¿A QUIÉN PERTENECE CRIMEA? EL DILEMA

Una porción de tierra ubicada en una estratégica situación geográfica al norte del mar negro. Ucrania y Rusia se disputan una región históricamente cimentada de variedad culturas, encuentro de razas y sociedades dispares. La península del este europeo ha pertenecido tanto a un lado como a el otro. Hoy la residen tanto rusos como ucranianos, además de cantidades considerables de otras nacionalidades. Crimea es un crisol. Con 27 mil kilómetros cuadrados se ha convertido en el epicentro de un conflicto internacional del que todo el mundo habla. Ocupado por diversos pueblos, resaltan los tártaros de Crimea que cuentan con lengua propia. Judíos, musulmanes y cristianos ortodoxos conviven en un reducido espacio en el que su particular cultura ha nutrido el legado de esta zona identitaria y multicultural. Más allá de las disputas, Crimea no solo tiene algo de Ucrania o Rusia, sino además en el plano sociológico algo de Turquía y países árabes, algo de el pueblo Judío y algo de diversas comunidades que asentándose allí han fomentado la perpetuación de identidades.





La dominación de Crimea ha estado como una consigna palpable anteriormente entre pueblos como el otomano e incluso el germano. La influencia oriental y las relaciones gestadas  con países no europeos hizo que los deseos rusos de asentarse más en la zona fuesen particularmente vistosos. Crimea fue llamada la perla del imperio y era una zona exclusiva para vacaciones de hombres de poder rusos. Su clima agradable, el mar y el bello paisaje le convertían en un paraje ansiado por los rusos más acostumbrados al frío inclemente. Es curioso que en la fantasía de los nazis alemanes, Crimea sea un territorio originariamente germánico, poblado en el pasado por los godos germanos. Es decir, Crimea ha estado en la mira de multiplicidad de estados/nación. Algunos le daban legitimidad política, otros histórica, mientras que otros más fantasiosa y de leyenda. Las repúblicas soviéticas vieron en Crimea un lugar de confluencia. Lo cierto es que esta área es un paraíso disputado por muchos pero que ha sido olvidado por sus gobiernos de turno. 



El 16 de Marzo de 2014 un referéndum sobre el estatus político  crimeo tuvo lugar, dando como victoriosa la idea de anexarse a Rusia. Con este triunfo se agudizó el conflicto ruso-ucraniano. Para algunos el resultado de la consulta popular debe ser cumplido a cabalidad, para otros es discutible. Hoy la mayoría de habitantes de Crimea ven su origen netamente en Rusia, otros asumen la tradición ucraniana, mientras que otros pocos buscan una independencia de ambos estados. La anexión a Rusia es apoyada por muchos, pero las minorías tampoco pueden ser dejadas a un lado. Lo que ocurra con Crimea en el futuro será de seguro un parteaguas en la historia reciente. 


Seria una mentira negar que Crimea fue trasferida de Rusia a Ucrania en el marco de la unión soviética. La disputa tiene asidero, cabida y fundamento, pero lo realmente importante es escuchar al pueblo que habita esta zona. Los intereses de ambos estados están en juego. Los habitantes de Crimea hablan de una mejora en su calidad de vida desde la dominación rusa, sin embargo en otros resuena la llama de conflictividad con el sentirse absorbidos por una ideología que conciben apabullante y digna de molestia para elementos patrióticos establecidos en su mentalidad.


Crimea es un museo al aire libre, tiene castillos, palacios y edificaciones de diverso origen. Quedan como un referente visible de todo lo que ha sido y es, esta sin igual región del mundo. Las culturas griega, romana y bizantina se han situado en un mismo lugar. Por encima de posiciones políticas, está la vivencia de un pueblo que ha debido afrontar a lo largo del tiempo muchos problemas serios de los que este conflicto es solo uno más, el más mediático por supuesto. Hay crisis de estigmatización sectorial, dificultades financieras para locales que exigen visibilidad y soluciones prontas. Los locales son un pueblo acostumbrado a vivir en diversidad, han sabido convivir en pluralidad. Sus hábitos no son los mismos, tampoco su devoción y espiritualidad, pero les une el amor por su pedazo de tierra que consideran propio independientemente de sus orígenes. 


Kiev y Moscú se debaten por una península estratégica, con una historia legendaria, que tiene un poco de todos y que ha significado una pieza clave en los estudios políticos, religiosos, culturales y económicos de Europa y el oriente próximo. Crimea tiene algo de todos, es cristiana, es judía, pero también musulmana. Tiene diversidad de lenguas, nacionalidades pero sobre todo el deseo de germinar como región y tener un crecimiento en todos los sentidos que a su ver estaban paralizados hasta la llegada rusa. Pero contarlo todo así sería positivista y negaría de inmediato a esas otras colectividades que pueden sentirse ucranianas, o a todas aquellas que simplemente no se sienten de ningún lado, simplemente son de Crimea.




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