EL PARTIDO LIBERAL COLOMBIANO EN BOLÍVAR EN PLENA HEGEMONÍA CONSERVADORA

Con la llegada a nivel nacional de la hegemonía conservadora, el Partido Liberal pasa de liderar a ser oposición. En todo el país el partido llega a nuevas dinámicas en las que establecerse. Aunque a ciencia cierta no estamos hablando de todo el partido, pues como sabemos una rama moderada de los liberales apoyó la regeneración y con ella la vuelta del centralismo. Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro asumían un rol crucial, el de forjar los destinos de un país que a su ver estaba en caos. Para los liberales radicales Núñez era un traidor, para los conservadores y los moderados era el salvador, todo esto se va matizando con el paso del tiempo y vemos como su presencia es esencial para entender ambas historias, la de los ganadores y los vencidos.[1]Jorge Orlando Melo afirma: “En el debate político colombiano se ha discutido mucho si Núñez fue un traidor porque se entregó o no a los conservadores. Para mí es evidente que en 1885 y 1886 se entregó al pensamiento conservador, pero no como un traidor, sino como un decepcionado y un convencido.”[2]


De hecho concerniente a este mismo tema hay una columna publicada en El Porvenir en la Cartagena de 1893 en el que se expone esta eventualidad. A modo de carta hay un espacio de opinión en el que se indica (bajo un texto escrito por Anibal Galindo) que había que dejar de pensar que Núñez derribó del poder al liberalismo y les traicionó, mientras que hay que fijarse mejor en las exageraciones del principio de libertad consignadas en la Constitución de Rionegro, incompatibles según el autor, con todo orden público y social que legitima a los gobiernos en pro de dar seguridad a su pueblo, por ende según esta nota Núñez sin ninguna idea de traición salvó al país de la anarquía. Consecuentemente se afirma que las tres razones por las que los liberales fueron derribados del mando son en primer lugar la soberanía de los estados llamada la anarquía organizacional que produjo tres guerras civiles, en segundo lugar la impunidad del crimen y la tercera la intolerancia religiosa.[3]



Con la implantación de la hegemonía conservadora algunos partidarios del liberalismo permanecieron pese al cambio de ideología nacional teniendo puestos claves de administración estatal, de recaudo y entidades fiscales en el departamento de Bolívar. A su vez algunos lograban acceder a puestos importantes a través de actos típicos de nepotismo, para Adolfo Meisel Roca este nepotismo logró también bastante connotación aun en los sectores radicales del liberalismo llegando hasta los puntos más centrales de su hegemonía, por ende no es para nada extraño que los apellidos y el abolengo funcionasen en gran medida como una forma de ascender y tener presencia en diversos sectores importantes. Como precedentes ser radical liberal en Cartagena entre 1863 a 1875 (según menciona en su tesis Wilmer Romero) era vivir en el olimpo, esto cambiaria pero no en su totalidad luego de la caída del régimen que estos abanderaban. Como agregue antes, se mantuvieron algunos notables logros obtenidos en los sectores de la economía, política y sociedad. Gran parte de los militantes en Cartagena e incluso de sectores intermedios y/o bajos mantuvieron hasta cierto punto su presencia en los diversos escenarios de los que hacían parte. Con la llegada de 1886 se da el fracaso de la política económica liberal como desencadenante del fin del periodo de los radicales. En este punto el liberalismo y su arista radical sufrirían un duro golpe a nivel nacional que haría que buscasen como forma de defenderse al tradicional modelo de la guerra.


Para fines de comprender mejor el contexto de la hegemonía conservadora añado la lista completa de los presidentes del país durante este periodo de 44 años:
José María Campo Serrano (1886-1887)
Eliseo Payán (1887)
Rafael Núñez (1887-1888)
Carlos Holguín Mallarino (1888-1892)
Miguel Antonio Caro (1892-1898)
Manuel Antonio Sanclemente (1898-1900)
José Manuel Marroquín (1900-1904)
Rafael Reyes (1904-1909)
Ramón González Valencia (1909-1910)
Carlos Eugenio Restrepo (1910-1914)
José Vicente Concha (1914-1918)
Marco Fidel Suárez (1918-1922)
Pedro Nel Ospina (1922-1926)
Miguel Abadía Méndez (1926-1930)


A partir de este momento y comprendiendo el panorama nacional examinamos más a fondo la situación acaecida en el departamento de Bolívar. Entendiendo obviamente que los dictámenes enviados desde la capital del país se fueron amoldando a cada región y su contexto particular.

En Bolívar los liberales enfrentaron un periodo de transición que no distó inicialmente en gran medida de diversas zonas del país. El choque se hizo efectivo cuando la exclusión e invisibilidad pública se volvieron el hilo conductor de un partido liberal que salía del poder y daba pese a su descontento el testigo a los conservadores. Los liberales debieron tomar una actitud hasta cierto punto contemplativa para con sus opositores pero jamás distante o despreocupada.

Es importante señalar que en Cartagena el liberalismo estaba integrado en una buena medida por gentes de estratos bajos que estaban inmersos en una realidad colectiva político-cultural muy alienada (mas no homogénea) y que desde sus condiciones y entorno promulgaban un discurso y prácticas que pese a ser de diversas procedencias creían en un modelo político de democratización que se sostuviese desde “los de abajo” para  la vida pública. Lo anterior no significa que no existiesen variantes con liberales con más poderío económico y de clases sociales emergentes. También es crucial señalar que pese a ser en lo representativo un solo partido muy dentro de él  se daban fraccionamientos que en esta ciudad y en el departamento se hicieron notar. Lo anterior no es ninguna novedad al saber que a nivel nacional y como ya hemos mencionado antes se daba también.

El poderío de Cartagena a nivel regional y nacional en esta época es muy prominente. No solo por su estratégica ubicación en el caribe sino además porque se gestaba como una ciudad a tener en cuenta a la hora de dimensionar la realidad política nacional. Esto no solo se da desde el periodo regenerador con Núñez al mando sino que se mantiene por un periodo sustancial para después estabilizarse en una etapa menos esplendida.
Un punto que comprueba el tiempo favorable de Cartagena es que el conservador Joaquín F. Vélez fuera candidato a la presidencia de la República pero no logro su cometido por no tener influencia fuerte en el panorama local y regional. Pese a esto es nombrado como primer designado por el Congreso de la República, cargo que sostuvo hasta una reforma constitucional acaecida en 1905. Igualmente vale la pena mencionar a los congresistas cartageneros: Lacides Segovia y Manuel Dávila Florez que desempeñaron su rol durante el primer año de gobierno de Rafael Reyes. Como dato significativo estos dos congresistas junto al general conservador Francisco Burgos y el liberal Simón Bossa fueron detenidos por una supuesta participación en un urdido atentado contra el presidente Reyes en Barrocolorado.[4] Estos eran mencionados como autores intelectuales del hecho.


2.1 PODER Y CONTIENDA

Colombia ha sido un país permeado históricamente por la violencia, la cual por supuesto no dio la espalda a los sentimientos políticos que oponían a liberales con conservadores. Para muchos liberales el reasumir su participación pública y control político requería un enfrentamiento más allá de ataques verbales  por ende la sangre como forma de triunfar en la contienda política se perfilaba como la forma más viable de volver a obtener el control.  De hecho los liberales radicales perdieron tres confrontaciones armadas a nivel nacional en pro de sus intereses. Al verse vencidos en esas tres ocasiones (1885, 1895 y 1899 para ser más exactos) intentaron debilitar a sus contendientes buscando dividir al partido conservador desde su interior y a largo plazo pero tampoco funcionó del todo. Aunque como hoy sabemos tanto los liberales como conservadores se fraccionaron en nuevos grupos que pese a agudizar en diferencias seguían siendo parte de sus respectivos partidos. Por ello no es extraño encontrar conservadores con posturas muy cercanas al liberalismo y viceversa, aunque claro todo esto entendido desde la óptica de unos políticos que vivían en un país fraccionado y en el que adherirse a una variable fuerte y contundente podría ser garantía de su permanencia en los espacios públicos. Según Helen Delpar el Partido Liberal abogó por ejecutar medidas “modernas y liberales” en lo político y lo económico. Para José María Madiedo en las ideas fundamentales de estos dos partidos opuestos no había gran diferencia si queremos analizarlo desde la concepción que nos dice que ambas instituciones partían de un sector a su ver similar y que buscaban a su acomodo el poder total, no parcial.

En Enero de 1895 ya había estallado una rebelión armada en el departamento de Boyacá. Las noticias llegaron a Bolívar y el gobernador  de entonces, Enrique L. Román, emitió dos decretos, en el el Nº 22 declaró al departamento en estado de sitio, colocó el departamento para ser gobernado militarmente para reprimir todo conato de alzamiento en esta región y asumió como gobernador facultades extraordinarias, el carácter de feje civil y militar. El otro decreto fue el Nº 25 en este y bajo la consigna de tomar medidas para la conservación del orden público, decretó que los periódicos existentes no podrían continuar publicándose sin permiso de la gobernación y para la creación de otros nuevos  se necesitaría también el permiso gubernamental. Cada alcalde se encargaría de recoger todo tipo de arma de fuego y blanca, como las usadas en guerra, en su territorio. Serian juzgados además todos los que causaren daños en las líneas telegráficas o también para quienes interrumpiesen el paso a los conductores de coreos o de correspondencia oficial. Para poder viajar en el depto. De Bolívar se necesitaría expresamente de pasaporte y se reforzaría la seguridad a lo largo y ancho de esta zona.[5] El peligro se veía inminente para Bolívar y el gobernador buscaba protegerlo de guerra y muerte.

El 3 de Febrero del 1895 El Porvenir publica en letra aumentada, una nota interesante, que vale la pena revisar al completo, sin firma alguna parece ser editorial del mismo medio cartagenero en el que se lee lo siguiente:
 Lo que sucede en el Cauca, en el Magdalena, en Santander, en Bolívar etc. etc. es elocuente testimonio de que ya entre nosotros la anarquía no encuentra asidero y son plantas exóticas las contiendas fratricidas. Y no solamente son los conservadores y los independientes los que han ofrecido su material apoyo al Gobierno, sino muchos liberales también que, sin abjurar de su credo político, le han prestado mano fuerte para debelar esta revolución que no proclama ningún principio y que se alimenta sólo del odio a todo lo que es orden, de la instintiva aversión a todo lo que es progreso en la sincera significación de esta palabra. Diez años de paz, de trabajo honrado de amor al hogar, de respeto a sí propios, han bastado para que el pueblo haya podido hacer el balance entre los dos partidos que han venido disputándose el predominio en este país tan digno de la más hermosa suerte. Y en verdad que el pueblo colombiano tiene sobrada razón. Veinticinco años de dominación radical no han dejado otra huella sino ruinas y descrédito, empobrecimiento del comercio y estancación de nuestras industrias, que nunca pudieron tomar vuelo para alcanzar el adelanto a que habían llegado en otras naciones más pobres que la nuestra. Durante esa dominación vivíamos en completa alarma y las horas del día no eran suficientes para darle solución al remitente problema de asegurar la vida y el producto del esfuerzo individual en el campo del trabajo. Doctrinas disociadoras habían maltratado gravemente los cimientos morales de la sociedad; impracticables teorías de gobierno eran causa de multiplicados fracasos en la práctica, y de ahí la instabilidad en todo cuanto se relacionaba con la administración pública y los insuperables obstáculos al natural desenvolvimiento del comercio y las industrias que son base ineludible del progreso material. Lo que hoy sucede da la medida del terror que inspira a todos la vuelta al poder del partido radical, que tiene que depurarse de multiplicados desaciertos y de faltas injustificables para que entre como partido civilizado a terciar en el debate político, ilustrándolo de buena fe y no haciéndolo, como hasta ahora, incomprensible y tenebroso. Necesario es que sea menos soñador en sus teorías y más humano en sus prácticas. El partido radical no quiere comprenderlo, pero a la fuerza tendrá que aprender, por larga dolorosa experiencia, que Colombia ha pasado ya del crítico período en que las cuestiones de trascendental interés se resuelven con hecatombes humanas sembrando el terror en los corazones, a manera de las hordas africanas, y que hemos dado, afortunadamente, muchos pasos en el espléndido camino de la civilización y confesaremos con ingenuidad que esta abortada conspiración ha traído, dos bienes inmensos al país, el primero, probar que los radicales son impenitentes conspiradores, y el segundo el obligar a al gobierno a dictar justificadas medidas de represión que garanticen a Colombia por lo menos quince años más de paz, de tranquilidad en los hogares y de progreso en general. No hay mal que por bien no venga, dice un adagio vulgar.[6]

No es sorpresa que el pensamiento de este periódico se alinee a un discurso conservador siendo el mejor ejemplo de la prensa permitida para la época.[7] De hecho mientras estuvo vivo se informaba de Rafael Núñez como redactor en jefe de este rotativo.[8] Consistentemente en este mismo medio dos años antes, es decir en 1893 ya se hablaba del daño que a su ver había causado el radicalismo al país al anunciar al partido conservador como su enemigo común puesto que los radicales eran al ala extrema de un partido roto y desmoralizado.[9] En ese mismo año el ya expresidente Carlos Holguín, se desahogaba en una nota editorial que también veía la luz en Cartagena. En esta se queja de la forma en la que se atacó su mandado y como sus detractores lo atacaban de intolerante con la prensa. A su defensa arremete que esto es falso y que la percepción era mayor que la realidad. En su texto acusa a los radicales de rebeldes ante las instituciones y desenfrenados y de según el exagerar ante el pueblo que gobierno fue de censura contra el radicalismo o ápice liberal. Solo siete periódicos se suspendieron en su gobierno de cuatro años y doce fueron multados.[10] Todo este elemento discursivo se aúna al que en prensa se mostraba para la época, unos conservadores en defensa de sus principios, y unos liberales y/o radicales opositores sin escrúpulos.  Para 1897 se decía en el mismo medio que un equilibrio político era necesario.[11]

Tampoco hay que negar que en ocasiones bajo el rotulo de “Prensa Liberal” se publicaban notas referentes al liberalismo como cuando este renovaba su dirección en las convenciones. En Cartagena se anunciaba quienes eran nombrados presidente, vicepresidente y secretario general del partido liberal y sus nombres retumbaban en el acontecer diario de la ciudad y del departamento de Bolívar. Precisamente cada vez que se daban convenciones y el liberalismo cambiaba de directores y se daba a conocer en todo el país renacía el sentimiento de ‘enamoramiento’ de este partido a la ciudadanía con el fin de volverla adepta. El Porvenir como uno de los principales medios de esta ciudad solía replicar pocas notas de periódicos liberales pero “El derecho” de Bogotá era la excepción por considerarle un medio liberal honesto.[12] Para 1897 por ejemplo vociferaban tanto en Bolívar como demás zonas que “El partido liberal no tiene hoy como único objetivo la posesión del poder, sino que aspira, antes que todo, a ver a Colombia restituida a su antigua normalidad republicana, para que dentro de ella todas las agrupaciones políticas puedan tener la participación que de derecho les corresponde en la dirección de los negocios públicos.”[13]

Hay que resaltar en este punto también los nuevos ricos que llegaban a ocupar relaciones clientelares por medio de su ascenso social y los artesanos que se insertaban en la dinámica política de la época logrando participación en gobiernos provinciales y estatales del radicalismo. Es importante mencionar esto pues esta clase social prestante tomaba representación en las diversas connotaciones y concepciones del estado y a su vez se situaban en un bando u otro. Para muchos liberales sus nociones se iban desdibujando con el paso del tiempo y de acuerdo a sus posturas y opiniones se agrupaban de cierta manera en un sector u otro, pues hoy no es un secreto que muchos de esta clase social alta no tuvieron cambios traumáticos como podría pensarse. Un ejemplo de las relaciones de poder entre familias prestantes y relacionados es Rafael Núñez que forjó amistades (aunque claro también notables enemistades) aún más allá que dentro del liberalismo, por esto es obvio que para algunos en su época fuese un traidor para sus primeros compañeros de creencia política. Sin embargo todo esto fue una experiencia a la cual se sometían algunos liberales en pleno momento de contienda teniendo en cuenta su ubicación geográfica, lazos clientelares o como ya vimos, su clase. Núñez pasó de ser inicialmente radical liberal a criticar esa concepción y llegar a la presidencia en 1885 en pleno momento de los Estados Unidos de Colombia cambiando esa postura llevando al país a la ya mencionada regeneración. Por ello Núñez soportó una reacción radical que lo veía como ingrato y que entre sus deseos tenía el de derrocarlo a partir de las armas, dando inicio así a una revuelta civil que se acrecentó en algunas determinadas zonas del territorio nacional que iba contra Núñez, pero como hoy sabemos el gobierno regenerador logró apaciguar rápidamente estas revueltas.

Para fines de este texto y con el fin de comprender de forma más práctica lo que se ha de presentar procedo a presentar los directores del partido liberal en el periodo del cual estudio. [14]
1886: Aquileo Parra, Gil Colunje, Luis A. Robles, Francisco de Paula Borda, Januario Salgar.
1892: Santiago Pérez Manosalbas.
1897: Aquileo Parra.
1899: El Consejo Consultivo Liberal formó una nueva Dirección Nacional Liberal: Principales: Medardo Rivas, Juan Evangelista Manrique y Siervo Sarmiento; Suplentes: Venancio Rueda, José Benito Gaitán y Francisco de la Torre.
1903: Se formó una Junta para reorganizar al Liberalismo, compuesta por Manuel W. Carvajal, Nicolás Esguerra, Juan E. Manrique, Diego Mendoza Pérez y Rafael Uribe Uribe.
1915: La Convención Nacional Liberal eligió Dirección Nacional, conformada por Nemesio Camacho, Luis de Greiff y Francisco de Paula Manotas.
1918: Benjamín Herrera y Francisco de Paula Manotas.

Llegados a este punto es ineludible no hacer referencia a La Guerra de los mil días. Esta fue sin duda una de las más notables muestras de lo que puede suceder cuando los polos en política quieren gobernar y dentro de estos polos nace una nueva visión ideológica que se basa en nuevas aristas de pensamiento que pueden llegar a converger sin que esto necesariamente indique que dejaran de existir divergencias dentro del mismo. El Partido Nacional que existía desde 1886 con nociones del conservatismo con el apoyo de entre otros de Rafael Núñez no solo buscaba consolidarse en el poder sino además aprovechar a esa cada vez más llamativa agrupación de liberales cuyas posturas se acercaba más a ellos que a los radicales. Es decir el Partido Nacional no solo estaba integrado por conservadores nacionalistas sino además por liberales independientes y que cada vez eran más afines a esta ideología que distaba de un extremo azul o un extremo rojo.[15] Por su parte los liberales más tradicionalistas deseaban a como fuera lugar retornar al poder. La guerra se gestó desde el 17 de octubre de 1899 hasta el 21 de noviembre de 1902. Como la historia no se detiene y cada país esta anexo a su contexto, la guerra que antes era entre el Partido Nacional y liberales se volvió con el tiempo en un verdadero conflicto de ligas mayores en el cual los históricos partido conservador y partido liberal volvían a hallarse en contienda, ya no amparados en una nueva teoría política planteada por el partido nacional sino ahora por las ideas clásicas que dividían a sus colectividades, sin que esto por supuesto indique que no se habían apropiado de nuevas líneas de pensamiento. Durante este tiempo los liberales recibían apoyo económico del extranjero. Tanto para el gobierno como para el mismo liberalismo era trascendental aliarse con países para vencer, pero aún más significativo aliarse con los Estados Unidos de América. Este país norteamericano apoyó al oficialismo porque pensaba que los liberales no podían conquistar el poder mediante las armas. Pese a esto se da una estrecha relación entre liberales y extranjeros, pues una buena cantidad de liberales vendían ganado a los extranjeros en muchos casos para sostenerse económicamente. La destilación de aguardiente se consolidó además como una de las fuentes de desarrollo económico en Bolívar tanto que durante un buen tiempo fue una actividad decisiva en esta región por ende no es sorpresa si se diese incluso de forma clandestina.[16][17] El liberalismo buscaba apoyo económico y a través de un banco en el exterior guardaban su dinero.

En Cartagena los liberales no pudieron entrar a hacer parte a cabalidad de esta guerra y tomarse así la ciudad, esto debido a dos causas muy claras: la primera fue que no estaban preparados cuando se dieron pronunciamientos gestados en localidades como Santander y en Barranquilla. La segunda es básicamente que los copartidarios del liberalismo fueron obligados a quedarse dentro de la ciudad debido al cierre de las puertas y la extrema vigilancia habida en los baluartes a lo largo y ancho de todo este territorio. También en esta ciudad los liberales denominados como revolucionarios de esta época atemorizaban a campesinos agricultores con falsas noticias con el fin de que estos se alejaran de sus posturas y así se unieran a la causa de la rebelión. La guerra de los mil días trajo grandes problemas consigo. Hay que decir ineludiblemente que los odios se agudizaron entre los miembros de los dos partidos, generando venganzas familiares y nutriendo de más historias el peso de la violencia bipartidista en Colombia. En Bolívar se vivió este conflicto bipartidista que a su vez daba pie al fortalecimiento de nuevos grupos extremistas que se gestaban a raíz del partido tradicional, así sucedió en 1901 cuando los ejércitos liberales en compañía de Uribe Uribe se dirigieron hacia la sabana de Bolívar dando paso a la formación de grupos de guerrillas liberales. Pero antes de 1901 para ser exactos un año antes, es decir 1900 ya se habían dado en este departamento una propagación de grupos de guerrillas, tanto que 1901 y 1902 son considerados los años con mayor crecimiento de estas agrupaciones. Esto nos habla de una guerra que se daba en una recesión económica que entre otras cosas promulgaba más polarización. Los liberales en Cartagena debieron pagar fianzas y presidios con el fin de poder mantener cierta libertad de movimiento, a esto hay que añadirle el hecho de que en 1902 los decretos 184 y 283 les prohibió transitar por las calles de la ciudad a ninguna hora del día ni de la noche.

Algo que se hizo evidente en esta particularidad histórica del país es que algunos liberales habían transitado al conservatismo, habiendo pasado primero por el partido Nacional como medio de llegada a las filas conservadoras. Hallamos aquí por mencionar ejemplos a: Valentín Pareja, Pablo J. Bustillo, Donaldo E. Grau, Benjamín Noguera y Francisco González Carazo.[18] Indudablemente este fenómeno no se ha dado solo en el caso colombiano debido a que la trashumancia en política es un tema valedero para debates y que nutre la historiografía  analizando además como la conveniencia (ya sea económica, de estatus o ascendencia social) en ciertas ocasiones se prioriza en detrimento de alguna creencia o estrategia colectiva del pasado.

Para el 1 de Marzo de 1901 la prensa cartagenera hacía eco de una nota publicada en “Las Novedades” de Nueva York, en la que se informaba en esa ciudad norteamericana de la llegada de Uribe Uribe en el vapor Philadelphia. Le denominan ‘renombrado caudillo de la revolución colombiana’ e incluso se hace mención al hecho de que el Times le hiciese una entrevista. En la nota de forma clara y sin vacilación se argumenta que los liberales colombianos peleaban no por “afición” sino por “pura necesidad”. “Por habérseles privado hasta de los derechos comunes”. En la entrevista para el Times Uribe Uribe menciona que la política de los conservadores con los liberales era “la misma política colonial de España con los cubanos”.[19] Al ser preguntado por si llegaba a los Estados Unidos en busca de armamento, municiones y aprestos navales para su revolución responde enfáticamente que cada quien podría pensar lo que mejor le pareciera.[20]

En EE.UU, Uribe Uribe promulga que el partido conservador estaba dividido y que la fracción dominante era débil y vivía de ‘la masa ignorante’. Mientras que los liberales eran fuertes y estaban diseminados por el país. ‘Como los Boers en guerrillas, pero están alerta, Aunque parezcan muertos, no es así, están durmiendo’. En su disertación afirma que el partido conservador es de aristocracia y de retroceso, mientras que el partido liberal es demócrata y de adelantos. Subraya además que su profesión no era la milicia sino la abogacía y que no podría tachársele de revolucionario interesado pues poseía extensos cafetales.

La guerra de los mil días entorpeció e interrumpió las exportaciones, aumentó el costo de vida, también se dio un encarecimiento los alimentos y el transporte. Se sabe edemas que la ganadería fue hábilmente destruida por los ejércitos de ambos bandos así que la economía en Bolívar entró al juego de la inestabilidad imperante.[21] En medio de este proceso se veía incluso en periódicos a nivel nacional y local notas de presuntos liberales que se habían convertido al conservatismo o al menos parecían serlo y lo hacían negando nociones liberales que consideran ahora en su inserción al conservatismo como elementos que iban en contra del amor por la patria y la defensa de esta. Además de invitar a la juventud liberal a ver los peligros que suponían los extremismos radicales.[22]

Pero ciertamente hay que dejar en claro que para 1901 ya los liberales habían publicado un manifiesto titulado “Por la patria y por la paz” en el que con firmas de algunos miembros de su colectividad, el manifiesto hacía alusión a un memorial (firmado por el General J. M. Ruiz, J.M. Quijano Wallis, Santiago Samper, Juan E. Manrique, A. Valenzuela, Marco A. Wilches, Venancio Rueda, Ricardo de la torre, Rafael Rocha Castilla, Roberto Suárez, Andrés Márquez y Rafael Murillo) pedían la regularización de la guerra como primer paso para su terminación. De manera respetuosa mostraban sus ideales y posturas invitando a la concertación. “La prolongación indefinida de la guerra, y, sobre todo, con los caracteres salvajes que va adquiriendo, acarreará indefectiblemente con la anarquía crónica y la militarización de la república, la destrucción total de nuestra patria. Cualquiera que triunfe en tales condiciones, reinará como las aves de la noche en los cementerios sobre escombros y tumbas y tendrá a su cargo la más tétrica de las labores, la más penosa de las responsabilidades. (…) La gloria no discierne sus galardones a las acciones humanas, si estas no presentan el previo visto bueno de la sensatez y las palmas del martirio no florecen si no las vigoriza el calor de la razón.” [23] Llama mucho la atención el uso de conceptos como el de anarquía que era usado en demasía por el conservatismo como sinónimo del extremismo liberal. El texto llega a un punto de reflexión que se torna sumamente interesante: “La prolongación inútil del estado de guerra es elemento de unidad, fuerza y conservación en el poder de la parcialidad vencedora. Los partidos que se hallan sin contrapeso en el gobierno, se salen de la ley universal del equilibrio y por acción de la dinámica política, tan inexorable como la dinámica física, se dividen, se descomponen y caen.” El análisis anterior podría entenderse como una monopolización de la política colombiana, en la que si por ejemplo, el conservatismo se erigiese en cada rubro como el dominante, rezagando a su adversario crece y se posiciona, pero al final por la idea básica de pesos y contrapesos y el dinamismo de la política estaría destinado a fracasar, pues se dividiría y quedaría en nada. El manifiesto liberal aduce esta teoría por un referente histórico en el que la balanza estaba del otro lado, es decir con el liberalismo al poder, más exactamente en 1877 cuando habían logrado la cumbre con soberanía y poder en el país y con el apoyo de importantes regiones, sin embargo el conservatismo en aquellos años depuso las armas y volvió la paz al país. La rápida pacificación fue una victoria para la revolución (según su argumento propio), la normalidad se restableció y el partido liberal vencedor en la guerra y señor absoluto en el país pero sin el contrapeso que lo sostuvo en años previos, se ‘conmovió hondamente por la inesperada y brusca transición, perdió el equilibrio, se descompuso, se fraccionó y cayó.’[24] Es decir que podría entenderse este manifiesto como un llamado de atención con una regulación de la guerra con el fin de lograr una paz estable y consensuada entre ambas partes.[25]

El manifiesto que se reprodujo en algunos medios cerraba haciendo votos para que el gobierno allanase el camino a la pacificación ofreciendo olvido sincero y amplias y seguras garantías, en personas y bienes, a los que dejasen las armas. Permitiéndoseles además poder sufragar en el futuro. Para los rojos tal medida ‘además de redundar en el bien de la patria, haría más sólido el éxito que el gobierno ha alcanzado en la guerra. La magnanimidad es la glorificación de la victoria. Triunfa sin gloria quien vence sin generosidad.’ De manera que el llamado a la generosidad y las buenas costumbres eran la premisa liberal en este determinado momento y su tono pacificador iba también en la vía de saber que el conservatismo ya ganaba terreno y era el vencedor en la guerra. Para muchos este tono pacifista sorprende, si estamos acostumbrados a leer que los liberales eran los revoltosos y los conservadores los devotos,  pero este manifiesto sirve para comprobar mi teoría de que es necesario matizar todo lo concerniente a este periodo para entender que la labor diplomática y objetiva reinaba en buena medida, al entender que posición era necesaria tomar en determinado momento. Ni todos los liberales eran revoltosos ni todos los conservadores tan devotos. Hay que ser claros, en momento de guerra cada partido buscaba defenderse y se sostenían en un discurso que fuere conveniente a sus intereses de acuerdo al contexto.  Por ende en momentos de disputa y crisis podrían aplacarse algunas consignas y resaltarse otras, finalmente aunque enemigos en el espacio político dar garantías o permitir la existencia del otro sería una muestra de concordia en medio de las diferencias.[26]

En Cartagena para Noviembre de 1901 ya se hablaba de una crisis comercial masiva. Sin embargo en la editorial para el día primero de ese mes de El Porvenir hallamos que se informa que no había que echarle la culpa 100% a la guerra, puesto que las exportaciones e importaciones no habían cesado pero pese a ello las relaciones del puerto de Cartagena con el interior del país habían ‘muerto de golpe y violentamente’. Todo el tráfico que se hacía por Cartagena ahora pasaba hacia Barranquilla, a pesar de las facilidades y comodidades que daba el puerto local por encima del barranquillero. La prensa decía ‘Cartagena languidece rápidamente y su ruina será inevitable sino se acude a tiempo para salvarla del inminente peligro’.[27] Lo que si hay que señalar respecto a esto es que la sociedad cartagenera de la época si trató de buscar alternativas que permitiesen que la crisis nacional no se agudizara en la ciudad, puesto que en pleno momento de guerra la elite se amparaba en perpetuarse a través de buenas conexiones y abolengo para que las relaciones comerciales no decayeran del todo. Sus estrategias acertaban tanto en la reapertura del canal del dique como con la condensación del ferrocarril de Cartagena a Calamar que permitiese un enlace con la región andina del país.

Entrados ahora al campo guerrerista hay que decir que mientras esto pasaba en Cartagena, en poblaciones cercanas a esta y demás del país sucedían verdaderas barbaridades que la prensa en Bolívar replicaba para conocimiento público de todos sus lectores. Con un gran subrayado se daba el titular “Liberalismo” sí se esperaba que fuese una nota ideológica, lo contenido en ella era más sugestivo. Bajo ese título se informaba a la comunidad de  vejámenes y asesinatos hechos por partidarios liberales extremistas en varios sitios. El primer mencionado ocurría en Juan de Acosta, donde:

“1º Al señor Don José Santos Arteta, anciano de setenta y ocho años, le quitaron las hebillas de oro de los tirantes de los pantalones y le aplicaron veintiocho palos; delito: ser padre de Ariel Arteta, sacrificado por Clodomiro Castillo en Baranoa en el año de 1895. 2º La señorita Herminia Arteta, hija menor de Don Santos, de diez y seis años de edad, fue sacada de la casa por el jefe Galindo y llevada en rehenes hasta cerca del monte en donde se presentó el Sr- José R. Coronell, tío político de esta inocente criatura y entregó dos mil pesos por su rescate. 3º Al señor José Rosalio Echeverría le fueron quitados $3.600 más cuatro caballos y seis burros. 4º El señor D. Juan N. Padilla, liberal, fue hecho poner de rodillas ante el jefe, y amenazado por ser patrocinador de los godos de la localidad, este denuncio fue dado por José Mario Tovar, preso político de los fugados de Bocachica y sobrino carnal del señor Arteta. 5º Francisco Molinares, liberal caracterizado del lugar fue tratado cruelmente tanto como el señor doctor Padilla y se llevaron de ambos todas las bestias. Molinares los acompañó hasta Galera Zamba por ver si conseguía alguna bestia; pero allí recibió en premio de su liberalismo una tunda de planazos.[28]

Con esta crónica observamos que para los guerreristas, los godos (como hoy sabemos forma de llamar a los conservadores) no eran el único enemigo para sus interesantes, lo era cualquiera que perjudicase su objetivo. Pero también nos sirve para darnos cuenta que aun por encima de los colores partidarios había relaciones entre personas de ambos bandos, ya fuesen rojos o azules tenían dinámicas mutuas en la región.

Luego de Juan de Acosta, se contaba algo semejante pero más cruel ocurrido en Soacha. En esta ocasión se había encontrado el cuerpo sin vida de un niño de ocho años en el cerro de piedras grandes, el menor cuidaba ovejas y al grito de godo ladrón fue acribillado a balazos. De la hacienda donde estaba el niño se llevaron a sus peones y a tres ancianos conduciéndolos amarrados y maltratándolos. A uno de los tres ancianos que no podía caminar le dieron muerte horrible según detalla la crónica. Un padre de familia también fue asesinado y los extremistas celebraban su matanza.[29] Tanto la nota de Juan de Acosta como esta de Soacha se publicó en Cartagena con la firma del seudónimo de “E. Monseñy”.


Como hoy sabemos la guerra fue ganada por los conservadores y entre las medidas que se tomaron por ende hallamos el cierre del Partido Nacional (era algo que se veía venir desde la muerte de Núñez), cientos de miles de muertos, un caos económico y el reforzamiento del centralismo en el país. Pese a que los liberales recibieron apoyo de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Guatemala su control fue abatido por los conservadores con ayuda de venezolanos afines a Ignacio Andrade (andradistas) y conservadores ecuatorianos. Sabemos que esta guerra marcó un precedente que desencadenaría con la separación de Panamá. En este punto los historiadores discrepan sobre lo que habría de significar para el país el triunfo azul. Para Luis Eduardo Nieto Arteta, los años de la Hegemonía Conservadora que siguieron a la Guerra de los Mil Días fueron una época de “retroceso generalizado”. Mientras, David Bushnell, los define como “la nueva era de paz y café.”[30]


Todo este acontecer nacional no es ajeno al departamento de Bolívar en el cual la fragmentación sociopolítica llevo históricamente a que los altercados entre azules y rojos no fueran extraños.

En este periodo de disputa política se gestaban muchos altercados a nivel nacional de los que el departamento de Bolívar no fue ajeno. La guerra como recurso liberal para regresar al poder fue una constante que no dejó de trastabillar con el paso del tiempo. Otro punto curioso y que se dio notablemente en Bolívar fue el contrabando que se gestaba en diversas zonas del país y por supuesto en su zona caribe también. Además de lo anterior el departamento de Bolívar tenía poca población en relación con su extensión territorial. Sumado a todo lo antepuesto la fragmentación de los estados soberanos que ahora pasaban a llamarse departamentos se había hecho evidente con el paso del tiempo. Curiosamente la mentalidad centralista que regresaba con la regeneración pretendía a como fuere lugar evitar divisiones haciendo uso de la ya mencionada constitución de 1886 y centrando variedad de políticas de estado y toma de decisiones en Santa fe de Bogotá.

Sin embargo lo anterior no quiere decir que no existiese sinsabor en un para nada desdeñable sector de la población, entre los que había ilustres ciudadanos que habían enviado quejas formales a la capital con el fin de que se diese una descentralización de la administración publica en el país, las quejas no fueron pocas y llegaban de diversos departamentos, tanto así que a través de un conocido telegrama el vicepresidente de la republica expresó que desde el gobierno se estarían tomando medidas y mucha atención a estas quejas y por ende a cada gobernación envió una circular oficial que sería publicada en prensa local de cada departamento en la que se informaba que ciudadanos pedían que se implantaran reformas con este fin para robustecer la vida de entidades departamentales y municipales, aceptando que así se afianzaría la integridad de la república y se haría desaparecer inmediatamente según su criterio todo motivo de ‘intranquilidad y discordia.’ La respuesta presidencial a la petición expuesta fue no tan benévola inicialmente  pero si contemplativa. Afirmaba que tales reformas si habrían de seguir, deberían hacerlo bajo única norma en la disposición del artículo 209 de la constitución vigente de entonces, es decir a través del voto. El texto de respuesta termina en términos diplomáticos y amables invitando además a cada municipio a ejercer opinión y voto respecto al tema que desembocaría en una reforma constitucional. En el caso del departamento de Bolívar la nota fue recibida con beneplácito y necesaria teniendo en cuenta el contexto de Panamá y la necesidad  de afianzar gobiernos locales. Tanto que en Cartagena el concejo municipal apoyó la moción con una resolución oficial en la que amparaba tal reforma.[31] Obviamente sabemos que estas políticas de descentralización no serían jamás un federalismo al uso, sino una forma de mantener el centralismo pero dando licencias a gobernaciones departamentales en aspectos que demandaban mayor atención y premura. Por ende entonces, no terminó la supremacía bogotana en cada aspecto nacional, pero cada capital departamental buscaría tantear y asentar en un terreno sus poderes locales.

Y si el país vivía divisiones estructurales, dentro de los partidos como garantes de las ideas y pensamientos en pro del devenir del estado no se dejaban de dar, es que precisamente la desunión dentro del liberalismo (que logró en su momento ser más nociva que las políticas tradicionales con su partido adversario) y luego en el conservatismo hacía que las dinámicas políticas pareciesen salirse del bipartidismo tradicional y entrar ahora en el interior de estas colectividades que veían en el momento fluctuaciones dentro de su lógica de pensamiento. Si dentro del liberalismo se daban los radicales y otra ola más cercana al conservatismo, de los azules se daba el partido nacional, todo esto muestra la variabilidad sobre la cual se propiciaba la política colombiana (algo innegable de nuestra historia y que aún hoy sigue sucediendo). Sumado a lo anterior y para ser más exhaustivos dentro del Partido Liberal dos agrupaciones se hacían notar, la primera llamada “los Gólgotas” que venían de un sector social instruido, adinerado y de radicales absolutistas, mientras que el segundo grupo “los draconianos” estaba compuesto en su mayoría por militares. Luego de estas hostilidades dentro de cada partido ambos volverían siendo llamados como “los históricos” reviviendo así las particularidades de antaño que volvían a teñir al país de un rojo y/o un azul como era en el pasado. Luego de todo esto los artesanos continuaron siendo muy importantes al entenderlos como una clase que cada vez tenía más para decir y se hacía notar. Por ello es preciso mencionar que vivían una relación de gustos y disgustos con la dirigencia política. Una muestra de esto era la relación de los ya mencionados artesanos (clase popular) con los terratenientes (conservadores).

De las amenazas públicas y el descrédito, las vociferaciones de unos contra otros pasaron al plano de los hechos, hechos que salían del campo y llegaron a las ciudades, los enfrentamientos y discusiones no se dejaron esperar y se dieron por todo el país como actos de violencia y caos (una constante en nuestra historia). Como dato curioso en este momento de la búsqueda del poder para unos y el deseo de mantenerla de los otros se da la presencia liberal en cargos notables aun en plena hegemonía conservadora por el simple hecho de saber leer y escribir pues la tasa de analfabetismo para la época era colosal. En el departamento de Bolívar esta invariable se mantiene.

La división nacional de los liberales a nivel nacional ocasiona que luego de la convención liberal de 1892 se de una división visible de entre tres grupos. Un primer grupo conformado bajo la consigna de una política de oposición enérgica pero pacifica, un segundo grupo que desconoce la constitucionalidad del régimen (es decir los conservadores) y un tercer grupo caracterizado por representar un ensayo de oposición pacífica y la opción de ir a la guerra si a raíz de los parámetros por los cuales velaban no se llegase a sus objetivos. Esta convención resulta ser la personificación de antagonismos en las que en vez de dar riendas a una unificación del partido se da todo lo contrario. Mientras se decreta un acuerdo en pro de la guerra se otorgaba a Santiago Pérez la dirección del partido. Llegados a este momento presenciamos una disyuntiva, una dicotomía en todo el sentido de la palabra, puesto que mientras que se busca la visión de guerra se ordena como líder del partido a un pacificador, un hombre reconocido por su carácter conciliatorio y propiciador de acuerdos por fuera del conflicto. Es más, Pérez era llamado “al apóstol supremo de la paz”.[32]

Rafael Uribe Uribe era otro pacificador, entre sus palabras hallamos: “Es predecible soportar el yugo del conservatismo hasta por 70 años, antes que alcanzar el liberalismo el poder por medio de la guerra”.[33] Para muchos la postura de Uribe Uribe era criticable y podría resultar contraproducente para los partidarios del conflicto como salida. Finalmente por mayoría de votos la opción de dar la guerra gana, aunque con el tiempo la oposición enérgica pero pacifica se impone. Es decir Santiago Pérez logra su objetivo. Muchas molestias no se dejaban esperar de cada uno de los polos de los partidarios de una opción u otra. Tanto que para algunos los acuerdos aprobados sobre la guerra no se dejaron notar como se esperaba.

En este efusivo tiempo Santiago Pérez nombra directores de partido para cada uno de los departamentos. Esta estrategia era realmente necesaria para unir y consolidar fuerzas en un momento en el que era necesario que una integración nacional liberal se hiciese evidente.  Entre sus discursos hallamos: “Las luchas armadas no han curado entre nosotros ningún mal”. Pérez no era ajeno a su tiempo y entre sus seguidores se hacía ver la noción que indicaba con pruebas que en cuanto a derechos políticos se estaba en este periodo incluso peor que en la época colonial. Entre los detractores de Pérez hallamos a Miguel Antonio Caro que públicamente le llamaba traidor, mientras que Aquileo Parra también conocido por ser pacificador aprobaba la noción de propagar la guerra solo si era menester y se convierte en el nuevo director del partido en 1897. Para Uribe Uribe en cambio la revolución estaba ordenada, era evidente que habría que ir a por ella y no debía bajo ningún término aplazarse. Es más para él, la dirección era “inepta y cobarde”.   En un determinado comento Uribe Uribe creyó que el único medio de lograr sus objetivos  era el de enfrentarse directamente en campaña contra el ahora director Parra, pero esto no se dio. Finalmente Uribe Uribe y Parra apoyaron a los históricos y la revolución legalista de 1898. Con todo esto se da la ley concha, una propuesta mediante la cual (entre otros aspectos ligados a la iglesia) se buscó permitir que el liberalismo gozase de todos los derechos y garantías que tenían los conservadores. En definitiva esta ley se da, José Vicente Concha la aprueba en el congreso.

En el acontecer político de 1898 se hallan dos fenómenos que resaltan. El primero fue la rebelión de Uribe Uribe y sus seguidores contra la jefatura del liberalismo que luego triunfa en el 1899. Y el segundo fenómeno que fue la revolución orquestada en el congreso en el área legislativa que permite la ya mencionada ley concha.[34] En 1899 y sin un sucesor sólido para el partido, Aquileo Parra es sucedido por un consejo consultivo liberal que iría hasta 1903 con una nueva junta. En este momento los históricos eran mayoría en la cámara pero minoría en el senado. [35]

En pleno momento de contienda había un malestar muy consistente entre los liberales y es que estos aceptaban finalmente que fueran excluidos de los puestos públicos que elegía el ejecutivo pero lo que no toleraban y era causal de disputas es que también se les excluía de corporaciones legislativas a las que se llegaba por voto popular, es decir por medio del pueblo. Esta idea va a ser una razón de peso para que se intensificase una polarización entre partidos que ya estaba vigente con antelación pero que ahora se impregnaba de más matices.[36]



2.2 PRESENCIA EN EL DEPARTAMENTO

Con la llegada de la guerra de los mil días en Bolívar los liberales (al igual que en el resto del país) debieron adaptarse a las dinámicas y nuevas forma de presencia política a la que debían enfrentarse.[37]      Durante la guerra los adeptos al liberalismo recibieron el mismo trato que tenían sus adversarios durante sus años de poder, es decir la exclusión e invisibilidad pública. Todo esto hay que empezarlo a matizar con particularidades que vamos a ver.

Es vital para este punto mencionar que los liberales se vieron en la obligación de tantear un terreno al que no estaban acostumbrados a ver con ojos de oposición y en el que debían o reafirmar sus ideales para continuar o suavizar algunos lineamientos propios de su  tendencia política con el fin de continuar también pero en aras de una cercanía amabilidad con personalidades a las que antes no miraban necesariamente con cariño o gentileza, lo cual no es para nada una sorpresa en el mundo político. Es decir la meta crucial para el liberalismo era continuar o continuar, no tenían segunda opción, en sus mentes no estaba el retirarse de la escena política pero si buscar estrategias para ir ganando espacios que les permitiesen tomar partido en pro de sus ideales y consignas.

Es obvio que el liberalismo deseaba retornar al poder y por ello tomaron una posición más mesurada, contemplativa pero que no dejaba internamente de estar firme y ahora con argucias diplomáticas cuyo método era escalar posiciones dentro de la vida política en departamentos como Bolívar.  Este mismo lineamiento se dio a nivel nacional, cada uno con el mismo objetivo pero adaptándose al contexto regional. Sin embargo esto no quiere decir que el ala radical no buscase a través de la confrontación armada el poder. Esto ocurrió en tres ocasiones contra el gobierno nacional, la primera en 1885, la segunda en 1895 y la tercera en 1899, las tres fueron derrotas. La siguiente estrategia luego de la fallida idea del armamentismo fue la de dividir al conservatismo desde su interior, esto por supuesto a largo plazo debido al hermetismo. Para Helen Delpar el partido liberal abogó por aplicar medidas modernas y liberales tanto en lo político como en lo económico como nueva medida de contrapeso pero tampoco resultó.

La posición económica influyó mucho en la forma en la que los liberales tanto en Bolivar como en todo el país continuaban su vida política puesto que para algunos de familias prestantes no tuvieron cambios tan traumáticos como podría pensarse puesto que el abolengo seguía sirviéndoles para tener representatividad en diversos aspectos de la economía y vida pública departamental. Es importante mencionar aquí también a los nuevos ricos que entraban a la esfera de la alta clase así como la participación política de artesanos como un sector poblacional determinante para el presente y futuro del departamento.[38]
Luego de intentar de diversas formas y no poder desestabilizar al conservatismo volvió a hacerse presente un recurso que realmente nunca se fue, solo que fue alternado, y es el de la guerra como vía para regresar al poder.

A lo largo y ancho de Bolívar se evidenciaban situaciones y retos tanto para liberales como conservadores. El contrabando era una preocupación gubernamental pero que seguía vigente en el acontecer diario del departamento. Otra situación especial era la poca población que para la época habitaba Bolívar en comparación con su gran extensión. Pese a que hasta cierto punto el conservatismo en el poder era garantía de la invisibilidad para los liberales hallamos que en Bolívar muchos de estos si tuvieron representatividad y reconocimiento regional. Algunos partidarios del liberalismo trabajaban en puestos claves de administración estatal, también en instituciones de recaudo y entidades fiscales. La razón de su posición en estos lugares no es otra que una realidad muy notable en la política colombiana que sigue vigente y es el nepotismo (más conocido y llamado coloquialmente en el país como la “rosca”). Es que el nepotismo se ha de convertir en un referente sumamente claro que vamos a seguir viendo en este ejercicio de análisis de la presencia liberal en Bolívar y es que es mediante esta técnica que liberales van a seguir en la escena política al mando de conservadores pero manteniendo sus poderes y atribuciones. En Bolívar se da tanto en el posicionamiento de una hegemonía liberal departamental como en  el afloramiento de relaciones interpersonales que superaban lo político y llegaban hasta lo social propiciando además que familias de renombre y abolengo continuasen perpetuando una línea de elite política departamental que muchas veces trabajaba más por beneficio propio que por designios estrictamente laborales.

Y es que pese a que el momento de brillo liberal había pasado para dar paso al momento conservador algunos liberales continuaban en departamentos como Bolívar teniendo posiciones de honor. Aun después de la caída liberal se mantuvieron algunos logros obtenidos en lo económico, político y social que continuaban teniendo vigor sobre todo en sectores sociales intermedios y bajos.[39]

Sabemos que el desencadenante trascendental de la caída del periodo radical fue el fracaso de su política económica y por ello vino la fragmentación en los estados y se trae este punto a colación ahora porque es en sí misma la división dentro del partido liberal otro causal de su inestabilidad en el periodo de la hegemonía conservadora. Es más, para muchos autores es esta división interna es más nociva para los liberales que la misma oposición conservadora. Por ende es importante la participación del gremio de artesanos en los gobiernos provinciales y estatales del radicalismo aunque estas relaciones iban del amor al odio. Las fragmentaciones entre los pasados draconianos y gólgotas eran solo dos representaciones de más divisiones dentro del partido. El liberalismo no deseaba rememorar su derrota en la guerra de los mil días que no solo daba continuidad a la hegemonía conservadora y daba por disuelto al partido nacional sino que ahora también mermaba sus aspiraciones políticas en pro de sus ideales más firmes y fundacionales por todo esto el sentimiento de guerra siguió como una constante ya invariable.

En Bolívar (al igual que en muchas otras zonas del país) las vías de comunicación se convirtieron en un componente básico para sus fines. Las vías del país y el transporte no eran las mejores y esto fue un problema para sus deseos de solidificar su mensaje a nivel nacional y que fuesen escuchados en diversas regiones. Sabemos que las vías son un componente vital para dejar atrás preceptos coloniales y los liberales entendían que en la conexión estaba claramente la clave para hacerse más visibles en un periodo en el que casi todo parecía estar a favor del conservatismo. El ala radical del liberalismo deseaba tomar la iniciativa en este rubro con la finalidad de además de hacerse visibles y notar como oposición que no se dejasen de gestar sus consignas y acciones en el país. La agricultura como actividad fundamental de Bolívar se vio afectada en gran manera por los problemas de transporte por ende pese a ser un gran deseo de las elites el olvidar designios coloniales aún quedaban vestigios en una zona que no crecía económicamente en gran escala. Las trochas se convirtieron en una constante y la necesidad de mejorar las vías sería uno de los principales retos del gobierno. Se pensaba en gran medida que con vías adecuadas entraría el desarrollo y la prosperidad económica en el departamento. En el departamento hallamos casos como el del trasporte entre Turbaco, Arjona o Arenal el cual era precario y en el área de ferrocarriles encontramos a Soplaviento y Calamar. El transporte fluvial teniendo como principal bastión al rio magdalena logró gran connotación a nivel nacional como un eje articulador de la economía patria.

La religión y más precisamente la iglesia católica ha servido en países como Colombia un coaccionador de ideologías que muchas veces van de la mano del estado que como hoy sabemos ha servido incluso para la labor de educar. Por ende el catolicismo en Bolívar se consolidó como un esquema que unido a la arista gubernamental forjó la historia del departamento en muchos aspectos. Pese a que el liberalismo en su  principio más sólido plantea la separación Iglesia-Estado en algunos momentos como este debió ser permisivo sin que esto significase un replanteamiento de sus ideales. El ala más radical siguió firme en su consigna de separación entre lo religioso y lo gubernamental pero los liberales que empezaron a acercarse más a la noción conservadora veían con más tolerancia algunos puntos específicos todo esto en pro de lo que les conviniese a ellos.

Finalmente con el tratado de Neerlandia y luego la confirmación con el de Wisconsin se da fin a la guerra. Lo que es un hecho evidentemente claro es que la guerra de los mil días dejó al país en una crisis fiscal de grandes dimensiones y tras la muerte de Rafael Núñez es Miguel Antonio Caro quien toma las riendas del proyecto regenerador hasta 1898.[40] Se busca después una reapertura del canal del dique como una arista crucial para la rehabilitación económica de Cartagena.

Después del fin de la guerra de los mil días y la separación de Panamá en 1903 el liberalismo sufre una transformación interna que ocasiona no solo un cambio de dirigencia sino que además se da una reorientación y redefinición de su pensamiento ideológico y doctrinario. En este contexto se da también un rompimiento con la herencia radical que aunque había culminado como tal previamente (técnicamente 1886 con la constitución) había dejado rezagos notables. Es precisamente con el rompimiento del liberalismo radical en Colombia que el partido liberal entra en una nueva dinámica en la que los acercamientos a  nuevas nociones políticas se hacen notar más.

La prensa en Bolívar sirve como un referente importante en este momento histórico al resaltar que la guerra de los mil días significó un antes y un después para el partido liberal a nivel nacional y en este departamento no fue la excepción. En Cartagena por ejemplo encontramos que dentro del liberalismo estaban integradas gentes de baja posición económica que no seguían esa creencia de que necesariamente toda una elite económica tomaba ciertas decisiones dentro de esta colectividad. Lo anterior no quiere decir que no existían familias de abolengo y estatus en la toma del poder. Es conveniente señalar que todas esas diferencias aun en el área económica nos sirven como un recuerdo siempre visible del gran fraccionamiento y división dentro del partido que cubría diferentes aspectos dentro del mismo.

Debido a esa inestabilidad liberal visible en Cartagena y Bolívar no había una dirección municipal y departamental lo suficientemente sólida. Juan Fortich toma las riendas del partido en esta zona como jefe único del liberalismo local y luego Eloy Pareja, hay que mencionar que ambos dirigieron sin opositores. Sabemos que por supuesto y luego de la guerra el fraccionamiento liberal se hace evidente de nuevo. Después de la separación panameña los jefes nacionales del liberalismo (exceptuando la fracción del general Benjamín Herrera) se vieron en la necesidad y obligación de restituirse así que buscaron arreglar sus diferencias. Los liberales cartageneros continuaron la tendencia nacional y constituyeron el directorio municipal de la ciudad.  Este directorio municipal fue conformado así: como presidente fue nombrado Manuel F. Obregón, como vicepresidente: Constantino Pareja G, como secretario: Vicente Martínez A, mientras que como vocales fueron asignados Juan N. de la Vega y José A. Fernández. De igual forma se constituyó el directorio departamental, que de manera provisional fue conformado por Eloy Pareja G., Lazaro Ramos, Lascario Barbosa, Rafael H. Muñoz y Domingo de la espriella al frente, mientras que como suplentes se nombraron a Cristobal Bossa, Juan N. de la Vega, Simón Alandete Gómez, Miguel Díaz Granados y Rafael Henríquez.[41] Finalmente de este directorio provisional se conformaría el oficial y de este saldrían los representantes de Bolívar para el directorio nacional.
Para 1904 Cartagena ejercía control político-administrativo de las provincias del Carmen, Corozal, Sinú, Sabanalarga, Mompox, Sincelejo, Barranquilla y Providencia, por ende todas estas zonas estaban a cargo de la información que llegaba a Cartagena y entre otras las novedades del ámbito nacional. Sumado a esto por la dificultad, la lejanía, el bajo pago y el aislamiento muchas gentes no aceptaban cargos públicos fuera de Cartagena. Todo esto hacia que algunos corregimientos y poblaciones no tuviesen presencia permanente de la autoridad del estado en su localidad. Durante este tiempo y debido a los altos y urgentes gastos causados por la guerra civil y por no ser suficientes los fondos nacionales se crean los billetes departamentales. La jefatura civil y militar con el gobierno departamental disponen esas emisiones de billetes en medida aprobada por el gobierno nacional.[42]

En Junio de 1904 el liberalismo había logrado ya reorganizarse completamente en los departamentos de la costa, Antioquia, Cauca, Santander y el directorio provincial nacional había acordado un programa moderado que presentaba el límite de las aspiraciones liberales. Para mejorar entre otros el problema ya mencionado de la lejanía entre Cartagena y poblaciones y el fraccionamiento se crea en 1905 el departamento del Atlántico.  (Como departamento, el Atlántico fue creado inicialmente el 11 de abril de 1905 dentro del plan de modernización del presidente Rafael Reyes (1904-1909), quien nombró gobernador del Atlántico al general Diego A. De Castro. Estaba conformado el departamento por las provincias de Sabanalarga y Barranquilla (segregadas del departamento de Bolívar), con capital en la última. En 1908, el departamento del Atlántico fue suprimido y reemplazado por el departamento de Barranquilla, pero en ese mismo año fue suprimido como departamento y anexado al de Bolívar. En 1910, se volvió a crear definitivamente como departamento mediante la ley 21 del 14 de julio de 1910, con Daniel Carbonell como gobernador y capital Barranquilla).[43]

Toda la estrategia de ir creando nuevos departamentos que fueron segregados de otros como el caso de Atlántico fue basado en las ideas regeneradoras que buscaban desmantelar el estado federal restaurando a toda cabalidad el centralismo propiciando el proteccionismo económico, presidencialismo, religión oficial y un autoritarismo nacional en libertades pública todo esto con el fin también de restar control a los grandes oligarcas en las diversas regiones. Y es que precisamente en este momento se hace vital el centralismo como respuesta a lo que ocurre luego de la separación panameña puesto que otras zonas del país comenzaban a tener intereses separatistas, con la creación de los nuevos departamentos adeptos al gobierno nacional se deseaba mermar en buena medida estos intereses. A la usanza francesa se formaban nuevos departamentos más pequeños en extensión pero en los que se evidenciaban y propagaban celebraciones al lograr ser independientes de antiguos departamentos. Ese sentirse integrados a un nuevo departamento independiente y del cual hacían parte hizo en gran medida que el ideal de separatismo bajara lo cual era conveniente para el gobierno central.

Paralelamente en Cartagena y con toda esta realidad nacional, la ciudad se politiza fuertemente. Tanto la elite como los sectores populares  estaban al tanto del quehacer político de la ciudad y el país. En el aspecto del ocio se daban tertulias políticas en las que las conversaciones en torno a la realidad local y nacional eran constantes. Para el caso de los liberales que es lo nos compete se sabe que los bares, tiendas y cantinas eran sitios de esparcimiento clave en el acervo cultural el ideológico[44]. De esta forma la política se acercaba más a la gente y entraba en el mundo de lo cotidiano. Sin embargo hay que tener en cuenta que durante ciertos periodos los conservadores se imponían y prohibían tener abiertos todos estos espacios de sociabilidad como bares y cantinas si sus dueños eran liberales (esto durante periodos de cumplimientos por decretos del gobierno, entre esos decretos hallamos por ejemplo el 184 y el 283 de 1902).[45] Siguiendo con el tema padres influían en las decisiones políticas de sus hijos, infundiéndoles el amor por un partido y el desprecio por el otro. Por ello en familia de padre liberal, por ejemplo, los hijos seguían la estela y fidelidad al partido del que habían oído escuchar tanto tiempo de su padre y se volvían afines a sus posturas. Con esto se dan nuevos espacios de sociabilidad que van en un espectro tan amplio desde la masonería hasta comités barriales, juntas, reuniones formales e informales y más. Espacios que en el departamento de bolívar también toman lugar y dan cabida a nuevas herramientas para la difusión de las teorías liberales.

Otro elemento a tener en cuenta en Bolívar (aunque no sucede únicamente en este departamento) es la llegada de gentes de provincias a Cartagena, ocurre a nivel nacional con personas que dejan zonas rurales y provinciales en pro de mejores oportunidades en las grandes y medianas ciudades. Llegaban así a las ciudades gentes de diversa índole socioeconómica, también con la necesidad de poner a sus hijos a estudiar en la ciudad e incluso gente de poder que buscaba encajar en las elites locales viviendo en el centro de la acción donde ocurría todo y no tener que esperar noticias hasta sus pueblos. A Cartagena llegaban sobre todo población de las sabanas de Bolívar, del Chocó y más lugares del sur. Algunas interesadas en las realidades ideológicas que vivían las ciudades y con pleno interés en hacerse escuchar. Hay que tener en cuenta que para este momento el liberalismo contaba con solo dos representantes  la cámara y con ninguno al senado.

Hay que decir que en algunas poblaciones aledañas a Cartagena y de las otras provincias de Bolívar los liberales si lograron participar en las contiendas, casos clave como el de Simón Bossa, quien logró salir de la ciudad y obtuvo el título de general y estuvo en Mahates y Tolú viejo.[46] Otros liberales militares fueron José María Lugo y Joaquín Mercados Robles que también lograron un gran y notable prestigio.[47] Esto confirma una vez más uno de los fines fundamentales de este trabajo investigativo y es demostrar que según que contexto y zona, los liberales vivieron en una gran dicotomía, pues una gran mayoría vivía en un mundo de oprobio: rezagados, vencidos (hasta cierto punto) y sin presencia política vigente, mientras que otros continuaban aun en plena hegemonía conservadora con poderes e incluso con responsabilidades dentro del oficialismo. La técnica usada por algunos liberales para seguir en el poder como ya sabemos fue mostrarse más cercanos a posturas del conservatismo e incluso al extremo algunos entraron en sus filas, pero sorpresivamente se da el caso de otros que siendo aún fieles al liberalismo seguían siendo parte del poder.

Como la vida misma es un cumulo de cambios y transformaciones entre 1904 y 1909 bajo el mandato de Rafael Reyes se logran vivir momentos cortos de una aparente estabilidad pero que mermaban con la llegada de una inestabilidad más imperante y duradera en el tiempo.[48] De Reyes hay que decir que no era un político convencional en su época puesto que era un empresario más no abogado o poeta como la mayoría.[49] Cuando es elegido presidente no solamente debió enfrentar retos y desafíos sino que además debía ganarse el respeto de sus pares.[50] [51]Obviamente el asumir la presidencia luego de una guerra significa un problema tremendo que necesitaba solución. Además de esto la economía nacional estaba en tiempos oscuros puesto que había una devaluación tan fuerte como nunca antes en la historia del país. Los métodos autoritarios utilizados por Reyes le ganaron tanto seguidores como detractores. Lo logrado por Reyes ha de seguir siendo hoy aun un tema abierto a debates pues hay desde historiadores que por ejemplo adulan sus técnicas como los hay quienes critican su proceder. Para uno de sus biógrafos, el señor Eduardo Lemaitre, Reyes sacó al país adelante de lo que él denomina “la edad media colombiana” que fue a su ver el siglo XIX. Para Lemaitre, Reyes “reconstruyó” el país y lo encamino a una “vida moderna” y a “la civilización contemporánea”.[52] Pero es que el discurso de Lemaitre va más allá y asegura sin dilación que Reyes puso finalmente a liberales y conservadores codo a codo sobre la misma mesa de trabajo.[53]

Hay que decir que en un inicio Reyes logró algo no muy convencional y es que ciertas líneas del liberalismo siguieron su consigna y le apoyasen. Lo anterior tiene su raíz claramente en que desde su discurso inaugural como presidente Reyes afirma que habría de actuar no como jefe de partido sino como jefe de estado. Que comprendía además el mal momento del país y hacia un llamado a la unión y concordia nacional.[54] Sumada a esta tolerancia estatal, Reyes logra más acérrimos rojos al incorporar a su gabinete como ministros a dos liberales. Como el liberalismo estaba fraccionado Reyes no recibió inicialmente apoyo de todo el partido pero paulatinamente comenzó a ganar más terreno. En un primer momento fue seguido por el ala económica del partido liberal (es decir el circulo en el que el aspecto económico era primordial). En un segundo momento la fracción liderada por Uribe Uribe y en un tercer momento le apoyó también la fracción liderada por Benjamín Herrera.[55]

La integración que promulgaba Reyes no se quedó allí, sino que además permitió al liberalismo participar en las cortes supremas, en tribunales, en la diplomacia, e incluso en gobernaciones como las de Boyacá y Tolima. Aunado a su deseo de reestructurar el país nombró Alcaldes, secretarios de Gobierno, jueces y trabajadores en instrucción pública. A través de la Asamblea Nacional Constituyente creó la Ley de las Minorías que permitió a los liberales ser parte de las corporaciones legislativas (Congreso, Asambleas departamentales y concejos municipales). De esta forma se puede afirmar que Reyes admitió al liberalismo para que tuviesen representación en diversas ramas de la administración pública del país.

En Cartagena (con la aprobación presidencial) fueron nombrados por la gobernación departamental varios liberales en distintos cargos públicos. Para tener ejemplos puntuales hallamos a Antonio R. Blanco, liberal que por años ocupó la secretaria de hacienda departamental y ocasionalmente la hacienda de gobierno. Otro liberal a mencionar fue Bernardo Porto G. quien fue alcalde de Cartagena en 1908. De la misma manera varios liberales cartageneros ocuparon cargos de personero, de jueces, de fiscal del tribunal superior de Bolívar, entre otros.

Como contrapeso a esa notable permisividad de Reyes se generalizó entre la sociedad nacional su autoritarismo por lo que ganó críticas y miramientos con el deseo de verlo fuera del poder. Su gobierno comenzó a ser tildado como una dictadura. Al cerrar el congreso en 1904 y convocar a una asamblea nacional en 1905, esta favoreció todos sus lineamientos y discurso lo cual en política no es algo sano. Puesto que es síntoma de un volcamiento de la tradicional articulación de oposición y oficialismo a un desorden interno donde todo lo que diga el presidente es aceptado y aprobado sin dilación alguna (aun teniendo en cuenta que para la fecha una tercera parte de la asamblea estaba formada por liberales). El liberalismo finalmente ya estaba comprometido de cierta manera  a aprobar medidas que iban incluso en contra de sus principios fundamentales como partido  y que ahora como colectividad consentían, es decir estaban en la boca del lobo. Es decir pese a ser oposición dentro de la asamblea habían llegado allí en buena medida por Reyes y ahora al este de cierta forma instaurar una dictadura estaban inmersos dentro de esta realidad política que por supuesto necesitaba  a gritos una salida.

Ahora se apreciaba mejor una nueva cara de Reyes (o un perfil de la misma) puesto que de permisivo pasaba ahora a ser un dictador. A prolongarse así mismo su mandato hasta diez años, a desterrar políticos según su conveniencia, a limitar la libertad de prensa (y por ende silenciar a la opositora) a promulgar la pena de muerte para quienes habían atentado en su contra (es decir aceptación de la pena de muerte por delitos políticos) y a una mayor intervención del estado en la economía. Es en este punto en que el liberalismo empieza definitivamente a quitar su respaldo a Reyes; y como ya sabemos que todo esto funcionaba de acuerdo a fracciones, es finalmente la de Uribe Uribe la que se mantiene adepta al presidente.

Rafael Reyes renuncia y entre finales de 1909 a 1910 llega Ramón González Valencia como nuevo dirigente al mando del país que sirve de puente a la llegada en 1911 a Carlos Eugenio Restrepo que va hasta 1914. Hay que mencionar que  luego de la renuncia en 1909 de Reyes los liberales cartageneros abrazan una nueva coalición con los conservadores descontentos del régimen bajo la denominación de “Unión Republicana”.[56] Esta unión se da de 1909 a 1912. Durante esta unión Republicana el liberalismo va a luchar por reorganizarse y el fraccionamiento va continuar vigente y latente. En un primer momento se da entre los liberales Republicanos y los liberales concordistas, en un segundo momento los concordistas pasan a denominarse como “Bloque liberal” o bloquismo. Lo ya mencionado es una ironía de nuestra realidad política colombiana en la que aun en medio de una aparente “unidad” se manifiesta una latente e interna “división”.[57] Respecto a las quejas en contra de la Unión hay una frase que resalta especialmente por su contenido “En religión la fe te salva; pero en política hay ocasiones en que la fe pierde.”[58]

Hablando precisamente de esas divisiones internas y para presentar casos puntuales vale la pena señalar lo que sucedía en Cartagena dentro del liberalismo. Como dato curioso por ejemplo Juan José Nieto y sus seguidores y partidarios estaban enfrentados a los también liberales hermanos Carazo y Santodomingo Vila. Más adelante la división se da entre el círculo de la Espriella o “Espriellismo” liderado por Juan de la Espriella y el “caricismo” liderado por los hermanos González Carazo. Después la disputa local interna se da entre los “manotistas” y los partidarios de Lazaro Grau. Para Rafael Núñez un contradictor liberal notable fue Santodomingo Vila.[59]

En los últimos años de esta unión Repúblicana  el liberalismo busca una restructuración interna en sus filas y en Cartagena desde 1909 ya se pretendía obtener una reorganización en este. Es vital para propulsar este cambio y el deseo de captar más población afín a sus filas que se publica el periódico El Liberal (a partir de este momento vamos a encontrar cada vez más y más alusiones a este periódico pues se convirtió  en un eje esencial del liberalismo en Cartagena y Bolívar pues no solo les da más visibilidad si no que constituye también una herramienta muy útil que nos sirve para apreciar mejor y dilucidar sus movimientos en esta zona).
Es a través de El Liberal que se da una publicación que invitaba a los copartidarios a una organización liberal para elegir el directorio municipal para el caso de Cartagena a través del sufragio. Hay que decir que en 1912 el Bloquismo crece. En este momento Rafael Uribe Uribe sigue visible como una figura central del liberalismo a nivel nacional y que se posiciona en Cartagena como un referente hasta su muerte por asesinato en 1914 en Bogotá El liberal como periódico logra su objetivo y se da una colectividad formada por jóvenes de nuevos liberales que toman la bandera de este en zonas como Cartagena y Bolívar.

Con la llega del siglo XX también se da la “Sociedad de amigos de la paz” que no fue mas que una estrategia que buscaba la paz como principio de los partidos políticos. Tanto que no fue sorpresa empezar a proponer a los liberales el ser guardianes de la paz e incluso se fue un paso más allá aduciendo a la paz como necesidad para llegar al capitalismo. Todo esto es curioso en un momento en el que la economía nacional deseaba hacerse notar en el mercado internacional. Con el paso del tiempo el país entre en una nueva era llamada “de la paz y café” que desde 1904 ya venía forjándose y que tiene lugar hasta 1930. Luego de la pérdida de Panamá y la depresión económica con fluctuación política, Colombia pasa por un importante periodo de estabilidad política interna algo bastante novedoso y sorprendente en su historia como nación independiente.

Hay que decir que entre 1910 y 1914 en Cartagena la prensa política alcanzó un periodo de gran difusión y consolidación gracias a cambios coyunturales y constitucionales que se daban para la época. En la vida cotidiana los lazos de sociabilidad bipartidistas seguían presentes y un proceso de industrialización que buscaba modernizar al país aprovechando la celebración del primer centenario de la independencia. Precisamente en este contexto se publica en El Porvenir de Cartagena una nota titulada “Información Política: Orientación” con fecha de 3 De Septiembre de 1910. Vale la pena resaltarla porque  no es más que una invitación a la aceptación de la convergencia objetiva de conservadores y liberales en pro de un mejor país. Más que un mensaje positivista publicado en este rotativo local, se convierte en una llamativa consigna en la que el ideal de patria es mencionado e incluso se alude a ejemplos foráneos como el caso inglés. Es curioso como con tal suspicacia el redactor, que por cierto firma como “Jóven Tolima”, hable de bienestar de la patria aunada a un sentir bipartidista y que esto se publique en este medio local.[60] Tan solo días después en Cartagena un telegrama enviado por Geronimo Martinez A. se publicó en “El Porvenir” titulado “Conciliación patriótica y Gobierno de paz y armonía” en este, la idea central se afirma en que cada presidente del país buscase siempre un gobierno donde tuviesen cabida todos los hombres ‘de buena voluntad’ sean del partido que sean.[61] Sin embargo durante estos mismos años ocurren reordenamientos muy curiosos que van desde el desaparecer el congreso de la república, omitir la figura vicepresidencial, se extienden los periodos de gobierno a 10 años y se monopolizan los impuestos fiscales. Estos reordenamientos no son duraderos y al tiempo se suprimen. Se da un proceso de urbanización que se intensifica durante los primeros años del siglo XX y a partir de ese entonces se visibiliza un fenómeno de llamar a Colombia como “un país de ciudades” esto debido al crecimiento poblacional de las áreas urbanas y la consolidación de las capitales departamentales como epicentros sociopolíticos de sus regiones.[62]

En el plano económico de Cartagena desde finales del siglo XIX se habían creado espacios semi-fabriles en los que se promovía con maquinaria (hasta cierto punto elemental) productos como velas, gaseosas, hielos, chocolates, cigarrillos, entre otros. Es ineludible e imposible no mencionar en este punto a Kola Román, gaseosa que desde 1865 ya existía en la ciudad y se convirtió indiscutiblemente en un referente del crecimiento financiero local (por cierto Kola Román ya existía casi dos décadas antes de la Coca Cola). Esta gaseosa cartagenera fue creada por Carlos Román Polanco, un destacado empresario local que trajo de Londres maquinarias para la creación de bebidas gaseosas.[63][64] La razón de mencionar en este momento a Carlos Román Polanco y su invención es que fue hermano de Soledad Román de Núñez, esposa de Rafael Núñez y del que se ha podido constatar que apoyo a su hermana en las políticas regeneradoras en las cuales esta fue una figura esencial al ser finalmente la compañía femenina de un poderoso que en muchas ocasiones fue aconsejado por esta y de la cual hoy la historia reafirma que fue muy interesante su participación. Debido a esto se hace vital la creación de trabajos investigativos que tomen como centro a Soledad y su importante labor dentro de eventos históricos como la regeneración y la del crecimiento del sector de la ganadería y curiosamente y debido al lento pero notable despegue de la economía del país en general que se dice que en el siglo XX nace el capitalismo en Colombia.

Para 1910 Cartagena contaba con una economía basada en la industria y por esto se había ido gestando un nuevo grupo social mayormente representado por una mano de obra que laboraba en nacientes empresas  y se manifestaban como un nuevo sector a tener en cuenta. En este mismo año a nivel nacional se da la primera reforma a la constitución hasta entonces vigente de 1886. Tanto para liberales como conservadores vivían en un debate constante por  este punto. La lucha por la libertad de prensa se convierte entonces en una batalla política diaria en la que además de rojos y azules se unía la iglesia católica en pro de lo que esta última convenía adecuado para el país desde su punto de mira. En este mismo orden de ideas era cotidiano leer notas promovidas por la iglesia en prensa sobre temas políticos, aprovechando además paralelismos extranjeros para informar al colombiano de lo conveniente que era preferir un gobierno amparado bajo la sombra protectora de la conducta y tradición católica. Si era necesario traducir, se traducía ya fuese del inglés o francés noticias con un alto valor religiosos y su benéfica penetración en los gobiernos. El hombre es un ser que sin la presencia de designios morales y religiosos podría virar su vida hacia elementos que le harían daño y por ende la iglesia era necesaria para hacer el rescate oportuno y doblegar al hombre a los pies de Dios y entendiese lo que este quería para él.[65]



[1] Sobre este ideal de ver a Núñez como traidor a un artículo publicado en El Porvenir de Cartagena el 6 de Julio de 1893 en el que se consignan todos estos fragores y sentimientos.
[2] «Núñez y la constitución de 1886: triunfo y fracaso de un reformador» http://www.jorgeorlandomelo.com/nunez.htm (consultado el 10 de Diciembre 2015)
[3] El Porvenir. Cartagena. Junio 22, 1893.
[4] Hay que resaltar que Reyes no gozaba de buena reputación incluso para los conservadores históricos, que desde años antes ya publicaban en prensa su repudio ante el general. Para 1897 se le acusaba por su falta de lealtad. Ver: El Porvenir. Cartagena. Diciembre 28, 1897.
[5] El Porvenir. Cartagena. Enero 27, 1895.
[6] El Porvenir. Cartagena Febrero 3, 1895.
[7] El acercamiento de El Porvenir al conservatismo se comprueba incluso en una carta de felicitación escrita por Arturo J. Bermudez y publicada en el mismo medio el 4 de Septiembre de 1892. En la carta se hablaba tanto de la visita de Eugenio Biffi (Obispo de la Diócesis) como de las buenas formas en las que el periódico mostraba las ‘esplendores de la moral’. Se anexan además nociones católicas y bendiciones de parte del redactor.
[8] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 27, 1894.
[9] El Porvenir. Cartagena Septiembre 3, 1893.
[10] El Porvenir. Cartagena. Julio 30, 1893.
[11] El Porvenir. Cartagena Septiembre 5, 1897.
[12] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 19, 1895.
[13] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 9, 1897.
[14] «Directores del partido liberal colombiano» http://partidoliberalcolombiano.info/TabId/59/ArtMID/445/ArticleID/7372/Directores-Secretarios-y-Veedores-del-Partido-Liberal.aspx
[15] De hecho el Nacionalismo había hecho una adhesión formal a la política Nuñista y desde años como 1892 ya hacían publicar en prensa nacional su apoyo a este. Ver El Porvenir. Cartagena. Noviembre 22, 1891.
[16] María Eugenia Urueta. “La destilación de aguardiente en el departamento de Bolívar: la producción clandestina 1886 - 1900”  Universidad de Cartagena
[17] Antonio Arrieta Julio y María Margarita Peñaranda García “Guerra y economía en el departamento de Bolívar” Universidad de Cartagena
[18] Los datos se han obtenido del trabajo de grado de Wilmer Correa “Los dioses cartageneros del olimpo colombiano: Historia del partido liberal y los liberales radicales de Cartagena entre 1882-1893” quien a su vez ha tomado la información de  los siguientes documentos: Óp. Cit. Roicer Flórez, capítulo 4, “La privatización de la guerra: El control de la violencia en el Estado”, en: El uso privado de la autoridad; Óp. Cit. Grey Verbel, Elites y redes de poder en torno al proyector regenerador, Cartagena 1874-1872, 135 páginas; Óp. Cit. AHC. Fondo prensa: Gaceta Oficial de Bolívar años 1888-1893.
[19] El Porvenir. Cartagena. 1 Marzo 1901. Con textos de “Las Novedades” Nueva York, 1901.
[20] Ibíd
[21] Antonio Arrieta Julio y María Margarita Peñaranda García “Guerra y economía en el departamento de Bolívar” Universidad de Cartagena
[22] Quizás una de estas notas de liberales convertidos al conservatismo la hallamos publicado el 20 de Octubre de 1901 en El Porvenir de Cartagena. En el relato hallamos desde un llamamiento a conceptos patrióticos con moralistas y de amor al país. Bajo el título “Habla un liberal” se da un testimonio arquetípico de defensa de los intereses conservadores. Saber a ciencia cierta si fue escrito en realidad por un ex liberal o si se trató de una estrategia de los azules en la prensa es una de esas cosas extrañas de la vida misma.
[23] El Porvenir. Cartagena. Marzo 31, 1901.
[24] Ibíd.
[25] Sobre este asunto se afirma incluso que gran parte del accionar ideológico del liberalismo debió apaciguarse casi que obligatoriamente. Ver: Álvaro Tirado. “El Liberalismo, la constitución de 1863 y la reforma constitucional de 1936” en: El Liberalismo en la Historia. Rodrigo Llano Isaza (Compilador), Colombia, Editor Universidad Libre, 2003, pág. 517.
[26] Los nombres de todos los firmantes del manifiesto son los siguientes: José María Ruiz, Juan E. Manrique, J.M. Quijano Wallis, Arcadio Cespedes, Luis Gutierrez R., Simón Araujo, Abel Camacho, Manuel A. Ángel, Nepomuceno Santamaría, Alfredo Valenzuela, J. de D. Uribe R. A, Daniel Rodríguez, Rafael Rocha Castilla, Nemesio Camacho M., Eduardo Rodríguez Piñeres, Ricardo Galvis, Alejandro B. Ruiz, Antonio Vargas Vega, Roberto Herrera Restrepo y Manuel N. Lobo.
[27] El Porvenir. Cartagena. Noviembre 1 1901.
[28] El Porvenir. Cartagena. Abril 18, 1902.
[29] Ibíd.
[30] «La hegemonía conservadora». http://bibliotecanacional.gov.co/es-co/proyectos-digitales/historia-de-colombia/libro/capitulo9.html (Consultado el 20 Enero 2017)
[31] El Porvenir. Cartagena, Diciembre 25, 1902.
[32] Eduardo Rodríguez Piñeres, “Diez años de política liberal 1892-1902” Librería Colombiana, Bogotá 1945
[33] Eduardo Rodríguez Piñeres, “Diez años de política liberal 1892-1902” Librería Colombiana, Bogotá 1945
[34] Hernando Agudelo Villa “Liberalismo: Crisis y desafío” Editorial Presencia ltda. Bogotá 1984
[35] Carlos Lleras Restrepo “Borradores para una historia de la republica liberal” Editora Nueva frontera ltda. Bogotá oct. De 1975 1ra edición
[36] Milton Puentes “Historia del Partido Liberal Colombiano” Bogotá, editorial PRAG, 1942
[37] En este punto también hay que decir que  hay estudios que hablan de la guerra mejor entendida a nivel nacional cuando se fracciona en cuatro regiones: los santanderes, centro, suroccidente y costa atlántica. Este argumento se basa en entender mejor los contextos regionales para comprender el espectro nacional en mejor forma. Ver: Carlos Eduardo Jaramillo Castillo. “Antecedentes generales de la Guerra de los Mil días. En: Nueva historia de Colombia. Bogotá, Editorial Planeta, 2001. Págs. 65-85.
[38] Entendemos como artesanos no solo a los que practicaban esa labor sino que también se decía de sí misma como una categoría de auto-clasificación política para pequeños comerciantes, baja burocracia y gente de clase popular que empezaba a acercarse a la clase dominante. Las alianzas de estos con el Partido Liberal cubrían un espacio de mutuo acuerdo que beneficiase a esta clase.
[39] Adolfo Meisel Roca “¿Quién manda aquí? Poder regional y participación de la costa caribe con los gabinetes ministeriales, 1900-2000”  en Cuadernos de historia económica y empresarial. Banco de la república de Colombia, centro de estudios económicos regionales (CEER). Abril, 2012. Cartagena
Este documento puede ser consultado en la página web del Banco de la República
http://www.banrep.gov.co/publicaciones/pub_ec_reg5.htm.
[40] Inmediatamente al morir Núñez y como era de esperarse empieza un despliegue comunicativo desde diversos sectores y la prensa inicia homenajes en su honor que llegan incluso a preguntarse como seria Colombia sin su presencia. En el caso Cartagenero hay notas de más de una hoja completa en El Porvenir para Núñez y su legado. “Ese hombre, ese genio, fue el gladiador infatigable e invencible que sostuvo el pabellón de la patria, sin que nunca cayera de sus manos ni por debilidad ni por traición… No era solo la llama del genio lo que alimentaba aquel poderoso organismo: era Dios mismo que lo guiaba como a Moisés, camino de la tierra prometida.” El Porvenir. Cartagena. Octubre 21, 1894.
[41] Ver “El porvenir”, Cartagena, Marzo 18 y 23 de 1904, Pág. 4
[42] El Porvenir. Cartagena. Mayo 27, 1904.
[43] Historia del departamento del Atlántico http://www.atlantico.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=325&Itemid=80 (consultado el 11 de Septiembre de 2016)
[44] Eduardo Posada Carbó. “El Caribe colombiano: una historia regional (1870-1950)” pág. 372 Bogotá, Colombia 1998
[45] El Porvenir. Febrero 5 1902 y 14 Marzo de 1902. Cartagena
[46] Adolfo Romero Aguirre. “Confesiones de un aprendiz de estadista” Cartagena, Editorial El Mercurio, 1938 pág. 72
[47] Manuel Redondo Mendoza “Daguerrotipos liberales” Cartagena, Imprenta Departamental, 1986.
[48] El Porvenir, Cartagena Marzo 18 y 23 de 1904, pág. 4
[49] Curiosamente años antes de lograr la presidencia en una carta publicada por El Porvenir de Cartagena, escrita por quien sería Alcalde  de esta ciudad, Marceliano Velez, hallamos lo siguiente: Firmes! Señores Miembros del Comité Conservador. Estimados amigos y compatriotas: Remito á Uds una copia de la importante carta que me dirigió el señor General Reyes en los momentos precisos de partida de Bogotá. Ese documento, notable por la elevación de miras del distinguido hombre público que representa hoy las aspiraciones del partido conservador republicano, merece ser conocido de todos los que en Colombia aspiran al régimen de la legalidad contra el absolutismo irresponsable. La cuestión electoral queda definitivamente planteada y vanos serán los esfuerzos del Nacionalismo para pretender producir perturbaciones en nuestras filas. El General Reyes quiere, como todos los conservadores, devolverle al país las libertades de la República conservadora, quiere el régimen de la legalidad, desea una administración correcta y económica de la hacienda pública y ver ocupados los puestos públicos por hombres capaces y dignos, sin distinción de colores políticos. Como se ve, la lucha electoral que viene no puede ser más grave y más decisiva para el bienestar de la Nación y para su honra. De un lado, todos los republicanos que aspiran a un régimen legal de derechos y libertades. De otro, el cesarismo político con su arbitrariedad, su corrupción oficial y la negación de todo derecho a los asociados. Con nosotros están las cuatro quintas partes de los colombianos y con el nacionalismo están solo los que viven del Tesoro público. Creo yo que en esta hora solemne de nuestra vida pública, Colombia sabrá exhibirse por su entereza y su energía, digna de la herencia de valor y patriotismo que le legaran los fundadores de nuestra nacionalidad. Con sentimientos de de aprecio personal, soy de ustedes atento servidor y amigo.
Marceliano Velez. Honda, 21 de Noviembre de 1897.
En esta carta que es respuesta a una inicialmente enviada por Reyes hallamos halagos hacia un lado y otro. Resulta llamativo que al llegar al poder Reyes deba renunciar luego de plantear más división entre partidos que era lo que se suponía iba a calmar. La carta aparece en El Porvenir. Cartagena. Diciembre 2 de 1897.
[50] Eduardo Lemaitre “Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano” Bogotá, Banco de la Republica, 4ta edición 1981, págs. 374
[51] Mario H. Perico Ramirez. “Reyes, de cauchero a dictador” Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1974
[52] Eduardo Lemaitre “Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano” Bogotá, Banco de la Republica, 4ta edición 1981, págs. 11-12
[53] Ibídem
[54] El Porvenir, Cartagena, Agosto 25 de 2904 pág. 2
[55] Humberto Velez pág. 194
[56] Cabe señalar que en 2 de Diciembre de 1909 en El Porvenir, diario de Cartagena vemos críticas hacia esta unión mencionando que su programa no era nuevo, sino de circunstancias y que era una unión marcada por ambiciones e intereses por encima de doctrina.
[57] Entre las definiciones más claras de la Unión Republicana hallamos la de Pedro Nel Ospina, del que por cierto hay un artículo en El Porvenir de Cartagena con fecha de 12 de diciembre de 1909 en el que se expresa su definición. Entre apartes se encuentra: “La U.R. no es un partido político. Es una coalición de fuerzas aconsejadas por determinadas circunstanciales fuerzas que, en virtud de la armonía que entre ellas ha reinado y de los sentimientos de consideración, cordialidad y tolerancia que de esa otra han resultado, puede, en circunstancias análogas a aquellas, uniros de nuevo en servicio de los grandes intereses del país, que son superiores a los de los partidos. Pero por estas razones y por cuanto la Unión Republicana está formada por hombres más o menos prominentes de nuestros dos grandes partidos y que no han abandonado su afiliación política, ni abdicado alguno de los principios a que esta obedece, esa unión, como ya lo he dicho, no es ni pretende ser un partido político. Su existencia depende de la voluntad de sus miembros y será determinada por consideraciones patrióticas. Los que la forman, no por haber hecho parte de ese grupo parlamentario, han abandonado o perdido sus puestos en nuestros partidos, ni eludido sus responsabilidades respecto a lo pasado ni las que puedan corresponderles en cuanto a sus deberes como hombres de partido para lo porvenir. Ni un solo instante a pedido o pueda considerárseles desligados de esas obligaciones y derechos; y cometería error muy grave quien llegara a pensar que el hecho de aquella coalición –que ha producido saludables resultados- pueda llegar a dislocar del puesto que haya ganado en su partido cualquiera de los servidores públicos que han hecho parte de la Unión.”
[58] Se trata de una nota editorial publicada en El Porvenir. Cartagena. Noviembre 30, 1909.
[59] Roicer Florez y Sergio Paolo Solano “Infancia de la nación: Colombia en el primer siglo de la república” Ediciones Pluma del Mompox s.a” Cartagena 2011
[60] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 3, 1910.
Por lo especial de esta nota publicada en este diario cartagenero me parece necesario agregar apartes del mismo aquí y aprovechar el uso de conceptos que utiliza y el mensaje que presenta.
INFORMACION POLITICA: ORIENTACIÓN.
La hora presente a ningún partido o bando pertenece; de eso estamos seguros. La hora actual es única y exclusivamente de la Nación. Pensar de otro modo sería antipatriótico, qué decirnos? No sería humanitario. Cómo no deponer el interés banderizo, ahora que todos, cual más, cual menos, tenemos el propósito -tal vez irrisorio- de redimirnos? Hay que pensar que tanto los unos como los otros, somos colombianos y que como tales debemos propender por remediar los males nacionales. Todos deben y tienen derecho -si el que esta palabra vale algo todavía a la libre dilucidación de tan serios y amargos problemas como pesan hoy sobre el horizonte patrio. Ha sonado la hora de guardar las divisas y de envainar las espadas. Todos sin distinción alguna, deben congregarse alrededor de esta pregunta, incisiva y apremiante: Qué hacer? Continuar el mismo sistema que a la ruina nos ha conducido? Seguir con esa odiosa como estúpida exclusión de elementos valiosos, sólo por un inveterado prurito de intransigencia? Prescindir de ciertas unidades cuyo valioso concurso sería de beneficios incalculable a la Patria? No, no; esto sería el desprestigio, pero el desprestigio total.
Algunos hay empero que de buena fe protestan contra las mezcolanzas; o liberales todos, o conservadores todos, en el poder, pero nada de amalgama porque eso sería el desequilibrio en un punto. Los que así piensan son los que no han perdido la esperanza de enriquecer a la sombra del gobierno. Por eso al ver que éste se constituye con elementos diversos fruncen el ceño y rezongan. Pobres vampiros! Ellos no comprenden que una sociedad trate de redimirse, porque ellos no saben del hondo malestar que predomina en el seno de las masas; ellos sólo conocen la vida parasitaria del anélido; ellos son la resultante de un estado patológico contra el cual afortunadamente se viene efectuando una saludable reacción. Los liberales como los conservadores honrados se han convencido por fin de que la salvación del país no está en la exclusivismo de los partidos, sino en el sano concurso de las dos fuerzas o tendencias que en todo país civilizado, como Inglaterra, mantienen el funcionamiento orgánico de la sociedad, como las fuerzas físicas de atracción y repulsión sostienen los agregados moleculadores. El Cosmos está regido por esas dos fuerzas primordiales, dentro de las que se operan diversas modificaciones que, como síntesis, constituyen el maravilloso engranaje de todos los sistemas. Tengamos una base firme: la Constitución; pero una Constitución que satisfaga plenamente las aspiraciones de ambos partidos, es decir, una Constitución de carácter genuinamente nacional. Prescindamos de antagonismo, hueros, de odios ridículos, y esperemos en el porvenir. Laboremos con fe, poseídos de nuestra ciudadanía Cumplamos la ley estrictamente, sin excepciones, sin reparos. y tendremos en pocos años, prensa libre, autonomía, libertad de cultos y libertad de instrucción. He aquí lo que el futuro nos ofrece si ahora dejamos a un lado mezquinas preocupaciones, y sólo pensamos en el bienestar de la Patria.
                                                                                  “Joven Tolima.”
[61] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 11, 1910.
[62] Medofilo Medina “La protesta urbana en Colombia en el siglo Veinte” Ediciones Aurora, Bogotá 1984 pág. 20
[63] Maryelis Rivero Sena “La botica Román en Cartagena” en Revista Credencial Historia, Edición 218, Editorial Credencial Historia. Febrero de 2008
[64] «Los Román y su química con Cartagena». http://www.jetset.com.co/flashback-fotos-asi-lo-vivio-jet-set/galeria/los-roman-su-quimica-cartagena/51322 (Consultado el 20 Noviembre 2016)
[65] Un artículo sobre esto se publicaba en Cartagena en el Periódico El Porvenir un 19 de Diciembre de 1907. Con el título “Política y Moral” se alineaba un mensaje en el que ambos espacios se juntasen en pleno, en concordancia, como una disciplina misma.