Stuart Hall se ha convertido en uno de los autores mas referenciados en mi blog. Esta vez llegamos a un nuevo texto de su autoría. En esta ocasión no se trata del capítulo de un libro sino de un articulo de revista, mas exactamente de la revista "Historia popular y teoría socialista". Fue publicado en el año 1984 y aun hoy tiene validez. Sus letras son expuestas en universidades e inmersas incluso en clases de contemporaneidad. "Que dice" es una sección en la que en muy cortas palabras resumiré lo que buscan presentarnos diversos autores en sus textos. Normalmente usaré capítulos de libros o artículos de revista, es importante que sepas que en estos post les introduciré a los textos que señale y les haré un abrebocas sobre el mismo llegando también a las conclusiones a las que llega el autor, si consigo versión online les agregare links en los que puedan leer el texto completo que yo reseñe. Recuerda, el análisis es general pero útil si deseas saber rápidamente de que habla un texto del cual necesites información y no tengas mucho tiempo, pero en ningún momento reemplaza a la lectura completa de los textos.
En un artículo de diez páginas Hall busca sumergirnos en el mundo del análisis profundo del concepto “popular”. Confiesa que a su ver es un concepto tan complejo como el de “cultura” y que puede dar cabida a incongruencia o gran variedad de significados. Antes de esto nos habla del problema que representa la periodización en la cultura popular. La idea inicial del texto gira en torno a este punto: Durante la larga transición hacia el capitalismo agrario y luego en la formación y evolución del capitalismo hay una lucha más o menos continua en torno a la cultura del pueblo trabajador, las clases obreras y los pobres. Este hecho tiene que ser el punto de partida de todo estudio, tanto de la base como de la transformación de la cultura popular. Los cambios de equilibrio y de las relaciones de las fuerzas sociales durante la citada historia se manifiestan, una y otra vez, en las luchas en torno a las formas de la cultura, las tradiciones y los estilos de vida de las clases populares. El capital tenía interés en la cultura de las clases populares porque la constitución de todo un orden social nuevo alrededor del capital requería un proceso más o menos continuo, pero intermitente, de reeducación en el sentido más amplio de la palabra. Y en la tradición popular estaba uno de los principales focos de resistencia a las formas por medio de las cuales se pretendía llevar a término esta «reformación» del pueblo. De ahí que durante tanto tiempo la cultura popular haya ido vinculada á cuestiones de tradición, de formas tradicionales de vida y de ahí que su «tradicionalismo» se haya interpretado equivocadamente tan a menudo como fruto de un impulso meramente conservador, que mira hacia atrás y anacrónico.
En sentido «puro», la cultura popular no consiste en las tradiciones populares de resistencia a estos procesos, ni en las formas que se les sobreponen. Es el terreno sobre el que se elaboran las transformaciones. En el estudio de la cultura popular deberíamos empezar siempre por aquí: con el doble ruego de la cultura popular, el doble movimiento de contención y resistencia, que siempre está inevitablemente dentro de ella. Hall sostiene que el estudio de la cultura popular ha tendido a oscilar desordenadamente entre dos polos alternativos: la contención y la resistencia. Nos habla además del imperialismo popular en la historia y las relaciones entre pueblo y prensa, menciona la inserción activa y en masa de un público obrero desarrollado y maduro en un nuevo tipo de prensa comercial y popular. Trae a colación el saber que al momento en que nuevos sectores sociales logran llegar a los medios de comunicación dan una reorganización completa de la base y la estructura capitalista de la industria cultural. Dice que: uno de sus efectos fue la reconstitución de las relaciones políticas y culturales entre las clases dominante y dominada: un cambio íntimamente relacionado con esa contención de la democracia popular sobre la que parece estar firmemente basada «nuestra democrática forma de vida» actual. Sus resultados siguen palpablemente entre nosotros: una prensa popular, más estridente y virulenta a medida que va gradualmente encogiéndose, organizada por el capital «para» las clases obreras; a pesar de ello, con raíces profundas e influyentes en la cultura y el lenguaje de «nosotros», de los «de abajo»; con la facultad de representar la clase ante sí misma en su forma más tradicionalista. Hall expone razones por las que toma a los decenios de 1880 a 1920 como centro de su estudio cultural. En sus palabras “es punto de referencia del resurgimiento del interés por la cultura popular”. Nos da también la definición que toma para el concepto “popular”: dice que son las cosas que se califican de populares porque masas de personas las escuchan, las compran, las leen, las consumen y parecen disfrutarlas al máximo. Ésta es la definición «de mercado» o comercial del término: ésta es la definición que pone malos a los socialistas. Se la asocia acertadamente con la manipulación y el envilecimiento de la cultura del pueblo. Luego de esto critica el lenguaje de periódicos como el Dayly Mirror pero reconoce en sus textos parte de lenguaje obrero. Y como si fuese poco da una segunda definición de “popular”: Con la segunda definición de «popular» es más fácil vivir. Se trata de la definición descriptiva. La cultura popular son todas aquellas cosas que «el pueblo» hace o ha hecho. Esto se acerca a una definición «antropológica» del término: la cultura, la movilidad, las costumbres y las tradiciones del «pueblo». Lo que define «su estilo distintivo de vivir». Aunque reconoce luego de presentar la definición que por lo amplia que es, da cabida a ambigüedades, teniendo en cuenta entonces que todo sería cultura popular.
Describe una tercera definición que en sus palabras: me quedo con una tercera definición de «popular», aunque es bastante insegura. En un período dado, esta definición contempla aquellas formas y actividades cuyas raíces estén en las condiciones sociales y materiales de determinadas clases; que hayan quedado incorporadas a tradiciones y prácticas populares. En este sentido, retiene lo que es valioso en la definición descriptiva. Pero continúa insistiendo en que lo esencial para la definición de la cultura popular son las relaciones que definen a la «cultura popular» en tensión continua (relación, influencia y antagonismo) con la cultura dominante. Es un concepto de la cultura que está polarizado alrededor de esta dialéctica cultural. Trata el dominio de las formas y actividades culturales como un campo que cambia constantemente. Luego examina las relaciones que de modo constante estructuran este campo en formaciones dominantes y subordinadas. Examina el proceso mediante el cual se articulan estas relaciones de dominación y subordinación. Las trata como proceso: el proceso por medio del cual algunas cosas se prefieren activamente con el fin de poder destronar otras. Tiene en su centro las cambiantes y desiguales relaciones de fuerza que definen el campo de la cultura; esto es, la cuestión de la lucha cultural y sus múltiples formas. Su foco principal de atención es la relación entre cultura y cuestiones de hegemonía. Nos comenta sobre lo que él denomina la lucha cultural, en cuanto afirma que esta adopta numerosas formas: incorporación, tergiversación, resistencia, negociación, recuperación. Raymond Williams nos ha prestado un gran servicio al bosquejar algunos de estos procesos, con su distinción entre momentos emergentes, residuales e incorporados. Necesitamos ampliar y desarrollar este esquema rudimentario. Lo importante es examinarlo dinámicamente: como proceso histórico. Nos habla de lo espinoso del término «tradición». Nos dice que la tradición es un elemento vital de la cultura; pero tiene poco que ver con la mera persistencia de formas antiguas. Tiene mucho más que ver con la forma en que se han vinculado o articulado los elementos unos con otros.
Va cerrando su artículo mencionando que los términos «clase» y «popular» están profundamente relacionados, pero no son absolutamente intercambiables. La razón de ello es obvia. -dice- No hay «culturas» totalmente separadas que, en una relación de fijeza histórica, estén paradigmáticamente unidas a clases «enteras» específicas, aunque hay formaciones clasistas-culturales claramente definidas y variables. Las culturas de clase tienden a cruzarse y coincidir en el mismo campo de lucha. El pueblo contra el bloque de poder: ésta, en vez de la «clase contra clase», es la línea central de contradicción alrededor de la cual se polariza el terreno de la cultura. La cultura popular, especialmente, está organizada en torno a la contradicción: las fuerzas populares contra el bloqueo de poder. Cierra con las siguientes palabras: La cultura popular es uno de los escenarios de esta lucha a favor y en contra de una cultura de los poderosos: es también lo que puede ganarse o perderse en esa lucha. Es el ruedo del consentimiento y la resistencia. Es en parte el sitio donde la hegemonía surge y se afianza. No es una esfera donde el socialismo, una cultura socialista—ya del todo formada—pudiera ser sencillamente «expresada». Pero es uno de los lugares donde podría constituirse el socialismo. Por esto tiene importancia la «cultura popular».
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para citar texto:
Hall, Stuart. Notas
sobre la deconstrucción de «lo popular». En Historia
popular y teoría socialista, Critica, Barcelona, 1984.