Rondaba en mi cabeza la curiosidad luego de que una mujer se mostrase ofendida al momento en que le llamaran señorita. Lo tomaba como una intromisión a su intimidad, a su estado civil y la posicionaba en el mercado sexista del estar "disponible" u "ocupada". No podía dejar de pensar en ello. Inicialmente llamo mi atención y trataba mentalmente de analizar la situación y adentrarme en esta "nueva realidad". En un primer momento lo asumí como una exageración del atropellamiento de lo políticamente correcto en nuestra sociedad, pero luego al reflexionar y pensarlo bien, he caído en cuenta de que tiene algo de razón.
Al hombre jamás se le pregunta si es "señorito" o "señor". Simplemente se le adjudica ese titulo (señor) sin indagar más allá. En cambio en el lado femenino, siempre existe como un orden de cosas establecidas, el cuestionar si es lo uno o lo otro. Leía en un blog de corte feminista que esa pregunta podría molestar al querer saber si la mujer está "usada" o es virgen. Por ende hay todo un elemento sexista en juego y aunque socialmente tengamos aceptado el "señorita" como una forma cordial de referirse a una dama, y aunque pueda previsiblemente estar lleno de buenas intenciones, carga en el fondo una consigna discriminadora y de subyugación en la que mujer pareciese no pertenecerse así misma sino al hombre que le acompaña y le da el titulo de "señora". Por ende, el hombre tiene el titulo de señor por el simple hecho de ser hombre, en cambio la mujer debe lograr el título de señora al casarse o estar en pareja siempre con el sujeto dominante a su lado.
Ser "señor" o "señora" denota ser el amo o ama de algo. No implica entonces vejez o largura de días, por tal razón, durante buen tiempo, puede que algunas mujeres preferían (o prefieren) el título de "señorita" por tomarlo como sinónimo de juventud. Sin embargo el simple hecho de ser llamadas así, sabemos ahora que puede suponer diversas situaciones.
Como un escenario del lenguaje, en idioma español el conflicto está latente. En el caso del inglés se ha solucionado con decir "Ms" (que denota simplemente mujer) en vez del "Miss" (señorita) y "Mrs" (señora). En el alemán el cambio es similar, ya no se distingue entre frau y fräulien argumentando que no es necesario en el mundo de hoy. El debate está encendido y nos invita entonces a definir si serían pertinentes o no los cambios en esta lengua de Cervantes que para diversos colectivos es machista donde las haya, con palabras que deberían ser redefinidas en el diccionario. Algo ha hecho ya la RAE respecto a esto, eliminando en 2014 significados a conceptos con una insinuante carga misógina. La usanza de femenino como algo "débil" y "endeble" ha sido borrada de los diccionarios de esta entidad, así como aquellas que se ufanan de sinonimia a lo masculino con "enérgico" y dominante.
Como un escenario del lenguaje, en idioma español el conflicto está latente. En el caso del inglés se ha solucionado con decir "Ms" (que denota simplemente mujer) en vez del "Miss" (señorita) y "Mrs" (señora). En el alemán el cambio es similar, ya no se distingue entre frau y fräulien argumentando que no es necesario en el mundo de hoy. El debate está encendido y nos invita entonces a definir si serían pertinentes o no los cambios en esta lengua de Cervantes que para diversos colectivos es machista donde las haya, con palabras que deberían ser redefinidas en el diccionario. Algo ha hecho ya la RAE respecto a esto, eliminando en 2014 significados a conceptos con una insinuante carga misógina. La usanza de femenino como algo "débil" y "endeble" ha sido borrada de los diccionarios de esta entidad, así como aquellas que se ufanan de sinonimia a lo masculino con "enérgico" y dominante.
Ahora bien, llegamos a un punto contrastante. No todo el que dice "señorita" lo hace con una connotación sexista o discriminatoria, vamos que no lo hace pensando en si una mujer esta soltera o casada, simplemente se ha popularizado como una característica forma de ser cordial e incluso un elemento social. ¿El desconocimiento de esta causa es valedero suficientemente para ser inocente y pasar inadvertido por no estar en estas "nuevas" dinámicas? Pareciese que no. Se habla de que hay que seguir educando a la sociedad y lentamente forjar que vayamos saliendo de concepciones preconcebidas que son machistas y no lo sabíamos (o no queríamos darnos cuenta).
Otro ítem que vale la pena mencionar es el de la exacerbación de lo políticamente correcto. ¿Realmente llegará el momento en el que ya no podamos decir nada porque todo será machista, sexista o discriminatorio? Pareciese que vamos en ese camino, pero asegurarlo como una realidad venidera no supone necesariamente adherirnos a un movimiento que va en contra de iniciativas como las de grupos feministas y minorías sexuales, además de los eufemismos que cada vez se hacen más comunes para referirnos a enfermos con "capacidades especiales" y/o de algún tipo de retraso mental.
Los extremismos nunca han sido buenos, pero defender la causa femenina no es uno de ellos, jamás debe acreditarse como "hembrismo" o superioridad femenina sobre el hombre, en el mundo de las ideas es el establecimiento de una igualdad entre sexos. Para algunos es una vía posible, para otros es una dicotomía, para otros es imposible. Creer en que es factible es ser aguerrido pero también valiente. Probablemente el de "señorita" sea solo uno de muchos otros ejemplos que ya están aquí o están por venir. Lo que puedes decir hoy, mañana puede ser discriminatorio o ruin. No en vano se ha vuelto popular las críticas de millennials a "Friends" y más series de los noventa en las que se normalizan hechos que hoy causarían polémica en la televisión y cultura pop. Letras de canciones y el caso de "Mariconez" de Mecano son más hechos visibles de lo actual y lo venidero en el mundo de lo establecido y la revisitación a componentes de la vida misma, de lo que hemos sido, somos y seremos.
Ciertamente las sociedades son cambiantes y el ideario colectivo, la opinión pública y pensamiento de las masas se "contextualizan" (en cierta medida) de acuerdo a sucesos coyunturales. Pero el hecho de que con el paso del tiempo nos vamos volviendo más permisivos y abiertos a nuevas posibilidades no deja a un lado que otro sector de la sociedad siga siendo opresor, cerrado y psicorígido. Pero creer que todo es blanco o negro, desconociendo una buena variedad de tonos de gris y colores, nos sitúa en un problema. No estamos para vivir separados y divididos, la apertura a respetar la diferencia es una característica de un ser humano pensante, tolerante y respetuoso por el espacio del otro. No pensamos igual, no creemos en lo mismo pero en una expectativa utópica vivimos en paz con nuestra realidad y las realidades de los demás.