NACIONALISMO Y PATRIOTISMO NO SON LO MISMO

Ambos conceptos están ligados al ideal existencial de las relaciones humanas basadas en un conjunto de premisas que argumentan la idoneidad y preponderancia de tradiciones propias de una nación y sus notables diferencias con lo que excede los límites de la misma. Aunque su nacimiento terminológico puede tener símil, sus diferencias son avasallantes, sobrecogedoras e inclusive temerarias. Ya decían figuras emblemáticas como Charles de Gaulle: “Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás pueblos es lo primero.”


La patria y la nación son elementos cohesionadores clásicos de la política, la guerra, las divisiones socioeconómicas y la cultura tanto occidental como oriental. Cada región del mundo aúna a estas nociones valores muy propios y enmarcados bajo su contexto. Así gobiernos como el de China han querido instaurar al comunismo como parte de su identidad nacional, aunque este sea cuestionado en un sinfín de formas. Cuba ha adoptado al socialismo, aunque muchos de sus pobladores renieguen de ese sistema y a su vez Estados Unidos ha propulsado al capitalismo como parte esencial de su idea de nación, siendo una de las características con las que más se relaciona a nivel mundial al país del tío Sam.



Justo es recalcar entonces que el patriotismo alude a un sentimiento, que suele ser sano, en el cual el individuo que lo posee siente afecto por su país, aceptando incluso la diversidad dentro de los confines de su territorio, es decir, a sabiendas de las diferencias vela por la armonía y buen querer del lugar en el que ha nacido. El nacionalismo en cambio, ve todas esas diferencias como un peligro, y se afinca en la idea que propulsa al lugar en el que nació como mejor y superior a los demás, que es además uno solo, y está formado por personas con una característica especial que les hace más que los demás. Su principal motor no es el amor ni el buen querer, sino el odio colectivo por todo lo foráneo y que a su ver trasgrede el buen rumbo de su país.


En el sentido más estricto y afianzado bajo la contemporaneidad al patriotismo se le sigue considerando un sentimiento en todos los sentidos, mientras que el nacionalismo se extralimita y ha logrado llegar a ser un movimiento sociopolítico mundial y que se masifica con el advenimiento del concepto moderno de nación.  El nacionalismo propende por una soberanía nacional y una identidad afín, pero cuando se exacerba es más que nocivo. De manera que si queremos ser menos alarmistas y haciendo un llamado a la verdad, el nacionalismo tiene un parto que suele verse tierno pero efusivo, de valor y civismo, pero guerrerista. En límites mesurados puede pasar por un patriotismo exagerado, pero exacerbado es ya un problema mayúsculo.


El diccionario de Oxford tiene estas definiciones de los dos conceptos:

Nacionalismo: Doctrina y movimiento políticos que reivindican el derecho de una nacionalidad a la reafirmación de su propia personalidad mediante la autodeterminación política. El nacionalismo surgió en Europa en el siglo XIX

Patriotismo: Cualidad de patriota. Que ama profundamente la patria propia y trabaja y se arriesga por esta.


Veamos ahora los conceptos de Nación y Patria según este mismo diccionario.

Nación: Conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos, etc., tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio.

Patria: País o lugar en el que se ha nacido o al que se pertenece por vínculos históricos o jurídicos. Lugar o comunidad con la que una persona se siente vinculada o identificada por razones afectivas.


Mario Vargas Llosa tiene en su libro "La fiesta del chivo" publicado en el año 2000, una interpretación especial de este tema que se me hace especial agregar:

“Detesto toda forma de nacionalismo, ideología -o, más bien, religión- provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales. No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.”

El escritor español Camilo José Cela, por su parte, interviene diciendo: 

“El nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo; y eso sí es cierto.”

Jaume Perich agrega:

 “El nacionalismo es creer que el hombre desciende de distintos monos.”

Albert Einstein presenta una frase lapidaria:

El nacionalismo es una enfermedad infantil. Se trata del sarampión de la humanidad.


Pero si creías, bajo esa ley de dos, que para todos el patriotismo representa lo bueno y el nacionalismo lo malo, hay figuras que cuestionan esta dualidad colocando ambas ideas en un mismo plato. Aunque se trate de un cineasta y un humorista y no eruditos más clásicos como los que mencionaron las frases que acabas de leer, también importan sus opiniones. Oliver Stone tiene probablemente la frase más mediática sobre esto, pero por supuesto, le ha valido críticas que apuntan incluso a su no reconocimiento de las diferencias entre ambos. El cineasta afirma:

“Nacionalismo y patriotismo son dos de las fuerzas más maléficas que hemos conocido en este siglo, causando más muertes y guerras y destruyendo al espíritu y muchas vidas humanas de manera más masiva que cualquier otra cosa.”

 El humorista español Miguel Gila también despotrica contra el patriotismo señalando que:
El patriotismo es un invento de las clases poderosas para que las clases inferiores defiendan los intereses de los poderosos.

¿Estas dos frases habrán sido vociferadas bajo la ignorancia de no saber las diferencias entre ambos conceptos o en cambio han sido hechas bajo un conocimiento previo que a su vez propaga un dialogo abierto sobre como hemos asimilado a los mismos?

De manera que el debate sigue abierto para muchos. Aunque en el sentido conceptual las diferencias entre el uno y lo otro ya se dan por sentadas, es totalmente válida la popularización de diálogos que intentan desvirtuar estas desavenencias y presentar más semejanzas que puntos discordantes. Ciertamente nacionalismo y patriotismo no son exactamente lo mismo, hay verdades como templos que separan un término del otro y aunque plenamente se considere que, como todo en esta vida, ambos en exceso son perjudiciales, ocurre que uno está sentado bajo la noción de amor y respeto por lo propio, mientras que el otro se argumenta en el odio por lo foráneo. Las consecuencias de ambos y los análisis y conjeturas que se quieran sacar de cada uno, son sin lugar a dudas, parte provechosa de un debate necesario e importante. Pero las voces que adoptan la separación entre ambos son mayoritarias a las que como hemos leído al final de este post propagan a ambas como un problema.   

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