LA POBREZA COMO LIMITANTE

El no poseer lucro en el mundo del materialismo y de la ansia de papel moneda puede ser un problema radical causal de caos y estrés, pero también de un elemento utópico en el que se reconoce que el dinero no puedo pagar la felicidad (aunque se diga que ayuda un poco). La contemporaneidad se mueve y funciona a partir del dinero. Con este pagas bienes, servicios e incluso momentos agradables. El dinero paga la comida, paga los impuestos, los servicios públicos, paga una casa, paga viajes y paga estudio. No poseerlo o tener poco hace que se deba apreciar y pensar de qué forma se hará rendir, se dan estrategias de ahorro y de que hacer para lograr más. Entre más se tenga se crece en las llamadas clases sociales, se puede comprar ropa costosa, tener el último carro del año y la mejor casa en la costa, el dinero te costea tratamiento médico si te encuentras mal, puede que te haga conocer personalidades de élite e incluso ser parte de ella. El dinero te puede pagar la maestría y el doctorado, te permite cumplir el sueño de viajar por Europa y los Estados Unidos. Te permite renunciar a un empleo que no te guste e incluso dejar de hacerlo e irte a vivir experiencias inolvidables.





El dinero te permite pagar cirugías estéticas si no te gusta como luces, te permite hacerte el bypass, definir musculatura o curvas si lo deseas, estrenar vestimenta cada día y pasar un fin de semana en París y el otro en Nueva York. Te permite cruzar el caribe en crucero y encaminarte al mediterráneo, te permite comprar acciones y hacerte millonario, te permite pasear por Venecia e ir a Roma, te permite conocer Dubai y quedarte en el Burj Al Arab, te permite comprar casa en Manhattan o si lo prefieres en Beverly Hills, o ¿por qué no? tener las dos al tiempo. El dinero te permite tener a muchas personas a tu disposición, que te hagan masajes en todo el cuerpo mientras te dan de comer uvas y fruta fresca mientras otro te abanica cual estilo egipcio. Te permite ir a una subasta y obtener aquel elemento friki que siempre has querido y agregarlo a tu colección personal de esas cosas que nadie más tiene.



El dinero puede darte la noción de que eres rey el mundo, o por lo menos uno de los pocos que se pueden dar lujos colosales. El dinero puede hacerte pretencioso y sentir que solo con mover un dedo tienes todo lo que quieres. No necesitas luchar por algo si con la facilidad de las tarjetas y los cheques al portador puedes hacerlo tuyo con facilidad. Con dinero puedes atar al ser amado, puedes disfrutar veranos majestuosos y volar donde quieras cuando llegue el invierno. Puedes comprar muchas cosas, puedes tener días de fantasía, puedes estar en el área más exclusiva de cada concierto deseado, puedes tener la última joya de Cartier o regalarla a quien quieras, puedes comprar la tienda entera de Prada, puedes ir al tercer mundo y comprar esclavos (sí, aún siguen existiendo de muchas nuevas maneras). Puedes volar en primera clase e ir a Coachella, puedes comprar todos los libros que quieras o la biblioteca entera, puedes crear múltiples empresas y asegurar una gran herencia a los tuyos, puedes haberlo hecho todo, pero en algún momento morirás. El dinero no puedo pagarlo todo, no puede pagar tu eternidad, no puede pagar una sonrisa genuina del alma, no puede pagar la vida de los seres que más quieres.


Los desposeídos siempre tendrán la esperanza de alegrarse por lo simple, por aquello a lo que puedes acceder sin George Washington en el bolsillo, a eso donde no necesitas tu Mastercard o tu Visa. Allí donde no hay porque aparentar tener nada, donde somos carne y hueso, donde sabemos que moriremos y solo seremos un recuerdo en la mente de alguien, que dentro de un tiempo morirá y será también el recuerdo en la mente de alguien más. Las ansías de poseer más dinero cuando no se tiene es necesaria porque de algo hay que vivir, las facturas no se pagan solas, esta vida funciona en torno a lo que diga la bolsa de Nueva York. El dinero se ha convertido en un dios, que te permite ser o no ser, que te da preferencia o te limita, que te hace ver grande o pequeño, que te da libertades o desgracias, que te da estatus o vergüenza.


La pobreza es un limitante en el mundo resonante del dinero, te impide lograr muchas cosas, pero también permite que te des cuenta que como toda invención humana tendrá fecha de caducidad. Nadie es eterno. No tener ese papel, que enloquece a las masas y hace que trabajes ocho horas diarias para tener que dar algo de comer a tus hijos o ayudarte a ti y tu familia, crea delirio. El dinero es un motor que hace que hagamos de todo para conseguirlo. Que sea necesario tenerlo para todo y bajo él se hagan escalas de crecimiento económicos, estadísticas y perspectivas a futuro hace casi que dependamos de él. Si alguien es de abolengo es en parte al dinero, si tu apellido resuena es en base al dinero, si dicen que eres de buena familia es por lo que han logrado los tuyos en base al uso del dinero, si el gobierno hace y deshace es en base al dinero, si la corrupción aumenta es por el deseo de más dinero.


La pobreza te hace excluido de una sociedad a la que aparentemente solo entrarás si has demostrado algo, si has salido de ella y por lo menos aspiras a entrar al sistema establecido que mueve el mundo, la dominación de las masas, el control de enfermedades, los virus y estancias tropicales, todo en uno. El tener poco dinero te encasilla, te estigmatiza y sitúa en el espacio del digno de lástima, te absorbe como un cero a la izquierda en la sociedad plástica de la apariencia, en el mundo de los apellidos y las buenas familias.


Muchos sueños no se pueden cumplir por falta de recursos. ¡Cuánto habrán querido haber hecho nuestros antepasados y nunca pudieron verlo cristalizado por todos esos limitantes! En esta vida materialista el tener estabilidad financiera es asumido como sinónimo de éxito, de felicidad y de 'vivir bien'. El factor ternura e ilusión pasa a un plano invisible, aquel que no importa y que es de pobres, de los que se consuelan con poco.


El dinero nos ha separado por cientos de años. Si tienes más que el otro te crees superior a él y por ende más importante, el que tiene poco no vale nada y es digno de menosprecio. Es causal de pena no tenerlo, el money parece dominar el mundo. Si lo necesitas para todo, entonces debe ser indispensable, si no lo tienes no interesas, no eres llamativo, tampoco atractivo.


En el ámbito de la recursividad y el ingenio el pobre es rey. Pero nadie quiere estar allí. Nadie quiere ser desposeído, todos queremos estabilidad, entrar en aquello que llaman libertad financiera, crecimiento personal y bla bla bla. Ciertamente hay un limitante pero aún por encima del limitante de la pobreza, puede alzarse el camino del luchador, del que aunque le digan mil veces no, sigue intentando, del que quiere salir de una opresión que dicen es selectiva y hacerse un lugar en el sistema, ser parte de aquello que le han dicho por tanto tiempo significa ser alguien, significa tener dinero, lo que domina el mundo, lo que domina las mentes, lo que enemista familias y pueblos enteros, lo que dicen trae felicidad pero puede traer las más profundas tristezas y desasosiegos, pero eso en esta vida es mejor que ser pobre, o al menos es mejor llorar entre billetes que llorar entre ruinas, eso es lo que dicen siempre, ¿o acaso algo ha cambiado?