CUANDO UNO SE ENGORDA...

Cuando uno se engorda desinhibidamente llega el momento en el que te deja de importar tu peso. Qué más da si ya tu cuerpo se ha llenado de grasa, gordos y más rápido cansancio al correr. La gente de alrededor comienza a hacer mención de tu pronunciado sobrepeso y paulatinamente empiezas a darle alguna (aunque inicialmente incipiente) importancia. Si tan fácil es aumentar de peso y tan descaradamente difícil adelgazar estamos frente a un suplicio, uno de esos de nivel mayúsculo, en el que la molestia se hace evidente y la frustración de estar en un cuerpo en el que la ropa no te queda y tu cara se ha hecho más circular al estilo Winnie the Pooh es indiscutible. 




Se sabe que hay que adelgazar más que por look, por salud y bienestar personal, pero eso no es tan fácil. La comida es tan deliciosa y placentera que nada le pediríamos más a la providencia (o a lo que creamos) que nos conceda la inigualable potestad de comer sin ensanchar nuestros territorios. Ese maravilloso poder inalienable que parece lejano y que sólo tienen algunos pocos que parecieran haber hecho el mejor pacto con lucifer en pro de disfrute, es eso, un poder de otros, no de nosotros.


Si engordar es tan sencillo, adelgazar también debiera serlo, pero así no funcionan las cosas, algo verdaderamente lamentableme. La forma en la que lucimos es crucial no solo para tener una presentación personal acorde a lo establecido, sino además para puntos tan álgidos como encontrar trabajo. La foto del currículum y como te veas puede ser el punto definitorio entre hallar empleabilidad en el sistema, o no. Obviamente no debiera ser así, pero en el mundo del culto al cuerpo y la superficialidad eso es punto imperante.


La gente debe saber que mucha gente que está gorda no quiere estarlo, no solo se debe a comida, puede ser por medicamentos, por su organismo, por agentes externos que no necesariamente pertenezcan al espectro de las grasas saturadas y frituras, estar gordo es un problema pero también lo es todo el yuyu que lo rodea. También hay que tener en cuenta a la gente que afirma que disfruta serlo y no ve amargura en su situación. En mi caso pesar 102 kilos es ya una molestia. La mayoría de ropa no me queda y aunque he empezado a hacer ejercicio e incluso comer menos por nada bajo la gordura y grasa que rodean mis huesos. 


Cuando uno ve online "los pasos para bajar diez kilos en 10 días" o técnicas chinas o de la última moda sabe que hay mucha probabilidad que sean falsas, seguramente algunas funcionarán, pero esto no se soluciona de la noche a la mañana ni tomando el batido que está en tendencia. El ejercicio, una cirugía o hasta la psicología dicen son la respuesta a todo esto. Casos como el de Vanessa Senior y su recuperación de peso luego de una cirugía son la pieza siempre palpable de que no todo es tan eficiente como parece. Finalmente ella debió recurrir a la bariátrica y reduciendo el tamaño de su estómago, come poco y está en una talla ideal. Confieso que no podría ver comida tan deliciosa y saber que solo con olerla ya se me ha quitado el hambre y debo parar. Ese es otro conflicto de intereses, un dilema, un causal de disparidades, de preguntas sin respuesta y de introspección. 


¿Qué importa más? Estar delgado y comer poco o estar gordo y disfrutar de la gastronomía en cantidades considerables (tampoco exageradas, no hay que extralimitarse). 


Lo cierto es que casi nadie (lo digo porque habrán fetichistas) quiere estar gordo. No todos lo estamos por irresponsabilidad, pereza o comer en demasía. Dicen que de esto se sale y aunque no sea simple, el ejercicio y la constancia han de ser la manera más sana de empezar a hacer el cambio. Por supuesto hay quienes aunque se ejerciten mañana, día y noche no rebajan un kilo. Esa parece ser una maldición contemporánea de la que hay que salir sin importar como.