaridades que la prensa en Bolívar replicaba
para conocimiento público de todos sus lectores. Con un gran subrayado se daba
el titular “Liberalismo” sí se esperaba que fuese una nota ideológica, lo
contenido en ella era más sugestivo. Bajo ese título se informaba a la
comunidad de vejámenes y asesinatos
hechos por partidarios liberales extremistas en varios sitios. El primer
mencionado ocurría en Juan de Acosta, donde:
“1º Al señor Don
José Santos Arteta, anciano de setenta y ocho años, le quitaron las hebillas de
oro de los tirantes de los pantalones y le aplicaron veintiocho palos; delito:
ser padre de Ariel Arteta, sacrificado por Clodomiro Castillo en Baranoa en el
año de 1895. 2º La señorita Herminia Arteta, hija menor de Don Santos, de diez
y seis años de edad, fue sacada de la casa por el jefe Galindo y llevada en
rehenes hasta cerca del monte en donde se presentó el Sr- José R. Coronell, tío
político de esta inocente criatura y entregó dos mil pesos por su rescate. 3º
Al señor José Rosalio Echeverría le fueron quitados $3.600 más cuatro caballos
y seis burros. 4º El señor D. Juan N. Padilla, liberal, fue hecho poner de
rodillas ante el jefe, y amenazado por ser patrocinador de los godos de la
localidad, este denuncio fue dado por José Mario Tovar, preso político de los
fugados de Bocachica y sobrino carnal del señor Arteta. 5º Francisco Molinares,
liberal caracterizado del lugar fue tratado cruelmente tanto como el señor
doctor Padilla y se llevaron de ambos todas las bestias. Molinares los acompañó
hasta Galera Zamba por ver si conseguía alguna bestia; pero allí recibió en
premio de su liberalismo una tunda de planazos.”[28]
Con esta crónica observamos que para los
guerreristas, los godos (como hoy sabemos forma de llamar a los conservadores)
no eran el único enemigo para sus interesantes, lo era cualquiera que
perjudicase su objetivo. Pero también nos sirve para darnos cuenta que aun por
encima de los colores partidarios había relaciones entre personas de ambos
bandos, ya fuesen rojos o azules tenían dinámicas mutuas en la región.
Luego de Juan de Acosta, se contaba algo semejante
pero más cruel ocurrido en Soacha. En esta ocasión se había encontrado el
cuerpo sin vida de un niño de ocho años en el cerro de piedras grandes, el
menor cuidaba ovejas y al grito de godo ladrón fue acribillado a balazos. De la
hacienda donde estaba el niño se llevaron a sus peones y a tres ancianos
conduciéndolos amarrados y maltratándolos. A uno de los tres ancianos que no
podía caminar le dieron muerte horrible según detalla la crónica. Un padre de
familia también fue asesinado y los extremistas celebraban su matanza.[29]
Tanto la nota de Juan de Acosta como esta de Soacha se publicó en Cartagena con
la firma del seudónimo de “E. Monseñy”.
Como hoy sabemos la guerra fue ganada por los
conservadores y entre las medidas que se tomaron por ende hallamos el cierre
del Partido Nacional (era algo que se veía venir desde la muerte de Núñez),
cientos de miles de muertos, un caos económico y el reforzamiento del
centralismo en el país. Pese a que los liberales recibieron apoyo de Venezuela,
Ecuador, Nicaragua y Guatemala su control fue abatido por los conservadores con
ayuda de venezolanos afines a Ignacio Andrade (andradistas) y conservadores
ecuatorianos. Sabemos que esta guerra marcó un precedente que desencadenaría con
la separación de Panamá. En este punto los historiadores discrepan sobre lo que
habría de significar para el país el triunfo azul. Para Luis Eduardo Nieto
Arteta, los años de la Hegemonía Conservadora que siguieron a la Guerra de los
Mil Días fueron una época de “retroceso generalizado”. Mientras, David
Bushnell, los define como “la nueva era de paz y café.”[30]
Todo este acontecer nacional no es ajeno al
departamento de Bolívar en el cual la fragmentación sociopolítica llevo
históricamente a que los altercados entre azules y rojos no fueran extraños.
En este periodo de disputa política se gestaban
muchos altercados a nivel nacional de los que el departamento de Bolívar no fue
ajeno. La guerra como recurso liberal para regresar al poder fue una constante que
no dejó de trastabillar con el paso del tiempo. Otro punto curioso y que se dio
notablemente en Bolívar fue el contrabando que se gestaba en diversas zonas del
país y por supuesto en su zona caribe también. Además de lo anterior el
departamento de Bolívar tenía poca población en relación con su extensión
territorial. Sumado a todo lo antepuesto la fragmentación de los estados
soberanos que ahora pasaban a llamarse departamentos se había hecho evidente
con el paso del tiempo. Curiosamente la mentalidad centralista que regresaba
con la regeneración pretendía a como fuere lugar evitar divisiones haciendo uso
de la ya mencionada constitución de 1886 y centrando variedad de políticas de
estado y toma de decisiones en Santa fe de Bogotá.
Sin embargo lo anterior no quiere decir que no
existiese sinsabor en un para nada desdeñable sector de la población, entre los
que había ilustres ciudadanos que habían enviado quejas formales a la capital
con el fin de que se diese una descentralización de la administración publica
en el país, las quejas no fueron pocas y llegaban de diversos departamentos,
tanto así que a través de un conocido telegrama el vicepresidente de la
republica expresó que desde el gobierno se estarían tomando medidas y mucha
atención a estas quejas y por ende a cada gobernación envió una circular
oficial que sería publicada en prensa local de cada departamento en la que se
informaba que ciudadanos pedían que se implantaran reformas con este fin para
robustecer la vida de entidades departamentales y municipales, aceptando que
así se afianzaría la integridad de la república y se haría desaparecer
inmediatamente según su criterio todo motivo de ‘intranquilidad y discordia.’
La respuesta presidencial a la petición expuesta fue no tan benévola
inicialmente pero si contemplativa.
Afirmaba que tales reformas si habrían de seguir, deberían hacerlo bajo única
norma en la disposición del artículo 209 de la constitución vigente de
entonces, es decir a través del voto. El texto de respuesta termina en términos
diplomáticos y amables invitando además a cada municipio a ejercer opinión y
voto respecto al tema que desembocaría en una reforma constitucional. En el
caso del departamento de Bolívar la nota fue recibida con beneplácito y
necesaria teniendo en cuenta el contexto de Panamá y la necesidad de afianzar gobiernos locales. Tanto que en
Cartagena el concejo municipal apoyó la moción con una resolución oficial en la
que amparaba tal reforma.[31]
Obviamente sabemos que estas políticas de descentralización no serían jamás un
federalismo al uso, sino una forma de mantener el centralismo pero dando
licencias a gobernaciones departamentales en aspectos que demandaban mayor
atención y premura. Por ende entonces, no terminó la supremacía bogotana en
cada aspecto nacional, pero cada capital departamental buscaría tantear y
asentar en un terreno sus poderes locales.
Y si el país vivía divisiones estructurales, dentro
de los partidos como garantes de las ideas y pensamientos en pro del devenir
del estado no se dejaban de dar, es que precisamente la desunión dentro del
liberalismo (que logró en su momento ser más nociva que las políticas
tradicionales con su partido adversario) y luego en el conservatismo hacía que
las dinámicas políticas pareciesen salirse del bipartidismo tradicional y
entrar ahora en el interior de estas colectividades que veían en el momento
fluctuaciones dentro de su lógica de pensamiento. Si dentro del liberalismo se
daban los radicales y otra ola más cercana al conservatismo, de los azules se
daba el partido nacional, todo esto muestra la variabilidad sobre la cual se
propiciaba la política colombiana (algo innegable de nuestra historia y que aún
hoy sigue sucediendo). Sumado a lo anterior y para ser más exhaustivos dentro
del Partido Liberal dos agrupaciones se hacían notar, la primera llamada “los
Gólgotas” que venían de un sector social instruido, adinerado y de radicales
absolutistas, mientras que el segundo grupo “los draconianos” estaba compuesto
en su mayoría por militares. Luego de estas hostilidades dentro de cada partido
ambos volverían siendo llamados como “los históricos” reviviendo así las
particularidades de antaño que volvían a teñir al país de un rojo y/o un azul
como era en el pasado. Luego de todo esto los artesanos continuaron siendo muy
importantes al entenderlos como una clase que cada vez tenía más para decir y
se hacía notar. Por ello es preciso mencionar que vivían una relación de gustos
y disgustos con la dirigencia política. Una muestra de esto era la relación de
los ya mencionados artesanos (clase popular) con los terratenientes
(conservadores).
De las amenazas públicas y el descrédito, las
vociferaciones de unos contra otros pasaron al plano de los hechos, hechos que
salían del campo y llegaron a las ciudades, los enfrentamientos y discusiones
no se dejaron esperar y se dieron por todo el país como actos de violencia y
caos (una constante en nuestra historia). Como dato curioso en este momento de
la búsqueda del poder para unos y el deseo de mantenerla de los otros se da la
presencia liberal en cargos notables aun en plena hegemonía conservadora por el
simple hecho de saber leer y escribir pues la tasa de analfabetismo para la
época era colosal. En el departamento de Bolívar esta invariable se mantiene.
La división nacional de los liberales a nivel
nacional ocasiona que luego de la convención liberal de 1892 se de una división
visible de entre tres grupos. Un primer grupo conformado bajo la consigna de
una política de oposición enérgica pero pacifica, un segundo grupo que
desconoce la constitucionalidad del régimen (es decir los conservadores) y un
tercer grupo caracterizado por representar un ensayo de oposición pacífica y la
opción de ir a la guerra si a raíz de los parámetros por los cuales velaban no
se llegase a sus objetivos. Esta convención resulta ser la personificación de
antagonismos en las que en vez de dar riendas a una unificación del partido se
da todo lo contrario. Mientras se decreta un acuerdo en pro de la guerra se
otorgaba a Santiago Pérez la dirección del partido. Llegados a este momento
presenciamos una disyuntiva, una dicotomía en todo el sentido de la palabra,
puesto que mientras que se busca la visión de guerra se ordena como líder del
partido a un pacificador, un hombre reconocido por su carácter conciliatorio y propiciador
de acuerdos por fuera del conflicto. Es más, Pérez era llamado “al apóstol
supremo de la paz”.[32]
Rafael Uribe Uribe era otro pacificador, entre sus
palabras hallamos: “Es predecible soportar el yugo del conservatismo hasta por
70 años, antes que alcanzar el liberalismo el poder por medio de la guerra”.[33]
Para muchos la postura de Uribe Uribe era criticable y podría resultar
contraproducente para los partidarios del conflicto como salida. Finalmente por
mayoría de votos la opción de dar la guerra gana, aunque con el tiempo la
oposición enérgica pero pacifica se impone. Es decir Santiago Pérez logra su
objetivo. Muchas molestias no se dejaban esperar de cada uno de los polos de
los partidarios de una opción u otra. Tanto que para algunos los acuerdos
aprobados sobre la guerra no se dejaron notar como se esperaba.
En este efusivo tiempo Santiago Pérez nombra
directores de partido para cada uno de los departamentos. Esta estrategia era
realmente necesaria para unir y consolidar fuerzas en un momento en el que era
necesario que una integración nacional liberal se hiciese evidente. Entre sus discursos hallamos: “Las luchas
armadas no han curado entre nosotros ningún mal”. Pérez no era ajeno a su
tiempo y entre sus seguidores se hacía ver la noción que indicaba con pruebas
que en cuanto a derechos políticos se estaba en este periodo incluso peor que
en la época colonial. Entre los detractores de Pérez hallamos a Miguel Antonio
Caro que públicamente le llamaba traidor, mientras que Aquileo Parra también conocido
por ser pacificador aprobaba la noción de propagar la guerra solo si era
menester y se convierte en el nuevo director del partido en 1897. Para Uribe
Uribe en cambio la revolución estaba ordenada, era evidente que habría que ir a
por ella y no debía bajo ningún término aplazarse. Es más para él, la dirección
era “inepta y cobarde”. En un
determinado comento Uribe Uribe creyó que el único medio de lograr sus
objetivos era el de enfrentarse
directamente en campaña contra el ahora director Parra, pero esto no se dio.
Finalmente Uribe Uribe y Parra apoyaron a los históricos y la revolución
legalista de 1898. Con todo esto se da la ley concha, una propuesta mediante la
cual (entre otros aspectos ligados a la iglesia) se buscó permitir que el
liberalismo gozase de todos los derechos y garantías que tenían los
conservadores. En definitiva esta ley se da, José Vicente Concha la aprueba en
el congreso.
En el acontecer político de 1898 se hallan dos
fenómenos que resaltan. El primero fue la rebelión de Uribe Uribe y sus
seguidores contra la jefatura del liberalismo que luego triunfa en el 1899. Y
el segundo fenómeno que fue la revolución orquestada en el congreso en el área
legislativa que permite la ya mencionada ley concha.[34] En
1899 y sin un sucesor sólido para el partido, Aquileo Parra es sucedido por un
consejo consultivo liberal que iría hasta 1903 con una nueva junta. En este
momento los históricos eran mayoría en la cámara pero minoría en el senado. [35]
En pleno momento de contienda había un malestar muy
consistente entre los liberales y es que estos aceptaban finalmente que fueran
excluidos de los puestos públicos que elegía el ejecutivo pero lo que no
toleraban y era causal de disputas es que también se les excluía de
corporaciones legislativas a las que se llegaba por voto popular, es decir por
medio del pueblo. Esta idea va a ser una razón de peso para que se
intensificase una polarización entre partidos que ya estaba vigente con
antelación pero que ahora se impregnaba de más matices.[36]
2.2
PRESENCIA EN EL DEPARTAMENTO
Con la llegada de la guerra de los mil días en
Bolívar los liberales (al igual que en el resto del país) debieron adaptarse a
las dinámicas y nuevas forma de presencia política a la que debían enfrentarse.[37] Durante la guerra los adeptos al
liberalismo recibieron el mismo trato que tenían sus adversarios durante sus
años de poder, es decir la exclusión e invisibilidad pública. Todo esto hay que
empezarlo a matizar con particularidades que vamos a ver.
Es vital para este punto mencionar que los liberales
se vieron en la obligación de tantear un terreno al que no estaban
acostumbrados a ver con ojos de oposición y en el que debían o reafirmar sus
ideales para continuar o suavizar algunos lineamientos propios de su tendencia política con el fin de continuar
también pero en aras de una cercanía amabilidad con personalidades a las que
antes no miraban necesariamente con cariño o gentileza, lo cual no es para nada
una sorpresa en el mundo político. Es decir la meta crucial para el liberalismo
era continuar o continuar, no tenían segunda opción, en sus mentes no estaba el
retirarse de la escena política pero si buscar estrategias para ir ganando
espacios que les permitiesen tomar partido en pro de sus ideales y consignas.
Es obvio que el liberalismo deseaba retornar al
poder y por ello tomaron una posición más mesurada, contemplativa pero que no
dejaba internamente de estar firme y ahora con argucias diplomáticas cuyo
método era escalar posiciones dentro de la vida política en departamentos como
Bolívar. Este mismo lineamiento se dio a
nivel nacional, cada uno con el mismo objetivo pero adaptándose al contexto
regional. Sin embargo esto no quiere decir que el ala radical no buscase a
través de la confrontación armada el poder. Esto ocurrió en tres ocasiones
contra el gobierno nacional, la primera en 1885, la segunda en 1895 y la
tercera en 1899, las tres fueron derrotas. La siguiente estrategia luego de la
fallida idea del armamentismo fue la de dividir al conservatismo desde su
interior, esto por supuesto a largo plazo debido al hermetismo. Para Helen
Delpar el partido liberal abogó por aplicar medidas modernas y liberales tanto
en lo político como en lo económico como nueva medida de contrapeso pero
tampoco resultó.
La posición económica influyó mucho en la forma en
la que los liberales tanto en Bolivar como en todo el país continuaban su vida
política puesto que para algunos de familias prestantes no tuvieron cambios tan
traumáticos como podría pensarse puesto que el abolengo seguía sirviéndoles
para tener representatividad en diversos aspectos de la economía y vida pública
departamental. Es importante mencionar aquí también a los nuevos ricos que
entraban a la esfera de la alta clase así como la participación política de
artesanos como un sector poblacional determinante para el presente y futuro del
departamento.[38]
Luego de intentar de diversas formas y no poder
desestabilizar al conservatismo volvió a hacerse presente un recurso que
realmente nunca se fue, solo que fue alternado, y es el de la guerra como vía
para regresar al poder.
A lo largo y ancho de Bolívar se evidenciaban
situaciones y retos tanto para liberales como conservadores. El contrabando era
una preocupación gubernamental pero que seguía vigente en el acontecer diario
del departamento. Otra situación especial era la poca población que para la
época habitaba Bolívar en comparación con su gran extensión. Pese a que hasta
cierto punto el conservatismo en el poder era garantía de la invisibilidad para
los liberales hallamos que en Bolívar muchos de estos si tuvieron
representatividad y reconocimiento regional. Algunos partidarios del
liberalismo trabajaban en puestos claves de administración estatal, también en
instituciones de recaudo y entidades fiscales. La razón de su posición en estos
lugares no es otra que una realidad muy notable en la política colombiana que
sigue vigente y es el nepotismo (más conocido y llamado coloquialmente en el
país como la “rosca”). Es que el nepotismo se ha de convertir en un referente
sumamente claro que vamos a seguir viendo en este ejercicio de análisis de la
presencia liberal en Bolívar y es que es mediante esta técnica que liberales
van a seguir en la escena política al mando de conservadores pero manteniendo
sus poderes y atribuciones. En Bolívar se da tanto en el posicionamiento de una
hegemonía liberal departamental como en el
afloramiento de relaciones interpersonales que superaban lo político y llegaban
hasta lo social propiciando además que familias de renombre y abolengo
continuasen perpetuando una línea de elite política departamental que muchas
veces trabajaba más por beneficio propio que por designios estrictamente
laborales.
Y es que pese a que el momento de brillo liberal
había pasado para dar paso al momento conservador algunos liberales continuaban
en departamentos como Bolívar teniendo posiciones de honor. Aun después de la
caída liberal se mantuvieron algunos logros obtenidos en lo económico, político
y social que continuaban teniendo vigor sobre todo en sectores sociales intermedios
y bajos.[39]
Sabemos que el desencadenante trascendental de la
caída del periodo radical fue el fracaso de su política económica y por ello
vino la fragmentación en los estados y se trae este punto a colación ahora
porque es en sí misma la división dentro del partido liberal otro causal de su
inestabilidad en el periodo de la hegemonía conservadora. Es más, para muchos
autores es esta división interna es más nociva para los liberales que la misma
oposición conservadora. Por ende es importante la participación del gremio de
artesanos en los gobiernos provinciales y estatales del radicalismo aunque
estas relaciones iban del amor al odio. Las fragmentaciones entre los pasados
draconianos y gólgotas eran solo dos representaciones de más divisiones dentro
del partido. El liberalismo no deseaba rememorar su derrota en la guerra de los
mil días que no solo daba continuidad a la hegemonía conservadora y daba por
disuelto al partido nacional sino que ahora también mermaba sus aspiraciones
políticas en pro de sus ideales más firmes y fundacionales por todo esto el
sentimiento de guerra siguió como una constante ya invariable.
En Bolívar (al igual que en muchas otras zonas del
país) las vías de comunicación se convirtieron en un componente básico para sus
fines. Las vías del país y el transporte no eran las mejores y esto fue un
problema para sus deseos de solidificar su mensaje a nivel nacional y que
fuesen escuchados en diversas regiones. Sabemos que las vías son un componente
vital para dejar atrás preceptos coloniales y los liberales entendían que en la
conexión estaba claramente la clave para hacerse más visibles en un periodo en
el que casi todo parecía estar a favor del conservatismo. El ala radical del
liberalismo deseaba tomar la iniciativa en este rubro con la finalidad de
además de hacerse visibles y notar como oposición que no se dejasen de gestar
sus consignas y acciones en el país. La agricultura como actividad fundamental
de Bolívar se vio afectada en gran manera por los problemas de transporte por
ende pese a ser un gran deseo de las elites el olvidar designios coloniales aún
quedaban vestigios en una zona que no crecía económicamente en gran escala. Las
trochas se convirtieron en una constante y la necesidad de mejorar las vías
sería uno de los principales retos del gobierno. Se pensaba en gran medida que
con vías adecuadas entraría el desarrollo y la prosperidad económica en el
departamento. En el departamento hallamos casos como el del trasporte entre
Turbaco, Arjona o Arenal el cual era precario y en el área de ferrocarriles
encontramos a Soplaviento y Calamar. El transporte fluvial teniendo como
principal bastión al rio magdalena logró gran connotación a nivel nacional como
un eje articulador de la economía patria.
La religión y más precisamente la iglesia católica
ha servido en países como Colombia un coaccionador de ideologías que muchas
veces van de la mano del estado que como hoy sabemos ha servido incluso para la
labor de educar. Por ende el catolicismo en Bolívar se consolidó como un
esquema que unido a la arista gubernamental forjó la historia del departamento
en muchos aspectos. Pese a que el liberalismo en su principio más sólido plantea la separación
Iglesia-Estado en algunos momentos como este debió ser permisivo sin que esto
significase un replanteamiento de sus ideales. El ala más radical siguió firme
en su consigna de separación entre lo religioso y lo gubernamental pero los
liberales que empezaron a acercarse más a la noción conservadora veían con más
tolerancia algunos puntos específicos todo esto en pro de lo que les conviniese
a ellos.
Finalmente con el tratado de Neerlandia y luego la
confirmación con el de Wisconsin se da fin a la guerra. Lo que es un hecho
evidentemente claro es que la guerra de los mil días dejó al país en una crisis
fiscal de grandes dimensiones y tras la muerte de Rafael Núñez es Miguel
Antonio Caro quien toma las riendas del proyecto regenerador hasta 1898.[40]
Se busca después una reapertura del canal del dique como una arista crucial
para la rehabilitación económica de Cartagena.
Después del fin de la guerra de los mil días y la
separación de Panamá en 1903 el liberalismo sufre una transformación interna
que ocasiona no solo un cambio de dirigencia sino que además se da una
reorientación y redefinición de su pensamiento ideológico y doctrinario. En
este contexto se da también un rompimiento con la herencia radical que aunque
había culminado como tal previamente (técnicamente 1886 con la constitución)
había dejado rezagos notables. Es precisamente con el rompimiento del
liberalismo radical en Colombia que el partido liberal entra en una nueva
dinámica en la que los acercamientos a
nuevas nociones políticas se hacen notar más.
La prensa en Bolívar sirve como un referente
importante en este momento histórico al resaltar que la guerra de los mil días
significó un antes y un después para el partido liberal a nivel nacional y en
este departamento no fue la excepción. En Cartagena por ejemplo encontramos que
dentro del liberalismo estaban integradas gentes de baja posición económica que
no seguían esa creencia de que necesariamente toda una elite económica tomaba
ciertas decisiones dentro de esta colectividad. Lo anterior no quiere decir que
no existían familias de abolengo y estatus en la toma del poder. Es conveniente
señalar que todas esas diferencias aun en el área económica nos sirven como un
recuerdo siempre visible del gran fraccionamiento y división dentro del partido
que cubría diferentes aspectos dentro del mismo.
Debido a esa inestabilidad liberal visible en Cartagena
y Bolívar no había una dirección municipal y departamental lo suficientemente
sólida. Juan Fortich toma las riendas del partido en esta zona como jefe único
del liberalismo local y luego Eloy Pareja, hay que mencionar que ambos
dirigieron sin opositores. Sabemos que por supuesto y luego de la guerra el
fraccionamiento liberal se hace evidente de nuevo. Después de la separación
panameña los jefes nacionales del liberalismo (exceptuando la fracción del
general Benjamín Herrera) se vieron en la necesidad y obligación de restituirse
así que buscaron arreglar sus diferencias. Los liberales cartageneros
continuaron la tendencia nacional y constituyeron el directorio municipal de la
ciudad. Este directorio municipal fue
conformado así: como presidente fue nombrado Manuel F. Obregón, como
vicepresidente: Constantino Pareja G, como secretario: Vicente Martínez A,
mientras que como vocales fueron asignados Juan N. de la Vega y José A.
Fernández. De igual forma se constituyó el directorio departamental, que de
manera provisional fue conformado por Eloy Pareja G., Lazaro Ramos, Lascario
Barbosa, Rafael H. Muñoz y Domingo de la espriella al frente, mientras que como
suplentes se nombraron a Cristobal Bossa, Juan N. de la Vega, Simón Alandete
Gómez, Miguel Díaz Granados y Rafael Henríquez.[41]
Finalmente de este directorio provisional se conformaría el oficial y de este
saldrían los representantes de Bolívar para el directorio nacional.
Para 1904 Cartagena ejercía control
político-administrativo de las provincias del Carmen, Corozal, Sinú,
Sabanalarga, Mompox, Sincelejo, Barranquilla y Providencia, por ende todas
estas zonas estaban a cargo de la información que llegaba a Cartagena y entre
otras las novedades del ámbito nacional. Sumado a esto por la dificultad, la
lejanía, el bajo pago y el aislamiento muchas gentes no aceptaban cargos
públicos fuera de Cartagena. Todo esto hacia que algunos corregimientos y
poblaciones no tuviesen presencia permanente de la autoridad del estado en su
localidad. Durante este tiempo y debido a los altos y urgentes gastos causados
por la guerra civil y por no ser suficientes los fondos nacionales se crean los
billetes departamentales. La jefatura civil y militar con el gobierno
departamental disponen esas emisiones de billetes en medida aprobada por el
gobierno nacional.[42]
En Junio de 1904 el liberalismo había logrado ya
reorganizarse completamente en los departamentos de la costa, Antioquia, Cauca,
Santander y el directorio provincial nacional había acordado un programa
moderado que presentaba el límite de las aspiraciones liberales. Para mejorar
entre otros el problema ya mencionado de la lejanía entre Cartagena y
poblaciones y el fraccionamiento se crea en 1905 el departamento del
Atlántico. (Como departamento, el
Atlántico fue creado inicialmente el 11 de abril de 1905 dentro del plan de
modernización del presidente Rafael Reyes (1904-1909), quien nombró gobernador
del Atlántico al general Diego A. De Castro. Estaba conformado el departamento
por las provincias de Sabanalarga y Barranquilla (segregadas del departamento
de Bolívar), con capital en la última. En 1908, el departamento del Atlántico
fue suprimido y reemplazado por el departamento de Barranquilla, pero en ese
mismo año fue suprimido como departamento y anexado al de Bolívar. En 1910, se
volvió a crear definitivamente como departamento mediante la ley 21 del 14 de
julio de 1910, con Daniel Carbonell como gobernador y capital Barranquilla).[43]
Toda la estrategia de ir creando nuevos
departamentos que fueron segregados de otros como el caso de Atlántico fue
basado en las ideas regeneradoras que buscaban desmantelar el estado federal
restaurando a toda cabalidad el centralismo propiciando el proteccionismo
económico, presidencialismo, religión oficial y un autoritarismo nacional en
libertades pública todo esto con el fin también de restar control a los grandes
oligarcas en las diversas regiones. Y es que precisamente en este momento se
hace vital el centralismo como respuesta a lo que ocurre luego de la separación
panameña puesto que otras zonas del país comenzaban a tener intereses
separatistas, con la creación de los nuevos departamentos adeptos al gobierno
nacional se deseaba mermar en buena medida estos intereses. A la usanza
francesa se formaban nuevos departamentos más pequeños en extensión pero en los
que se evidenciaban y propagaban celebraciones al lograr ser independientes de
antiguos departamentos. Ese sentirse integrados a un nuevo departamento
independiente y del cual hacían parte hizo en gran medida que el ideal de separatismo
bajara lo cual era conveniente para el gobierno central.
Paralelamente en Cartagena y con toda esta realidad nacional,
la ciudad se politiza fuertemente. Tanto la elite como los sectores
populares estaban al tanto del quehacer
político de la ciudad y el país. En el aspecto del ocio se daban tertulias
políticas en las que las conversaciones en torno a la realidad local y nacional
eran constantes. Para el caso de los liberales que es lo nos compete se sabe
que los bares, tiendas y cantinas eran sitios de esparcimiento clave en el
acervo cultural el ideológico[44].
De esta forma la política se acercaba más a la gente y entraba en el mundo de
lo cotidiano. Sin embargo hay que tener en cuenta que durante ciertos periodos
los conservadores se imponían y prohibían tener abiertos todos estos espacios
de sociabilidad como bares y cantinas si sus dueños eran liberales (esto
durante periodos de cumplimientos por decretos del gobierno, entre esos
decretos hallamos por ejemplo el 184 y el 283 de 1902).[45] Siguiendo
con el tema padres influían en las decisiones políticas de sus hijos,
infundiéndoles el amor por un partido y el desprecio por el otro. Por ello en
familia de padre liberal, por ejemplo, los hijos seguían la estela y fidelidad
al partido del que habían oído escuchar tanto tiempo de su padre y se volvían
afines a sus posturas. Con esto se dan nuevos espacios de sociabilidad que van
en un espectro tan amplio desde la masonería hasta comités barriales, juntas,
reuniones formales e informales y más. Espacios que en el departamento de
bolívar también toman lugar y dan cabida a nuevas herramientas para la difusión
de las teorías liberales.
Otro elemento a tener en cuenta en Bolívar (aunque
no sucede únicamente en este departamento) es la llegada de gentes de provincias
a Cartagena, ocurre a nivel nacional con personas que dejan zonas rurales y
provinciales en pro de mejores oportunidades en las grandes y medianas
ciudades. Llegaban así a las ciudades gentes de diversa índole socioeconómica,
también con la necesidad de poner a sus hijos a estudiar en la ciudad e incluso
gente de poder que buscaba encajar en las elites locales viviendo en el centro
de la acción donde ocurría todo y no tener que esperar noticias hasta sus
pueblos. A Cartagena llegaban sobre todo población de las sabanas de Bolívar,
del Chocó y más lugares del sur. Algunas interesadas en las realidades
ideológicas que vivían las ciudades y con pleno interés en hacerse escuchar.
Hay que tener en cuenta que para este momento el liberalismo contaba con solo dos
representantes la cámara y con ninguno
al senado.
Hay que decir que en algunas poblaciones aledañas a
Cartagena y de las otras provincias de Bolívar los liberales si lograron
participar en las contiendas, casos clave como el de Simón Bossa, quien logró
salir de la ciudad y obtuvo el título de general y estuvo en Mahates y Tolú
viejo.[46] Otros
liberales militares fueron José María Lugo y Joaquín Mercados Robles que
también lograron un gran y notable prestigio.[47] Esto
confirma una vez más uno de los fines fundamentales de este trabajo
investigativo y es demostrar que según que contexto y zona, los liberales
vivieron en una gran dicotomía, pues una gran mayoría vivía en un mundo de
oprobio: rezagados, vencidos (hasta cierto punto) y sin presencia política vigente,
mientras que otros continuaban aun en plena hegemonía conservadora con poderes
e incluso con responsabilidades dentro del oficialismo. La técnica usada por
algunos liberales para seguir en el poder como ya sabemos fue mostrarse más
cercanos a posturas del conservatismo e incluso al extremo algunos entraron en
sus filas, pero sorpresivamente se da el caso de otros que siendo aún fieles al
liberalismo seguían siendo parte del poder.
Como la vida misma es un cumulo de cambios y
transformaciones entre 1904 y 1909 bajo el mandato de Rafael Reyes se logran
vivir momentos cortos de una aparente estabilidad pero que mermaban con la
llegada de una inestabilidad más imperante y duradera en el tiempo.[48] De
Reyes hay que decir que no era un político convencional en su época puesto que
era un empresario más no abogado o poeta como la mayoría.[49]
Cuando es elegido presidente no solamente debió enfrentar retos y desafíos sino
que además debía ganarse el respeto de sus pares.[50] [51]Obviamente
el asumir la presidencia luego de una guerra significa un problema tremendo que
necesitaba solución. Además de esto la economía nacional estaba en tiempos
oscuros puesto que había una devaluación tan fuerte como nunca antes en la
historia del país. Los métodos autoritarios utilizados por Reyes le ganaron
tanto seguidores como detractores. Lo logrado por Reyes ha de seguir siendo hoy
aun un tema abierto a debates pues hay desde historiadores que por ejemplo
adulan sus técnicas como los hay quienes critican su proceder. Para uno de sus
biógrafos, el señor Eduardo Lemaitre, Reyes sacó al país adelante de lo que él
denomina “la edad media colombiana” que fue a su ver el siglo XIX. Para
Lemaitre, Reyes “reconstruyó” el país y lo encamino a una “vida moderna” y a
“la civilización contemporánea”.[52]
Pero es que el discurso de Lemaitre va más allá y asegura sin dilación que
Reyes puso finalmente a liberales y conservadores codo a codo sobre la misma
mesa de trabajo.[53]
Hay que decir que en un inicio Reyes logró algo no
muy convencional y es que ciertas líneas del liberalismo siguieron su consigna
y le apoyasen. Lo anterior tiene su raíz claramente en que desde su discurso
inaugural como presidente Reyes afirma que habría de actuar no como jefe de
partido sino como jefe de estado. Que comprendía además el mal momento del país
y hacia un llamado a la unión y concordia nacional.[54]
Sumada a esta tolerancia estatal, Reyes logra más acérrimos rojos al incorporar
a su gabinete como ministros a dos liberales. Como el liberalismo estaba
fraccionado Reyes no recibió inicialmente apoyo de todo el partido pero
paulatinamente comenzó a ganar más terreno. En un primer momento fue seguido
por el ala económica del partido liberal (es decir el circulo en el que el
aspecto económico era primordial). En un segundo momento la fracción liderada
por Uribe Uribe y en un tercer momento le apoyó también la fracción liderada
por Benjamín Herrera.[55]
La integración que promulgaba Reyes no se quedó
allí, sino que además permitió al liberalismo participar en las cortes
supremas, en tribunales, en la diplomacia, e incluso en gobernaciones como las
de Boyacá y Tolima. Aunado a su deseo de reestructurar el país nombró Alcaldes,
secretarios de Gobierno, jueces y trabajadores en instrucción pública. A través
de la Asamblea Nacional Constituyente creó la Ley de las Minorías que permitió
a los liberales ser parte de las corporaciones legislativas (Congreso,
Asambleas departamentales y concejos municipales). De esta forma se puede
afirmar que Reyes admitió al liberalismo para que tuviesen representación en
diversas ramas de la administración pública del país.
En Cartagena (con la aprobación presidencial) fueron
nombrados por la gobernación departamental varios liberales en distintos cargos
públicos. Para tener ejemplos puntuales hallamos a Antonio R. Blanco, liberal
que por años ocupó la secretaria de hacienda departamental y ocasionalmente la
hacienda de gobierno. Otro liberal a mencionar fue Bernardo Porto G. quien fue
alcalde de Cartagena en 1908. De la misma manera varios liberales cartageneros
ocuparon cargos de personero, de jueces, de fiscal del tribunal superior de
Bolívar, entre otros.
Como contrapeso a esa notable permisividad de Reyes
se generalizó entre la sociedad nacional su autoritarismo por lo que ganó
críticas y miramientos con el deseo de verlo fuera del poder. Su gobierno
comenzó a ser tildado como una dictadura. Al cerrar el congreso en 1904 y
convocar a una asamblea nacional en 1905, esta favoreció todos sus lineamientos
y discurso lo cual en política no es algo sano. Puesto que es síntoma de un
volcamiento de la tradicional articulación de oposición y oficialismo a un
desorden interno donde todo lo que diga el presidente es aceptado y aprobado
sin dilación alguna (aun teniendo en cuenta que para la fecha una tercera parte
de la asamblea estaba formada por liberales). El liberalismo finalmente ya
estaba comprometido de cierta manera a
aprobar medidas que iban incluso en contra de sus principios fundamentales como
partido y que ahora como colectividad
consentían, es decir estaban en la boca del lobo. Es decir pese a ser oposición
dentro de la asamblea habían llegado allí en buena medida por Reyes y ahora al
este de cierta forma instaurar una dictadura estaban inmersos dentro de esta
realidad política que por supuesto necesitaba
a gritos una salida.
Ahora se apreciaba mejor una nueva cara de Reyes (o
un perfil de la misma) puesto que de permisivo pasaba ahora a ser un dictador.
A prolongarse así mismo su mandato hasta diez años, a desterrar políticos según
su conveniencia, a limitar la libertad de prensa (y por ende silenciar a la
opositora) a promulgar la pena de muerte para quienes habían atentado en su
contra (es decir aceptación de la pena de muerte por delitos políticos) y a una
mayor intervención del estado en la economía. Es en este punto en que el
liberalismo empieza definitivamente a quitar su respaldo a Reyes; y como ya
sabemos que todo esto funcionaba de acuerdo a fracciones, es finalmente la de
Uribe Uribe la que se mantiene adepta al presidente.
Rafael Reyes renuncia y entre finales de 1909 a 1910
llega Ramón González Valencia como nuevo dirigente al mando del país que sirve
de puente a la llegada en 1911 a Carlos Eugenio Restrepo que va hasta 1914. Hay
que mencionar que luego de la renuncia
en 1909 de Reyes los liberales cartageneros abrazan una nueva coalición con los
conservadores descontentos del régimen bajo la denominación de “Unión Republicana”.[56]
Esta unión se da de 1909 a 1912. Durante esta unión Republicana el liberalismo
va a luchar por reorganizarse y el fraccionamiento va continuar vigente y
latente. En un primer momento se da entre los liberales Republicanos y los
liberales concordistas, en un segundo momento los concordistas pasan a
denominarse como “Bloque liberal” o bloquismo. Lo ya mencionado es una ironía
de nuestra realidad política colombiana en la que aun en medio de una aparente
“unidad” se manifiesta una latente e interna “división”.[57]
Respecto a las quejas en contra de la Unión hay una frase que resalta
especialmente por su contenido “En religión la fe te salva; pero en política
hay ocasiones en que la fe pierde.”[58]
Hablando precisamente de esas divisiones internas y
para presentar casos puntuales vale la pena señalar lo que sucedía en Cartagena
dentro del liberalismo. Como dato curioso por ejemplo Juan José Nieto y sus
seguidores y partidarios estaban enfrentados a los también liberales hermanos
Carazo y Santodomingo Vila. Más adelante la división se da entre el círculo de
la Espriella o “Espriellismo” liderado por Juan de la Espriella y el “caricismo”
liderado por los hermanos González Carazo. Después la disputa local interna se
da entre los “manotistas” y los partidarios de Lazaro Grau. Para Rafael Núñez
un contradictor liberal notable fue Santodomingo Vila.[59]
En los últimos años de esta unión Repúblicana el liberalismo busca una restructuración
interna en sus filas y en Cartagena desde 1909 ya se pretendía obtener una
reorganización en este. Es vital para propulsar este cambio y el deseo de
captar más población afín a sus filas que se publica el periódico El Liberal (a
partir de este momento vamos a encontrar cada vez más y más alusiones a este
periódico pues se convirtió en un eje
esencial del liberalismo en Cartagena y Bolívar pues no solo les da más visibilidad
si no que constituye también una herramienta muy útil que nos sirve para
apreciar mejor y dilucidar sus movimientos en esta zona).
Es a través de El Liberal que se da una publicación
que invitaba a los copartidarios a una organización liberal para elegir el
directorio municipal para el caso de Cartagena a través del sufragio. Hay que
decir que en 1912 el Bloquismo crece. En este momento Rafael Uribe Uribe sigue
visible como una figura central del liberalismo a nivel nacional y que se
posiciona en Cartagena como un referente hasta su muerte por asesinato en 1914
en Bogotá El liberal como periódico logra su objetivo y se da una colectividad
formada por jóvenes de nuevos liberales que toman la bandera de este en zonas
como Cartagena y Bolívar.
Con la llega del siglo XX también se da la “Sociedad
de amigos de la paz” que no fue mas que una estrategia que buscaba la paz como
principio de los partidos políticos. Tanto que no fue sorpresa empezar a
proponer a los liberales el ser guardianes de la paz e incluso se fue un paso
más allá aduciendo a la paz como necesidad para llegar al capitalismo. Todo
esto es curioso en un momento en el que la economía nacional deseaba hacerse
notar en el mercado internacional. Con el paso del tiempo el país entre en una
nueva era llamada “de la paz y café” que desde 1904 ya venía forjándose y que
tiene lugar hasta 1930. Luego de la pérdida de Panamá y la depresión económica
con fluctuación política, Colombia pasa por un importante periodo de
estabilidad política interna algo bastante novedoso y sorprendente en su
historia como nación independiente.
Hay que decir que entre 1910 y 1914 en Cartagena la
prensa política alcanzó un periodo de gran difusión y consolidación gracias a
cambios coyunturales y constitucionales que se daban para la época. En la vida
cotidiana los lazos de sociabilidad bipartidistas seguían presentes y un
proceso de industrialización que buscaba modernizar al país aprovechando la
celebración del primer centenario de la independencia. Precisamente en este
contexto se publica en El Porvenir de Cartagena una nota titulada “Información
Política: Orientación” con fecha de 3 De Septiembre de 1910. Vale la pena
resaltarla porque no es más que una
invitación a la aceptación de la convergencia objetiva de conservadores y
liberales en pro de un mejor país. Más que un mensaje positivista publicado en
este rotativo local, se convierte en una llamativa consigna en la que el ideal
de patria es mencionado e incluso se alude a ejemplos foráneos como el caso
inglés. Es curioso como con tal suspicacia el redactor, que por cierto firma
como “Jóven Tolima”, hable de bienestar de la patria aunada a un sentir
bipartidista y que esto se publique en este medio local.[60] Tan
solo días después en Cartagena un telegrama enviado por Geronimo Martinez A. se
publicó en “El Porvenir” titulado “Conciliación patriótica y Gobierno de paz y
armonía” en este, la idea central se afirma en que cada presidente del país
buscase siempre un gobierno donde tuviesen cabida todos los hombres ‘de buena
voluntad’ sean del partido que sean.[61] Sin
embargo durante estos mismos años ocurren reordenamientos muy curiosos que van
desde el desaparecer el congreso de la república, omitir la figura
vicepresidencial, se extienden los periodos de gobierno a 10 años y se
monopolizan los impuestos fiscales. Estos reordenamientos no son duraderos y al
tiempo se suprimen. Se da un proceso de urbanización que se intensifica durante
los primeros años del siglo XX y a partir de ese entonces se visibiliza un
fenómeno de llamar a Colombia como “un país de ciudades” esto debido al
crecimiento poblacional de las áreas urbanas y la consolidación de las
capitales departamentales como epicentros sociopolíticos de sus regiones.[62]
En el plano económico de Cartagena desde finales del
siglo XIX se habían creado espacios semi-fabriles en los que se promovía con
maquinaria (hasta cierto punto elemental) productos como velas, gaseosas,
hielos, chocolates, cigarrillos, entre otros. Es ineludible e imposible no
mencionar en este punto a Kola Román, gaseosa que desde 1865 ya existía en la
ciudad y se convirtió indiscutiblemente en un referente del crecimiento
financiero local (por cierto Kola Román ya existía casi dos décadas antes de la
Coca Cola). Esta gaseosa cartagenera fue creada por Carlos Román Polanco, un
destacado empresario local que trajo de Londres maquinarias para la creación de
bebidas gaseosas.[63][64]
La razón de mencionar en este momento a Carlos Román Polanco y su invención es
que fue hermano de Soledad Román de Núñez, esposa de Rafael Núñez y del que se
ha podido constatar que apoyo a su hermana en las políticas regeneradoras en
las cuales esta fue una figura esencial al ser finalmente la compañía femenina
de un poderoso que en muchas ocasiones fue aconsejado por esta y de la cual hoy
la historia reafirma que fue muy interesante su participación. Debido a esto se
hace vital la creación de trabajos investigativos que tomen como centro a
Soledad y su importante labor dentro de eventos históricos como la regeneración
y la del crecimiento del sector de la ganadería y curiosamente y debido al
lento pero notable despegue de la economía del país en general que se dice que
en el siglo XX nace el capitalismo en Colombia.
Para 1910 Cartagena contaba con una economía basada
en la industria y por esto se había ido gestando un nuevo grupo social
mayormente representado por una mano de obra que laboraba en nacientes
empresas y se manifestaban como un nuevo
sector a tener en cuenta. En este mismo año a nivel nacional se da la primera
reforma a la constitución hasta entonces vigente de 1886. Tanto para liberales
como conservadores vivían en un debate constante por este punto. La lucha por la libertad de
prensa se convierte entonces en una batalla política diaria en la que además de
rojos y azules se unía la iglesia católica en pro de lo que esta última
convenía adecuado para el país desde su punto de mira. En este mismo orden de
ideas era cotidiano leer notas promovidas por la iglesia en prensa sobre temas
políticos, aprovechando además paralelismos extranjeros para informar al
colombiano de lo conveniente que era preferir un gobierno amparado bajo la
sombra protectora de la conducta y tradición católica. Si era necesario
traducir, se traducía ya fuese del inglés o francés noticias con un alto valor
religiosos y su benéfica penetración en los gobiernos. El hombre es un ser que
sin la presencia de designios morales y religiosos podría virar su vida hacia
elementos que le harían daño y por ende la iglesia era necesaria para hacer el
rescate oportuno y doblegar al hombre a los pies de Dios y entendiese lo que
este quería para él.[65]
[1]
Sobre este ideal de ver a Núñez como traidor a un artículo publicado en El
Porvenir de Cartagena el 6 de Julio de 1893 en el que se consignan todos estos
fragores y sentimientos.
[2]
«Núñez y la constitución de 1886: triunfo y fracaso de un reformador» http://www.jorgeorlandomelo.com/nunez.htm
(consultado el 10 de Diciembre 2015)
[3]
El Porvenir. Cartagena. Junio 22, 1893.
[4]
Hay que resaltar que Reyes no gozaba de buena reputación incluso para los
conservadores históricos, que desde años antes ya publicaban en prensa su
repudio ante el general. Para 1897 se le acusaba por su falta de lealtad. Ver:
El Porvenir. Cartagena. Diciembre 28, 1897.
[5]
El Porvenir. Cartagena. Enero 27, 1895.
[6]
El Porvenir. Cartagena Febrero 3, 1895.
[7]
El acercamiento de El Porvenir al conservatismo se comprueba incluso en una
carta de felicitación escrita por Arturo J. Bermudez y publicada en el mismo
medio el 4 de Septiembre de 1892. En la carta se hablaba tanto de la visita de
Eugenio Biffi (Obispo de la Diócesis) como de las buenas formas en las que el
periódico mostraba las ‘esplendores de la moral’. Se anexan además nociones
católicas y bendiciones de parte del redactor.
[8]
El Porvenir. Cartagena. Septiembre 27, 1894.
[9]
El Porvenir. Cartagena Septiembre 3, 1893.
[10]
El Porvenir. Cartagena. Julio 30, 1893.
[11]
El Porvenir. Cartagena Septiembre 5, 1897.
[12]
El Porvenir. Cartagena. Diciembre 19, 1895.
[13]
El Porvenir. Cartagena. Septiembre 9, 1897.
[14]
«Directores del partido liberal colombiano» http://partidoliberalcolombiano.info/TabId/59/ArtMID/445/ArticleID/7372/Directores-Secretarios-y-Veedores-del-Partido-Liberal.aspx
[15]
De hecho el Nacionalismo había hecho una adhesión formal a la política Nuñista
y desde años como 1892 ya hacían publicar en prensa nacional su apoyo a este.
Ver El Porvenir. Cartagena. Noviembre 22, 1891.
[16]
María Eugenia Urueta. “La destilación de aguardiente en el departamento de
Bolívar: la producción clandestina 1886 - 1900”
Universidad de Cartagena
[17]
Antonio Arrieta Julio y María Margarita Peñaranda García “Guerra y economía en
el departamento de Bolívar” Universidad de Cartagena
[18]
Los datos se han obtenido del trabajo de grado de Wilmer Correa “Los dioses
cartageneros del olimpo colombiano: Historia del partido liberal y los liberales
radicales de Cartagena entre 1882-1893” quien a su vez ha tomado la información
de los siguientes documentos: Óp. Cit.
Roicer Flórez, capítulo 4, “La privatización de la guerra: El control de la
violencia en el Estado”, en: El uso privado de la autoridad; Óp. Cit. Grey
Verbel, Elites y redes de poder en torno al proyector regenerador, Cartagena
1874-1872, 135 páginas; Óp. Cit. AHC. Fondo prensa: Gaceta Oficial de Bolívar
años 1888-1893.
[19]
El Porvenir. Cartagena. 1 Marzo 1901. Con textos de “Las Novedades” Nueva York,
1901.
[20]
Ibíd
[21]
Antonio Arrieta Julio y María Margarita Peñaranda García “Guerra y economía en
el departamento de Bolívar” Universidad de Cartagena
[22]
Quizás una de estas notas de liberales convertidos al conservatismo la hallamos
publicado el 20 de Octubre de 1901 en El Porvenir de Cartagena. En el relato
hallamos desde un llamamiento a conceptos patrióticos con moralistas y de amor
al país. Bajo el título “Habla un liberal” se da un testimonio arquetípico de
defensa de los intereses conservadores. Saber a ciencia cierta si fue escrito
en realidad por un ex liberal o si se trató de una estrategia de los azules en
la prensa es una de esas cosas extrañas de la vida misma.
[23]
El Porvenir. Cartagena. Marzo 31, 1901.
[24]
Ibíd.
[25]
Sobre este asunto se afirma incluso que gran parte del accionar ideológico del
liberalismo debió apaciguarse casi que obligatoriamente. Ver: Álvaro Tirado.
“El Liberalismo, la constitución de 1863 y la reforma constitucional de 1936”
en: El Liberalismo en la Historia. Rodrigo Llano Isaza (Compilador), Colombia,
Editor Universidad Libre, 2003, pág. 517.
[26]
Los nombres de todos los firmantes del manifiesto son los siguientes: José
María Ruiz, Juan E. Manrique, J.M. Quijano Wallis, Arcadio Cespedes, Luis
Gutierrez R., Simón Araujo, Abel Camacho, Manuel A. Ángel, Nepomuceno
Santamaría, Alfredo Valenzuela, J. de D. Uribe R. A, Daniel Rodríguez, Rafael
Rocha Castilla, Nemesio Camacho M., Eduardo Rodríguez Piñeres, Ricardo Galvis,
Alejandro B. Ruiz, Antonio Vargas Vega, Roberto Herrera Restrepo y Manuel N.
Lobo.
[27]
El Porvenir. Cartagena. Noviembre 1 1901.
[28]
El Porvenir. Cartagena. Abril 18, 1902.
[29]
Ibíd.
[30]
«La hegemonía conservadora».
http://bibliotecanacional.gov.co/es-co/proyectos-digitales/historia-de-colombia/libro/capitulo9.html
(Consultado el 20 Enero 2017)
[31]
El Porvenir. Cartagena, Diciembre 25, 1902.
[32]
Eduardo Rodríguez Piñeres, “Diez años de política liberal 1892-1902” Librería
Colombiana, Bogotá 1945
[33]
Eduardo Rodríguez Piñeres, “Diez años de política liberal 1892-1902” Librería Colombiana,
Bogotá 1945
[34]
Hernando Agudelo Villa “Liberalismo: Crisis y desafío” Editorial Presencia
ltda. Bogotá 1984
[35]
Carlos Lleras Restrepo “Borradores para una historia de la republica liberal”
Editora Nueva frontera ltda. Bogotá oct. De 1975 1ra edición
[36]
Milton Puentes “Historia del Partido Liberal Colombiano” Bogotá, editorial
PRAG, 1942
[37]
En este punto también hay que decir que
hay estudios que hablan de la guerra mejor entendida a nivel nacional
cuando se fracciona en cuatro regiones: los santanderes, centro, suroccidente y
costa atlántica. Este argumento se basa en entender mejor los contextos
regionales para comprender el espectro nacional en mejor forma. Ver: Carlos
Eduardo Jaramillo Castillo. “Antecedentes generales de la Guerra de los Mil días.
En: Nueva historia de Colombia. Bogotá, Editorial Planeta, 2001. Págs. 65-85.
[38]
Entendemos como artesanos no solo a los que practicaban esa labor sino que
también se decía de sí misma como una categoría de auto-clasificación política
para pequeños comerciantes, baja burocracia y gente de clase popular que
empezaba a acercarse a la clase dominante. Las alianzas de estos con el Partido
Liberal cubrían un espacio de mutuo acuerdo que beneficiase a esta clase.
[39]
Adolfo Meisel Roca “¿Quién manda aquí? Poder regional y participación de la
costa caribe con los gabinetes ministeriales, 1900-2000” en Cuadernos de historia económica y
empresarial. Banco de la república de Colombia, centro de estudios económicos
regionales (CEER). Abril, 2012. Cartagena
Este documento puede ser consultado en la página web
del Banco de la República
http://www.banrep.gov.co/publicaciones/pub_ec_reg5.htm.
[40]
Inmediatamente al morir Núñez y como era de esperarse empieza un despliegue
comunicativo desde diversos sectores y la prensa inicia homenajes en su honor
que llegan incluso a preguntarse como seria Colombia sin su presencia. En el
caso Cartagenero hay notas de más de una hoja completa en El Porvenir para
Núñez y su legado. “Ese hombre, ese genio, fue el gladiador infatigable e invencible
que sostuvo el pabellón de la patria, sin que nunca cayera de sus manos ni por
debilidad ni por traición… No era solo la llama del genio lo que alimentaba
aquel poderoso organismo: era Dios mismo que lo guiaba como a Moisés, camino de
la tierra prometida.” El Porvenir. Cartagena. Octubre 21, 1894.
[41]
Ver “El porvenir”, Cartagena, Marzo 18 y 23 de 1904, Pág. 4
[42]
El Porvenir. Cartagena. Mayo 27, 1904.
[43]
Historia del departamento del Atlántico http://www.atlantico.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=325&Itemid=80
(consultado el 11 de Septiembre de 2016)
[44]
Eduardo Posada Carbó. “El Caribe colombiano: una historia regional (1870-1950)”
pág. 372 Bogotá, Colombia 1998
[45]
El Porvenir. Febrero 5 1902 y 14 Marzo de 1902. Cartagena
[46]
Adolfo Romero Aguirre. “Confesiones de un aprendiz de estadista” Cartagena,
Editorial El Mercurio, 1938 pág. 72
[47]
Manuel Redondo Mendoza “Daguerrotipos liberales” Cartagena, Imprenta
Departamental, 1986.
[48]
El Porvenir, Cartagena Marzo 18 y 23 de 1904, pág. 4
[49]
Curiosamente años antes de lograr la presidencia en una carta publicada por El
Porvenir de Cartagena, escrita por quien sería Alcalde de esta ciudad, Marceliano Velez, hallamos lo
siguiente: Firmes! Señores Miembros del
Comité Conservador. Estimados amigos y compatriotas: Remito á Uds una copia de
la importante carta que me dirigió el señor General Reyes en los momentos
precisos de partida de Bogotá. Ese documento, notable por la elevación de miras
del distinguido hombre público que representa hoy las aspiraciones del partido
conservador republicano, merece ser conocido de todos los que en Colombia
aspiran al régimen de la legalidad contra el absolutismo irresponsable. La
cuestión electoral queda definitivamente planteada y vanos serán los esfuerzos
del Nacionalismo para pretender producir perturbaciones en nuestras filas. El
General Reyes quiere, como todos los conservadores, devolverle al país las
libertades de la República conservadora, quiere el régimen de la legalidad,
desea una administración correcta y económica de la hacienda pública y ver
ocupados los puestos públicos por hombres capaces y dignos, sin distinción de
colores políticos. Como se ve, la lucha electoral que viene no puede ser más
grave y más decisiva para el bienestar de la Nación y para su honra. De un
lado, todos los republicanos que aspiran a un régimen legal de derechos y
libertades. De otro, el cesarismo político con su arbitrariedad, su corrupción
oficial y la negación de todo derecho a los asociados. Con nosotros están las
cuatro quintas partes de los colombianos y con el nacionalismo están solo los
que viven del Tesoro público. Creo yo que en esta hora solemne de nuestra vida
pública, Colombia sabrá exhibirse por su entereza y su energía, digna de la
herencia de valor y patriotismo que le legaran los fundadores de nuestra
nacionalidad. Con sentimientos de de aprecio personal, soy de ustedes atento
servidor y amigo.
Marceliano
Velez. Honda, 21 de Noviembre de 1897.
En esta carta que es respuesta a una inicialmente
enviada por Reyes hallamos halagos hacia un lado y otro. Resulta llamativo que
al llegar al poder Reyes deba renunciar luego de plantear más división entre
partidos que era lo que se suponía iba a calmar. La carta aparece en El
Porvenir. Cartagena. Diciembre 2 de 1897.
[50]
Eduardo Lemaitre “Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano” Bogotá, Banco
de la Republica, 4ta edición 1981, págs. 374
[51]
Mario H. Perico Ramirez. “Reyes, de cauchero a dictador” Tunja, Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1974
[52]
Eduardo Lemaitre “Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano” Bogotá, Banco
de la Republica, 4ta edición 1981, págs. 11-12
[53]
Ibídem
[54]
El Porvenir, Cartagena, Agosto 25 de 2904 pág. 2
[55]
Humberto Velez pág. 194
[56]
Cabe señalar que en 2 de Diciembre de 1909 en El Porvenir, diario de Cartagena
vemos críticas hacia esta unión mencionando que su programa no era nuevo, sino
de circunstancias y que era una unión marcada por ambiciones e intereses por
encima de doctrina.
[57]
Entre las definiciones más claras de la Unión Republicana hallamos la de Pedro
Nel Ospina, del que por cierto hay un artículo en El Porvenir de Cartagena con
fecha de 12 de diciembre de 1909 en el que se expresa su definición. Entre
apartes se encuentra: “La U.R. no es un partido político. Es una coalición de
fuerzas aconsejadas por determinadas circunstanciales fuerzas que, en virtud de
la armonía que entre ellas ha reinado y de los sentimientos de consideración,
cordialidad y tolerancia que de esa otra han resultado, puede, en
circunstancias análogas a aquellas, uniros de nuevo en servicio de los grandes
intereses del país, que son superiores a los de los partidos. Pero por estas
razones y por cuanto la Unión Republicana está formada por hombres más o menos
prominentes de nuestros dos grandes partidos y que no han abandonado su
afiliación política, ni abdicado alguno de los principios a que esta obedece,
esa unión, como ya lo he dicho, no es ni pretende ser un partido político. Su
existencia depende de la voluntad de sus miembros y será determinada por
consideraciones patrióticas. Los que la forman, no por haber hecho parte de ese
grupo parlamentario, han abandonado o perdido sus puestos en nuestros partidos,
ni eludido sus responsabilidades respecto a lo pasado ni las que puedan
corresponderles en cuanto a sus deberes como hombres de partido para lo
porvenir. Ni un solo instante a pedido o pueda considerárseles desligados de
esas obligaciones y derechos; y cometería error muy grave quien llegara a
pensar que el hecho de aquella coalición –que ha producido saludables
resultados- pueda llegar a dislocar del puesto que haya ganado en su partido
cualquiera de los servidores públicos que han hecho parte de la Unión.”
[58]
Se trata de una nota editorial publicada en El Porvenir. Cartagena. Noviembre
30, 1909.
[59]
Roicer Florez y Sergio Paolo Solano “Infancia de la nación: Colombia en el
primer siglo de la república” Ediciones Pluma del Mompox s.a” Cartagena 2011
[60]
El Porvenir. Cartagena. Septiembre 3, 1910.
Por lo especial de esta nota publicada en este diario
cartagenero me parece necesario agregar apartes del mismo aquí y aprovechar el
uso de conceptos que utiliza y el mensaje que presenta.
INFORMACION
POLITICA: ORIENTACIÓN.
La hora presente a ningún partido o bando
pertenece; de eso estamos seguros. La hora actual es única y exclusivamente de
la Nación. Pensar de otro modo sería antipatriótico, qué decirnos? No sería
humanitario. Cómo no deponer el interés banderizo, ahora que todos, cual más,
cual menos, tenemos el propósito -tal vez irrisorio- de redimirnos? Hay que
pensar que tanto los unos como los otros, somos colombianos y que como tales
debemos propender por remediar los males nacionales. Todos deben y tienen
derecho -si el que esta palabra vale algo todavía a la libre dilucidación de
tan serios y amargos problemas como pesan hoy sobre el horizonte patrio. Ha
sonado la hora de guardar las divisas y de envainar las espadas. Todos sin
distinción alguna, deben congregarse alrededor de esta pregunta, incisiva y
apremiante: Qué hacer? Continuar el mismo sistema que a la ruina nos ha
conducido? Seguir con esa odiosa como estúpida exclusión de elementos valiosos,
sólo por un inveterado prurito de intransigencia? Prescindir de ciertas
unidades cuyo valioso concurso sería de beneficios incalculable a la Patria?
No, no; esto sería el desprestigio, pero el desprestigio total.
Algunos hay empero que de buena fe protestan
contra las mezcolanzas; o liberales todos, o conservadores todos, en el poder,
pero nada de amalgama porque eso sería el desequilibrio en un punto. Los que
así piensan son los que no han perdido la esperanza de enriquecer a la sombra
del gobierno. Por eso al ver que éste se constituye con elementos diversos
fruncen el ceño y rezongan. Pobres vampiros! Ellos no comprenden que una
sociedad trate de redimirse, porque ellos no saben del hondo malestar que
predomina en el seno de las masas; ellos sólo conocen la vida parasitaria del
anélido; ellos son la resultante de un estado patológico contra el cual
afortunadamente se viene efectuando una saludable reacción. Los liberales como
los conservadores honrados se han convencido por fin de que la salvación del
país no está en la exclusivismo de los partidos, sino en el sano concurso de
las dos fuerzas o tendencias que en todo país civilizado, como Inglaterra,
mantienen el funcionamiento orgánico de la sociedad, como las fuerzas físicas
de atracción y repulsión sostienen los agregados moleculadores. El Cosmos está
regido por esas dos fuerzas primordiales, dentro de las que se operan diversas
modificaciones que, como síntesis, constituyen el maravilloso engranaje de
todos los sistemas. Tengamos una base firme: la Constitución; pero una
Constitución que satisfaga plenamente las aspiraciones de ambos partidos, es
decir, una Constitución de carácter genuinamente nacional. Prescindamos de
antagonismo, hueros, de odios ridículos, y esperemos en el porvenir. Laboremos
con fe, poseídos de nuestra ciudadanía Cumplamos la ley estrictamente, sin excepciones,
sin reparos. y tendremos en pocos años, prensa libre, autonomía, libertad de
cultos y libertad de instrucción. He aquí lo que el futuro nos ofrece si ahora
dejamos a un lado mezquinas preocupaciones, y sólo pensamos en el bienestar de
la Patria.
“Joven Tolima.”
[61]
El Porvenir. Cartagena. Septiembre 11, 1910.
[62]
Medofilo Medina “La protesta urbana en Colombia en el siglo Veinte” Ediciones
Aurora, Bogotá 1984 pág. 20
[63]
Maryelis Rivero Sena “La botica Román en Cartagena” en Revista Credencial
Historia, Edición 218, Editorial Credencial Historia. Febrero de 2008
[64]
«Los Román y su química con Cartagena». http://www.jetset.com.co/flashback-fotos-asi-lo-vivio-jet-set/galeria/los-roman-su-quimica-cartagena/51322
(Consultado el 20 Noviembre 2016)