EL PROBLEMA QUE SUPONE LA MUERTE DE ARMANDO VEGA-GIL

El compositor y bajista de la agrupación mexicana "Botellita de Jerez" se ha suicidado luego de acusaciones en su contra publicadas en twitter por una cuenta alusiva al movimiento #MeToo en el contexto de los músicos mexicanos. Resulta inquietante que Armando haya acabado con su vida por una denuncia que manchaba su imagen, pero lo más peligroso: se hacía anónimamente. El problema aquí radica no en la culpabilidad o inocencia de Vega-Gil, (que por supuesto importa) sino más bien en la amenaza latente de injurias y calumnias que pueden propagarse como la pólvora por la facilidad que implica el no dar la cara y no asumir la consecuencia de nuestros propios actos. El artista alegaba inocencia, pero también comentaba una gran verdad, y es que pese a que fuese inocente, el escarnio público para él nunca se iba a agotar, de aquí en adelante sería recordado por ese bache en su humanidad y con el que él consideró no querer persistir. El estigma fue mayor que sus ganas por vivir y continuar en el mundo de la música y las letras, en el cual se había destacado. Es una pena que esto ocurra, pero su muerte debe ser un punto de inflexión que nos haga reflexionar sobre la forma en como se están haciendo las cosas respecto a esta avalancha de reivindicaciones que movimientos como el #MeToo generan.



Otro gran problema que se evidencia con este tumulto de denuncias, además de comprobar su veracidad, se sustenta en lo políticamente correcto. ¿Hasta qué punto es agresión un halago con buenas intenciones o simplemente un saludo cariñoso?. Sabemos que cada vez la linea que separa a lo uno de lo otro se hace más delgada, pero también hay que decir que muchos y muchas pueden escudarse en el deseo de hacer daño a alguien más, al denunciarle falsamente, siendo inocente. Con la masificación y rapidez de las redes sociales, en segundos la reputación de alguien puede ser manchada, y limpiarla aunque se descubra que es inocente más tarde es muy complicado. Traigo a colación el caso del chico argentino que se suicidó en 2018 por una falsa acusación de violación. La chica que le acusó pidió disculpas y mencionó que había mentido, pero fue demasiado tarde, el chico ya no estaba en este plano. Por todo esto no solo el anonimato es un grave impase, también lo son la calumnia, el deseo de hacer mal y otro cada vez más notable: la extorsión.



Como nueva forma de extorsionar sobre todo a hombres se está viendo como en sistemas de transporte público como metros y más, mujeres acusan a varones de haberles tocado siendo esto falso, provocando que en el mismo lugar el hombre sea violentado y juzgado por los demás pasajeros sin corroborar nada (¿cómo lo harán ante una mujer que se muestra agredida?). Más adelante al bajarse el sujeto del transporte, descubre que le esperan en grupo para solicitarle dinero con la promesa de que no le denunciarán. Este hombre se ve obligado a pagar pese a no haber hecho nada y por supuesto ser inocente, pero ¿a quién le van a creer? ¿a su palabra, o a la de una mujer que le ha acusado y dice tener de testigos a los demás pasajeros, que probablemente no vieron nada, pero solo por sus alaridos, sin cuestionar, echan el rayo juzgador sobre el hombre inocente?



De manera que estamos ante nuevas formas de victimización con múltiples causales de beneficio en un mundo contemporáneo, en que al hombre se le ve como el cazador implacable y a la mujer como la damisela indefensa y necesitada de protección. Por supuesto, perpetuar este ideario colectivo es de un tinte machista, tradicionalista y que justamente no soluciona el problema, lo enardece y hace llegar a límites insospechables. No sabemos si el hoy fallecido artista sea realmente culpable o inocente, lo que si duele es su muerte en esta forma y que la acusadora no haya dado la cara públicamente exponiendo su caso. Obviamente acá entramos a un nuevo dilema, y es el de: ¿hasta qué punto la chica no dio la cara por considerarse expuesta y desprotegida en países como los nuestros donde estas denuncias han sido menoscabadas a lo largo del tiempo? Por supuesto que esto debe cambiar, las leyes deben ejecutarse en mejor medida en estos temas, pero también cuidarse mucho de ser neutrales y no favorecer a primera vista a la acusadora por el simple hecho de ser mujer y mostrarse afligida. La disyuntiva notoria nos lleva a otro inquietante rubro: ¿Por qué cuando los hombres son las victimas del abuso solo causa risas y descaro? ¿acaso no estamos mal como sociedad al legitimar los casos de acuerdo al género de quien está implicado?



No hay que perder el rumbo: por supuesto que es importante que las mujeres alcen su voz y denuncien a sus agresores, pero deben dar su cara (aunque esto les afecte inicialmente sirve para dar precedentes). Es crucial investigar a cabalidad para saber cuando es un hecho real y cuando una farsa con fines lucrativos, extorsivos y de daño de la imagen publica del acusado. También es esencial que la justicia mire hacía el otro lado y si un hombre es victima de agresión pueda hacerlo también libremente y sin la burla social. Para cerrar resulta también trascendental que nos eduquemos desde la escuela y en casa a distinguir entre actos de cariño o afecto y acoso. Porque no necesariamente toda galantería por parte de un hombre hacia una dama indica que le está acosando o vulnerando sus derechos. Lo que si hay que tener claro aquí es que cada mujer tiene formas de ser y expresarse y si considera que no admite ningún tipo de halago o similar por su tranquilidad y paz mental debe hacerlo saber y así esta sea finiquitada por parte del implicado. Inevitablemente una formación para el 'patriarcado' es muy necesaria. Los hombres de esta sociedad deben aprender a respetar a las mujeres, darles su espacio y no tomarlas como objetos sexuales o la personificación del cumplimiento de sus más grandes placeres. Más neuronas que hormonas.




No se trata de que las mujeres deban poner siempre limites, se trata de que los hombres no se pasen de la raya, reconociendo el limite de ellas, y viceversa. 

En un mundo utópico hay respeto por el otro, hay consideración, hay paz.
Descanse en paz Armando Vega-Gil.