EL PARTIDO LIBERAL EN BOLÍVAR 1890 – 1920

Hoy comparto con todos ustedes mi tesis de pregrado en Historia, con la que me gradúo y logro el título de historiador en la Universidad de Cartagena. Luego de tanto tiempo de investigación y redacción, y tras su aprobación hace un año (Junio de 2018), hoy la publico al completo en mi blog. Espero que sea de ayuda para los muy necesarios e imparables análisis sobre la historia política de Colombia y todos sus efectos.
El Liberalismo en su sentido más amplio es definido por gran cantidad de acontecimientos, incidencias y períodos históricos.  Entendemos además que es un concepto problemático por la cantidad de tópicos que tiene. Friedrich August Hayek (autor central del cual comparto su ideal) argumenta que: El término “liberalismo” se usa hoy con una variedad de significados que poco tienen en común aparte de designar una apertura hacia ideas nuevas, entre ellas algunas directamente contrarias a las que, en el siglo XIX y principios del XX, se designaban con esta palabra. Hayek resalta al Liberalismo como una fuerza intelectual notable que se dio en Europa y que trasciende al área política por sus mecanismos y formas de llegar a la gente.[1] Inicialmente el Liberalismo es para Hayek una libertad individual en la que un «gobierno sometido a la ley» asegura a sus ciudadanos. Esta corriente que creció con gran rapidez en la hoy Gran Bretaña da el movimiento a favor de la libertad en los países del continente europeo, en los que el absolutismo había destruido en gran parte las libertades medievales que, por el contrario, se habían conservado ampliamente en Inglaterra. Hayek une el concepto a un legado meramente filosófico y le adjudica un valor multidisciplinar, en cuanto es un término que puede claramente ser abordado desde diversas ópticas y ciencias.[2] Su mejor formulación sigue siendo probablemente la de Baruch Spinoza, según el cual: «un hombre libre es aquel que vive solo según los dictados de la razón».


La libertad de pensamiento, de palabra y de prensa es inicialmente condicionante del uso del concepto. La mayoría de los partidarios de este movimiento en Europa profesaba algún tipo de creencia en la libertad de acción del individuo y en alguna especie de igualdad de todos los hombres. “Libertad” e “Igualdad” solían ir de la mano, por lo menos en el discurso como puntos centrales de lo que deseaba llamarse por Liberalismo.
Adam Smith, uno de los primeros autores en usar el término lo hace en el siglo XVIII, resumiendo el concepto como un adjetivo en: «proyecto liberal de igualdad, de libertad y de justicia».[3] Esta denominación ahonda más en el sentido político del término. Sin embargo la trascendencia del concepto se da solo a principios del siglo XIX, cuando fue empleado por el partido español de los liberales y, poco después, cuando fue adoptado como denominación de partido en Francia. En Inglaterra este uso del término liberalismo apareció solo después de la unificación de los whigs (antiguo nombre y predecesor del Partido Liberal Británico) y los radicales en un único partido, que a partir de los años cuarenta fue conocido como Partido Liberal.

El ideólogo y periodista Ezequiel Rojas fue la primera persona conocida en acuñar el término de “Partido Liberal” en el caso colombiano y darle funcionalidad. De ganar la presidencia José Hilario López aplicaría el programa que propulsaba Rojas y formalizaría el partido. Al esto ocurrir entendemos hoy como fecha histórica al 16 de julio de 1848, día en el cual de forma oficial se funda el partido. La mirada y la fe de Ezequiel Rojas (fundador del partido) en el Liberalismo, es esencial para la composición ideológica del mismo.[4]

Rodrigo Llano Isaza, historiador liberal da un concepto al partido entendido desde el término “liberal”, en cuyo caso nos dice que: Desde los tiempos de Roma se utilizaba la voz “Liberalis”, que tenía relación con los oficios de la gente libre, lo que después se denominó “Artes Liberales”, para distinguirlos de los oficios que desempeñaban los esclavos que pasaron a llamarse “serviles”.[5]En resumidas cuentas y obviando los romanticismos del término, podemos entender entonces al Partido liberal como la denominación política de raíz liberal amparada en las libertades civiles y derechos individuales que se organiza en Colombia desde 1848. Con palabras de Isaza cabe anotar que se considera a John Locke, nacido en Wrington, Somerset, Inglaterra, el 29 de agosto de 1632 y muerto en Oates, Inglaterra, el 27 de octubre de 1704, como el padre del Liberalismo; es bien importante que el Liberalismo colombiano rescate la figura de Locke como su más importante antecedente ideológico.

Sabemos hoy que la palabra “Liberal” llegó a tomar con el paso del tiempo la acepción de generoso o desinteresado y como tal apareció en el “Tesoro de la Lengua Castellana” de 1611 e incluso, en una carta del Precursor de la independencia americana don Francisco de Miranda, expresó acerca de alguien que recomendaba: “es persona de mérito, confiable, puede tenérsele como amigo, es un Liberal”. El concepto liberal nació en la Asamblea francesa el 4 de agosto de 1789 con la publicación de los “derechos del hombre y el ciudadano”. Pero fue en el Diccionario Crítico Burlesco publicado por Bartolomé José Gallardo en 1812, donde se definieron las ideas Liberales como aquellas que propenden por el amor y la posesión de la libertad, además de extender su benéfica influencia a toda la sociedad. Y, políticamente, fue en las Cortes de Cádiz de 1810 a 1813, donde el término Liberal se utilizó para denominar a quienes abogaban por la libertad y a sus contrarios los denominaron serviles o godos. Esta usanza europea de términos llegó a Colombia donde también se empieza a utilizar a “godo” como sinónimo de conservador.

Rodrigo Llano ha sido uno de los principales exponentes académicos sobre la historia del partido liberal, en sus trabajos vemos además de resúmenes una completa investigación realizada desde lo oficial en lo referente al partido a nivel nacional. Además de sus posturas son válidas para mencionar las de Lázaro Mejía quien habla del liberalismo especificando a los radicales como movimiento notable, Milton Puentes aborda la historia del partido desde una perspectiva amplia buscando mirar sus puntos de inflexión a lo largo de toda su existencia.
Helen Delpar busca ir más allá y nos presenta como en medio de la contienda política latente entre liberales y conservadores en Colombia se forja el devenir no solo político sino además social e incluso cultural del país. El efecto de este trabajo que se centra en Cartagena y Bolívar, tierra de Núñez, discurso de rojos contra azules llega a tener un carácter identificador, en el cual la ideología de pensamiento político se cierne en lo más profundo del corazón de quienes le profesan con la misma pasión de una religión e identidad. Delpar estudia a Rafael Núñez como el defensor más acérrimo de la regeneración, las curiosidades y particularidades de la vida de este hombre determinan en primera instancia, el viraje que toma no solo el partido liberal sino además el conservador, su presencia es esencial para comprender de mejor manera los matices mediante los cuales se ideó, pensó, repensó y dio la política en el país, y Delpar lo sabe y reconoce en su trabajo, que se convierte en un aporte importante especialmente para y desde donde tomo trascendentes decisiones. El aporte de Fernando Jordán es vital también en cuanto se sumerge en mostrarnos lo más intrínseco del pensamiento liberal para así poder entender su presencia y legado para la historia política colombiana. A fin de cuentas todos estos autores nos sumergen en el pensar y repensar sobre los momentos políticos de Colombia y en especial el correspondiente a uno de los partidos más tradicionales del país.


Aunque ya sabemos vale la pena recordar básicamente que la hegemonía conservadora fue el período en el que el Partido Conservador se prolongó en el poder de forma incesante durante 44 años. Se inició en 1886 cuando José María Campo Serrano, toma la presidencia de la República, cobijado por la Regeneración, liderada por Rafael Núñez, bajo la cual se proclama la Constitución de 1886, de corte centralista y conservadora. Esta hegemonía se prolongaría hasta 1930, cuando el conservatismo perdería las elecciones contra el candidato liberal Enrique Olaya Herrera.


Entendiendo todo lo anterior, la finalidad de este trabajo investigativo es la de examinar al Partido Liberal en Bolívar entre 1890 y 1920, haciendo un acercamiento al panorama político, al discurso conservador e incluso a los acontecimientos e incidencias acaecidas con sus partidarios, sus procesos y presencia en el departamento. Entendiendo las relaciones entre los dos partidos, las estrategias de ambos bandos y sobre todo comprendiendo las dificultades por las que ambos partidos debieron atravesar. Por ende es un estudio que se sumerge en prensa y busca precisar la realidad de la vida política bolivarense y como se ajustaba a una realidad nacional que no era homogénea, impoluta y menos exacta. Cada movimiento político pasa por momentos de avance, otros de inflexión y también los de retroceso. Es en esos momentos de inflexión en los que se descubren verdaderas situaciones que más allá de colores políticos tradicionales, hablan también de seres humanos, de pensamientos, de formas de ver la vida y por supuesto de fraccionamientos. Ningún partido está exento de divisiones internas, pero son los mecanismos por los que intenta unificarse, los que alcanzan un interesante valor que trasciende lo político y llega incluso a lo cotidiano.

Sobre los orígenes de los partidos políticos colombianos no hay unanimidad, pero se suele precisar que nacen de la lucha ideológica entre en Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar. Pese a que esta es la noción más aceptada en Colombia, no todos los estudiosos del tema están de acuerdo, e incluso asumen que en el campo fundacional de liberalismo y conservatismo no hay razón suficiente para que sean alineados per se a estas dos figuras centrales de nuestra historia. Lo que sí está claro es que los partidos aparecen como reflejo de divisiones sociales que ingresan en el espacio político, estas divisiones que se denominan clivajes son parte sustancial de la oposición entre dos lineamientos que crean conflicto.[6]

Germán Colmenares en su texto Partidos políticos y clases sociales nos da un apunte sumamente interesante y que nos habla de la realidad de estos movimientos:
Los partidos políticos, por ejemplo, no constituyen entidades históricas inalterables ni menos aún seres corpóreos que puedan ser objeto de un proceso condenatorio, ni conceptos metafísicos de tal naturaleza que puedan ser conjurados o abolidos. Su acción está encuadrada dentro de circunstancias concretas y, por lo tanto, irrepetibles. Su composición mínima puede variar dentro de ciertos límites, según los intereses que el partido tienda consciente o inconscientemente a prohijar. Si existen algunas constantes por las que pueda identificarse un partido, esto no quiere decir que su esencia permanezca inalterable.[7]

Tanto liberales como conservadores han ansiado el poder desde su nacimiento como partidos en la escena pública colombiana. Pero las tácticas a seguir para lograrlo son las que han posibilitado apreciar vastas diferencias entre un lado y el otro. Aunque finalmente su objetivo es el mismo, no usan precisamente los mismos lineamientos ideológicos pero si algunas estrategias clásicas con el deseo de perpetuarse en el mando en cualesquiera de sus roles. El afianzamiento conservador a la iglesia católica es un elemento fundacional y que ha sido pieza discordante para con los liberales.[8] Por el lado conservador se volvió tradición generalizar al liberalismo como pecadores, bárbaros, blasfemos y enemigos de la fe, moral y buenas costumbres. Del liberalismo salían consignas que popularizaban la idea de que los conservadores eran por antonomasia arcaicos, obsoletos y enemigos del progreso, las libertades del hombre y el desarrollo. Pero este elemento discursivo netamente colombiano y tenía ya precedentes en el caso europeo.

Haciendo hincapié en el elemento de la violencia como instrumento reiterativo en la política colombiana bien vale señalar la semblanza de Eduardo Posada Carbó. El autor reflexiona sobre la normalización social que se dio a actos violentos en el país debido a que se volvieron pan de cada día. Precisamente a raíz de diversas manifestaciones del crimen, los colombianos podrían haber comenzado a creer e interiorizar que lo que les identifica como nación son las expresiones de violencia. Subvalorando tradiciones más civilistas y democráticas. Carbó analiza además la siempre presente figura de Núñez como un sujeto que buscó, según su pensar, cimentar una cultura política de orden que conllevase a la justicia y a la libertad. Para Carbó también se subvaloró el rol de regiones como la costa atlántica en la formación de una nacionalidad ajena al dominio de la violencia.[9] Una realidad que se comprueba en este trabajo es que ciertamente Colombia ha sido permeada desde su nacimiento como república por actos de violencia, pero las dinámicas que se gestan por y para esta, no son iguales según qué región sea abordada. Por ende aunque en el caribe se dieron algunas reminiscencias violentas no son comparables a los grandes baños de sangre que se daban en el interior del país.

En los venideros cuatro capítulos se busca adentrar en el liberalismo bolivarense y todas las dinámicas dadas en el plano departamental y regional, además de la prevalencia del contexto nacional en diversas situaciones. Es un análisis a través del tiempo sobre vicisitudes, peripecias y tácticas de los rojos en un entorno en el que se hacía necesario que tomasen presencia en medio de una oposición a la que quizás no estaban tan preparados y moldeados pero que requería de su parte muchas dinámicas que se entablaban desde el plano de la persuasión, la convergencia y la fundamentación de sus ideologías. Indudablemente este periodo de su historia sería un punto de inflexión memorable en el que estaban en juego demasiados elementos coyunturales y determinantes para la política colombiana y las relaciones internacionales, entendiendo el sector económico y la posición del país en la región. Es decir, en pleno momento de la hegemonía, el liberalismo colombiano enfrentaba aspectos más densos que el simple hecho de estar del otro lado, el de la oposición.[10]


CAPITULO I.
ANTECEDENTES. UN PAÍS QUE SE DEBATE ENTRE FEDERALISTAS Y CENTRALISTAS

Este trabajo de antecedentes parte de 1886 pero vale la pena resaltar que 1863 marca el inicio del clímax del proyecto radical en Colombia con la instauración de los Estados Unidos de Colombia (antes Confederación Granadina) y un periodo que va hasta 1886 conocido por la cantidad de reformas liberales y cambios drásticos en la forma organizativa y representativa del país. Con la Constitución del 86 se marca el clímax de la otra corriente, la regeneración que busca cambiar la república federal en República centralista y tomar el poder en la nación. La posibilidad de un fraccionamiento del país está en juego en esta época, igualmente están en cambio las aristas de la economía, la sociedad, la política y aun la cultura de la joven nación que pasa luego de ser Estados Unidos a República de Colombia.

La hoy República de Colombia ha sido una nación marcada por los contrastes, los cambios y las transformaciones históricas constantes, no muy diferente a otros Estados latinoamericanos, sin embargo la particularidad del caso colombiano nutre la historiografía de hoy por el acontecer político sucedido desde el siglo XIX, para la muestra las seis constituciones implantadas a lo largo de este siglo, muestra de la inestabilidad en el poder que vivía el país donde al final de cada guerra, los vencedores firmaban una nueva constituyente.[11]

Es esa inestabilidad política del siglo XIX y la interesante forma en que cada nuevo gobierno adoptaba funciones que es posible analizar los procesos que se llevaron a cabo en el país de aquellos días. La variable económica va permanentemente ligada al acontecer sociopolítico de la nación, los intereses de la élite finalmente van a ser que se desee salvaguardar su beneficio y afrontar nuevos desafíos que se van a ir presentando conforme a las acciones que desde la posición primero Neogranadina, luego Federal con soberanía estatal y finalmente regeneración del centralismo se realizan. El paso que da el país al convertirse gracias a una constitución a una unión de Estados fraccionados es sin lugar a dudas una cabida a la separación y no muy alejada posible independencia de esos Estados, sin embargo ese miedo a una futura nueva independencia estatal es solo uno de los pocos colapsos e inconvenientes que se generan en lo que hoy llamamos República de Colombia con la llegada del Federalismo.[12] Eruditos del tema afirman que el federalismo en el país fue sinónimo de catástrofe, claro que para otros llevado quizá de una forma diversa pudiese haber sido la salida a la problemática de tener un Estado centrado solo en su capital y no en el fortalecimiento de las provincias alejadas, un afluente más del fatídico caso de la separación de Panamá vivida a inicios del siglo XX.

La hegemonía liberal imperante en el país y la conflictividad bipartidista hizo que el federalismo en sus inicios aunque visto como problemático fuera luego bien visto por parte de la élite afín al modelo más descentralizado, de soberanía estatal y en su parecer la posibilidad de desarrollo social para el país.[13] Cabe resaltar que parte de los conservadores aceptaron este modelo político siempre y cuando controlasen Estados Soberanos como Antioquia y más adelante otros como Tolima y Cundinamarca.[14] Sólo hasta 1878 el Partido Conservador se pronunciaría abiertamente en contra del federalismo, pero los conservadores antioqueños salvaguardarían una posición autónoma y favorable hacia este.[15] No es de extrañar que esta posición antioqueña más que argumentada en estar inicialmente a favor del federalismo lo estuviera realmente en el temor de que la religión y el conservatismo perdiesen fuerza. Por lo tanto su táctica política se amparaba en su deseo de proteger lo que veían conveniente y representaba un crecimiento para el partido. Obviamente no es sorpresa entonces que todos estos deseos pasasen del escenario local a un eventual nacional que era lo que añoraban. Estos veían en las reformas liberales ese contrapeso no deseado a sus posturas políticas, por ende a la cabeza de Mariano Ospina buscaron como fuese legitimar al conservatismo en su región en aras de llevarlo a nivel nacional y no permitir el triunfo de sus contrincantes.


1.1  CONFEDERACIÓN GRANADINA, LOS ALBORES DEL FEDERALISMO EN EL PAÍS

La constitución de la antes República de la Nueva Granada fue firmada en Mayo 22 de 1858 dando inicio al modelo político de estructura federal en el país que pasa a ser Confederación Granadina. Conformado por los actuales territorios de Colombia y Panamá esta confederación fue ágilmente perturbada por los deseos separatistas de diversas zonas y regiones del país. El Sentimiento de nuevas independencias en regiones se hizo notar fugazmente en los territorios más lejanos de la capital, así pues el naciente federalismo en el país comenzó a acrecentar los deseos de liberarse de la capital, sin embargo esta problemática vino también a beneficiar en parte a élites en el país que vieron en esta beneficio a sus intereses propios teniendo en cuenta que con este modelo se inició la gestación de autonomías regionales y con reformas se dio cabida a la creación de Estados con poderes especiales como sucedió con Panamá desde febrero 27 de 1855.[16] Cabe señalar que la Constitución de 1858 de mayoría conservadora dio nombre a la Confederación Granadina y justificó en Tunja la capital de los Estados confederados,[17] finalmente los liberales radicales opositores logran el objetivo de culminar con la confederación y dar inicio al periodo más fuerte del federalismo en el país, con la guerra civil donde Santa Fe nuevamente logra asumir el papel de capital.


1.2  ESTADOS UNIDOS DE COLOMBIA, FEDERALISMO AL PODER

En 1863 con la culminación de la Confederación Granadina durante la convención de Rionegro los Estados Soberanos de Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima se asocian y mancomunan como consta en el acta de dicho evento “se unen y confederan a perpetuidad, consultando su seguridad exterior y recíproco auxilio y forman un país libre, soberano e independiente bajo el nombre de Estados Unidos de Colombia.”[18]Así pues bajo ese nuevo título los Estados constituyen una república federal que resistiría 23 años erigida bajo la constitución firmada en Rionegro en 1863 por radicales liberales, así el federalismo se solidifica como la estructura política del país.[19]

Hay que mencionar que el federalismo como proyecto de nación de los radicales buscaba una integración nacional que no olvidase las diferencias regionales y que precisamente por esas diferencias se sostuviese, el no depender de la capital y poder tener acceso a normativas regionales que permitiesen un fortalecimiento de una identidad nacional que propulsase las divergencias entre una zona y otra fue su lema. En el plano político su estandarte era entonces el federalismo porque le consideraban el ordenamiento más necesario para el país, puesto que este tenía en cuenta el gran fraccionamiento. Los estados soberanos regían y abarcaban los mismos territorios que desde la colonia eran provincias. Para los defensores de esta corriente, el federalismo era la respuesta a una necesidad cuyo pilar era el reconocimiento de la diversidad regional del país y el resultado de un fundamento que se justificaba más allá de lo político en identidades locales que diferenciadas entre si buscaban su expresión y respeto dentro del concepto de nación que se estaba forjando desde todas las latitudes. No es sorpresa que para muchos radicales el gobierno central fuese sinónimo de despotismo y más aún cuando confiaban en que la división del poder permitía que no se diesen autoritarismos ni se propiciara que desde el plano nacional se vulnerase libertades individuales de zonas determinadas del territorio nacional.[20]

Otro de los puntos que anunciaban los radicales a viva voz era que para ellos el centralismo estaba fuera de la realidad nacional en cuanto la toma de decisiones podría afectar a algunas regiones en las que no tomarían validez o no debían ser regidas bajo el mismo espectro que otras.  Mientras que el centralismo era visto con desconfianza por la lejanía del gobierno en unas zonas (su eficacia y acción no llegaría de la misma forma) el federalismo era concebido por ellos como algo más cercano, en cuanto al funcionario gubernamental ve las realidades y contexto sobre el cual va a tomar decisiones y gestar leyes.


Otro ítem a tener en cuenta por los radicales en su defensa del federalismo era el límite de poderes que este permitía, puesto que las mismas autoridades estarían mejor controladas por su cercanía al pueblo que dominaban, los ciudadanos podrían acceder incluso al uso de armas y debido a esto según ellos la violencia bajaría. El poder localizar a la guerra en un determinado lugar y el poder tener coacción sobre esta fue otro pilar del mover radical, para ellos esto permitía que no ocurriesen desastres nacionales puesto que al ser determinadas por su localización era más fácil tratarle (o eso se creía). La historia nos dice que curiosamente durante el poderío radical solo se dio una guerra de alcance nacional, la de 1876.

Todo el ideal federal estuvo compuesto por una fracción del partido conservador, todos los conservadores antioqueños y los liberales mosqueristas. Es anecdótico que los conservadores eran centralistas pero apoyaban al federalismo cuando este les permitiese controlar dos o más Estados federales. Por esta razón, las luchas por cumplir este aspecto del proyecto de nación radical se dieron sobre todo en el interior del partido liberal. El federalismo fue uno de los principales causales de la división de este partido a lo largo del tiempo. Esa era otra de las divergencias de los radicales con los mosqueristas, pues estos pugnaron en diversos momentos porque el gobierno central asumiera más poder para intervenir en los Estados, sobre todo para controlar el orden público interno.[21]

La formación de ejércitos regionales poderosos justificó la reducción de poderes políticos y militares al gobierno federal, así pues se llevaron a cabo como hoy sabemos una serie de guerras civiles regionales, según datos, alrededor de cuarenta y solo una nacional (la de 1876 a 1877)[22]. El federalismo como fundamento de los radicales en el país contempló variantes en algunos Estados, se defendió propiciamente la autonomía regional y local, donde no había ejército nacional y la sociedad gozaba de los derechos y libertades fundamentales todos sobre la base de la educación y el mercado abierto, además de la casi nula intervención de la Iglesia.[23] La constitución de 1863 trajo novedades particulares a la ya nación federal como que la elección presidencial fuese con especificaciones claras como que cada estado eligiese su candidato predilecto, siguiendo los procedimientos de cada estado; finalmente cada estado presentaba un voto general anunciado al ganador en su región, así los nueve Estados presentaban sus opciones y quien tuviera mayoría era el próximo líder de la unión estatal, si no se lograse la mayoría absoluta el congreso elegiría al triunfador del mismo grupo de candidatos.

Obviamente bajo este régimen descentralizado los sentimientos regionalistas se acrecentaron en su máxima expresión, siendo quizá más que los nacionalistas. Es claro señalar entonces que se dieron alrededor de cuarenta y dos constituciones estatales y hasta antes de 1876 las elecciones eran casi continuas, debido a que los Estados no ejercían su voto simultáneamente ni siquiera para la elección del presidente de la unión de Estados, finalmente un cambio constitucional logro que cada Estado votase al mismo tiempo y así se conformase de forma más adecuada el ordenamiento político del país. El cambio de los símbolos patrios acorde a la unión de Estados también se hizo notar, la forma de la bandera y el escudo son la prueba. Así pues, los radicales logran la supremacía del federalismo en el país.

Hablaremos ahora del momento económico del país.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX el país se encuentra atravesado por vicisitudes, las cuales muestran el carácter transicional, por el cual, nuestro país se hallaba surcando durante este periodo. Una serie de coyunturas que lentamente van reflejando un relativo progreso, que determinará la construcción y consolidación del Estado Nación. Durante este lapso, Colombia dejaría de ser un estado federal, fraccionado en Estados independientes; para convertirse en un país, desde la teoría centralista. Procesos que marcaron este contexto son las guerras bipartidistas que son encabezadas por las dos fracciones políticas, que intentaban establecer a como diera lugar las bases como modelo dominante para este espacio. Como sabemos estas dos fracciones políticas: el partido liberar y el conservador, representarían el gran dilema, por el cual, la población se vería consecuentemente involucrada directa e indirectamente en este proceso, y que en su agonía marcó sucesivamente el curso de nuestra historia.[24]
Durante el trascurso de los años (1850-1886) el partido liberal radical tenía el poder, este fue un periodo en el cual se dieron ciertos cambios, que enmarcaron una nueva ruptura con el pasado de nuestro país. Uno de los primeros objetivos en cuanto a la organización y consolidación de esta fracción en el poder, gira en torno a lo económico.  Se buscaba como primera instancia insertar a Colombia en los mercados internacionales y no solo hacer parte de esta onda; si no mantenerse estable, de tal forma, que más adelante no represente un problema para la economía nacional. En esta excursión al mercado mundial, Colombia participaría proponiendo un producto que será clave durante este periodo, que personificaría un ingreso fundamental para las alcabalas del país. Con esta enunciación hago referencia al café, como la más rentable y de más demanda en el exterior. No solo será en café el primordial producto de exportación, hay que tener en cuenta, que del mismo modo, Colombia probó con el tabaco, el azúcar y más productos que también fueron implementados a este nuevo proceso económico, pero, el que mayor  estabilidad tuvo fue el café. Colombia se convierte un país mono exportador; no poseía la capacidad de diversificar sus productos a diferencia de otras potencias que ya se encontraban inmersas en este asunto[25].

De la misma forma, la economía va tomando ciertos modelos de adopción, dependiendo el espacio que representemos, aunque Colombia era un espacio amplio en su interior era un cúmulo de áreas diversas y heterogéneas, cada una de sus zonas y regiones geográficas tenían sus propios intereses, utilidades y explotación. La visión del mundo sobre el cual se concebía la identidad nacional era muy distinta, en el interior de los andes las cosas no funcionaban de la misma manera que en el Caribe. De tal forma que al momento que intentemos analizar el territorio colombiano en su complejidad, debemos tener muy claro el particularismo histórico que cada zona, que hace parte de esta, presenta. Por ejemplo: en Antioquia, Cundinamarca, Santander, la economía se basaba más que todo en la hacienda y también estaba ligado a los campesinos, ambas se complementaban pero en la costa las cosas eran diferentes, el principal eje económico estaba en el comercio y también se le daba facultad al contrabando cosa que es común desde periodos anteriores. También, debido a los problemas fiscales que Colombia por este momento pasaba, se intentan imponer diversas formas de impuestos tanto: directos o indirectos, con el fin de darle una estabilidad más duradera, son dos modelos que obedecen a las dos características que están en disputas proteccionismo y centralismo.

Por otra parte, debido a los distintos modelos que intentaron imponer para la consolidación de nuestra economía Colombia vivió ires y devenires, situación que más adelante traería consecuencias de inestabilidad política. Enmarcado en lo económico, también se veía el problema y disputa que se presentaba entre el partido liberal tratando de imponer un discurso que para sus contrincantes era ambiguo. Argumentos en disputas como dar cabida al centralismo o federalismo se daban también en la escena económica. Los liberales exaltaban el individuo libre en todas sus dimensiones; mientras que los conservadores pensaban que para poder consolidar una nación era necesario imponerlo por la vía del orden. De acuerdo a estos dos ejes, gira lo que más adelante se le conocerá como los procesos regeneradores donde se intentara retomar una problemática que venía dando circulación desde la segunda mitad del siglo XIX, y que en este aparte, se centrara en darle un nuevo auge a la economía nacional y tratar de darle un una nueva salida al comercio tanto local como nacional. Uno de los principales elementos que se pueden tomar en este nuevo proceso, se enmarca en la consolidación de las redes mercantiles nacionales y la apertura de carreteras que conectaran las principales ciudades del país. Se intenta también de imponer como modelo a seguir el centralismo que permita imponer un orden compacto sobre la soberanía.

1.3 PROBLEMAS PARA LOS RADICALES, LA LLEGADA DE LA ANARQUÍA Y FALTA DE PODER CENTRAL

El proyecto de nación radical empezó a desdibujarse claramente en 1875 con la solidificación de sus opositores congregados en torno a la figura de Rafael Núñez, quienes aprovecharon las circunstancias álgidas del momento. “El Radicalismo siempre estuvo amenazado, del lado del liberalismo draconiano-mosquerista, ‘autoritario’ y ‘’populista’, menos reticente a la movilización y organización de las masas, y del lado del conservatismo bajo la orientación de Carlos Holguín: El nuñismo o independentismo se convertirá en una síntesis de los dos grupos antirradicales bajo el rótulo de partido nacional”. [26]

Los liberales radicales comenzaron a tener grandes problemáticas, el país entra en caos, muchos sectores anunciaban que lo que antes parecía forjar al país en el progreso deseado realmente hacia un retroceso.[27] La promulgación de un país laico con mayoría católica comenzó a tener consecuencias y las gentes instaban a rebelarse.[28] [29] El avance que había dado el federalismo a la educación con la creación de la Universidad Nacional y al transporte con el mejoramiento de la infraestructura, la llegada del ferrocarril y el arribo de las comunicaciones con el telégrafo ya no eran suficientes.[30] Gran parte del país cada vez más fraccionado y en constantes guerras regionales promovieron gestar la posibilidad de contemplar si el camino no había sido el correcto y el modo en que el fraccionamiento del poder era desatinado.[31] Fue la cantidad de guerras regionales lo que posibilito además la anarquía y la falta de un gobierno federal que defendiera los intereses de la nación en general. Las marcadas diferencias entre los Estados y la división dentro de los mismos liberales por causa de sus intereses fundamentales ocasiono un gran enfrentamiento político.[32] Así los liberales pasan a dividirse en dos bandos los radicales, en su mayoría integrados por la gran clase alta del país, dueña de altos cargos en el gobierno, como Tomás Cipriano de Mosquera, Manuel Murillo Toro, Aquileo Parra, Santiago Pérez, Eustorgio Salgar, Santos Gutiérrez y Santos Acosta, y entre los moderados e independientes figuraban en su mayoría expresidentes, intelectuales, literatos, clase media, comerciantes y congresistas como José Eusebio Otálora, Julián Trujillo, Francisco Javier Zaldúa, Eliseo Payán, Miguel Samper, José María Campo Serrano, y el propio Rafael Núñez.[33]

La extrema limitación del poder federal del Presidente de la Unión y la gran cantidad de derechos de gobierno al congreso fue otra situación nebulosa.[34] El peso de la religión fue fundamental para abordar un apoyo a ideas revolucionarias al régimen radical y en pro de una regeneración y su sistema federal fue lentamente apocado. Rafael Núñez fue uno de los primeros en ir en contra del radicalismo al decir que usualmente los países civilizados iban del fraccionamiento a la unión, mientras que el país hacia lo contrario.[35] Así Núñez lideró el proceso de la regeneración como hoy sabemos con el anhelo de retornar al modelo centralista y cambiar la organización gubernamental y social.[36]

Respecto al ideario colectivo sobre la figura de Núñez hay posiciones encontradas, y sobre un análisis de sus lineamientos se podría incluso repensar sobre a qué espectro político se representase de manera más certera, sobre esto hay un análisis curioso que profesa:
El señor Núñez no es liberal ni conservador, sino que es simplemente nuñista, i quiere tener compromisos, ojala, con todos los partidos para de ese modo subir al podio, i entonces ni liberales ni conservadores deben apoyarlo. Pero como este último, por mucha que sea la pretensión de dicho señor, es increíble, pues sería considerarse capaz de jugar con todos los partidos, cosa bien difícil por cierto, es el caso de llegar a la conclusión de que entre el partido conservador i el circulo nuñista hay un pacto, pacto que es una consecuencia natural de los varios puntos de semejanza que los unen.”[37]


1.4 LA REGENERACIÓN INICIA, CONSTITUCIÓN DE 1886

El Movimiento regenerador conformado por los conservadores y liberales moderados, en oposición a los liberales radicales que se mantenían en el poder inicia. Esta movilización sociopolítica comenzó a tomar fuerza y ganar adeptos.[38] Con Núñez y Caro como cabezas la regeneración hizo alusión a una historia del pasado para reorientar el futuro del país. Con la frase: “Señores, la constitución de 1863 ha dejado de existir” Núñez dio la bienvenida a la Regeneración. Su discurso se presentó como la alternativa necesaria del orden como contrapeso al caos, de paz en la tormenta, una lucha contra el atraso y a favor del progreso. En definitiva el alegato regenerador preponderó en los desatinos del gobierno radical para testificar que el federalismo en vez de unificar la nación habría ayudado a su fraccionamiento.[39]

Núñez logró unir en su sentir regeneracionista a dos colectividades de una forma irremediable en la cual halló puntos de acuerdo con el fin de que unidos (liberales independientes y conservadores) hicieran frente al radicalismo. La unidad y complementariedad entre estado e iglesia se forjó también como uno de los pilares de este periodo en la cual esta armonía propiciaba un control social gestado desde la religión y un progreso económico e industrialización amparado por el gobierno.[40] Hay que destacar el discurso manejado por Núñez en el que deja claro que su proyecto de nación era lograr la paz y el orden. El orden concebido como el medio para obtener el progreso y la paz como garante del progreso. Todas estas políticas que presentó Núñez están guiadas bajo bases ideológicas previas que en mi investigar note que están en un debate. Por un lado se habla de influencia del ideal republicano francés, del cual se menciona que el mismo Núñez confeso no se dio como esperaba en Colombia. Sin embargo para Miguel Malagón la constitución española de 1876 fue la verdadera premisa aprendida por Núñez que marcó las pautas para la regeneración en Colombia.[41] Es decir, el perfil y planteamiento de la regeneración colombiana es legado de una experiencia europea (ya sea de Francia, España o ambos). En lo que sí no hay discusión  es que para Núñez su propuesta era pasar de una eventual “anarquía” al “orden”. Además de las nociones de orden y paz, Núñez proyecta las ideas de estado y libertad, todas estas unidas al apoyo moral infundio por la iglesia católica que volvía a ser la religión del país y fue cubierta de potestades y poderes especiales como la educación. Pese a todo esto la constitución del 1886 no deja de tener un componente liberal, claro está que de ella queda eliminada el ala radical. Para Núñez gobernar era “una ciencia innata”.[42] La regeneración en resumidas cuentas se convirtió para el en la política del orden y la libertad fundada en la justicia.

Con la Regeneración vino consigo un apoyo eclesiástico que veía en él un renacer del poderío de la esencia religiosa en el sentir colombiano, así el artículo 1 de la nueva Constitución en 1886 estableció: “El Estado, haciendo caso del tradicional sentimiento católico de la Nación colombiana, considera la religión Católica Apostólica Romana como fundamental elemento del bien común y del desarrollo integral de la comunidad nacional”. A la recuperación de la religión y la Iglesia como compendios cohesionadores de la nacionalidad se sumó la reivindicación de la herencia hispánica y colonial, la lengua y el mestizaje. La corriente conservadora de la Regeneración criticó las ideas importadas por los liberales que contrarrestaron con el espiritualismo hispanista. Respecto al pensar de Núñez en este contexto el mismo aseguraba que “en la general condición de las cosas al presente, la reacción religiosa -que es la reacción moral- se hará sentir en todos lados, porque no queda otra solución a tantas dificultades… estamos en Colombia en época de revolución moral, revolución que o es sino breve rama de lo que ocurre en el mundo civilizado.”[43]

Tres fundamentos se hicieron presentes con la entrada de la regeneración. Uno económico, otro jurídico-político y el último ideológico. En lo económico se crea el Banco de la República, se implanta el papel moneda, se propicia una política arancelaria y se buscó la protección de los artesanos. También se aumenta la exportación de café y la nación recupera salinas, minas y baldíos que habían sido cedidos previamente a los estados a lo largo del país.  En lo jurídico-político bajo la frase “regeneración o catástrofe” se da cumplimiento de la nueva constitución (86) y se fortalece el poder del estado a nivel nacional, dando potencia al centralismo y aboliendo el federalismo. Además de lo anterior se crea un ejército permanente y milicia, se amplía el periodo presidencial a seis años, se autoriza la reelección inmediata y se fortalece la rama ejecutiva. Como contrapeso se restringe la libertad de prensa, se restaura la pena de muerte y se implanta que solo el gobierno podía tener armas de guerra. Finalmente en lo ideológico el catolicismo se convierte además de la religión de la nación en la reguladora de la educación y la moral. En el artículo 38 de la recién lanzada constitución ya mencionada se dice que la religión católica debería ser respetada como elemento “esencial del orden social”.

Comparto con ustedes del artículo 38 al 41:
Art . 38. La Religión Católica, Apostólica, Romana es la de la nación: los poderes públicos la protegerán y harán que sea respetada, como esencial elemento del orden social. Se entiende que la Iglesia Católica no es ni será oficial, y conservará su Independencia. Art. 39. Nadie será molestado por razón de sus opiniones religiosas, ni compelido por las autoridades a profesar creencias ni a observar prácticas contrarias a su conciencia. Art. 40. Es permitido el ejercicio de todos los cultos que no sean contrarios a la moral cristiana ni a las leyes. Los actos contrarios a ia moral cristiana o subversivos del orden público que se ejecuten con ocasión o pretexto del ejercicio de un culto quedan sometidos al derecho común. 'Art . 41. La educación pública será organizada y dirigida en concordancia con la Religión Católica.[44]
El punto de la educación es otro ítem a tener en cuenta, pues se prohibió otro tipo de enseñanza a la que no fuese promulgada por la iglesia católica y aunque se dio libertad de cultos a la hora de llevarlo a la práctica seguían bloqueos para quienes deseaban vivir una vida por fuera de los parámetros dictados por la eclesiástica romana. Para Núñez la educación era un claro escenario que ayudaba a lograr el progreso, pero a su entender no cualquier tipo de educación sino la espiritual y de principios morales, entendemos hoy porque es más factible dominar a las gentes habidas de conocimiento y de parámetros de comportamiento que rozan tanto lo privado como lo público. Como agregado a lo anterior se retoma la referencia hispánica, un punto crucial si queremos observar como hasta cierto punto el conservatismo empieza a ganar espacios dentro del nuevo pilar liberal. Se dejó clara la herencia hispánica, su importancia y el legado para los pueblos de ultramar que ahora se apropiaban de costumbres fácticas españolas como la devoción al catolicismo y tradiciones religiosas muy a la usanza de un estado europeo a favor del vaticano. En este espacio Germán Colmenares menciona que esta coalición es una estrategia de alianza bipartidista para poner en función el estado y conservar el poder. Debía darse una complementariedad.[45] La iglesia en consecuencia se confirma como el aparato regulador del orden social, es decir el proyecto de civilización. Esa idea de civilización que como vemos tanto encantaba y fascinaba a Núñez. Además de lo anterior, la iglesia se convierte en un motor que se encarga de civilizar moralmente a la población y se afianza como un factor de cohesión social.

Enfatizando en el aspecto de la educación, hay que señalar, que por la alta tasa de analfabetismo en Cartagena, y su área de influencia, la nueva administración regeneradora tuvo que mantener en su nómina burocrática, a militantes del partido liberal, incluso de tendencia radical, que habían venido ejerciendo cargos desde la administración anterior. La necesidad de mantenerlos obedeció básicamente a la falta de personas que supieran leer y escribir. Situación muy semejante acontecía en los cargos y posiciones intermedias de la administración, en ocasión de la insuficiencia y precariedad de personas que dominasen o por lo menos conociesen habilidades básicas en rubros legislativos y de civismo. De hecho en Cartagena por decretos como el Nº 14 y Nº 16 de 1885 ya se mencionaba por parte del procurador general, León A. Martínez, la permanencia de los empleados de entidades como la secretaria y del Banco del entonces estado soberano. Con el paso de los años y luego del contexto regenerador algunos liberales continuaron en sus labores. Es imprescindible entender que esta continuidad a los empleados liberales, aun radicales, que se desempeñaran en posiciones de honor podría influir en diversos aspectos que van desde la legislación y el cumplimiento de esta. Aunque el conservatismo reinante nacional no iba necesariamente a facilitar estas benéficas presencias liberales en el poder. En este ambiente nacional no sorprendería que algunos liberales que se veían desprotegidos o incluso ya dentro de la administración pública pero con el deseo de tener más posibilidades dentro de estas esferas llegasen a cambiar de militancia partidista.

Enmarcado en todas las concepciones que plantea esta constitución llegamos al ideal de libertad y tolerancia que ahora son cobijadas bajo un nuevo discurso, el del orden como la mejor expresión de la civilización. No es para nada una sorpresa que Rafael Núñez se esforzaba en borrar todo bosquejo de la pasada constitución de Rionegro e implantase un gobierno de autoridad con un sistema electoral constantemente reflexivo y preocupado por delimitar los intereses de la sociedad por encima de los personales. A su ver formar un organismo político semejante al estadounidense en el cual el orden apaciguase toda huella de la anarquía, uno en el que el gobierno fuese la garantía del derecho de todos. Como menciona María Angelica Tordecilla: el fin del estado en Núñez es garantizar el derecho; derecho que a su vez hace posible la libertad del hombre. La idea del derecho es esencial y siempre está relacionada con la libertad. Núñez entendía que el debate político era una lucha ideológica y no física.[46] Por todo lo anterior no es insólito notar que el temor a la conflagración social se consolida como un perfil característico del discurso regenerador.[47][48]


1.1  DEVENIR Y PERSPECTIVAS DEL PAIS DE NUEVO CENTRALISTA

Con el regreso de la corriente del modelo centralista al poder el país asume nuevos retos conforme a los problemas dejados por el federalismo, ahora Núñez deberá no solo encargarse de la contrariedad económica, política, social e incluso cultural de la nación que adopta de nuevo el modelo que según boca de varios regeneradores nunca debió cambiar. El país encamina sus pasos a la Libertad y el orden que es el emblema en su escudo y busca priorizar ahora los ideales que constituyen el interés ya no regional sino nacional. Los retos y perspectivas que se asocian con el devenir de la nación ahora deberán afrontar inconvenientes como la futura separación de Panamá y la problemática que asegura la solidificación de Colombia en la esfera económica internacional. El Proyecto de Nación que idean los regeneradores debe entonces adaptarse al cambio, la movilidad y las necesidades de un pueblo anhelante y creciente.

En 1886 el Estado Soberano de Bolívar que pronto se convertiría en Departamento (7 de septiembre de ese mismo año para ser más precisos) retrataba en las páginas del Registro la siguiente nota que de forma muy precisa nos resalta la entrada a la regeneración en el país. La victoria de Rafael Núñez en las presidenciales se hace obviamente vital y básica para la consolidación del proceso político que viene en palabras de muchos “a salvar al país de la separación que instituía el federalismo”. Las felicitaciones por su resultado se hacían notar en gran manera en Cartagena y todo Bolívar. Estamentos oficiales lo publicaban en la portada de su rotativo haciendo alusión a su logro.

Las relaciones con la iglesia católica en pleno proceso se hacen curiosas y muy interesantes de examinar, la siguiente nota es muestra clara de esto al plantearse de nuevo como hoy sabemos una complicidad con los parámetros religiosos que desde la santa sede se asignaban. Me parece crucial resaltar esta parte: “La nación que represento, esencialmente católica, suspiraba por este día dichoso, en que se reanudan sus relaciones oficiales con el jefe de la iglesia, por desgracia interrumpidas hacía mucho tiempo; y el gobierno que actualmente rige con tanto acierto los destinos de Colombia, se ha apresurado a satisfacer tan justo anhelo. Fortificar estas relaciones, estrecharlas más si fuere posible” Esta legación publicada en fecha 5 de junio de 1886 es sin dudas una joya hecha prosa para entender como la iglesia llega a insertarse de una forma muy próxima y con aras de más de lo que fuera años antes en la política colombiana.

Cada vez que examinamos prensa de la época en Bolívar nos adentramos en aristas más y más interesantes en las formas en la que el proceso político nacional se da en el país. Sabemos que la prensa educa a muchos lectores que finalmente en una forma indirecta o directa pueden formar su opinión a través de lo leído. La defensa de lo patriótico, lo nacional y el miedo al fraccionamiento propulsan la ideología regeneradora que desde diversos estamentos se hace pública.

Si quisiéramos definir a la regeneración en palabras propias de sus defensores, resulta muy provechoso agregar una nota editorial publicada como “Contestación del Sr. Caro”. En esta reflexión se dice que: “El pensamiento de la regeneración fue sencillo, porque era grande, y se resume en pocas palabras: centralización del orden público, educación cristiana y fomento del trabajo nacional por medios directos o indirectos, paz, fe y progreso.”[49] Bajo este pensamiento se argumenta que por su evidencia y amplitud se invitó a la reconciliación de partidos políticos a través de la figura del Partido Nacional. Lo cual hoy sabemos definitivamente no representa una unidad precisamente por reconciliación más si por conveniencia temporaria.[50] “Nosotros no pretendemos excluir hombres, ni opiniones, ni suprimir la lucha política necesaria y conveniente, si se rige por las leyes de la razón, del respeto y de la conveniencia publica, queremos solo que no sea pugna de gladiadores, sino torneo civilizado, sobre la base de la aceptación de algo fundamental y axiomático.”[51] Este argumento conservador ha de ser una constante durante todo el periodo presente de estudio, pero va a encontrar retos en los que si pareciese haber necesidad de ‘pugnas de gladiadores’ para mantenerse en el poder.

De lo que trajo consigo la regeneración en el plano oficial sabemos fielmente que se conformó un estamento militar encargado de velar por el orden de la república, con la finalidad de controlar el monopolio de las armas. Bajo premisas como las de “Orden y Control” se aumentaron las dotaciones y el número de individuos en pro de la seguridad estatal. La instauración de batallones fue una de las estrategias más claras. Pero indudablemente el epicentro de la ideología regeneradora fue la cimentación de una mentalidad moral cristiana afincada en el catolicismo propagado desde el vaticano. Por ende la construcción de un ciudadano católico  y a favor de la intromisión eclesiástica en todas las aras del poder se consolidaron como pieza crucial para la conformación de un país conservador desde sus mismos filamentos y para permitir que el ciudadano desde su infancia se formara con estas convicciones se instauró una educación amparada por la Iglesia.[52]
Hay que decir que la élite tradicional cartagenera empezó a gestar estrategias de captación, atracción y vinculación de individuos y familias a su entramado socio-político. Se trataba de figuras ajenas a su círculo histórico y status. Toda esta estrategia se dio con la puesta en mira de dos objetivos centrales, el primero era asegurarse de poseer y disponer de los capitales y las relaciones de poder de los “nuevos ricos” al entablar con estos alianzas ya sea matrimoniales o clientelares. El segundo objetivo era que a través de estas alianzas mantuviesen ellos el dominio del ascenso político y social de los grupos socialmente marginados, tanto en Cartagena, como en otras zonas del departamento de Bolívar.[53] Notamos aquí entonces un beneficio económico y un beneficio de poder. Se trató entonces de todo un armazón con sus configuraciones claras y de conveniencia mutua.

Lo que este primer capítulo quiso presentar es un recuento histórico del proceso de nación que encamino al país en modelos federalistas y centralistas. El proyecto radical y el regenerador constituyen dos temáticas profundas de sumo interés e importancia para la historiografía colombiana en cuyo compendio aún hay vacíos, pero siguen fuertes las ganas de consolidar estudios sobre el caso y comprender a más profundidad un análisis de la historia, interpretar que motivó su entrada a mediados del siglo XIX y que la nación diera un giro curiosamente radical al entrar a uno de los momentos más curiosos de su historia. Así Colombia vivió procesos de diversa índole que transformaron su ordenamiento, su gobierno, su educación y por un momento la religión como predominante en el estado. Todos estos entendidos como antecedentes importantes a tener en cuenta para comprender en mejor forma al partido liberal en bolívar.



CAPITULO II.

EL PARTIDO LIBERAL EN BOLÍVAR EN PLENA HEGEMONÍA CONSERVADORA

Con la llegada a nivel nacional de la hegemonía conservadora, el Partido Liberal pasa de liderar a ser oposición. En todo el país el partido llega a nuevas dinámicas en las que establecerse. Aunque a ciencia cierta no estamos hablando de todo el partido, pues como sabemos una rama moderada de los liberales apoyó la regeneración y con ella la vuelta del centralismo. Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro asumían un rol crucial, el de forjar los destinos de un país que a su ver estaba en caos. Para los liberales radicales Núñez era un traidor, para los conservadores y los moderados era el salvador, todo esto se va matizando con el paso del tiempo y vemos como su presencia es esencial para entender ambas historias, la de los ganadores y los vencidos.[54] Jorge Orlando Melo afirma: “En el debate político colombiano se ha discutido mucho si Núñez fue un traidor porque se entregó o no a los conservadores. Para mí es evidente que en 1885 y 1886 se entregó al pensamiento conservador, pero no como un traidor, sino como un decepcionado y un convencido.”[55]

De hecho concerniente a este mismo tema hay una columna publicada en El Porvenir en la Cartagena de 1893 en el que se expone esta eventualidad. A modo de carta hay un espacio de opinión en el que se indica (bajo un texto escrito por Anibal Galindo) que había que dejar de pensar que Núñez derribó del poder al liberalismo y les traicionó, mientras que hay que fijarse mejor en las exageraciones del principio de libertad consignadas en la Constitución de Rionegro, incompatibles según el autor, con todo orden público y social que legitima a los gobiernos en pro de dar seguridad a su pueblo, por ende según esta nota Núñez sin ninguna idea de traición salvó al país de la anarquía. Consecuentemente se afirma que las tres razones por las que los liberales fueron derribados del mando son en primer lugar la soberanía de los estados llamada la anarquía organizacional que produjo tres guerras civiles, en segundo lugar la impunidad del crimen y la tercera la intolerancia religiosa.[56]

Constitución de 1886 (portada)

Con la implantación de la hegemonía conservadora algunos partidarios del liberalismo permanecieron pese al cambio de ideología nacional teniendo puestos claves de administración estatal, de recaudo y entidades fiscales en el departamento de Bolívar. A su vez algunos lograban acceder a puestos importantes a través de actos típicos de nepotismo, para Adolfo Meisel Roca este nepotismo logró también bastante connotación aun en los sectores radicales del liberalismo llegando hasta los puntos más centrales de su hegemonía, por ende no es para nada extraño que los apellidos y el abolengo funcionasen en gran medida como una forma de ascender y tener presencia en diversos sectores importantes. Como precedentes ser radical liberal en Cartagena entre 1863 a 1875 (según menciona en su tesis Wilmer Romero) era vivir en el olimpo, esto cambiaría pero no en su totalidad luego de la caída del régimen que estos abanderaban. Como agregue antes, se mantuvieron algunos notables logros obtenidos en los sectores de la economía, política y sociedad. Gran parte de los militantes en Cartagena e incluso de sectores intermedios y/o bajos mantuvieron hasta cierto punto su presencia en los diversos escenarios de los que hacían parte. Con la llegada de 1886 se da el fracaso de la política económica liberal como desencadenante del fin del periodo de los radicales. En este punto el liberalismo y su arista radical sufrirían un duro golpe a nivel nacional que haría que buscasen como forma de defenderse al tradicional modelo de la guerra.
Para fines de comprender mejor el contexto de la hegemonía conservadora añado la lista completa de los presidentes del país durante este periodo de 44 años:
José María Campo Serrano (1886-1887)
Eliseo Payán (1887)
Rafael Núñez (1887-1888)
Carlos Holguín Mallarino (1888-1892)
Miguel Antonio Caro (1892-1898)
Manuel Antonio Sanclemente (1898-1900)
José Manuel Marroquín (1900-1904)
Rafael Reyes (1904-1909)
Ramón González Valencia (1909-1910)
Carlos Eugenio Restrepo (1910-1914)
José Vicente Concha (1914-1918)
Marco Fidel Suárez (1918-1922)
Pedro Nel Ospina (1922-1926)
Miguel Abadía Méndez (1926-1930)
A partir de este momento y comprendiendo el panorama nacional examinamos más a fondo la situación acaecida en el departamento de Bolívar. Entendiendo obviamente que los dictámenes enviados desde la capital del país se fueron amoldando a cada región y su contexto particular.

En Bolívar los liberales enfrentaron un periodo de transición que no distó inicialmente en gran medida de diversas zonas del país. El choque se hizo efectivo cuando la exclusión e invisibilidad pública se volvieron el hilo conductor de un partido liberal que salía del poder y daba pese a su descontento el testigo a los conservadores. Los liberales debieron tomar una actitud hasta cierto punto contemplativa para con sus opositores pero jamás distante o despreocupada.

Es importante señalar que en Cartagena el liberalismo estaba integrado en una buena medida por gentes de estratos bajos que estaban inmersos en una realidad colectiva político-cultural muy alienada (más no homogénea) y que desde sus condiciones y entorno promulgaban un discurso y prácticas que pese a ser de diversas procedencias creían en un modelo político de democratización que se sostuviese desde “los de abajo” para  la vida pública. Lo anterior no significa que no existiesen variantes con liberales con más poderío económico y de clases sociales emergentes. También es crucial señalar que pese a ser en lo representativo un solo partido muy dentro de él  se daban fraccionamientos que en esta ciudad y en el departamento se hicieron notar. Lo anterior no es ninguna novedad al saber que a nivel nacional y como ya hemos mencionado antes se daba también.

El poderío de Cartagena a nivel regional y nacional en esta época es muy prominente. No solo por su estratégica ubicación en el caribe sino además porque se gestaba como una ciudad a tener en cuenta a la hora de dimensionar la realidad política nacional. Esto no solo se da desde el periodo regenerador con Núñez al mando sino que se mantiene por un periodo sustancial para después estabilizarse en una etapa menos esplendida.
Un punto que comprueba el tiempo favorable de Cartagena es que el conservador Joaquín F. Vélez fuera candidato a la presidencia de la República pero no logro su cometido por no tener influencia fuerte en el panorama local y regional. Pese a esto es nombrado como primer designado por el Congreso de la República, cargo que sostuvo hasta una reforma constitucional acaecida en 1905. Igualmente vale la pena mencionar a los congresistas cartageneros: Lacides Segovia y Manuel Dávila Florez que desempeñaron su rol durante el primer año de gobierno de Rafael Reyes. Como dato significativo estos dos congresistas junto al general conservador Francisco Burgos y el liberal Simón Bossa fueron detenidos por una supuesta participación en un urdido atentado contra el presidente Reyes en Barrocolorado.[57] Estos eran mencionados como autores intelectuales del hecho.


2.1 PODER Y CONTIENDA

Colombia ha sido un país permeado históricamente por la violencia, la cual por supuesto no dio la espalda a los sentimientos políticos que oponían a liberales con conservadores. Para muchos liberales el reasumir su participación pública y control político requería un enfrentamiento más allá de ataques verbales  por ende la sangre como forma de triunfar en la contienda política se perfilaba como la forma más viable de volver a obtener el control.  De hecho los liberales radicales perdieron tres confrontaciones armadas a nivel nacional en pro de sus intereses. Al verse vencidos en esas tres ocasiones (1885, 1895 y 1899 para ser más exactos) intentaron debilitar a sus contendientes buscando dividir al partido conservador desde su interior y a largo plazo pero tampoco funcionó del todo. Aunque como hoy sabemos tanto los liberales como conservadores se fraccionaron en nuevos grupos que pese a agudizar en diferencias seguían siendo parte de sus respectivos partidos. Por ello no es extraño encontrar conservadores con posturas muy cercanas al liberalismo y viceversa, aunque claro todo esto entendido desde la óptica de unos políticos que vivían en un país fraccionado y en el que adherirse a una variable fuerte y contundente podría ser garantía de su permanencia en los espacios públicos. Según Helen Delpar el Partido Liberal abogó por ejecutar medidas “modernas y liberales” en lo político y lo económico. Para José María Madiedo en las ideas fundamentales de estos dos partidos opuestos no había gran diferencia si queremos analizarlo desde la concepción que nos dice que ambas instituciones partían de un sector a su ver similar y que buscaban a su acomodo el poder total, no parcial.

En Enero de 1895 ya había estallado una rebelión armada en el departamento de Boyacá. Las noticias llegaron a Bolívar y el gobernador  de entonces, Enrique L. Román, emitió dos decretos, en el Nº 22 declaró al departamento en estado de sitio, colocó el departamento para ser gobernado militarmente para reprimir todo conato de alzamiento en esta región y asumió como gobernador facultades extraordinarias, el carácter de jefe civil y militar. El otro decreto fue el Nº 25 en este y bajo la consigna de tomar medidas para la conservación del orden público, decretó que los periódicos existentes no podrían continuar publicándose sin permiso de la gobernación y para la creación de otros nuevos  se necesitaría también el permiso gubernamental. Cada alcalde se encargaría de recoger todo tipo de arma de fuego y blanca, como las usadas en guerra, en su territorio. Serian juzgados además todos los que causaren daños en las líneas telegráficas o también para quienes interrumpiesen el paso a los conductores de correos o de correspondencia oficial. Para poder viajar en el depto. De Bolívar se necesitaría expresamente de pasaporte y se reforzaría la seguridad a lo largo y ancho de esta zona.[58] El peligro se veía inminente para Bolívar y el gobernador buscaba protegerlo de guerra y muerte.

El 3 de Febrero del 1895 El Porvenir publica en letra aumentada, una nota interesante, que vale la pena revisar al completo, sin firma alguna parece ser editorial del mismo medio cartagenero en el que se lee lo siguiente:
 Lo que sucede en el Cauca, en el Magdalena, en Santander, en Bolívar etc. etc. es elocuente testimonio de que ya entre nosotros la anarquía no encuentra asidero y son plantas exóticas las contiendas fratricidas. Y no solamente son los conservadores y los independientes los que han ofrecido su material apoyo al Gobierno, sino muchos liberales también que, sin abjurar de su credo político, le han prestado mano fuerte para debelar esta revolución que no proclama ningún principio y que se alimenta sólo del odio a todo lo que es orden, de la instintiva aversión a todo lo que es progreso en la sincera significación de esta palabra. Diez años de paz, de trabajo honrado de amor al hogar, de respeto a sí propios, han bastado para que el pueblo haya podido hacer el balance entre los dos partidos que han venido disputándose el predominio en este país tan digno de la más hermosa suerte. Y en verdad que el pueblo colombiano tiene sobrada razón. Veinticinco años de dominación radical no han dejado otra huella sino ruinas y descrédito, empobrecimiento del comercio y estancación de nuestras industrias, que nunca pudieron tomar vuelo para alcanzar el adelanto a que habían llegado en otras naciones más pobres que la nuestra. Durante esa dominación vivíamos en completa alarma y las horas del día no eran suficientes para darle solución al remitente problema de asegurar la vida y el producto del esfuerzo individual en el campo del trabajo. Doctrinas disociadoras habían maltratado gravemente los cimientos morales de la sociedad; impracticables teorías de gobierno eran causa de multiplicados fracasos en la práctica, y de ahí la inestabilidad en todo cuanto se relacionaba con la administración pública y los insuperables obstáculos al natural desenvolvimiento del comercio y las industrias que son base ineludible del progreso material. Lo que hoy sucede da la medida del terror que inspira a todos la vuelta al poder del partido radical, que tiene que depurarse de multiplicados desaciertos y de faltas injustificables para que entre como partido civilizado a terciar en el debate político, ilustrándolo de buena fe y no haciéndolo, como hasta ahora, incomprensible y tenebroso. Necesario es que sea menos soñador en sus teorías y más humano en sus prácticas. El partido radical no quiere comprenderlo, pero a la fuerza tendrá que aprender, por larga dolorosa experiencia, que Colombia ha pasado ya del crítico período en que las cuestiones de trascendental interés se resuelven con hecatombes humanas sembrando el terror en los corazones, a manera de las hordas africanas, y que hemos dado, afortunadamente, muchos pasos en el espléndido camino de la civilización y confesaremos con ingenuidad que esta abortada conspiración ha traído, dos bienes inmensos al país, el primero, probar que los radicales son impenitentes conspiradores, y el segundo el obligar a al gobierno a dictar justificadas medidas de represión que garanticen a Colombia por lo menos quince años más de paz, de tranquilidad en los hogares y de progreso en general. No hay mal que por bien no venga, dice un adagio vulgar.[59]

No es sorpresa que el pensamiento de este periódico se alinee a un discurso conservador siendo el mejor ejemplo de la prensa permitida para la época.[60] De hecho mientras estuvo vivo se informaba de Rafael Núñez como redactor en jefe de este rotativo.[61] Consistentemente en este mismo medio dos años antes, es decir en 1893 ya se hablaba del daño que a su ver había causado el radicalismo al país al anunciar al partido conservador como su enemigo común puesto que los radicales eran al ala extrema de un partido roto y desmoralizado.[62] En ese mismo año el ya expresidente Carlos Holguín, se desahogaba en una nota editorial que también veía la luz en Cartagena. En esta se queja de la forma en la que se atacó su mandado y como sus detractores lo atacaban de intolerante con la prensa. A su defensa arremete que esto es falso y que la percepción era mayor que la realidad. En su texto acusa a los radicales de rebeldes ante las instituciones y desenfrenados y de según el exagerar ante el pueblo que gobierno fue de censura contra el radicalismo o ápice liberal. Solo siete periódicos se suspendieron en su gobierno de cuatro años y doce fueron multados.[63] Todo este elemento discursivo se aúna al que en prensa se mostraba para la época, unos conservadores en defensa de sus principios, y unos liberales y/o radicales opositores sin escrúpulos.  Para 1897 se decía en el mismo medio que un equilibrio político era necesario.[64]

Tampoco hay que negar que en ocasiones bajo el rotulo de “Prensa Liberal” se publicaban notas referentes al liberalismo como cuando este renovaba su dirección en las convenciones. En Cartagena se anunciaba quienes eran nombrados presidente, vicepresidente y secretario general del partido liberal y sus nombres retumbaban en el acontecer diario de la ciudad y del departamento de Bolívar. Precisamente cada vez que se daban convenciones y el liberalismo cambiaba de directores y se daba a conocer en todo el país renacía el sentimiento de ‘enamoramiento’ de este partido a la ciudadanía con el fin de volverla adepta. El Porvenir como uno de los principales medios de esta ciudad solía replicar pocas notas de periódicos liberales pero “El derecho” de Bogotá era la excepción por considerarle un medio liberal honesto.[65] Para 1897 por ejemplo vociferaban tanto en Bolívar como demás zonas que “El partido liberal no tiene hoy como único objetivo la posesión del poder, sino que aspira, antes que todo, a ver a Colombia restituida a su antigua normalidad republicana, para que dentro de ella todas las agrupaciones políticas puedan tener la participación que de derecho les corresponde en la dirección de los negocios públicos.”[66]

Hay que resaltar en este punto también los nuevos ricos que llegaban a ocupar relaciones clientelares por medio de su ascenso social y los artesanos que se insertaban en la dinámica política de la época logrando participación en gobiernos provinciales y estatales del radicalismo. Es importante mencionar esto pues esta clase social prestante tomaba representación en las diversas connotaciones y concepciones del estado y a su vez se situaban en un bando u otro. Para muchos liberales sus nociones se iban desdibujando con el paso del tiempo y de acuerdo a sus posturas y opiniones se agrupaban de cierta manera en un sector u otro, pues hoy no es un secreto que muchos de esta clase social alta no tuvieron cambios traumáticos como podría pensarse. Un ejemplo de las relaciones de poder entre familias prestantes y relacionados es Rafael Núñez que forjó amistades (aunque claro también notables enemistades) aún más allá que dentro del liberalismo, por esto es obvio que para algunos en su época fuese un traidor para sus primeros compañeros de creencia política. Sin embargo todo esto fue una experiencia a la cual se sometían algunos liberales en pleno momento de contienda teniendo en cuenta su ubicación geográfica, lazos clientelares o como ya vimos, su clase. Núñez pasó de ser inicialmente radical liberal a criticar esa concepción y llegar a la presidencia en 1885 en pleno momento de los Estados Unidos de Colombia cambiando esa postura llevando al país a la ya mencionada regeneración. Por ello Núñez soportó una reacción radical que lo veía como ingrato y que entre sus deseos tenía el de derrocarlo a partir de las armas, dando inicio así a una revuelta civil que se acrecentó en algunas determinadas zonas del territorio nacional que iba contra Núñez, pero como hoy sabemos el gobierno regenerador logró apaciguar rápidamente estas revueltas.

Para fines de este texto y con el fin de comprender de forma más práctica lo que se ha de presentar procedo a presentar los directores del partido liberal en el periodo del cual estudio. [67]
1886: Aquileo Parra, Gil Colunje, Luis A. Robles, Francisco de Paula Borda, Januario Salgar.
1892: Santiago Pérez Manosalbas.
1897: Aquileo Parra.
1899: El Consejo Consultivo Liberal formó una nueva Dirección Nacional Liberal: Principales: Medardo Rivas, Juan Evangelista Manrique y Siervo Sarmiento; Suplentes: Venancio Rueda, José Benito Gaitán y Francisco de la Torre.
1903: Se formó una Junta para reorganizar al Liberalismo, compuesta por Manuel W. Carvajal, Nicolás Esguerra, Juan E. Manrique, Diego Mendoza Pérez y Rafael Uribe Uribe.
1915: La Convención Nacional Liberal eligió Dirección Nacional, conformada por Nemesio Camacho, Luis de Greiff y Francisco de Paula Manotas.
1918: Benjamín Herrera y Francisco de Paula Manotas.

Llegados a este punto es ineludible no hacer referencia a La Guerra de los mil días. Esta fue sin duda una de las más notables muestras de lo que puede suceder cuando los polos en política quieren gobernar y dentro de estos polos nace una nueva visión ideológica que se basa en nuevas aristas de pensamiento que pueden llegar a converger sin que esto necesariamente indique que dejaran de existir divergencias dentro del mismo. El Partido Nacional que existía desde 1886 con nociones del conservatismo con el apoyo de entre otros de Rafael Núñez no solo buscaba consolidarse en el poder sino además aprovechar a esa cada vez más llamativa agrupación de liberales cuyas posturas se acercaba más a ellos que a los radicales. Es decir el Partido Nacional no solo estaba integrado por conservadores nacionalistas sino además por liberales independientes y que cada vez eran más afines a esta ideología que distaba de un extremo azul o un extremo rojo.[68] Por su parte los liberales más tradicionalistas deseaban a como fuera lugar retornar al poder. La guerra se gestó desde el 17 de octubre de 1899 hasta el 21 de noviembre de 1902. Como la historia no se detiene y cada país esta anexo a su contexto, la guerra que antes era entre el Partido Nacional y liberales se volvió con el tiempo en un verdadero conflicto de ligas mayores en el cual los históricos partido conservador y partido liberal volvían a hallarse en contienda, ya no amparados en una nueva teoría política planteada por el partido nacional sino ahora por las ideas clásicas que dividían a sus colectividades, sin que esto por supuesto indique que no se habían apropiado de nuevas líneas de pensamiento. Durante este tiempo los liberales recibían apoyo económico del extranjero. Tanto para el gobierno como para el mismo liberalismo era trascendental aliarse con países para vencer, pero aún más significativo aliarse con los Estados Unidos de América. Este país norteamericano apoyó al oficialismo porque pensaba que los liberales no podían conquistar el poder mediante las armas. Pese a esto se da una estrecha relación entre liberales y extranjeros, pues una buena cantidad de liberales vendían ganado a los extranjeros en muchos casos para sostenerse económicamente. La destilación de aguardiente se consolidó además como una de las fuentes de desarrollo económico en Bolívar tanto que durante un buen tiempo fue una actividad decisiva en esta región por ende no es sorpresa si se diese incluso de forma clandestina.[69][70] El liberalismo buscaba apoyo económico y a través de un banco en el exterior guardaban su dinero.

En Cartagena los liberales no pudieron entrar a hacer parte a cabalidad de esta guerra y tomarse así la ciudad, esto debido a dos causas muy claras: la primera fue que no estaban preparados cuando se dieron pronunciamientos gestados en localidades como Santander y en Barranquilla. La segunda es básicamente que los copartidarios del liberalismo fueron obligados a quedarse dentro de la ciudad debido al cierre de las puertas y la extrema vigilancia habida en los baluartes a lo largo y ancho de todo este territorio. También en esta ciudad los liberales denominados como revolucionarios de esta época atemorizaban a campesinos agricultores con falsas noticias con el fin de que estos se alejaran de sus posturas y así se unieran a la causa de la rebelión. La guerra de los mil días trajo grandes problemas consigo. Hay que decir ineludiblemente que los odios se agudizaron entre los miembros de los dos partidos, generando venganzas familiares y nutriendo de más historias el peso de la violencia bipartidista en Colombia. En Bolívar se vivió este conflicto bipartidista que a su vez daba pie al fortalecimiento de nuevos grupos extremistas que se gestaban a raíz del partido tradicional, así sucedió en 1901 cuando los ejércitos liberales en compañía de Uribe Uribe se dirigieron hacia la sabana de Bolívar dando paso a la formación de grupos de guerrillas liberales. Pero antes de 1901 para ser exactos un año antes, es decir 1900 ya se habían dado en este departamento una propagación de grupos de guerrillas, tanto que 1901 y 1902 son considerados los años con mayor crecimiento de estas agrupaciones. Esto nos habla de una guerra que se daba en una recesión económica que entre otras cosas promulgaba más polarización. Los liberales en Cartagena debieron pagar fianzas y presidios con el fin de poder mantener cierta libertad de movimiento, a esto hay que añadirle el hecho de que en 1902 los decretos 184 y 283 les prohibió transitar por las calles de la ciudad a ninguna hora del día ni de la noche.

Algo que se hizo evidente en esta particularidad histórica del país es que algunos liberales habían transitado al conservatismo, habiendo pasado primero por el partido Nacional como medio de llegada a las filas conservadoras. Hallamos aquí por mencionar ejemplos a: Valentín Pareja, Pablo J. Bustillo, Donaldo E. Grau, Benjamín Noguera y Francisco González Carazo.[71] Indudablemente este fenómeno no se ha dado solo en el caso colombiano debido a que la trashumancia en política es un tema valedero para debates y que nutre la historiografía  analizando además como la conveniencia (ya sea económica, de estatus o ascendencia social) en ciertas ocasiones se prioriza en detrimento de alguna creencia o estrategia colectiva del pasado.

Para el 1 de Marzo de 1901 la prensa cartagenera hacía eco de una nota publicada en “Las Novedades” de Nueva York, en la que se informaba en esa ciudad norteamericana de la llegada de Uribe Uribe en el vapor Philadelphia. Le denominan ‘renombrado caudillo de la revolución colombiana’ e incluso se hace mención al hecho de que el Times le hiciese una entrevista. En la nota de forma clara y sin vacilación se argumenta que los liberales colombianos peleaban no por “afición” sino por “pura necesidad”. “Por habérseles privado hasta de los derechos comunes”. En la entrevista para el Times Uribe Uribe menciona que la política de los conservadores con los liberales era “la misma política colonial de España con los cubanos”.[72] Al ser preguntado por si llegaba a los Estados Unidos en busca de armamento, municiones y aprestos navales para su revolución responde enfáticamente que cada quien podría pensar lo que mejor le pareciera.[73]

En EE.UU, Uribe Uribe promulga que el partido conservador estaba dividido y que la fracción dominante era débil y vivía de ‘la masa ignorante’. Mientras que los liberales eran fuertes y estaban diseminados por el país. ‘Como los Boers en guerrillas, pero están alerta, Aunque parezcan muertos, no es así, están durmiendo’. En su disertación afirma que el partido conservador es de aristocracia y de retroceso, mientras que el partido liberal es demócrata y de adelantos. Subraya además que su profesión no era la milicia sino la abogacía y que no podría tachársele de revolucionario interesado pues poseía extensos cafetales.

La guerra de los mil días entorpeció e interrumpió las exportaciones, aumentó el costo de vida, también se dio un encarecimiento los alimentos y el transporte. Se sabe edemas que la ganadería fue hábilmente destruida por los ejércitos de ambos bandos así que la economía en Bolívar entró al juego de la inestabilidad imperante.[74] En medio de este proceso se veía incluso en periódicos a nivel nacional y local notas de presuntos liberales que se habían convertido al conservatismo o al menos parecían serlo y lo hacían negando nociones liberales que consideran ahora en su inserción al conservatismo como elementos que iban en contra del amor por la patria y la defensa de esta. Además de invitar a la juventud liberal a ver los peligros que suponían los extremismos radicales.[75]

Pero ciertamente hay que dejar en claro que para 1901 ya los liberales habían publicado un manifiesto titulado “Por la patria y por la paz” en el que con firmas de algunos miembros de su colectividad, el manifiesto hacía alusión a un memorial (firmado por el General J. M. Ruiz, J.M. Quijano Wallis, Santiago Samper, Juan E. Manrique, A. Valenzuela, Marco A. Wilches, Venancio Rueda, Ricardo de la torre, Rafael Rocha Castilla, Roberto Suárez, Andrés Márquez y Rafael Murillo) pedían la regularización de la guerra como primer paso para su terminación. De manera respetuosa mostraban sus ideales y posturas invitando a la concertación. “La prolongación indefinida de la guerra, y, sobre todo, con los caracteres salvajes que va adquiriendo, acarreará indefectiblemente con la anarquía crónica y la militarización de la república, la destrucción total de nuestra patria. Cualquiera que triunfe en tales condiciones, reinará como las aves de la noche en los cementerios sobre escombros y tumbas y tendrá a su cargo la más tétrica de las labores, la más penosa de las responsabilidades. (…) La gloria no discierne sus galardones a las acciones humanas, si estas no presentan el previo visto bueno de la sensatez y las palmas del martirio no florecen si no las vigoriza el calor de la razón.” [76] Llama mucho la atención el uso de conceptos como el de anarquía que era usado en demasía por el conservatismo como sinónimo del extremismo liberal. El texto llega a un punto de reflexión que se torna sumamente interesante: “La prolongación inútil del estado de guerra es elemento de unidad, fuerza y conservación en el poder de la parcialidad vencedora. Los partidos que se hallan sin contrapeso en el gobierno, se salen de la ley universal del equilibrio y por acción de la dinámica política, tan inexorable como la dinámica física, se dividen, se descomponen y caen.” El análisis anterior podría entenderse como una monopolización de la política colombiana, en la que si por ejemplo, el conservatismo se erigiese en cada rubro como el dominante, rezagando a su adversario crece y se posiciona, pero al final por la idea básica de pesos y contrapesos y el dinamismo de la política estaría destinado a fracasar, pues se dividiría y quedaría en nada. El manifiesto liberal aduce esta teoría por un referente histórico en el que la balanza estaba del otro lado, es decir con el liberalismo al poder, más exactamente en 1877 cuando habían logrado la cumbre con soberanía y poder en el país y con el apoyo de importantes regiones, sin embargo el conservatismo en aquellos años depuso las armas y volvió la paz al país. La rápida pacificación fue una victoria para la revolución (según su argumento propio), la normalidad se restableció y el partido liberal vencedor en la guerra y señor absoluto en el país pero sin el contrapeso que lo sostuvo en años previos, se ‘conmovió hondamente por la inesperada y brusca transición, perdió el equilibrio, se descompuso, se fraccionó y cayó.’[77] Es decir que podría entenderse este manifiesto como un llamado de atención con una regulación de la guerra con el fin de lograr una paz estable y consensuada entre ambas partes.[78]

El manifiesto que se reprodujo en algunos medios cerraba haciendo votos para que el gobierno allanase el camino a la pacificación ofreciendo olvido sincero y amplias y seguras garantías, en personas y bienes, a los que dejasen las armas. Permitiéndoseles además poder sufragar en el futuro. Para los rojos tal medida ‘además de redundar en el bien de la patria, haría más sólido el éxito que el gobierno ha alcanzado en la guerra. La magnanimidad es la glorificación de la victoria. Triunfa sin gloria quien vence sin generosidad.’ De manera que el llamado a la generosidad y las buenas costumbres eran la premisa liberal en este determinado momento y su tono pacificador iba también en la vía de saber que el conservatismo ya ganaba terreno y era el vencedor en la guerra. Para muchos este tono pacifista sorprende, si estamos acostumbrados a leer que los liberales eran los revoltosos y los conservadores los devotos,  pero este manifiesto sirve para comprobar mi teoría de que es necesario matizar todo lo concerniente a este periodo para entender que la labor diplomática y objetiva reinaba en buena medida, al entender que posición era necesaria tomar en determinado momento. Ni todos los liberales eran revoltosos ni todos los conservadores tan devotos. Hay que ser claros, en momento de guerra cada partido buscaba defenderse y se sostenían en un discurso que fuere conveniente a sus intereses de acuerdo al contexto.  Por ende en momentos de disputa y crisis podrían aplacarse algunas consignas y resaltarse otras, finalmente aunque enemigos en el espacio político dar garantías o permitir la existencia del otro sería una muestra de concordia en medio de las diferencias.[79]

En Cartagena para Noviembre de 1901 ya se hablaba de una crisis comercial masiva. Sin embargo en la editorial para el día primero de ese mes de El Porvenir hallamos que se informa que no había que echarle la culpa 100% a la guerra, puesto que las exportaciones e importaciones no habían cesado pero pese a ello las relaciones del puerto de Cartagena con el interior del país habían ‘muerto de golpe y violentamente’. Todo el tráfico que se hacía por Cartagena ahora pasaba hacia Barranquilla, a pesar de las facilidades y comodidades que daba el puerto local por encima del barranquillero. La prensa decía ‘Cartagena languidece rápidamente y su ruina será inevitable si no se acude a tiempo para salvarla del inminente peligro’.[80] Lo que si hay que señalar respecto a esto es que la sociedad cartagenera de la época si trató de buscar alternativas que permitiesen que la crisis nacional no se agudizara en la ciudad, puesto que en pleno momento de guerra, la élite se amparaba en perpetuarse a través de buenas conexiones y abolengo para que las relaciones comerciales no decayeran del todo. Sus estrategias acertaban tanto en la reapertura del canal del dique como con la condensación del ferrocarril de Cartagena a Calamar que permitiese un enlace con la región andina del país.

Entrados ahora al campo guerrerista hay que decir que mientras esto pasaba en Cartagena, en poblaciones cercanas a esta y demás del país sucedían verdaderas barbaridades que la prensa en Bolívar replicaba para conocimiento público de todos sus lectores. Con un gran subrayado se daba el titular “Liberalismo” sí se esperaba que fuese una nota ideológica, lo contenido en ella era más sugestivo. Bajo ese título se informaba a la comunidad de  vejámenes y asesinatos hechos por partidarios liberales extremistas en varios sitios. El primer mencionado ocurría en Juan de Acosta, donde:

“1º Al señor Don José Santos Arteta, anciano de setenta y ocho años, le quitaron las hebillas de oro de los tirantes de los pantalones y le aplicaron veintiocho palos; delito: ser padre de Ariel Arteta, sacrificado por Clodomiro Castillo en Baranoa en el año de 1895. 2º La señorita Herminia Arteta, hija menor de Don Santos, de diez y seis años de edad, fue sacada de la casa por el jefe Galindo y llevada en rehenes hasta cerca del monte en donde se presentó el Sr- José R. Coronell, tío político de esta inocente criatura y entregó dos mil pesos por su rescate. 3º Al señor José Rosalio Echeverría le fueron quitados $3.600 más cuatro caballos y seis burros. 4º El señor D. Juan N. Padilla, liberal, fue hecho poner de rodillas ante el jefe, y amenazado por ser patrocinador de los godos de la localidad, este denuncio fue dado por José Mario Tovar, preso político de los fugados de Bocachica y sobrino carnal del señor Arteta. 5º Francisco Molinares, liberal caracterizado del lugar fue tratado cruelmente tanto como el señor doctor Padilla y se llevaron de ambos todas las bestias. Molinares los acompañó hasta Galera Zamba por ver si conseguía alguna bestia; pero allí recibió en premio de su liberalismo una tunda de planazos.[81]

Con esta crónica observamos que para los guerreristas, los godos (como hoy sabemos forma de llamar a los conservadores) no eran el único enemigo para sus interesantes, lo era cualquiera que perjudicase su objetivo. Pero también nos sirve para darnos cuenta que aun por encima de los colores partidarios había relaciones entre personas de ambos bandos, ya fuesen rojos o azules tenían dinámicas mutuas en la región.

Luego de Juan de Acosta, se contaba algo semejante pero más cruel ocurrido en Soacha. En esta ocasión se había encontrado el cuerpo sin vida de un niño de ocho años en el cerro de piedras grandes, el menor cuidaba ovejas y al grito de godo ladrón fue acribillado a balazos. De la hacienda donde estaba el niño se llevaron a sus peones y a tres ancianos conduciéndolos amarrados y maltratándolos. A uno de los tres ancianos que no podía caminar le dieron muerte horrible según detalla la crónica. Un padre de familia también fue asesinado y los extremistas celebraban su matanza.[82] Tanto la nota de Juan de Acosta como esta de Soacha se publicó en Cartagena con la firma del seudónimo de “E. Monseñy”.


Como hoy sabemos la guerra fue ganada por los conservadores y entre las medidas que se tomaron por ende hallamos el cierre del Partido Nacional (era algo que se veía venir desde la muerte de Núñez), cientos de miles de muertos, un caos económico y el reforzamiento del centralismo en el país. Pese a que los liberales recibieron apoyo de Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Guatemala su control fue abatido por los conservadores con ayuda de venezolanos afines a Ignacio Andrade (andradistas) y conservadores ecuatorianos. Sabemos que esta guerra marcó un precedente que desencadenaría con la separación de Panamá. En este punto los historiadores discrepan sobre lo que habría de significar para el país el triunfo azul. Para Luis Eduardo Nieto Arteta, los años de la Hegemonía Conservadora que siguieron a la Guerra de los Mil Días fueron una época de “retroceso generalizado”. Mientras, David Bushnell, los define como “la nueva era de paz y café.”[83]


Todo este acontecer nacional no es ajeno al departamento de Bolívar en el cual la fragmentación sociopolítica llevo históricamente a que los altercados entre azules y rojos no fueran extraños.

En este periodo de disputa política se gestaban muchos altercados a nivel nacional de los que el departamento de Bolívar no fue ajeno. La guerra como recurso liberal para regresar al poder fue una constante que no dejó de trastabillar con el paso del tiempo. Otro punto curioso y que se dio notablemente en Bolívar fue el contrabando que se gestaba en diversas zonas del país y por supuesto en su zona caribe también. Además de lo anterior el departamento de Bolívar tenía poca población en relación con su extensión territorial. Sumado a todo lo antepuesto la fragmentación de los estados soberanos que ahora pasaban a llamarse departamentos se había hecho evidente con el paso del tiempo. Curiosamente la mentalidad centralista que regresaba con la regeneración pretendía a como fuere lugar evitar divisiones haciendo uso de la ya mencionada constitución de 1886 y centrando variedad de políticas de estado y toma de decisiones en Santa fe de Bogotá.

Sin embargo lo anterior no quiere decir que no existiese sinsabor en un para nada desdeñable sector de la población, entre los que había ilustres ciudadanos que habían enviado quejas formales a la capital con el fin de que se diese una descentralización de la administración publica en el país, las quejas no fueron pocas y llegaban de diversos departamentos, tanto así que a través de un conocido telegrama el vicepresidente de la república expresó que desde el gobierno se estarían tomando medidas y mucha atención a estas quejas y por ende a cada gobernación envió una circular oficial que sería publicada en prensa local de cada departamento en la que se informaba que ciudadanos pedían que se implantaran reformas con este fin para robustecer la vida de entidades departamentales y municipales, aceptando que así se afianzaría la integridad de la república y se haría desaparecer inmediatamente según su criterio todo motivo de ‘intranquilidad y discordia.’ La respuesta presidencial a la petición expuesta fue no tan benévola inicialmente  pero si contemplativa. Afirmaba que tales reformas si habrían de seguir, deberían hacerlo bajo única norma en la disposición del artículo 209 de la constitución vigente de entonces, es decir a través del voto. El texto de respuesta termina en términos diplomáticos y amables invitando además a cada municipio a ejercer opinión y voto respecto al tema que desembocaría en una reforma constitucional. En el caso del departamento de Bolívar la nota fue recibida con beneplácito y necesaria teniendo en cuenta el contexto de Panamá y la necesidad  de afianzar gobiernos locales. Tanto que en Cartagena el concejo municipal apoyó la moción con una resolución oficial en la que amparaba tal reforma.[84] Obviamente sabemos que estas políticas de descentralización no serían jamás un federalismo al uso, sino una forma de mantener el centralismo pero dando licencias a gobernaciones departamentales en aspectos que demandaban mayor atención y premura. Por ende entonces, no terminó la supremacía bogotana en cada aspecto nacional, pero cada capital departamental buscaría tantear y asentar en un terreno sus poderes locales.

Y si el país vivía divisiones estructurales, dentro de los partidos como garantes de las ideas y pensamientos en pro del devenir del estado no se dejaban de dar, es que precisamente la desunión dentro del liberalismo (que logró en su momento ser más nociva que las políticas tradicionales con su partido adversario) y luego en el conservatismo hacía que las dinámicas políticas pareciesen salirse del bipartidismo tradicional y entrar ahora en el interior de estas colectividades que veían en el momento fluctuaciones dentro de su lógica de pensamiento. Si dentro del liberalismo se daban los radicales y otra ola más cercana al conservatismo, de los azules se daba el partido nacional, todo esto muestra la variabilidad sobre la cual se propiciaba la política colombiana (algo innegable de nuestra historia y que aún hoy sigue sucediendo). Sumado a lo anterior y para ser más exhaustivos dentro del Partido Liberal dos agrupaciones se hacían notar, la primera llamada “los Gólgotas” que venían de un sector social instruido, adinerado y de radicales absolutistas, mientras que el segundo grupo “los draconianos” estaba compuesto en su mayoría por militares. Luego de estas hostilidades dentro de cada partido ambos volverían siendo llamados como “los históricos” reviviendo así las particularidades de antaño que volvían a teñir al país de un rojo y/o un azul como era en el pasado. Luego de todo esto los artesanos continuaron siendo muy importantes al entenderlos como una clase que cada vez tenía más para decir y se hacía notar. Por ello es preciso mencionar que vivían una relación de gustos y disgustos con la dirigencia política. Una muestra de esto era la relación de los ya mencionados artesanos (clase popular) con los terratenientes (conservadores).

De las amenazas públicas y el descrédito, las vociferaciones de unos contra otros pasaron al plano de los hechos, hechos que salían del campo y llegaron a las ciudades, los enfrentamientos y discusiones no se dejaron esperar y se dieron por todo el país como actos de violencia y caos (una constante en nuestra historia). Como dato curioso en este momento de la búsqueda del poder para unos y el deseo de mantenerla de los otros se da la presencia liberal en cargos notables aun en plena hegemonía conservadora por el simple hecho de saber leer y escribir pues la tasa de analfabetismo para la época era colosal. En el departamento de Bolívar esta invariable se mantiene.

La división nacional de los liberales a nivel nacional ocasiona que luego de la convención liberal de 1892 se dé una división visible de entre tres grupos. Un primer grupo conformado bajo la consigna de una política de oposición enérgica pero pacifica, un segundo grupo que desconoce la constitucionalidad del régimen (es decir los conservadores) y un tercer grupo caracterizado por representar un ensayo de oposición pacífica y la opción de ir a la guerra si a raíz de los parámetros por los cuales velaban no se llegase a sus objetivos. Esta convención resulta ser la personificación de antagonismos en las que en vez de dar riendas a una unificación del partido se da todo lo contrario. Mientras se decreta un acuerdo en pro de la guerra se otorgaba a Santiago Pérez la dirección del partido. Llegados a este momento presenciamos una disyuntiva, una dicotomía en todo el sentido de la palabra, puesto que mientras que se busca la visión de guerra se ordena como líder del partido a un pacificador, un hombre reconocido por su carácter conciliatorio y propiciador de acuerdos por fuera del conflicto. Es más, Pérez era llamado “al apóstol supremo de la paz”.[85]

Rafael Uribe Uribe era otro pacificador, entre sus palabras hallamos: “Es predecible soportar el yugo del conservatismo hasta por 70 años, antes que alcanzar el liberalismo el poder por medio de la guerra”.[86] Para muchos la postura de Uribe Uribe era criticable y podría resultar contraproducente para los partidarios del conflicto como salida. Finalmente por mayoría de votos la opción de dar la guerra gana, aunque con el tiempo la oposición enérgica pero pacifica se impone. Es decir Santiago Pérez logra su objetivo. Muchas molestias no se dejaban esperar de cada uno de los polos de los partidarios de una opción u otra. Tanto que para algunos los acuerdos aprobados sobre la guerra no se dejaron notar como se esperaba.

En este efusivo tiempo Santiago Pérez nombra directores de partido para cada uno de los departamentos. Esta estrategia era realmente necesaria para unir y consolidar fuerzas en un momento en el que era necesario que una integración nacional liberal se hiciese evidente.  Entre sus discursos hallamos: “Las luchas armadas no han curado entre nosotros ningún mal”. Pérez no era ajeno a su tiempo y entre sus seguidores se hacía ver la noción que indicaba con pruebas que en cuanto a derechos políticos se estaba en este periodo incluso peor que en la época colonial. Entre los detractores de Pérez hallamos a Miguel Antonio Caro que públicamente le llamaba traidor, mientras que Aquileo Parra también conocido por ser pacificador aprobaba la noción de propagar la guerra solo si era menester y se convierte en el nuevo director del partido en 1897. Para Uribe Uribe en cambio la revolución estaba ordenada, era evidente que habría que ir a por ella y no debía bajo ningún término aplazarse. Es más para él, la dirección era “inepta y cobarde”.   En un determinado comento Uribe Uribe creyó que el único medio de lograr sus objetivos  era el de enfrentarse directamente en campaña contra el ahora director Parra, pero esto no se dio. Finalmente Uribe Uribe y Parra apoyaron a los históricos y la revolución legalista de 1898. Con todo esto se da la ley concha, una propuesta mediante la cual (entre otros aspectos ligados a la iglesia) se buscó permitir que el liberalismo gozase de todos los derechos y garantías que tenían los conservadores. En definitiva esta ley se da, José Vicente Concha la aprueba en el congreso.

En el acontecer político de 1898 se hallan dos fenómenos que resaltan. El primero fue la rebelión de Uribe Uribe y sus seguidores contra la jefatura del liberalismo que luego triunfa en el 1899. Y el segundo fenómeno que fue la revolución orquestada en el congreso en el área legislativa que permite la ya mencionada ley concha.[87] En 1899 y sin un sucesor sólido para el partido, Aquileo Parra es sucedido por un consejo consultivo liberal que iría hasta 1903 con una nueva junta. En este momento los históricos eran mayoría en la cámara pero minoría en el senado. [88]

En pleno momento de contienda había un malestar muy consistente entre los liberales y es que estos aceptaban finalmente que fueran excluidos de los puestos públicos que elegía el ejecutivo pero lo que no toleraban y era causal de disputas es que también se les excluía de corporaciones legislativas a las que se llegaba por voto popular, es decir por medio del pueblo. Esta idea va a ser una razón de peso para que se intensificase una polarización entre partidos que ya estaba vigente con antelación pero que ahora se impregnaba de más matices.[89]



2.2 PRESENCIA EN EL DEPARTAMENTO

Con la llegada de la guerra de los mil días en Bolívar los liberales (al igual que en el resto del país) debieron adaptarse a las dinámicas y nuevas forma de presencia política a la que debían enfrentarse.[90]      Durante la guerra los adeptos al liberalismo recibieron el mismo trato que tenían sus adversarios durante sus años de poder, es decir la exclusión e invisibilidad pública. Todo esto hay que empezarlo a matizar con particularidades que vamos a ver.

Es vital para este punto mencionar que los liberales se vieron en la obligación de tantear un terreno al que no estaban acostumbrados a ver con ojos de oposición y en el que debían o reafirmar sus ideales para continuar o suavizar algunos lineamientos propios de su  tendencia política con el fin de continuar también pero en aras de una cercanía amabilidad con personalidades a las que antes no miraban necesariamente con cariño o gentileza, lo cual no es para nada una sorpresa en el mundo político. Es decir la meta crucial para el liberalismo era continuar o continuar, no tenían segunda opción, en sus mentes no estaba el retirarse de la escena política pero si buscar estrategias para ir ganando espacios que les permitiesen tomar partido en pro de sus ideales y consignas.

Es obvio que el liberalismo deseaba retornar al poder y por ello tomaron una posición más mesurada, contemplativa pero que no dejaba internamente de estar firme y ahora con argucias diplomáticas cuyo método era escalar posiciones dentro de la vida política en departamentos como Bolívar.  Este mismo lineamiento se dio a nivel nacional, cada uno con el mismo objetivo pero adaptándose al contexto regional. Sin embargo esto no quiere decir que el ala radical no buscase a través de la confrontación armada el poder. Esto ocurrió en tres ocasiones contra el gobierno nacional, la primera en 1885, la segunda en 1895 y la tercera en 1899, las tres fueron derrotas. La siguiente estrategia luego de la fallida idea del armamentismo fue la de dividir al conservatismo desde su interior, esto por supuesto a largo plazo debido al hermetismo. Para Helen Delpar el partido liberal abogó por aplicar medidas modernas y liberales tanto en lo político como en lo económico como nueva medida de contrapeso pero tampoco resultó.

La posición económica influyó mucho en la forma en la que los liberales tanto en Bolívar como en todo el país continuaban su vida política puesto que para algunos de familias prestantes no tuvieron cambios tan traumáticos como podría pensarse puesto que el abolengo seguía sirviéndoles para tener representatividad en diversos aspectos de la economía y vida pública departamental. Es importante mencionar aquí también a los nuevos ricos que entraban a la esfera de la alta clase así como la participación política de artesanos como un sector poblacional determinante para el presente y futuro del departamento.[91]
Luego de intentar de diversas formas y no poder desestabilizar al conservatismo volvió a hacerse presente un recurso que realmente nunca se fue, solo que fue alternado, y es el de la guerra como vía para regresar al poder.

A lo largo y ancho de Bolívar se evidenciaban situaciones y retos tanto para liberales como conservadores. El contrabando era una preocupación gubernamental pero que seguía vigente en el acontecer diario del departamento. Otra situación especial era la poca población que para la época habitaba Bolívar en comparación con su gran extensión. Pese a que hasta cierto punto el conservatismo en el poder era garantía de la invisibilidad para los liberales hallamos que en Bolívar muchos de estos si tuvieron representatividad y reconocimiento regional. Algunos partidarios del liberalismo trabajaban en puestos claves de administración estatal, también en instituciones de recaudo y entidades fiscales. La razón de su posición en estos lugares no es otra que una realidad muy notable en la política colombiana que sigue vigente y es el nepotismo (más conocido y llamado coloquialmente en el país como la “rosca”). Es que el nepotismo se ha de convertir en un referente sumamente claro que vamos a seguir viendo en este ejercicio de análisis de la presencia liberal en Bolívar y es que es mediante esta técnica que liberales van a seguir en la escena política al mando de conservadores pero manteniendo sus poderes y atribuciones. En Bolívar se da tanto en el posicionamiento de una hegemonía liberal departamental como en  el afloramiento de relaciones interpersonales que superaban lo político y llegaban hasta lo social propiciando además que familias de renombre y abolengo continuasen perpetuando una línea de élite política departamental que muchas veces trabajaba más por beneficio propio que por designios estrictamente laborales.

Y es que pese a que el momento de brillo liberal había pasado para dar paso al momento conservador algunos liberales continuaban en departamentos como Bolívar teniendo posiciones de honor. Aun después de la caída liberal se mantuvieron algunos logros obtenidos en lo económico, político y social que continuaban teniendo vigor sobre todo en sectores sociales intermedios y bajos.[92]

Sabemos que el desencadenante trascendental de la caída del periodo radical fue el fracaso de su política económica, y por ello vino la fragmentación en los estados, y se trae este punto a colación ahora porque es en sí misma la división dentro del partido liberal otro causal de su inestabilidad en el periodo de la hegemonía conservadora. Es más, para muchos autores es esta división interna es más nociva para los liberales que la misma oposición conservadora. Por ende es importante la participación del gremio de artesanos en los gobiernos provinciales y estatales del radicalismo aunque estas relaciones iban del amor al odio. Las fragmentaciones entre los pasados draconianos y gólgotas eran solo dos representaciones de más divisiones dentro del partido. El liberalismo no deseaba rememorar su derrota en la guerra de los mil días que no solo daba continuidad a la hegemonía conservadora y daba por disuelto al partido nacional sino que ahora también mermaba sus aspiraciones políticas en pro de sus ideales más firmes y fundacionales por todo esto el sentimiento de guerra siguió como una constante ya invariable.

En Bolívar (al igual que en muchas otras zonas del país) las vías de comunicación se convirtieron en un componente básico para sus fines. Las vías del país y el transporte no eran las mejores y esto fue un problema para sus deseos de solidificar su mensaje a nivel nacional y que fuesen escuchados en diversas regiones. Sabemos que las vías son un componente vital para dejar atrás preceptos coloniales y los liberales entendían que en la conexión estaba claramente la clave para hacerse más visibles en un periodo en el que casi todo parecía estar a favor del conservatismo. El ala radical del liberalismo deseaba tomar la iniciativa en este rubro con la finalidad de además de hacerse visibles y notar como oposición que no se dejasen de gestar sus consignas y acciones en el país. La agricultura como actividad fundamental de Bolívar se vio afectada en gran manera por los problemas de transporte por ende pese a ser un gran deseo de las élites el olvidar designios coloniales aún quedaban vestigios en una zona que no crecía económicamente en gran escala. Las trochas se convirtieron en una constante y la necesidad de mejorar las vías sería uno de los principales retos del gobierno. Se pensaba en gran medida que con vías adecuadas entraría el desarrollo y la prosperidad económica en el departamento. En el departamento hallamos casos como el del trasporte entre Turbaco, Arjona o Arenal el cual era precario y en el área de ferrocarriles encontramos a Soplaviento y Calamar. El transporte fluvial teniendo como principal bastión al rio magdalena logró gran connotación a nivel nacional como un eje articulador de la economía patria.

La religión y más precisamente la iglesia católica ha servido en países como Colombia un coaccionador de ideologías que muchas veces van de la mano del estado que como hoy sabemos ha servido incluso para la labor de educar. Por ende el catolicismo en Bolívar se consolidó como un esquema que unido a la arista gubernamental forjó la historia del departamento en muchos aspectos. Pese a que el liberalismo en su  principio más sólido plantea la separación Iglesia-Estado en algunos momentos como este debió ser permisivo sin que esto significase un replanteamiento de sus ideales. El ala más radical siguió firme en su consigna de separación entre lo religioso y lo gubernamental pero los liberales que empezaron a acercarse más a la noción conservadora veían con más tolerancia algunos puntos específicos todo esto en pro de lo que les conviniese a ellos.

Finalmente con el tratado de Neerlandia y luego la confirmación con el de Wisconsin se da fin a la guerra. Lo que es un hecho evidentemente claro es que la guerra de los mil días dejó al país en una crisis fiscal de grandes dimensiones y tras la muerte de Rafael Núñez es Miguel Antonio Caro quien toma las riendas del proyecto regenerador hasta 1898.[93] Se busca después una reapertura del canal del dique como una arista crucial para la rehabilitación económica de Cartagena.

Después del fin de la guerra de los mil días y la separación de Panamá en 1903 el liberalismo sufre una transformación interna que ocasiona no solo un cambio de dirigencia sino que además se da una reorientación y redefinición de su pensamiento ideológico y doctrinario. En este contexto se da también un rompimiento con la herencia radical que aunque había culminado como tal previamente (técnicamente 1886 con la constitución) había dejado rezagos notables. Es precisamente con el rompimiento del liberalismo radical en Colombia que el partido liberal entra en una nueva dinámica en la que los acercamientos a  nuevas nociones políticas se hacen notar más.

La prensa en Bolívar sirve como un referente importante en este momento histórico al resaltar que la guerra de los mil días significó un antes y un después para el partido liberal a nivel nacional y en este departamento no fue la excepción. En Cartagena por ejemplo encontramos que dentro del liberalismo estaban integradas gentes de baja posición económica que no seguían esa creencia de que necesariamente toda una élite económica tomaba ciertas decisiones dentro de esta colectividad. Lo anterior no quiere decir que no existían familias de abolengo y estatus en la toma del poder. Es conveniente señalar que todas esas diferencias aun en el área económica nos sirven como un recuerdo siempre visible del gran fraccionamiento y división dentro del partido que cubría diferentes aspectos dentro del mismo.

Debido a esa inestabilidad liberal visible en Cartagena y Bolívar no había una dirección municipal y departamental lo suficientemente sólida. Juan Fortich toma las riendas del partido en esta zona como jefe único del liberalismo local y luego Eloy Pareja, hay que mencionar que ambos dirigieron sin opositores. Sabemos que por supuesto y luego de la guerra el fraccionamiento liberal se hace evidente de nuevo. Después de la separación panameña los jefes nacionales del liberalismo (exceptuando la fracción del general Benjamín Herrera) se vieron en la necesidad y obligación de restituirse así que buscaron arreglar sus diferencias. Los liberales cartageneros continuaron la tendencia nacional y constituyeron el directorio municipal de la ciudad.  Este directorio municipal fue conformado así: como presidente fue nombrado Manuel F. Obregón, como vicepresidente: Constantino Pareja G, como secretario: Vicente Martínez A, mientras que como vocales fueron asignados Juan N. de la Vega y José A. Fernández. De igual forma se constituyó el directorio departamental, que de manera provisional fue conformado por Eloy Pareja G., Lazaro Ramos, Lascario Barbosa, Rafael H. Muñoz y Domingo de la espriella al frente, mientras que como suplentes se nombraron a Cristobal Bossa, Juan N. de la Vega, Simón Alandete Gómez, Miguel Díaz Granados y Rafael Henríquez.[94] Finalmente de este directorio provisional se conformaría el oficial y de este saldrían los representantes de Bolívar para el directorio nacional.
Para 1904 Cartagena ejercía control político-administrativo de las provincias del Carmen, Corozal, Sinú, Sabanalarga, Mompox, Sincelejo, Barranquilla y Providencia, por ende todas estas zonas estaban a cargo de la información que llegaba a Cartagena y entre otras las novedades del ámbito nacional. Sumado a esto por la dificultad, la lejanía, el bajo pago y el aislamiento muchas gentes no aceptaban cargos públicos fuera de Cartagena. Todo esto hacia que algunos corregimientos y poblaciones no tuviesen presencia permanente de la autoridad del estado en su localidad. Durante este tiempo y debido a los altos y urgentes gastos causados por la guerra civil y por no ser suficientes los fondos nacionales se crean los billetes departamentales. La jefatura civil y militar con el gobierno departamental disponen esas emisiones de billetes en medida aprobada por el gobierno nacional.[95]

En Junio de 1904 el liberalismo había logrado ya reorganizarse completamente en los departamentos de la costa, Antioquia, Cauca, Santander y el directorio provincial nacional había acordado un programa moderado que presentaba el límite de las aspiraciones liberales. Para mejorar entre otros el problema ya mencionado de la lejanía entre Cartagena y poblaciones y el fraccionamiento se crea en 1905 el departamento del Atlántico.  (Como departamento, el Atlántico fue creado inicialmente el 11 de abril de 1905 dentro del plan de modernización del presidente Rafael Reyes (1904-1909), quien nombró gobernador del Atlántico al general Diego A. De Castro. Estaba conformado el departamento por las provincias de Sabanalarga y Barranquilla (segregadas del departamento de Bolívar), con capital en la última. En 1908, el departamento del Atlántico fue suprimido y reemplazado por el departamento de Barranquilla, pero en ese mismo año fue suprimido como departamento y anexado al de Bolívar. En 1910, se volvió a crear definitivamente como departamento mediante la ley 21 del 14 de julio de 1910, con Daniel Carbonell como gobernador y capital Barranquilla).[96]

Toda la estrategia de ir creando nuevos departamentos que fueron segregados de otros como el caso de Atlántico fue basado en las ideas regeneradoras que buscaban desmantelar el estado federal restaurando a toda cabalidad el centralismo propiciando el proteccionismo económico, presidencialismo, religión oficial y un autoritarismo nacional en libertades pública todo esto con el fin también de restar control a los grandes oligarcas en las diversas regiones. Y es que precisamente en este momento se hace vital el centralismo como respuesta a lo que ocurre luego de la separación panameña puesto que otras zonas del país comenzaban a tener intereses separatistas, con la creación de los nuevos departamentos adeptos al gobierno nacional se deseaba mermar en buena medida estos intereses. A la usanza francesa se formaban nuevos departamentos más pequeños en extensión pero en los que se evidenciaban y propagaban celebraciones al lograr ser independientes de antiguos departamentos. Ese sentirse integrados a un nuevo departamento independiente y del cual hacían parte hizo en gran medida que el ideal de separatismo bajara lo cual era conveniente para el gobierno central.

Paralelamente en Cartagena y con toda esta realidad nacional, la ciudad se politiza fuertemente. Tanto la élite como los sectores populares  estaban al tanto del quehacer político de la ciudad y el país. En el aspecto del ocio se daban tertulias políticas en las que las conversaciones en torno a la realidad local y nacional eran constantes. Para el caso de los liberales que es lo que nos compete se sabe que los bares, tiendas y cantinas eran sitios de esparcimiento clave en el acervo cultural el ideológico[97]. De esta forma la política se acercaba más a la gente y entraba en el mundo de lo cotidiano. Sin embargo hay que tener en cuenta que durante ciertos periodos los conservadores se imponían y prohibían tener abiertos todos estos espacios de sociabilidad como bares y cantinas si sus dueños eran liberales (esto durante periodos de cumplimientos por decretos del gobierno, entre esos decretos hallamos por ejemplo el 184 y el 283 de 1902).[98] Siguiendo con el tema padres influían en las decisiones políticas de sus hijos, infundiéndoles el amor por un partido y el desprecio por el otro. Por ello en familia de padre liberal, por ejemplo, los hijos seguían la estela y fidelidad al partido del que habían oído escuchar tanto tiempo de su padre y se volvían afines a sus posturas. Con esto se dan nuevos espacios de sociabilidad que van en un espectro tan amplio desde la masonería hasta comités barriales, juntas, reuniones formales e informales y más. Espacios que en el departamento de bolívar también toman lugar y dan cabida a nuevas herramientas para la difusión de las teorías liberales.

Otro elemento a tener en cuenta en Bolívar (aunque no sucede únicamente en este departamento) es la llegada de gentes de provincias a Cartagena, ocurre a nivel nacional con personas que dejan zonas rurales y provinciales en pro de mejores oportunidades en las grandes y medianas ciudades. Llegaban así a las ciudades gentes de diversa índole socioeconómica, también con la necesidad de poner a sus hijos a estudiar en la ciudad e incluso gente de poder que buscaba encajar en las élites locales viviendo en el centro de la acción donde ocurría todo y no tener que esperar noticias hasta sus pueblos. A Cartagena llegaban sobre todo población de las sabanas de Bolívar, del Chocó y más lugares del sur. Algunas interesadas en las realidades ideológicas que vivían las ciudades y con pleno interés en hacerse escuchar. Hay que tener en cuenta que para este momento el liberalismo contaba con solo dos representantes a la cámara y con ninguno al senado.

Hay que decir que en algunas poblaciones aledañas a Cartagena y de las otras provincias de Bolívar los liberales si lograron participar en las contiendas, casos clave como el de Simón Bossa, quien logró salir de la ciudad y obtuvo el título de general y estuvo en Mahates y Tolú viejo.[99] Otros liberales militares fueron José María Lugo y Joaquín Mercados Robles que también lograron un gran y notable prestigio.[100] Esto confirma una vez más uno de los fines fundamentales de este trabajo investigativo y es demostrar que según que contexto y zona, los liberales vivieron en una gran dicotomía, pues una gran mayoría vivía en un mundo de oprobio: rezagados, vencidos (hasta cierto punto) y sin presencia política vigente, mientras que otros continuaban aún en plena hegemonía conservadora con poderes e incluso con responsabilidades dentro del oficialismo. La técnica usada por algunos liberales para seguir en el poder como ya sabemos fue mostrarse más cercanos a posturas del conservatismo e incluso al extremo algunos entraron en sus filas, pero sorpresivamente se da el caso de otros que siendo aún fieles al liberalismo seguían siendo parte del poder.

Como la vida misma es un cúmulo de cambios y transformaciones entre 1904 y 1909 bajo el mandato de Rafael Reyes se logran vivir momentos cortos de una aparente estabilidad pero que mermaban con la llegada de una inestabilidad más imperante y duradera en el tiempo.[101] De Reyes hay que decir que no era un político convencional en su época puesto que era un empresario más no abogado o poeta como la mayoría.[102] Cuando es elegido presidente no solamente debió enfrentar retos y desafíos sino que además debía ganarse el respeto de sus pares.[103] [104]Obviamente el asumir la presidencia luego de una guerra significa un problema tremendo que necesitaba solución. Además de esto la economía nacional estaba en tiempos oscuros puesto que había una devaluación tan fuerte como nunca antes en la historia del país. Los métodos autoritarios utilizados por Reyes le ganaron tanto seguidores como detractores. Lo logrado por Reyes ha de seguir siendo hoy aun un tema abierto a debates pues hay desde historiadores que por ejemplo adulan sus técnicas como los hay quienes critican su proceder. Para uno de sus biógrafos, el señor Eduardo Lemaitre, Reyes sacó al país adelante de lo que él denomina “la edad media colombiana” que fue a su ver el siglo XIX. Para Lemaitre, Reyes “reconstruyó” el país y lo encamino a una “vida moderna” y a “la civilización contemporánea”.[105] Pero es que el discurso de Lemaitre va más allá y asegura sin dilación que Reyes puso finalmente a liberales y conservadores codo a codo sobre la misma mesa de trabajo.[106]

Hay que decir que en un inicio Reyes logró algo no muy convencional y es que ciertas líneas del liberalismo siguieron su consigna y le apoyasen. Lo anterior tiene su raíz claramente en que desde su discurso inaugural como presidente Reyes afirma que habría de actuar no como jefe de partido sino como jefe de estado. Que comprendía además el mal momento del país y hacia un llamado a la unión y concordia nacional.[107] Sumada a esta tolerancia estatal, Reyes logra más acérrimos rojos al incorporar a su gabinete como ministros a dos liberales. Como el liberalismo estaba fraccionado Reyes no recibió inicialmente apoyo de todo el partido pero paulatinamente comenzó a ganar más terreno. En un primer momento fue seguido por el ala económica del partido liberal (es decir el circulo en el que el aspecto económico era primordial). En un segundo momento la fracción liderada por Uribe Uribe y en un tercer momento le apoyó también la fracción liderada por Benjamín Herrera.[108]

La integración que promulgaba Reyes no se quedó allí, sino que además permitió al liberalismo participar en las cortes supremas, en tribunales, en la diplomacia, e incluso en gobernaciones como las de Boyacá y Tolima. Aunado a su deseo de reestructurar el país nombró Alcaldes, secretarios de Gobierno, jueces y trabajadores en instrucción pública. A través de la Asamblea Nacional Constituyente creó la Ley de las Minorías que permitió a los liberales ser parte de las corporaciones legislativas (Congreso, Asambleas departamentales y concejos municipales). De esta forma se puede afirmar que Reyes admitió al liberalismo para que tuviesen representación en diversas ramas de la administración pública del país.

En Cartagena (con la aprobación presidencial) fueron nombrados por la gobernación departamental varios liberales en distintos cargos públicos. Para tener ejemplos puntuales hallamos a Antonio R. Blanco, liberal que por años ocupó la secretaria de hacienda departamental y ocasionalmente la hacienda de gobierno. Otro liberal a mencionar fue Bernardo Porto G. quien fue alcalde de Cartagena en 1908. De la misma manera varios liberales cartageneros ocuparon cargos de personero, de jueces, de fiscal del tribunal superior de Bolívar, entre otros.

Como contrapeso a esa notable permisividad de Reyes se generalizó entre la sociedad nacional su autoritarismo por lo que ganó críticas y miramientos con el deseo de verlo fuera del poder. Su gobierno comenzó a ser tildado como una dictadura. Al cerrar el congreso en 1904 y convocar a una asamblea nacional en 1905, esta favoreció todos sus lineamientos y discurso lo cual en política no es algo sano. Puesto que es síntoma de un volcamiento de la tradicional articulación de oposición y oficialismo a un desorden interno donde todo lo que diga el presidente es aceptado y aprobado sin dilación alguna (aun teniendo en cuenta que para la fecha una tercera parte de la asamblea estaba formada por liberales). El liberalismo finalmente ya estaba comprometido de cierta manera  a aprobar medidas que iban incluso en contra de sus principios fundamentales como partido  y que ahora como colectividad consentían, es decir estaban en la boca del lobo. Es decir pese a ser oposición dentro de la asamblea habían llegado allí en buena medida por Reyes y ahora al este de cierta forma instaurar una dictadura estaban inmersos dentro de esta realidad política que por supuesto necesitaba  a gritos una salida.

Ahora se apreciaba mejor una nueva cara de Reyes (o un perfil de la misma) puesto que de permisivo pasaba ahora a ser un dictador. A prolongarse así mismo su mandato hasta diez años, a desterrar políticos según su conveniencia, a limitar la libertad de prensa (y por ende silenciar a la opositora) a promulgar la pena de muerte para quienes habían atentado en su contra (es decir aceptación de la pena de muerte por delitos políticos) y a una mayor intervención del estado en la economía. Es en este punto en que el liberalismo empieza definitivamente a quitar su respaldo a Reyes; y como ya sabemos que todo esto funcionaba de acuerdo a fracciones, es finalmente la de Uribe Uribe la que se mantiene adepta al presidente.

Rafael Reyes renuncia y entre finales de 1909 a 1910 llega Ramón González Valencia como nuevo dirigente al mando del país que sirve de puente a la llegada en 1911 a Carlos Eugenio Restrepo que va hasta 1914. Hay que mencionar que  luego de la renuncia en 1909 de Reyes los liberales cartageneros abrazan una nueva coalición con los conservadores descontentos del régimen bajo la denominación de “Unión Republicana”.[109] Esta unión se da de 1909 a 1912. Durante esta unión Republicana el liberalismo va a luchar por reorganizarse y el fraccionamiento va a continuar vigente y latente. En un primer momento se da entre los liberales Republicanos y los liberales concordistas, en un segundo momento los concordistas pasan a denominarse como “Bloque liberal” o bloquismo. Lo ya mencionado es una ironía de nuestra realidad política colombiana en la que aun en medio de una aparente “unidad” se manifiesta una latente e interna “división”.[110] Respecto a las quejas en contra de la Unión hay una frase que resalta especialmente por su contenido “En religión la fe te salva; pero en política hay ocasiones en que la fe pierde.”[111]

Hablando precisamente de esas divisiones internas y para presentar casos puntuales vale la pena señalar lo que sucedía en Cartagena dentro del liberalismo. Como dato curioso por ejemplo Juan José Nieto y sus seguidores y partidarios estaban enfrentados a los también liberales hermanos Carazo y Santodomingo Vila. Más adelante la división se da entre el círculo de la Espriella o “Espriellismo” liderado por Juan de la Espriella y el “caricismo” liderado por los hermanos González Carazo. Después la disputa local interna se da entre los “manotistas” y los partidarios de Lazaro Grau. Para Rafael Núñez un contradictor liberal notable fue Santodomingo Vila.[112]

En los últimos años de esta unión Repúblicana  el liberalismo busca una restructuración interna en sus filas y en Cartagena desde 1909 ya se pretendía obtener una reorganización en este. Es vital para propulsar este cambio y el deseo de captar más población afín a sus filas que se publica el periódico El Liberal (a partir de este momento vamos a encontrar cada vez más y más alusiones a este periódico pues se convirtió  en un eje esencial del liberalismo en Cartagena y Bolívar pues no solo les da más visibilidad sino que constituye también una herramienta muy útil que nos sirve para apreciar mejor y dilucidar sus movimientos en esta zona).
Es a través de El Liberal que se da una publicación que invitaba a los copartidarios a una organización liberal para elegir el directorio municipal para el caso de Cartagena a través del sufragio. Hay que decir que en 1912 el Bloquismo crece. En este momento Rafael Uribe Uribe sigue visible como una figura central del liberalismo a nivel nacional y que se posiciona en Cartagena como un referente hasta su muerte por asesinato en 1914 en Bogotá El liberal como periódico logra su objetivo y se da una colectividad formada por jóvenes de nuevos liberales que toman la bandera de este en zonas como Cartagena y Bolívar.

Con la llegada del siglo XX también se da la “Sociedad de amigos de la paz” que no fue más que una estrategia que buscaba la paz como principio de los partidos políticos. Tanto que no fue sorpresa empezar a proponer a los liberales el ser guardianes de la paz e incluso se fue un paso más allá aduciendo a la paz como necesidad para llegar al capitalismo. Todo esto es curioso en un momento en el que la economía nacional deseaba hacerse notar en el mercado internacional. Con el paso del tiempo el país entre en una nueva era llamada “de la paz y café” que desde 1904 ya venía forjándose y que tiene lugar hasta 1930. Luego de la pérdida de Panamá y la depresión económica con fluctuación política, Colombia pasa por un importante periodo de estabilidad política interna algo bastante novedoso y sorprendente en su historia como nación independiente.

Hay que decir que entre 1910 y 1914 en Cartagena la prensa política alcanzó un periodo de gran difusión y consolidación gracias a cambios coyunturales y constitucionales que se daban para la época. En la vida cotidiana los lazos de sociabilidad bipartidistas seguían presentes y un proceso de industrialización que buscaba modernizar al país aprovechando la celebración del primer centenario de la independencia. Precisamente en este contexto se publica en El Porvenir de Cartagena una nota titulada “Información Política: Orientación” con fecha de 3 De Septiembre de 1910. Vale la pena resaltarla porque  no es más que una invitación a la aceptación de la convergencia objetiva de conservadores y liberales en pro de un mejor país. Más que un mensaje positivista publicado en este rotativo local, se convierte en una llamativa consigna en la que el ideal de patria es mencionado e incluso se alude a ejemplos foráneos como el caso inglés. Es curioso como con tal suspicacia el redactor, que por cierto firma como “Joven Tolima”, hable de bienestar de la patria aunada a un sentir bipartidista y que esto se publique en este medio local.[113] Tan solo días después en Cartagena un telegrama enviado por Gerónimo Martínez A. se publicó en “El Porvenir” titulado “Conciliación patriótica y Gobierno de paz y armonía” en este, la idea central se afirma en que cada presidente del país buscase siempre un gobierno donde tuviesen cabida todos los hombres ‘de buena voluntad’ sean del partido que sean.[114] Sin embargo durante estos mismos años ocurren reordenamientos muy curiosos que van desde el desaparecer el congreso de la república, omitir la figura vicepresidencial, se extienden los periodos de gobierno a 10 años y se monopolizan los impuestos fiscales. Estos reordenamientos no son duraderos y al tiempo se suprimen. Se da un proceso de urbanización que se intensifica durante los primeros años del siglo XX y a partir de ese entonces se visibiliza un fenómeno de llamar a Colombia como “un país de ciudades” esto debido al crecimiento poblacional de las áreas urbanas y la consolidación de las capitales departamentales como epicentros sociopolíticos de sus regiones.[115]

En el plano económico de Cartagena desde finales del siglo XIX se habían creado espacios semi-fabriles en los que se promovía con maquinaria (hasta cierto punto elemental) productos como velas, gaseosas, hielos, chocolates, cigarrillos, entre otros. Es ineludible e imposible no mencionar en este punto a Kola Román, gaseosa que desde 1865 ya existía en la ciudad y se convirtió indiscutiblemente en un referente del crecimiento financiero local (por cierto Kola Román ya existía casi dos décadas antes de la Coca Cola). Esta gaseosa cartagenera fue creada por Carlos Román Polanco, un destacado empresario local que trajo de Londres maquinarias para la creación de bebidas gaseosas.[116][117] La razón de mencionar en este momento a Carlos Román Polanco y su invención es que fue hermano de Soledad Román de Núñez, esposa de Rafael Núñez y del que se ha podido constatar que apoyo a su hermana en las políticas regeneradoras en las cuales esta fue una figura esencial al ser finalmente la compañía femenina de un poderoso que en muchas ocasiones fue aconsejado por esta y de la cual hoy la historia reafirma que fue muy interesante su participación. Debido a esto se hace vital la creación de trabajos investigativos que tomen como centro a Soledad y su importante labor dentro de eventos históricos como la regeneración y la del crecimiento del sector de la ganadería y curiosamente y debido al lento pero notable despegue de la economía del país en general que se dice que en el siglo XX nace el capitalismo en Colombia.

Para 1910 Cartagena contaba con una economía basada en la industria y por esto se había ido gestando un nuevo grupo social mayormente representado por una mano de obra que laboraba en nacientes empresas  y se manifestaban como un nuevo sector a tener en cuenta. En este mismo año a nivel nacional se da la primera reforma a la constitución hasta entonces vigente de 1886. Tanto para liberales como conservadores vivían en un debate constante por  este punto. La lucha por la libertad de prensa se convierte entonces en una batalla política diaria en la que además de rojos y azules se unía la iglesia católica en pro de lo que esta última convenía adecuado para el país desde su punto de mira. En este mismo orden de ideas era cotidiano leer notas promovidas por la iglesia en prensa sobre temas políticos, aprovechando además paralelismos extranjeros para informar al colombiano de lo conveniente que era preferir un gobierno amparado bajo la sombra protectora de la conducta y tradición católica. Si era necesario traducir, se traducía ya fuese del inglés o francés noticias con un alto valor religiosos y su benéfica penetración en los gobiernos. El hombre es un ser que sin la presencia de designios morales y religiosos podría virar su vida hacia elementos que le harían daño y por ende la iglesia era necesaria para hacer el rescate oportuno y doblegar al hombre a los pies de Dios y entendiese lo que este quería para él.[118]








2.3 DISCURSO CONSERVADOR

Mariano Ospina y José Eusebio Caro en una declaratoria expresaban orgullosos que el Partido Conservador es el que reconoce y sostiene el programa siguiente:
-          El orden constitucional contra la dictadura
-          La legalidad contra las vías de hecho
-          La moral del cristianismo y sus doctrinas civilizadas contra la inmoralidad y las doctrinas corruptoras del materialismo y del ateísmo
-          La libertad racional en todas sus diferentes aplicaciones contra la opresión y el despotismo monárquico, militar, demagógico, literario, etc, etc.
-          La igualdad legal contra el privilegio aristocrático, oclocratico, universitario, o cualquier otro
-          La tolerancia real y efectiva contra el exclusivismo y la persecución; sea del católico contra el protestante y el deísta, o del ateísta contra el jesuita y el fraile, etc.
-          La propiedad contra el robo y la usurpación ejercidos por los comunistas, los socialistas, los supremos o cualesquiera otros;
-          La seguridad, contra la arbitrariedad de cualquier género que sea;
-          La civilización, en fin, contra la barbarie.
En consecuencia, el que no acepta algo de estos artículos no es conservador.[119]

Cabe señalar aquí también el llamado “Programa político de la iglesia” escrito por el Cardenal Pie y que en Colombia se replica en prensa:
Sin perder de vista ni sacrificar ningún principio, la iglesia sabe cuáles son sus deberes respecto a los poderes establecidos. No basta sólo al sacerdote predicar y practicar la sumisión; está en sus tradiciones darle la benevolencia y su concurso… Para la conciencia clara del ministro de la iglesia, la hostilidad a los gobiernos no es posible, porque sería contra el espíritu de la iglesia, que es un espíritu eminentemente sufrido y conservador, y que aunque se acomode a ciertos actos y ciertas tendencias del porvenir, no llega al desconocer el bien que puede hacerse al lado de la autoridad existente. Los hombres del mundo, extraños a la enseñanza de los libros santos y al pasado de la historia del cristianismo, suponen sus propias pasiones y sus propios excesos en los hombres del santuario. Acostumbrados como están, a hacer oposición a los poderes que les rigen o que no satisfacen sus caprichos, creen que el Padre hará lo mismo. Están en un profundo error. Familiarizados con las doctrinas reveladas y con las oraciones de la santa iglesia, cada día pedimos en sincera plegaria, la paz de las naciones y la salud de los que la gobiernan, sabiendo que la vida tranquila es útil al desarrollo de la piedad.”[120]

Por las razones previas no es sorpresa que en Bolívar para 1892 y por resolución oficial aprobada por unanimidad en asamblea departamental se consagrase al ya mencionado departamento al sagrado corazón de Jesús. La razón se dispone públicamente y se informa que: “considerando que el pueblo de Bolívar es esencialmente católico; Que la Asamblea Departamental, representante de ese pueblo, cumple con un deber al reconocer, como reconoce la soberanía social de nuestro señor Jesucristo resulte consagrar el Departamento de Bolívar al Sagrado Corazón de Jesús.”[121] De hecho también era usual publicar las alocuciones del papa de turno de la iglesia católica en rotativos locales. En Cartagena se leían las disertaciones de León XIII en español y sutilmente se contextualizaba con un tinte político nacional. Los discursos del papa eran constantemente reiterativos abogando por lo que consideraba una persecución a la iglesia en estados que cada vez se alejaban de esta en pro de unos derechos laicos.[122] También sus encíclicas eran publicadas en prensa nacional donde hacía mención a la defensa y preservación del catolicismo en el mundo.[123]

Mientras que los liberales vivían una fuerte temporada por ser oposición, las filas conservadoras estaban en el esplendor. A su triunfo como colectivo y la entrada de su hegemonía hay que sumarle la anexión de muchos liberales no radicales que habían entrado antes a ser parte del Partido Nacional y que ahora se unían al conservatismo. Por solo mencionar algunos hallamos a: Luis Felipe Angulo, Benjamín Noguera, Benjamín Baena, y Antonio Araujo.[124]

El conservatismo ahora en el poder miraba al liberalismo no solo como oposición sino además como intolerantes e incluso como un partido inconstitucional integrado por parias o ilotas. Las viviendas de los liberales eran objeto de constantes pesquisas y visitas por los sabuesos oficiales del estado. Pese a que como se ha mencionado previamente algunos liberales en Bolívar siguieron hasta cierto punto con una presencia de poder y/o política hallamos que en muchos casos tanto a nivel departamental como nacional (sobre todo nacional) no se les permitió la entrada a las asambleas departamentales ni a ningún puesto público, ni siquiera a cátedras en la universidad o algún colegio oficial. Milton Puentes señala en la “Historia oficial del partido liberal colombiano” que se vivía en estos días un liberalismo expulsado de todas las esferas de la vida política y civil con muchos de sus copartidarios desterrados por medio de la llamada “ley de los caballos” o presos. Los liberales eran obligados a pagar contribuciones al gobierno y su seguridad en muchos lugares no era la más óptima.[125] Sin embargo la situación como la vida misma no fue totalmente color de rosa para los conservadores, puesto que sus adversarios aunque vencidos no estaban acabados y continuaban desde diversas zonas del país mostrando su descontento e incordia con el gobierno nacional.[126]

En la prensa se reflejaban las consignas conservadoras en las que incluso se persuadía a la población. Un artículo titulado “Otro Viejo Liberal” es una de las muestras más contundentes de persuasión. En este se lee la ‘conversión’ de un liberal al conservatismo. Se trata de Miguel Samper, quien expresa que fue necesaria la ‘revolución conservadora’ para evitar la catástrofe. Añade además que si la libertad es el objeto del progreso político, el orden es el medio indispensable para lograr ese objeto.[127] (Sobreentendemos por supuesto que el concepto “libertad” se aúna al liberalismo y el de “orden” al conservatismo).

Otra consigna conservadora que se promulgaba en la prensa era la problemática que marcaba el regionalismo en el país respecto a la apropiación de los valores del partido. El afianzamiento no era igual según qué zonas y el contexto cambiaba. Hay incluso un gran artículo que llegó a Cartagena titulado “Regionalismo”. Se asume que el enemigo no es solo el liberalismo, lo es también la desunión que entre otras podría verse fomentada por fervores regionalistas que cohibían al ideal de un sentir nacional.[128] Y es que el conservatismo no dejó de publicar en cuanto medio pudiese su accionar. El orden fue tomado en el ideario colectivo como sinónimo de ser conservador y el temor por las ‘falsas libertades’ propagadas por sus adversarios se hacían publicitadas. “Las libertades según el criterio liberal” fue un espacio que se difundió en la prensa y que se replicó en Bolívar.[129] En este escrito se presentaba la alarma que significaba permitir que las propuestas liberales se posicionasen en el gobierno nacional y local, y como sus pensamientos estaban lejos de la iglesia y las buenas costumbres. La amenaza constante liberal era latente por ello hacerle frente era una labor de todos los días. Aunado a esto no era sorpresa ver cartas de alerta como una publicada en Cartagena y enviada desde Guayaquil, Ecuador en la que se daba una voz de alerta para el pueblo colombiano respecto a los radicales que según la carta estaban posicionados en la costa de Ecuador y buscaban ‘destruir’ el país con sus lineamientos. Por ende se pedía al gobierno colombiano ser severo con ellos y no permitir su posicionamiento.[130] Además del caso ecuatoriano en la prensa se hablaba también de Costa Rica[131], Francia y sus radicales además de otros estados.

Otro elemento sustancial de los conceptos usados en la comunicación masiva es el de Patria. Precisamente una nota de “El Noticioso” de Cali y que se replicó por “El Porvenir” de Cartagena titulada “Patriotismo” criticaba el hecho de que los liberales se autoproclamasen patriotas cuando el término tiene una connotación de las que estos estaban muy lejos según el canon conservador. Consideraban una falta de respeto que el liberalismo se autodenominase patriótico cuando defendía una libertad falsa, fuera de Dios, la moral y la iglesia.[132] En su concepto ‘Patriotismo es obedecer las leyes y respetar las autoridades que nos protegen… Patriotismo es procurar la honra de la nación, respetar la religión. Pero hay quienes hacen lo contrario’. En la prensa se decía que los liberales desacreditaban las instituciones, promovían la guerra sin pensar en las consecuencias y enardecían los ánimos para que los hombres entrasen en lucha y vayan a la guerra y se matasen sin piedad. Se decía también que solo iban al extranjero a mancillar al buen nombre de la nación hablando pestes de su gobierno y gente. Eran una vergüenza para el catolicismo y detestaban a los prelados y en vez de traer maestros católicos para que educasen a la niñez traían a maestros protestantes que cobraban más dinero y en cambio buscaban desvirtuar las sanas creencias religiosas de los colombianos de bien.[133]

La atención constante a las relaciones con los Estados Unidos era regularmente mencionada en los rotativos nacionales, cada nuevo impuesto, aranceles o reciprocidad con aquel país era concebida desde la visión de un país con limitaciones financieras que veía en el emporio norteamericano un gigante económico y político en el que florecían diversos aspectos de una sociedad avanzada a la que tener siempre en la mira.[134]

El discurso conversador entraba entonces en el área de la discusión y fomentaba la creencia popular de que a su merced el país correría por mejor camino y futuro que el que podría darse con el liberalismo al poder. El discurso según que contextos podría matizarse en algunas regiones pero sin olvidar la gloriosa consigna en la que afirmaban que gracias a su eficacia regeneradora el país iría por buen rumbo. Otro rubro a elevar al nivel de fundamental para el discurso conservador en la época fue el posicionamiento de la iglesia católica como el órgano poderoso y reaccionario a partir del cual debían concretarse todos los designios de la república. Para la iglesia colombiana todo ápice de modernidad era digno de miramientos y plausible al error. No solo el ideario político y las doctrinas científicas, sino también los inventos técnicos y mecánicos, las costumbres sociales: la radio, el cine, el baile, la ocurrencia impía de la educación femenina concebida como aberración moral comparable al negocio de la prostitución.[135]
Paralelamente al discurso eclesiástico y de las “buenas costumbres” como lineamientos del conservatismo se da un florecimiento nacional de educación laica, desde la primaria hasta la universitaria, en concordancia con los tradicionales de educación católica.[136] Este curioso fenómeno sin embargo no podría autonombrarse como un elemento meramente conservador ni defendido públicamente por estos a cabalidad, sin embargo podría entenderse como una vicisitud propia de los tiempos que ya corrían con la entrada del siglo XX y que ineludiblemente traía cambios. Pese a la llegada de esta novedosa oferta educativa el papel preponderante de la iglesia y las decisiones de los clérigos abarcaba todas las esferas de la sociedad colombiana de entonces y no acatar sus designios era falta grave. De esta época resaltan la Universidad Republicana que fundada desde 1890 fue renombrada como la seguimos conociendo hoy: Universidad Libre en 1913. La cual fue fundada con lineamientos meramente liberales, con sentido laico.

La censura a las letras fue otro componente  problemático que se arraigó en plena hegemonía. Juan de Dios Uribe ya había visto en 1888 el cierre de su periódico “El Correo Liberal” pero este fue solo una muestra de lo que se vino durante todo este periodo.[137] Para nadie es un secreto que a las letras, o más bien  lo que estas pueden expresar, siempre ha sido temor de gobiernos que quieren afianzarse en el poder y lograr apoyo popular sin cohibiciones ni inquieres. El conservatismo no fue la excepción. Sin embargo no hay que mirar esta historia enfáticamente como la de triunfadores versus sometidos, puesto que las corrientes liberales fieles a los lineamientos pragmáticos del partido no se habrían de quedar con los brazos cruzados y el deseo de hacer frente desde diversas áreas incluso desde la clandestinidad se hacían latentes. El ala liberal quería entrar al mejor estilo del caballo de Troya y volver al poder sustrayendo la benevolencia de diversas gentes al conservatismo y a su ver su arcaica forma de concebir a la nación. En efecto el partido al mando doblegaba la libertad de expresión e información, pero esta no fue novedad ni en el contexto colombiano ni el foráneo.

Esta censura se daba en el plano estatal y en el privado. El ámbito estatal se comprueba en las diferentes leyes de imprenta sancionadas durante la hegemonía. El poder legislativo exigía que toda publicación debía primero solicitar permiso ante el Ministerio de Gobierno y una vez esta fuese impresa, debía enviarse una copia al mismo ministro que se encargaba de juzgar si era apropiada o no para circular. En al ámbito privado se servía a través de élites o personas de alto nivel socioeconómico y con cierta influencia o cercanía con el poder. Este segundo tipo de censura se comprueba incluso con algunos periódicos e imprentas que eran recelosos con los textos que eran leídos detalladamente antes de mandarlos a las máquinas y que fuesen publicados para no desviarse de los lineamientos del Estado y enfrentar la censura y el cierre. Podría decirse que este tipo de censura era infundada  por el temor.[138] En Cartagena, por dar dos ejemplos puntuales, fueron censurados los periódicos “La Disciplina” en Mayo de 1896 y “La Tempestad” en Junio de 1905.[139]

Para 1901 y siguiendo con sus parámetros de promocionarse en los medios, se da una nota en Cartagena titulada “¿Por maldad o por torpeza?” en la que se instiga al pueblo a no echar la culpa al partido conservador por las desgracias del país. Se afirma que quien culpase al conservatismo de los males nacionales no era más que un ignorante y jamás lector de un libro de historia, mientras que los conocedores y lectores debían ser afines al partido. No hay mesura en este artículo en el que se alega que “la ruina moral y material de Colombia se debe única y exclusivamente al maldito liberalismo, enemigo de la paz y del orden social. Liberalismo enemigo de Cristo y de su iglesia. Liberalismo que conspira sin tregua ni descanso contra la tranquilidad pública de los pueblos engañando como la serpiente del paraíso con promesas baldías de mentida libertad y de falso progreso”.[140] Como si lo anterior fuera poco se añade: “El liberalismo es pues responsable ante Dios y ante la sociedad colombiana de los grandes males que han afligido y afligen hoy a nuestra patria. El liberalismo no ha cesado durante 50 años de conspirar contra el orden y contra la paz de esta república, cuyo suelo han ensangrentado cien veces, lanzando a los pueblos a la matanza en nombre de la libertad, mejor dicho en nombre del libertinaje. La libertad en el orden es absolutamente desconocida para el Liberalismo y si algún día la proclamara y la pusiera en práctica dejaría de existir esa secta”[141]

Era usual que en la prensa se vociferaran asesinatos entre partidos sobre todo de liberales contra conservadores. En Bolívar no fue la excepción. Luego de la nota en la que se persuadía al pueblo a ser conservador, se agregaba una crónica en la que se informaba de un asesinato. En un caso puntual en Magangué se cuenta de uno hecho presuntamente contra el coronel Francisco Javier Tovío, quien según el corresponsal en esa localidad fue sorprendido en la madrugada dormido por guerrilleros que vilmente le asesinaron. El corresponsal informaba “En aquel pueblo como en todas partes donde van, robaron y cometieron todo género de excesos, y luego tienen los liberales el cinismo de discutir que su bandera no es la del asesinato y la depredación”.[142]

En 1909 con la creación de la ya mencionada Unión Republicana, que no fue más que una coalición en la que se adhieren algunos miembros del partido liberal. Inicialmente era una estrategia de diálogo con el entonces presidente Rafael Reyes, sin embargo al no hallar el benemérito de este se volcó en su contra. (Sin que esto no signifique que previamente Reyes ya había llamado a algunos liberales a ser parte de su gobierno).[143] Hay que decir que esta unión era de corte progresista pero basada en planteamientos conservadores y liberales, es decir una coalición de elementos moderados de los dos partidos tradicionales. Pese a la baja aceptación de Reyes durante su periodo, este logró avances que iban en pro de  lo que él concebía “modernizar” el país. Potenció subsidios a la naciente industria nacional. Al ya tradicional proteccionismo arancelario, se le anexó un incentivo efectivo para fomentar la actividad manufacturera.[144] De esta época datan empresas como Coltejer (1908), Cementos Samper (1909), Tejidos Obregón (1910), Fósforos Olano (1909), Cervecería Germania (1905), las textileras de Santa Ana y de San José de Suaita (1908), Chocolates Chaves (1905) y la Industria Harinera (1908), entre muchas otras.[145]

En el periódico “El Porvenir” de Cartagena con fecha del 1 de Diciembre de 1909 hallamos una pieza muy valiosa para ver en el contexto local que decía la prensa y más un medio tan reconocido como este. Agrego aquí textualmente el párrafo dedicado a este hecho:
“El telégrafo empieza a anunciar el resultado de las elecciones en la mayor parte de los municipios del país. El partido liberal ha sido vencedor. Descubrió por fin la manera de llegar, lenta pero seguramente, al poder: las revoluciones armadas no le produjeron el efecto deseado; era preciso recurrir a otro sistema; en vez de atacar al partido conservador, le dio el abrazo de hermano, mediante la invención de la Unión Republicana; cooperó al triunfo de un candidato conservador para la presidencia de la República, a fin de que se tuviera confianza en su buena fe y le prestara apoyo el partido contrario. Los frutos de esa hábil combinación empiezan a recogerse. Las municipalidades serán liberales en su mayor parte. Nosotros dimos el grito de alerta hace más de dos meses y los conservadores no quisieron oírnos. El partido liberal tiene derecho a pretender subir al poder y quizá el medio del que se está sirviendo es relativamente el mejor. Peor hubiera sido el que hubiera lanzado al país en una nueva revolución armada. Pero hoy más que nunca podemos decir la frase del alto pensador: ‘cuídense a sí mismos de los conservadores.’ Y habrá todavía por estas costas ilusos que sigan creyendo en artificiales combinaciones de la U.R.?”.[146]

Una razón de peso para que Reyes fuese criticado y comenzase una polémica en torno a él fue la crisis de opinión generada por la firma del arreglo entre Panamá, Estados Unidos y Colombia que desembocó en la firma de un acuerdo el 5 de Enero de 1909 en el que Colombia reconocía la separación de Panamá y aceptaba una indemnización económica por parte de Estados Unidos, aquí inicia lo que será llamado como la danza de los millones que veremos en breve.[147] Con esta decisión se dieron manifestaciones estudiantiles a lo largo y ancho del país pues la población estaba en contra de esto.[148] Como si lo anterior no fuese poco el conservatismo clásico colombiano veía a Reyes como un traidor pues incluía a liberales en su gabinete (es como si la moneda cambiara de lado y no solo los liberales veían como traidor a Núñez sino que los conservadores también tenían a quien llamar ingrato). Condensado en sus lemas «Paz, concordia y trabajo» y «Menos política, más administración», sus políticas causaron también una fuerte oposición, ante lo cual Reyes empezó a actuar de manera dictatorial debido a que el congreso no gestaba las normas perentorias que requería el país para salir del déficit en la que estaba, ante lo cual ordenó el confinamiento y destierro a sus rivales y opositores, cerrando incluso el Congreso y creando una Asamblea Nacional Constituyente. Su gobierno, suprimió además la vicepresidencia (curiosamente estaba enemistado con el vicepresidente Ramón González Valencia), y en su reemplazo creó la Designatura Presidencial.

De manera que Reyes ya había ganado enemigos de diversos sectores y la Unión Republicana era el símbolo de ello.[149] Finalmente por el temor a una venidera guerra entre sus opositores y sus seguidores Reyes renuncia desde Magangué, Bolívar a la presidencia y el 9 de Junio de 1909 de forma cautelosa designa como presidente encargado al general Jorge Holguín Mallarino.[150] Su dimisión se oficializó el 27 de julio de 1909 y parte en el buque Manistí desde Santa Marta con destino a Europa.[151] Reyes se exilia voluntariamente en el viejo continente, inicialmente llega a Londres donde es agasajado por el Rey Eduardo VII y es elogiado por la prensa local.[152] Regresaría diez años después con el fin de pasar sus últimos años en Colombia luego de residir también en España y Francia.[153] Víctima de varios atentados en el país que buscaban quitarle la vida, no desistieron en su deseo de regresar. Como el de 1906 que recordaría por siempre y del que incluso relataría en un texto que hoy conocemos y se encuentra en su diario.[154] Para sus seguidores sus cinco años en el poder pasarían a la historia bajo el nombre de “El Quinquenio Reyes” para sus detractores en cambio seria llamado “La dictadura Reyes”.[155]

Bajo esta figura de la Unión Republicana llega a la presidencia Carlos Eugenio Restrepo, quien para 1910 propulsa una reforma constitucional en la que se redujo el periodo presidencial de 6 a 4 años, curiosamente desde 1886 ningún presidente había logrado gobernar los seis años completos, además de esto se eliminó la participación en política de militares. Decisiones que hasta hoy se mantienen. El hoy reconocido periódico “El Tiempo” se crea, bajo el contexto de la Unión Republicana, el 30 de Enero de 1911 por Alfonso Villegas Restrepo.[156] Este rotativo se convirtió en el medio de difusión de las ideas de la Unión y hasta nuestros días mantiene su ideología política de centro. Carlos Eugenio Restrepo terminaría su labor presidencial exactamente cuatro años después de posesionarse, un 7 de agosto de 1914. En 1914 fue elegido el obviamente también conservador pero abierto a los liberales José Vicente Concha, seguido en 1918 por Marco Fidel Suárez y cerrarían la hegemonía Pedro Nel Ospina (1922) y Miguel Abadía Méndez (1926).

Otro elemento discursivo que el conservatismo hizo público era el que la palabra ‘libertad’ no debía asociarse netamente con el Partido Liberal. Incluso en el ala de la concentración conservadora se decía: “Nosotros no tenemos que pedir a otros nociones de libertad, porque la libertad en la justicia es bandera que hemos enarbolado siempre en contra de la anarquía; nosotros no tenemos que recibir lecciones de republicanismo, porque la república es nuestro ideal y porque de las filas conservadoras ha salido siempre el primer grito de protesta en contra de los opresores, y conservadores han sido siempre las primeras víctimas inmoladas por la tiranía. Los fundadores del Partido Conservador fueron los fundadores de la libertad en Suramérica.” Hay que decir que las anteriores palabras fueron mencionadas en Cartagena bajo el contexto de la concentración de conservadores, que aunque llamados retrógrados por su extremismo ideológico, recoge en parte un poco del pensamiento del conservatismo general (es decir el conservatismo neto, indistintamente de todos sus fraccionamientos) en este tema. No en otros elementos más puntuales como las de las ideas moderadas.[157]
Consecuentemente a lo anterior una nota editorial en prensa titulada “Lo que dicen nuestros políticos” resulta fundamental para apreciar en todo esplendor la preocupación conservadora para con la propagación del liberalismo. El texto corto pero sustancioso afirma: “La prensa liberal no ceja en su activa propaganda de presentar al liberalismo como el más perfecto ideal de los partidos políticos y que sus prácticas por lo puras, sanas y patrióticas son las más convenientes al bienestar de los pueblos. En cambio el conservatismo es una rémora para el progreso, barrera infranqueable para la civilización. La juventud que se levanta y oye esos cantos de sirena sin preocuparse de leer la historia de los partidos políticos, cree a pie juntillas que para ser honrado, sabio, inteligente, patriota y hasta buen mozo es necesario llamarse liberal. Es un deber, pues, de los que profesamos las doctrinas conservadoras, refrescar la historia del liberalismo colombiano para que los que la han olvidado la recuerden y los que no la conocen la aprendan.”[158]

Respecto a lo que pensaba el liberalismo de la concentración conservadora hallamos en un comunicado dado a conocer por su periódico “El Liberal” en el que más que dar una opinión enfática se preguntan así mismos si habría de ser buena o mala esa movilización política. Su respuesta para 1910 era que a ciencia cierta no lo sabían. Pero que sí sabían que de la conveniente cristalización de tendencias políticas nacían las resultantes estables y benéficas en lo referente al porvenir de las naciones. ‘Entre la extrema izquierda y extrema derecha encuentran los gobiernos imparciales el patriótico justo medio. Por ese lado no tendría que temer el Partido Liberal la falta de garantías, estando dirigida la concentración conservadora por hombres de ideas avanzadas; en ese concepto nos favorece la concentración.’[159] Habría que ver si estas palabras se concebían como un ideario colectivo general o si obedecían a una estrategia de mostrarse apacibles y abiertos al diálogo con sus oponentes. Lo que si dejaban más claro era que esperaban que la concentración permitiese a los liberales defender sus intereses sin su cohibición ni amenazas, respetando además los altos puestos públicos que habían alcanzado algunos liberales en la Unión Republicana sin que la concentración interfiriese y los sacase de sus cargos, pues pese a que estos liberales republicanos habían dejado el ala liberal tradicional seguían en el fondo manteniendo algunos ideales liberales que valía la pena mantener en el poder.

Para la misma fecha los conservadores también publicaban considerables editoriales en prensa en las que hacían alusión tanto a los desafíos como a las glorias del partido, por razones obvias su mensaje era más replicado en prensa. Entre esas editoriales de gloria resalta una en la que se comenta que el conservatismo siempre tiende puentes aun con los enemigos, por ello con los liberales les habían ayudado en medio de su ‘abismo’ (abismo entendido en este caso como el oprobio al ser oposición luego de haber reinado). El texto indica también que fueron los conservadores a raíz de la guerra (cuando los ánimos estaban encandecidos, por mano de un presidente llamado luego traidor por los rojos) los que borraron las denominaciones de vencedores y vencidos, abriéndole las puertas al Ministerio de hacienda y de la Cámara de representantes a connotados liberales: Carlos Arturo Torres y José Camacho Carrizosa.[160] Aunque estos dos nombramientos son certeros, la forma como se publica el texto da una noción positivista del conservatismo como los poseedores de la verdad por el hecho de estar amparados bajo la iglesia, olvidando además que así como en el ala liberal había partidarios de la violencia, también los había dentro de las filas conservadoras y por ello asimilarse a sí mismos como los benevolentes en todos los aspectos no es una realidad comprobable.

En ese mismo sentido de ayudas conservadoras a ciertos anheles liberales hallamos que existe incluso en prensa la necesidad de informar que ya el conservatismo había sido muy bueno permitiendo según se lee ‘la mayor parte’ de las reformas ambicionadas por el liberalismo, puesto que estas habían sido elevadas incluso a la categoría de preceptos constitucionales, con el voto de los conservadores de la asamblea. Añadiendo además que las ‘pocas’ que no habían llegado a buen puerto eran porque exigían al partido conservador el último sacrificio, es decir su existencia misma.[161] Es decir, se decía en prensa que el conservatismo ya había sido demasiado tolerante y la ciudadanía podía notarlo. Ahora tanta permisividad podría ser peligrosa y poco conveniente para sus intereses, pero no dejarían de ‘ayudar’ como buenos católicos, en determinadas situaciones que no considerasen nocivas para su colectividad.

Situándonos en 1910 (fecha exacta 1 de Octubre) la prensa cartagenera publicaba una nota titulada “Información política” firmada por “Los Principios” en la que se instiga a conservadores (tanto nacionales como históricos) a unirse en pro de vencer al liberalismo con el propósito de ‘conservar y perfeccionar la constitución cristiana de la sociedad colombiana’. El alegato eclesiástico nutria las hojas de los rotativos locales en las que se mencionaba que de nada les servía a los conservadores ser mayoría si permanecían divididos.[162] De hecho ya no era extraño leer entre las páginas de los más destacados medios impresos editoriales que llamaban al conservatismo a florecer. Se hablaba públicamente de los problemas de los azules y como algunos ahondaban en el mal practicar católico, puesto que algunos de sus integrantes que a golpe de pecho se hacían llamar católicos faltaban a muchas consignas de la iglesia. En una nota política titulada “¡Oh Católicos!” se argumentaba que incluso aun por encima de la enemistad liberal, el mayor enemigo conservador eran los mismos copartidarios que no cumplían a celeridad y rectitud con premisas devotas. Entre las faltas se mencionan entre otras: el no amar al prójimo como así mismo, el no ser humildes y el no practicar la caridad sin ufanarse de ello. Llevados al plano político se agrega también el peligro inminente de la Unión Republicana para los conservadores reales, ósea, los más practicantes de la fe.[163][164] Finalmente con la llegada de Restrepo al poder, llega el legalismo a un nivel elevado. Con ello la oposición de sectores clericales se empezó a notar. Aunque conservador, Restrepo se empeñó en la defensa de varios ideales liberales, especialmente de la libertad de prensa, cosa no bien vista por las fuerzas que le rodeaban. Su discurso es concebido por  Mauricio Archila como “noble en intenciones, pero escaso en realidades”. Añade “Sin embargo, justo es reconocer que Restrepo se empeñó en restablecer las relaciones con los Estados Unidos, poniendo de presente los intereses nacionales.”[165] En el Porvenir de Cartagena se leía “El gobierno del señor Restrepo no permitirá que haya fraude de ninguna clase, pues ha dicho que si figuró como hombre de partido hasta el día de su elección, hoy no se considera ligado con ninguno, sino jefe de todos los colombianos”.[166]

Apenas corría 1911 cuando a Restrepo llegaban ecos de la oposición que aseguraba que debido a su forma de gobernar y por estar en su contra la costa norte buscaba separarse del país. Al correrse la voz desde Cartagena, Atenógenes Blanco, un líder republicano local, envió telegrama al presidente informando que había caminado Cartagena y el Magdalena y en ningún lado había hallado intenciones separatistas, todo era según sus palabras una farsa de los opositores con el fin de desestabilizar la unidad. La prensa local publicó la nota que logró connotaciones nacionales. De hecho el telegrama fue respondido por el propio presidente y se publicó en periódicos nacionales. En su respuesta agradecía la labor que Blanco hacia desde Cartagena y por enviar noticias que demostraban el apoyo del pueblo costeño a los intereses republicanos.[167]


A Restrepo se le reconoce lograr el 6 de Abril de 1914 la firma del tratado  Urrutia-Thomson en el que el gobierno estadounidense aceptaba el perjuicio causado a Colombia por la separación de Panamá y por ende prometía otorgar 25 millones de dólares como indemnización.[168] Pese a la firma el congreso norteamericano no ratificó el convenio de inmediato, por lo que empezó un tiempo de espera.[169] (De anotar aquí el precedente hecho por Reyes como presidente anterior en el que ya se sentaba el precedente sobre la indemnización, lo que hizo Restrepo es dar un paso más para solidificar esta tarea que ya empezaba a ser vox pópuli nacional).

El 7 de Agosto de 1914 José Vicente Concha asume como presidente del país, otro conservador más, que se había presentado en 1910 a elecciones pero había sido derrotado por Restrepo.[170] Venia de ser embajador en Estados Unidos y moriría siéndolo en Italia, era un político erudito y experimentado que llega a la presidencia con el favor del partido liberal liderado en ese entonces por Rafael Uribe Uribe. De hecho una carta con fecha de Octubre 12 de 1913 se publicaba el 12 de Diciembre de ese mismo año en prensa y dirigida al Presidente de la dirección nacional del partido liberal se hizo notar. En Bolívar se leyó en El Porvenir, en esta dice: “Honorifica es para nosotros la ocasión en que nos dirigimos a la dirección del partido para manifestarle que aceptamos la patriótica invitación que hace a los liberales de apoyar la candidatura del doctor José Vicente Concha para la presidencia de la república”.  La carta estaba firmada por los liberales: Alejandro Plata, José María Rivera, Luis F. González, Esteban H. Plata J., Joaquín Moreno S, Luis A. Cuervo R., Pioquinto Plata M., Vicente Rincón, José María González J. y Antonio Zarru.[171] De manera que triunfo de Concha es una muestra clara que pese a encontrarnos en plena hegemonía aún era necesarios ápices de ayuda liberal sin que esta permeara en lineamientos fundacionales del conservatismo. Pero pasar la delgada línea entre lo permitido y lo que no, se convirtió en un asunto peliagudo y bastante problemático. Desafiaba un candidato conservador a su partido si llegaba al poder con la ayuda de liberales? Para muchos conservadores la respuesta era afirmativa. Pero también hay que ver si esto no era una estrategia para contentar a ciertos partidarios liberales moderados y otros no tanto con el fin de que el partido conservador se mantuviese en la presidencia. A Concha se le recuerda especialmente por mantener al país neutral en la Primera Guerra Mundial, hecho que hasta hoy es elogiado y por nombrar a un clérigo Ministro de instrucción pública, el beneficiado fue Monseñor Carlos Córtes. Previamente ya Miguel Antonio Caro en 1984 había elegido para ese mismo cargo al también monseñor Rafael María Carrasquilla. El sentir católico de Concha y su sentir de que la filosofía católica se propulsase en todo el país fue movido por la preocupación de que el pueblo no se alejase de las buenas costumbres. Tal era su fervor que su hijo Luis Concha Córdoba ingresó a la vida religiosa llegando a ser cardenal.

Siguiendo con el ideario colectivo conservador durante su poderío hallamos también las restricciones hacia comunidades indígenas en altas esferas de poder, por verlos como causal de discordia. El indígena era siempre un ser ávido de recibir instrucción religiosa y evangelización, puesto que fuera de la veneración al dios judeo-cristiano podría ser una amenaza. Se necesitaba seguir sometiéndoles y la cristianización era la mejor herramienta. Todos esos miedos aparentes de los conservadores poderosos se personificaron en 1914 en Quintín Lame[172], estadista y político indígena que lideraba un movimiento de reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas en Colombia.[173] Por el simple hecho de defender sus creencias fue acusado de querer construir una república indígena y por esto fue arrestado el 9 de mayo de 1915, permanecería en prisión con varios de sus seguidores por cuatro años. Luego de su encarcelamiento se consagró a escribir y sus luchas tendrían fruto hasta 1938 con el decreto que restituyó los resguardos de Ortega y Chaparral.[174]

El 20 de Noviembre de 1915 publicaba en Bogotá Hernando Holguín y Caro una carta dirigida a Marco Fidel Suárez y José M. González Valencia (ambos estaban en la dirección del partido conservador para entonces) que se replicó en prensa nacional en la que con el título de “La Unión conservadora” llamaba a la reunificación de los azules en al país en pro de contrarrestar la amenaza de los adversarios.[175] A su ver era necesario que el presidente al mando mostrase su ‘sentimiento de lealtad hacia los elementos conservadores que le llevaron al poder’.[176] Es evidente el temor conservador permanente ante la latente hibridación de cada sujeto presidencial que al llegar al más alto cargo del país y en aras de mostrarse ‘presidente de todos’,  matizara su discurso siendo más dócil con los rojos. Es decir ese elemento dúctil presidencial lo consideraban infiel a sus preceptos, pues querían un líder rígido, amante del conservatismo en su totalidad y que no les ‘traicionase’ permitiendo la entrada de liberales a su gabinete.

En 1916, más exactamente el 11 de septiembre el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo funda el Instituto San Bernardo De La Salle. Su mención en este punto es especial debido a que dentro del partido conservador el arzobispo era toda una eminencia con autoridad en todas las áreas del estado. Su palabra era escuchada, aplicada y propulsada por los hegemónicos. El arzobispo era teólogo y filósofo de la Sapienza-Università di Roma por ende no solo gozaba de prestigio sino además de poder.[177] De hecho era ya Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia al fundar el instituto, desde 1908, y lo seria hasta su muerte en 1928. También Arzobispo Primado de Colombia hasta 1918. Bernardo Herrera Restrepo era entonces la autoridad eclesiástica más importante de Colombia en plena hegemonía de los conservadores.[178]

Con todo el apoyo de            Concha a los intereses de la iglesia culmina su periodo. En sus propias palabras, dadas al escritor Fernando de la Vega sobre su visión personal sobre su gobierno afirma: "No lastimé el derecho de ninguna persona ni de ningún partido; observé neutralidad absoluta en los debates eleccionarios, como quizá ninguno en Colombia; mantuve relaciones decentes con todos los pueblos del mundo; no comprometí a la República en ninguna empresa riesgosa para su salud o su honor, y devolví el patrimonio moral intacto...” . Y añadió: "A mí no se me podría juzgar nunca por los ladrillos nuevos que puse, sino por las ruinas tremendas que evité".[179]


En 1917 se publica uno de los elementos discursivos azules más importantes en estas tierras, el Manifiesto del Directorio Conservador de Bolívar. En este además de explicarse consignas partidarias claves, se habla de la seria amenaza en la que se había convertido la Unión Republicana, luego de lograr su objetivo, a la paz y estabilidad de las instituciones conservadoras del país. Se habla del contrapeso que significó la Unión Conservadora como una necesidad ‘vivamente sentida’ y que se crea entre otras para contrarrestar el mal del republicanismo. Se menciona también el favor de la divina providencia a los designios conservadores que para 1917 y según este manifiesto estaba más unido pero siempre  buscando más adeptos. En este momento vemos también una llamativa forma de crear más adeptos, pues se invita a los conservadores a ser empáticos y buscando nuevas amistades, guiar a estas a las filas conservadoras, tal como el apóstol que evangeliza, enamorándolos del conservatismo y entusiasmándoles constantemente por serlo, se induce además a contarlos y a aumentar su cantidad. El manifiesto agradece la labor salvadora de Suárez y Concha a favor de lo que consideran verdadero patriotismo. Este texto se publica en vísperas de evento electoral y por ende el sufragio por el conservatismo prioriza su ejecución y distribución. Este es especialmente particular por los temas que aborda y por como reconoce la necesidad de seguir en el poder no permitiendo injerencia ajena a sus intereses fundacionales. La forma en la que cierra el manifiesto es también especial, alude al concepto de pureza y justicia como ideales conservadores que contribuyen a su triunfo en cada momento y espacio de votaciones.[180]

Consecuentemente dos días después del manifiesto se publica una editorial especial en nota agrandada (un tamaño extremadamente grande y para nada cotidiano) en el que se consigna “Primera adhesión de la juventud conservadora de Cartagena a la candidata del señor Suárez” esta nota entusiasta fue firmada por un amplio grupo de copartidarios azules, cuyos nombres se anexaron en la misma nota. Solamente los nombres ocupaban casi una columna completa del periódico.[181] Finalmente sabemos que Marco Fidel Suárez ganó y es benemérito mencionar el apoyo del conservatismo cartagenero y bolivarense a su postulación. Paralelamente el mismo día en que se muestra la adhesión se publica también una nota respecto a la convención nacional del Partido Liberal en la que se decreta por unanimidad de votos la adopción para el partido de una política propia y autonómica, sin nexos ni vinculaciones con las fracciones conservadoras.[182] Dos días después los conservadores de Turbaco hacen lo mismo y publican su adhesión a la candidatura de Sánchez, al igual que en el caso de Cartagena firman un gran número de conservadores del municipio y se publica en prensa departamental.[183]

Llega 1918 y con el Marco Fidel Suárez al poder. La mayoría conservadora del congreso lanzó su candidatura a la presidencia, de forma complementaria se da una manifestación pública como respaldo a esta moción, al aceptar el elogiado pronuncia una frase que ha pasado a la posteridad: «El suelo de Colombia es estéril para la simiente de la arbitrariedad».[184] Pareciera que iniciaba un gobierno que por fin alegraba a una gran mayoría conservadora, pero que terminaría por renuncia en 1921 y no en los mejores términos. Suárez funda en Barranquilla SCADTA (Sociedad Colombo Alemana de Transporte Aéreo) la primera aerolínea de América y la segunda del mundo. Crea la Cruz de Boyacá, que hasta nuestros días es la máxima condecoración del gobierno de Colombia. Durante su mandato fallece en  Pittsburgh su hijo Gabriel Suárez Orrantia, a los 19 años. Había llegado a los Estados Unidos dos años antes para estudiar ingeniería eléctrica y fue víctima de la gripe española. La noticia caería fuertemente en el ánimo del presidente y era constante su tristeza y menciones a este hecho en años futuros. El 27 de noviembre sancionó la ley 58 de 1918 que creó el impuesto sobre la renta, marcando un precedente en el ordenamiento fiscal del país.

A finales de 1920 estalla una crisis económica en el país que venía paulatinamente creciendo. El 1 de diciembre se reunió en Palacio una junta de los ministros de Hacienda, del Tesoro y 19 gerentes de bancos nacionales y extranjeros, para estudiar las medidas tendientes a conjurarla; el peor momento de la crisis había sido en el octubre, cuando se cotizó el café entre 10 y 11 centavos la libra, y el dólar se pagó al 130%.[185] La preocupación se acentuaba al tener en cuenta la cercanía de nuevas elecciones. No había con que pagar salarios de empleados, policías, ejercito, maestros o jueces. No se podían sostener las cárceles, los hospitales o los lazaretos. El 26 de octubre el representante Laureano Gómez había acusado de indignidad al presidente Suárez en la Cámara de Representantes, por la venta de sus sueldos. El 27 de octubre se presentó ante la Cámara a contestar los cargos. Los conservadores ya habían anunciado candidato, se trataba de Pedro Nel Ospina, que finalmente lograría la presidencia. El 4 de noviembre se levantó un acta en que se fijaban las condiciones para que el presidente se retirara. Fue firmada por este, Aristóbulo Archila, Laureano García Ortiz, Esteban Jaramillo, Pedro. J. Berrío y Nemesio Camacho.

En la biografía oficial de Marco Fidel Suárez publicada por el Banco de la República hallamos que: En la reunión se consideraron las bases para un convenio político para arreglar las relaciones entre el parlamento y el gobierno y los problemas relativos a la firma del tratado que ya había sido aprobado en los Estados Unidos. Marco Fidel Suárez había dado su palabra a ese gobierno de hacer todo lo que estuviera en su poder para que el tratado fuera aprobado en Colombia y, si era necesaria su renuncia para que la aprobación se llevara a cabo, él estaba dispuesto a separarse del poder. Pero con la exigencia expresa de que no debían cesar ni interrumpirse los actos parlamentarios que constituían el principio de la acusación promovida contra él. (…) La verdadera cuestión que se debatía era la firma del tratado con los Estados Unidos, pues era bien sabido que el gobierno que obtuviera los veinticinco millones de dólares de la indemnización, lograría sacar adelante al país. El día 9 de noviembre de 1921, Suárez envió al presidente del Senado una nota en la que le avisaba su separación de la presidencia.[186] Finalmente al dejar el poder Súarez terminarían la hegemonía conservadora Pedro Nel Ospina (1922-1926) y Miguel Abadía Méndez (1926-1930). Esos últimos años de la hegemonía bien vale la pena estudiar más a fondo para entender en mejor manera las dinámicas que ya se gestaban en aspectos tan puntuales como la danza de los millones. La cifra fue de 25 millones y para un país pobre como Colombia significa una cifra para nada despreciable y que se suponía debía ser usada eficazmente en necesidades de la nación.


2.4 OPOSICIÓN EN MEDIO DEL PODER AJENO

Si a nivel nacional las dinámicas de la oposición liberal no eran iguales para todos. En Cartagena y Bolívar era similar la forma a través de la cual los liberales podrían seguir en el poder local. Los lazos clientelares, de parentesco y/o compadrazgos se erigieron como los principales mecanismos por los cuales liberales seguían siendo parte de élites y gubernatura de esta región. A diferencia de otras regiones del país en Bolívar no se gestaron grandes baños de sangre como los que si se dieron en el Tolima, Antioquia o en los Llanos Orientales. El liberalismo más radical de Bolívar entendía que había otras formas de perpetuarse. Esta particularidad se da además de por el hecho de que todos se conocían entre sí porque habían relaciones que traspasaban lo meramente político y tocaba otras áreas de la vida misma.

El sector de los artesanos es un grupo poblacional al que nunca puede olvidarse al tratar el tema liberal en Bolívar y Colombia en general. El ideario liberal de estos en Cartagena  había superado la mera consigna genérica liberal y entraba ya al rubro de la defensa de su propia colectividad y la trascendencia que debían tener en todos los planos políticos y sociales del departamento. La cultura política artesanal es sin duda un referente para apreciar esta coyuntura.

En las primeras décadas del siglo XX un fenómeno especial tiene trascendencia local. Las disputas ente cartageneros, sobre todo de familias de alto nivel socioeconómico se da a raíz de la necesidad conjunta de buscar y hallar alternativas y posibilidades de fábricas y empresas que permitieran posicionar a la ciudad de nuevo en el lugar de preponderancia económica que había ocupado previamente en el país. Liberales y conservadores en este punto buscaban un punto común así que puede que por momentos el partido al que pertenecían sucumbía ante el hecho de ser cartageneros enfrentados a barranquilleros y cachacos en procura de representatividad. No obstante, mientras transcurría el tiempo, si se vio la ocupación en un alto número de puestos político-administrativos y de empleos intermedios, por parte de personas vinculadas al conservatismo, tanto en la ciudad de Cartagena, como en su zona de influencia.

El 4 de Septiembre de 1910 se publicaba en Cartagena la declaración de un jefe conservador español que caló hondo por su exposición. Titulado “El liberalismo político no es pecado” era parafraseada en la prensa local: De un discurso que en Vitoria (España) pronunció el señor Andrade, separamos estos párrafos que fueron acogidos con grandes  aplausos: “¿Por qué hemos de pasarnos la vida –dijo- pensando en el problema del liberalismo? Hora es ya de que demos al olvido los escrúpulos que hasta ahora nos dividieron, y que confiando en Dios dediquemos la actividad toda al servicio de la Patria. El liberalismo político no es pecado. No hago yo esta afirmación: la han hecho los Papas en Encíclicas que os citaré. El liberalismo que profesamos corno partido gubernamental, ese liberalismo de Jurado y el sufragio, está defendido por la Religión y la moral. La Iglesia, siempre indulgente, cede a los tiempos lo que puede ceder. La Iglesia no puede estar supeditada a un partido político, como quieren algunos intransigentes. ¡Cómo hemos de ser los conservadores peores aún, como dicen nuestros enemigos, que los ateos de la Commune!...  Casi todos vosotros conocéis las ‘Normas’ de Pío X a los integristas. En la segunda de esas instrucciones se dice: No acusar de más o menos católicos a los que militan en partidos liberales. Un prelado español, el Padre Cámara, obispo de Salamanca, consultó a Roma si los liberales eran imitadores de lucifer, y estaban anatematizados. La respuesta fue negativa. Los integristas, al hablar del virus ponzoñoso del liberalismo van contra Roma. Ahí está, terminante y clara, la contestación negativa de Roma a la consulta del Padre Cámara. El partido conservador siempre defendió los intereses de la Religión sacrosanta. Siempre defendió a los institutos religiosos. Después de esto -sigue diciendo- ¿no se puede pregonar que el partido conservador es el bien mayor, y no el mal menor, como se dice por ahí? No somos el mal menor. Somos el bien mayor en la política legal española.[187]

Consecuentemente con el artículo anterior se publica solo 5 días después otro titulado “Lo que dicen nuestros políticos” en el que se complemente de alguna manera lo que se venía dando en el fulgor público nacional. En esta ocasión se interrogaba el redactor sobre el futuro del partido conservador si la juventud no se integraba consecuentemente a este. El enamorar a la juventud para que siguiera el legado de los azules se volvió una necesidad. Se analiza a la juventud no solo concebida como la corta en años sino también aquella de la de gentes que no se vinculaban a ningún color. Por ende la difusión de ideas ‘nuevas y sabias’ y aceptando ‘algunas moderadas ideas no tradicionales pero que no afectasen la preponderante dignidad del partido conservador’ se planteó como una posibilidad para la perpetuidad del ideario conservador en el país. En prensa local se decía que el partido estaba ‘moribundo en sus moldes estrechos y bastante fracasado en sus concepciones’. Entre textos se leía “El partido conservador está obligado a que su nombre no sea encarnecido en la historia colombiana, y sólo conseguirá ese resultado si en vez de ponerse ciega y temerariamente a un movimiento formidable que le arrollaría sin remedio, se pone hoy mismo a su cabeza y lo dirige y lo encauza y lo hace servir a su verdadero propósito, evitando que llegue a extremos absurdos y de seguro deplorables.” Se decía que de no reformularse algunas ideas el fin del partido en el poder estaba cerca. No empero se informaba: “Pero siga el partido conservador el antiguo camino, afianzándose en el poder con recursos sospechosos y niegue sistemáticamente los reclamos imperativos del liberalismo y entonces vayan trayendo las velas, porque se acerca el entierro, y no un entierro cualquiera sino un entierro de pobre!.”[188]

Siguiendo con la misma tónica se publica solo unos días después otro artículo en el mismo medio bajo el título “El Partido Conservador” este en tono más reflexivo viene a continuar el tema. En modo de introspección se pregunta sobre el significado para la fecha del partido conservador y lo que representa en Colombia. Se asevera que “El partido conservador o representa la esencia de la Constitución del 86 o no significa nada; o representa un régimen de amplitud y tolerancia, o nada representa.” Continua “Si no es un artículo de nuestro credo de política practica el respeto a las opiniones todas, el aplauso a toda aspiración legítima, el apoyo moral a toda acción que de acuerdo con la ley se desarrolle y por norte tenga el bien común, si una tolerancia discreta no informa nuestra conducta, difícil será que conservemos sobre los pueblos el prestigio ejercido y a que nos dan derecho la excelsitud de nuestros principios y nuestra fisonomía histórica. Nos hemos llamado soldados del orden y para que nadie se atreva a negarnos este título, la conservación de la paz ha de ser nuestra constante y viva preocupación. Lograremos ser la garantía indiscutible del orden público el día en que agrupados y unidos todos al pie de la querida bandera, volvamos a ser cuanto fuimos: el cimiento robusto de la legitimidad y los apasionados cumplidores de la ley. La grandeza de las ideas excluye el odio y presupone la tolerancia, y el brillo de una idea no nace sino de los beneficios que producen a los pueblos cuando lealmente se practica. Si la bandera conservadora ha perdido parte del antiguo prestigio, es porque los encargados de llevarla en alto la han arrinconado para evitar los remordimientos que su presencia despertara. Sacudámosle respetuosamente todo el polvo que sobre ella pueden depositar el abandono y la infidelidad; hagamos que se despliegue al soplo del viento que empuja a la patria los rumbos de amor y de progreso, y los que enantes la conocieron volverán a reverenciarla con entusiasmo, y aquellos para quienes es aparición nueva, la seguirán enamorados.”[189] Todo este mensaje de invitación a la unidad del conservatismo fue una maniobra diplomática con múltiples finalidades entre las que destaca dar un sentido de corrección de errores, avance y mejora para ser más cercanos al pueblo y al poder.


La atención sobre el presente y futuro del conservatismo seguía constante en prensa, durante Septiembre de 1910 fue sumamente especial, pues aunado a lo ya mencionado anteriormente se publicaban cartas abiertas como la que viera la luz el 17 del mencionado mes en la que se mencionaba la  amenaza de una victoria liberal. Se trata de una carta de alarma en la que se llamaba a los conservadores a no dejar de hacer frente, y a ‘no ser tontos’. Aunque la carta de forma anónima solo es firmada como “Conservador” no es la única de un grupo de menciones en prensa que advertían a los azules en todo el país.[190]


El asesinato de Rafael Uribe Uribe en 1914 caló en las diversas zonas del país, se sabe incluso que un niño llegó a su sepelio con una oración fúnebre, era Jorge Eliecer Gaitán según reseña la historia oficial del partido.[191] La historia oficial del partido liberal retrata este hecho de la siguiente forma: “El asesinato de Uribe Uribe: la vida preciosa del general Rafael Uribe Uribe se acabó a golpes de hachuela por la mano de Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal en las gradas del Capitolio Nacional el 14 de octubre de 1914, ¿Quién fue el autor intelectual?, la investigación fue entorpecida por el gobierno y nunca se supo de los autores intelectuales, pero, lo cierto es que se había creado un clima favorable a que apareciera “el iluminado” que se hiciera eco de las acusaciones que señalaban a Uribe Uribe como el culpable de los males que aquejaban a la nación, el mismo clima que se creó para propiciar la muerte de Jorge Eliécer Gaitán.”[192]

Vemos en este momento una tabla con todos los gobernadores de Bolívar en el periodo de este estudio (va de 1890 a 1920 sin embargo se agregan desde 1886 para apreciar mejor aspectos como procedencia y periodos.
Periodo
Gobernador
Ciudad Origen
Inicio
Final
7 de septiembre de 1886
9 de septiembre de 1887
José Manuel Goenaga Gómez
Riohacha
9 de septiembre de 1887
16 de noviembre de 1887
Enrique L. Román
Cartagena
16 de noviembre de 1887
5 de noviembre de 1890
José Manuel Goenaga Gómez
Riohacha
5 de noviembre de 1890
20 de diciembre de 1890
Eduardo Gutiérrez de Piñeres
Cartagena
20 de diciembre de 1890
23 de marzo de 1893
Enrique L. Román
Cartagena
23 de marzo de 1893
1 de junio de 1893
Luis Patrón Rosano
Tolú, Sucre
1 de junio de 1893
5 de marzo de 1895
Enrique L. Román
Cartagena
5 de marzo de 1895
12 de febrero de 1896
Joaquín Fernando Vélez
Cartagena
12 de febrero de 1896
28 de marzo de 1898
Eduardo B. Gerlein Guell
Barranquilla
28 de marzo de 1898
4 de mayo de 1898
José Ulises Osorio
San Juan Nepomuceno, Bolívar
4 de mayo de 1898
10 de diciembre de 1898
Eduardo B. Gerlein Guell
Barranquilla
10 de diciembre de 1898
8 de marzo de 1899
Juan V. Aycardi
Cartagena
8 de marzo de 1899
20 de octubre de 1899
Ricardo Núñez
Cartagena
20 de octubre de 1899
6 de noviembre de 1899
Fernando Alberto Gómez Pérez
Montería
6 de noviembre de 1899
22 de agosto de 1900
José Manuel Goenaga Gómez
Riohacha
22 de agosto de 1900
1900
Próspero A. Carbonell
Barranquilla
1900
1901
Marceliano Vélez Barreneche
Envigado, Antioquia
1901
1901
Manuel Dávila Flórez
Mompox, Bolívar
1901
1902
Joaquín Fernando Vélez
Cartagena
1902
13 de febrero de 1903
Juan B. Tobar
Bogotá
13 de febrero de 1903
13 de agosto de 1903
Luis Vélez Racero
Cartagena
13 de agosto de 1903
1904
José Francisco Insignares Sierra
Barranquilla
1904
5 de enero de 1905
Luis Patrón Rosano
Tolú, Sucre
5 de enero de 1905
19 de diciembre de 1905
Enrique L. Román
Cartagena
19 de diciembre de 1905
1906
Celedonio Piñeres
Cartagena
1906
julio de 1906
Enrique L. Román
Cartagena
4 de julio de 1906
3 de octubre de 1906
José María Pasos[193]
Cartagena
3 de octubre de 1906
Septiembre de 1908
Miguel Mariano Torralbo Martínez
Lorica, Córdoba
Septiembre de 1908
4 de julio de 1909
Jerónimo Martínez Aycardi
Cartagena
4 de julio de 1909
Agosto de 1909
José Ulises Osorio
San Juan Nepomuceno, Bolívar
Agosto de 1909
1 de enero de 1911
José María de la Vega
Cartagena
1 de enero de 1911
12 de mayo de 1912
Rafael Calvo Castaño
Cartagena
16 de mayo de 1912
11 de octubre de 1913
Juan Antonio Gómez Recuero[194]
Ciénaga de Oro, Córdoba
11 de octubre de 1913
15 de noviembre de 1913
Manuel Francisco Obregón
Pinillos, Bolívar
15 de noviembre de 1913
13 de agosto de 1914
Juan Antonio Gómez Recuero
Ciénaga de Oro, Córdoba
13 de agosto de 1914
2 de mayo de 1917
Ramón Rodríguez Diago
San Juan Nepomuceno, Bolívar
2 de mayo de 1917
22 de agosto de 1918
Enrique J. Arrázola
Calamar, Bolívar
22 de agosto de 1918
8 de abril de 1922
Jerónimo Martínez Aycardi
Cartagena

Resalta Enrique L. Román, (a veces también citado en prensa de su época como Henrique) cartagenero que en cinco ocasiones fue gobernador de Bolívar, miembro de la familia Román que se relacionó con Núñez. Durante su gobierno de 1893 se dieron los recursos y aprobó un contrato sobre la prolongación del muelle y la creación de “La Machina” que daba presencia al ferrocarril en Cartagena.[195] Con los recursos se buscó entrada de más buques y con mejores condiciones en el muelle para mejorar las comunicaciones tanto acuáticas como también las terrestres de la capital bolivarense. El tren recorría la actual avenida pedro de Heredia y finalizaba en la ya mencionada “La Machina” que hoy ocupa la base naval. De hecho la ciudad tendría tren desde 1894 hasta 1950. De Román se mencionaba en prensa que su fórmula era la de más administración y menos política, por ello cuando regresaba al poder departamental había loables reacciones entre las que resaltaba el hecho de ser progresista, laborioso, inteligente y cargado de experiencia.[196] Teniendo por supuesto además opositores a su mando que también hacían correr la voz negativa respecto a su liderazgo.


Con la lista podemos comprobar que familias de abolengo lograban interesantes conexiones al tener a alguno de sus miembros o allegados en el poder departamental. Dicha posición gubernamental garantizaba en considerable cantidad, diversos beneficios que los cercanos al gobernador elegido iban a aprovechar a todo lugar y cabalidad. El poder departamental significaba no solo la cristalización de los deseos de un grupo en común sino además oportunidades de laborar dentro del plano público propiciando así las típicas características de la élite local. Cada nuevo gobernador que llegaba era inmediatamente interpelado por el conservatismo reinante, pero el liberalismo con su directorio departamental jamás se quedaría de brazos cruzados y en cambio promovía que la gobernación fuese un espacio de debate entre ambos bandos pero en pro del bienestar en esta región. Instrumentos como la prensa tanto oficialista como de oposición serian herramientas con una gran utilidad en las tertulias y ambientes de debate.  Es claro señalar que en Cartagena las relaciones clientelares permitían incluso llegar a cargos como el de alcalde. Si se era cercano con el gobernador y se tenía su aprobación, se podría serlo. La élite local en pro de la defensa de sus intereses era participe de todos los aspectos del poder regional.


CAPITULO III.
DINÁMICAS DE RELACIÓN ENTRE LIBERALES Y CONSERVADORES

Como hemos podido comprobar con el paso del tiempo las relaciones entre liberales y conservadores debieron gestarse definitivamente sí o sí. Las vías pueden ser variables pero van a un fin en el que el poder tomaba una connotación atrayente. Ya sea por conciliación, convergencia o a través de la guerra alrededor del país sus consignas permearon todas las realidades de esta nación. A través de la prensa, libros, telegramas e incluso voz a voz se fue forjando un pensamiento muy puntual que refleja la percepción de la vida misma, de las creencias, de los sentimientos, de la economía, de la sociedad, de la cultura, de la idea de nacionalidad, de la idea de progreso, de la idea de desarrollo, de la opinión, y también de deberes y derechos. Y es que alinearse a un partido político iba mucho más allá de lo aparente y tocaba cada aspecto del diario vivir.

Realmente hay mucho que decir sobre los momentos históricos en los que el bipartidismo siempre presente en el país nos dejaba verdaderas joyas del acontecer político de esta patria y todo lo que conllevaba. Lo cierto es que estas relaciones, que llegaron hasta el punto de mutuo acuerdo, se convirtieron para algunos en un ‘mal’ necesario o desfachatez y para otros en una conveniente forma de trascender políticamente independientemente de los colores. Pero las relaciones no solo se dan en la unión, también en la enfatización de los polos ideológicos vemos dinámicas de tire y afloje, de pesos y contrapesos que estructuran la realidad política colombiana y que aún sigue teniendo consecuencias. De manera que la forma en la que cada partido buscaba alejarse (al menos en el plano público) del otro es también ejemplar de un carácter discursivo que tenía tintes antológicos en las que ser de un lado u otro tenía también una connotación  genésica y fundacional.

Algo certero es que al ser el hombre un ser mortal y sin embargo sus ideas pueden trascender en el tiempo, aunque ya no este de cuerpo presente, se tiñen sus discursos de un poder especial, en el que sus ideas pueden ser compartidas y retroalimentadas a lo largo del tiempo. Es decir, aunque el hombre ya no esté, su idea puede seguir estando presente y agregarse adeptos y formar verdaderas concentraciones poblacionales importantes unidas por una ideología; y como en esta vida estamos acostumbrados a las enemistades y las competencias, es necesario que en escenarios como el que brinda la política se den estos polos que no son más que dos formas (o más) de entender el poder. Sin embargo hay algunas ocasiones en las que las teorías de la conspiración y confusión llegan a la política colombiana, por ello quiero empezar este capítulo mencionando una nota publicada con fecha del 12 de Septiembre de 1897, titulada “Prensa Nacional: Una entrevista política”. Se trata de una entrevista realizada al director de El Repertorio Colombiano en la que se exponen ideas bastante sugestivas sobre la política nacional para la época. El redactor de El Porvenir, en Cartagena, infiere cinco ítems puntuales que se deducen de la entrevista, cada uno especial. El primero es que el conservatismo colombiano se halla en estado de verdadera confusión, pues el entrevistado dice “Aquí todos los partidos son liberales, políticamente hablando –pero usted se llama conservador, le preguntan a lo que él responde- sí, porque creo que el partido conservador, como yo lo entiendo, es genuinamente liberal”. Un segundo ítem es el hecho de que los conservadores históricos estaban confundiendo el principio de autoridad con funciones enteramente de ceremonia y extrañas a la superioridad. Un tercer ítem es que Núñez, fundador de la regeneración se inspiró en genuinas ideas conservadoras (algo que hoy sabemos con certeza y sin dudas). El cuarto punto es que los conservadores, al mismo tiempo que suponen menoscabar el derecho de sufragio, lo minan por su base estableciendo la intrínseca desigualdad política de las razas. Este ítem se ejemplifica con la percepción del entrevistado en la que afirma que la raza indígena es muy educable y aprovechable políticamente ya que es ignorante y que ni aun un indígena educado supera el poder de generalización e inventiva que caracteriza a un blanco, que siempre es más educado. El indígena solía a su ver no conocer sus derechos y por ende la pureza del sufragio estaba en peligro. En este momento se infiere una superioridad racial del blanco sobre las demás razas en el discurso, aunque el entrevistado no usa realmente el término de ‘inferioridad’ o ‘superioridad’ aunque si los usa quien le interroga mientras que el interpelado no los evade, los acepta mas no los repite. Un quinto y último punto se halla en que los conservadores no siempre obraban de buena fe, se ejemplifica entre otras en la admisión del clero a los cuerpos de elección popular, aunque teñida de buenas formas morales es algo nocivo para la república en múltiples maneras.[197]

Vale la pena hacer hincapié sobre el primer punto ya que significa por sí mismo un dilema digno de ahondar y que entra incluso en discusiones filosóficas. Hasta qué punto es realmente el conservatismo colombiano un partido con nociones fundacionales y/o aquiridas liberales? Podríamos afirmar según la aseveración del director de El Repertorio Colombiano que esta idea tiene asidero? Son estos dos partidos colombianos (liberal y conservador) ‘genuinamente’ liberales? Responder estos interrogantes ha de ser una loable tarea en construcción, digna de análisis y con un portento de justificaciones para afirmar o desmentir estas nociones. En ese mismo sentido hay que saber que la construcción de cualquier partido siempre se hace con base en unos ideales, unos ideales que suelen diferir de un enfrentado, pero ¿si ambos buscan un mismo fin, hasta donde podría haber una compenetración (quizás no forzada pero si realizada) de esas ideas en pro de una visión económica, social y política? Habrá quien se sume a la moción del entrevistado, otros la desestimaran, pero sin lugar a dudas trae a colación una interesante pieza de discusión ideológica abierta al debate.

Consecuentemente a lo anterior resulta plenamente fascinante analizar las dinámicas entre azules y rojos, viendo como en ocasiones particularidades verdaderamente apabullantes.





3.1 BOLÍVAR ENTRE LIBERALES Y CONSERVADORES

Comprobadamente el departamento de Bolívar ha sido una de las zonas del país más interesantes y convulsas de estudiar por todo lo que significa tanto su capital Cartagena como toda su extensión geográfica. Además de su ubicación en el país y el papel histórico que ha desempeñado a lo largo del tiempo, en él se gestaron verdaderas piezas cruciales de la historia de  Colombia.

En el trajín político nacional, liberales y conservadores en Bolívar desempeñaron un rol  para nada despreciable y que merece atención. Entramos pues al mundo de las dinámicas de estos en suelo bolivarense, en pleno caribe colombiano. Su presencia, su forma de entender el poder y las decisiones que tomaban en esta zona.

De 1903 a 1904 José Francisco Insignares Sierra como gobernador de este departamento nombró como secretario al liberal Simón Bossa. José María de la Vega rigió los destinos de Bolívar de 1909 hasta 1911. En su gobierno nombró también como su secretario al liberal Rafael H. Muñoz. Nunca fueron despedidos por su condición ideológica y terminaron en buen término su labor al culminar cada gobernador su administración.[198]

Precisamente para finales de 1911 el gobernador elegido, Rafael Calvo, comenzó una gira por todo el departamento. Al llegar a la sabana le expresan una realidad que hasta hoy tiene validez, y es el olvido estatal de esta región bolivarense. La desidia tanto nacional como departamental parecía no darse cuenta de las múltiples necesidades existentes en la zona y por ende su visita fue tomada por entusiasmo por los locales. En prensa local se informaba en qué provincias estaría el gobernador y se seguía paso a paso su ruta como una forma de mostrarle cercano a la gente. Recurrentemente se hablaba de escuelas en pésimas condiciones y maestros poco preparados, además de poca calidad de vida y problemáticas socioeconómicas. Su visita llegó también a poblaciones como Magangué, Mompox y el Carmen y cerró en San Andrés y Providencia (que para la época eran bolivarenses) para regresar a Cartagena.[199] Su gobierno terminaría pronto pero de sus visitas por el departamento se nutrían las páginas de los rotativos locales.

En 1913 una eventualidad muy significativa tenía lugar. El gobernador del departamento en ese momento, Juan Antonio Gómez Recuero, era acusado de beneficiar al liberalismo en Bolívar al nombrar alcaldes liberales y a su secretario de gobierno también liberal. El conservatismo bolivarense veía en el gobernador a un hombre para nada atento a sus ideales clásicos y con el afán de verse neutral, ser permisivo con algunos liberales del departamento. La oposición en su contra fue sistemática y según palabras del mismo Presidente de la república Miguel Antonio Caro en un comunicado publicado en diversos medios y en Cartagena por El Porvenir: ‘carece de fundamento, de razones suficientemente justificativas y parece obedecer a móviles o cuestiones meramente políticas más bien que a divergencias.’ Al mismo presidente apoyar públicamente al gobernador, los conservadores bolivarenses fueron llevados a la luz pública nacional en la que estos se reafirmaban en su posición y consideraban desleal la actitud tanto presidencial como del gobierno departamental. La concentración conservadora bolivarense no quería más puestos de alto poder en manos de liberales por considerarles  un problema con múltiples connotaciones. El aspecto religioso era solo uno de los tantos intereses que estaban en juego. Hay que decir que no todos los conservadores estaban en contra de la forma de mando del gobernador de Bolívar, realmente había incluso más enemistad con la ya mencionada concentración conservadora, que era una rama del conservatismo liderada por Marco Fidel Suárez y demás conservadores clásicos que no se unían a la concentración. Los azules más moderados generalmente no estaban en contra e incluso pedían respeto para el gobernador y que se le permitiera ejercer su cargo libremente.

Respecto a la concentración que instigaba contra el gobernador se lee en prensa cartagenera: ‘Hay en Colombia un partido político, de reciente formación, que se ha llamado Concentración conservadora, cuyos elementos componentes vienen suspirando por el pasado, se la pasan mirando hacia atrás, no conocen el progreso ni obedecen a su corriente avasalladora y miran, en suma, con criminal desdén las dolencias y las calamidades todas de la patria. Elementos que se han caracterizado por su apego a la roca milenaria de la tradición, como la ostra a su concha, en materia de principios políticos. Y no aceptan ni las modificaciones que imponen el tiempo, la civilización y la ciencia en su marcha ininterrumpida.’ Obviando al término ‘Partido político’ por entender hoy que más que eso fueron una ramificación ultra del conservatismo hay que decir que la prensa es muy diciente. Las palabras mencionadas fueron publicados bajo el seudónimo de ‘Un viejo conservador’ lo cual no es sorpresa para la época donde si contabas con el beneplácito del director del rotativo podría respetarse tu anonimato.

Pero este problema en Bolívar no queda allí y sigue alimentando las diferencias entre el liberalismo y el conservatismo y todas sus reminiscencias en otras formaciones políticas. De hecho la concentración de los conservadores venia forjando y tanteando el terreno desde años previos. Para Septiembre de 1910 se invitaba a todos los conservadores de este departamento a una reunión en el teatro Mainero de Cartagena con el fin de elegir el directorio del partido en esta región. Entre los convocadores de esta reunión hallamos a la crema y nata del poder en Bolívar, las más altas esferas del conservatismo criollo usaron esta reunión no solo con el fin de nombrar su directorio sino además para dar solidez a su concentración. Entre los firmantes de la invitación encontramos a Luis F. Jaspe, Juan A. Calvo, Francisco Cruz, Gabriel Jiménez, Francisco Pasos, Luis Eugenio Calvo, Camilo S. Delgado, José L. Calvo, Miguel Rodríguez Z., Max. Vélez, Antonio J. de Irisagurri, Arturo Franco, Milcíades Rodríguez, Juan N. Botet y Juan Antonio Gómez Recuero entre muchos otros. Causa curiosidad saber que a este último sus mismos compañeros y copartidarios le verían como enemigo por el incidente acabado de mencionar de 1913.

En prensa local se informaba que esta reunión fue receptora de un numeroso grupo de conservadores de todas sus fracciones y divisiones. Se cuenta que llegaron además de gentes de alto nivel socioeconómico, como ya era costumbre, hasta artesanos e ‘hijos del pueblo’ que fueron mayoría. Se complacían los azules locales al ver que gran cantidad de jóvenes y respetables agrupaciones de médicos, abogados, profesorado, abogados, comerciantes y bancarios hacían presencia. En textos se decía ‘Esto indica que el partido cuenta con la inconmovible base de los que solo aspiran al predominio de las ideas por encima de bastardos interés personales.’[200] Se añadía además en este evento que la concentración no debía ni podía tomarse como una provocación ni como una amenaza para el Partido Liberal (aunque realmente sí lo fue). Se argumentaba que si algunos conservadores promulgasen esto, iban por mal camino y si los liberales creían esto incurrían en un gravísimo error puesto que los concentrados deseaban trabajar en el ‘cerrado campo de la ley’ y cobijados por las garantías constitucionales, salvaguardados por el predominio de sus ideas y de los hombres que mejor supiesen llevar estas ideas a la práctica, sin que esto pretendiese negar a los liberales ‘la prudente y racional participación que les corresponde en la dirección de los negocios públicos, como factor importante de la vida nacional.[201] De igual forma se invitaba al liberalismo a cumplir estos mismos deberes siguiendo el ejemplo de esta movilización. ‘Porque ya terminó en Colombia, -y para siempre- la era de las revoluciones armadas para reivindicar derechos’.[202] Lastimosamente esta frase emitida por los conservadores no gozaría de verdad con el paso del tiempo en esta patria.
3.2  REPRESENTACIÓN POLÍTICA LIBERAL

Estamos afiliados a la comunidad doctrinaria del Liberalismo, comunidad cuyas raíces alcanzan a los orígenes de nuestra estructura política como pueblo independiente, comunidad que basa sus principios en la aplicación de los preceptos cristianos. A la organización y dirección de las sociedades constituidas en Estados o cuerpos políticos, y que proclama la libertad, no como un fin, sino como el medio más eficaz de alcanzar la felicidad social y de resolver los problemas políticos, económicos y gubernativos de una nación. El liberalismo erigido así en escuela política, finca el predominio de sus principios en la acción lenta y gradual de las ideas, y en su propagación por la prensa, la enseñanza y el ejemplo, para que, cobrando ascendiente sobre la opinión popular, puedan traducirse en cánones o instituciones políticas por los cuerpos constituyentes y legislativos, elegidos libremente. En tal virtud, nosotros, para ser más leales a nuestras convicciones, fieles a nuestros principios, y con el propósito humanitario de contribuir con nuestro humilde contingente a apagar este incendio que devora al pueblo colombiano, llevando la desolación y el hambre a todos los hogares, y especialmente a los de la clase pobre y desvalida, a los desheredados menesterosos y encarcelados, declaramos que somos obreros de la patria y de la paz.[203]

Llegados a este punto ya es indispensable conocer que las medidas tomadas por los liberales para seguir teniendo representatividad y espacios no giraron solo como podría pensarse en la violencia como máxima ejecutora de su presencia en política, sino que debieron hacer parte de estrategias que les permitiesen mantenerse. En Bolívar las relaciones de compadrazgo son parte esencial de estas dinámicas de seguir estando presentes y para nada debe sorprendernos que en menor medida algunos optaran por un cambio de partido. Hoy sabemos que muchos movidos por la conveniencia sin que esto signifique en su totalidad que sus pilares ideológicos hayan cambiado, más si matizado para estos fines que pareciesen extremos pero sucedieron. De hecho hay ejemplos puntuales de liberales que pasaron a ser nacionalistas y finalmente conservadores, por mencionar algunos vemos a: Benjamín Noguera, Francisco González Carazo, Valentín Pareja o Donaldo Grau.[204][205]

Claramente en Bolívar la realidad política giró en torno a lazos clientelares, de parentesco, compadrazgo y demás. Por estas razones las filiaciones políticas y presencia liberal se ajustaron bajo estos parámetros en muchas ocasiones, donde pese a ser oposición había liberales en posiciones de poder importantes. Vale la pena en todo esto contexto de representatividad liberal mencionar los periódicos liberales que circularon en Cartagena y Bolívar. Hallamos los siguientes:
Periódico
Continuidad
Director
Origen
Periodo
Lineamiento
El Esfuerzo
Semanal
José D. Arango
Cartagena
Enero 5 1889 – Agosto 17 1889
Liberalismo
El Gladiador
Quincenal
Vicente Martínez
Cartagena
Abril 15 – Mayo 10 1899
Liberalismo
Radical
El Progreso
Semanal
Rafael García
Cartagena
Septiembre 24 1899 – Febrero 23 1890
Liberalismo
Radical
El Reproductor
Semanal
Carlos Vives
Cartagena
Julio 26 1890 – Enero 26 1891
Liberalismo
Radical
El Sufragante
Semanal
J. M. Vergel Flórez
Cartagena
Septiembre 10 1891 – Junio 3 1892
Liberalismo
Radical
La Bandera Liberal
Semanal
Domingo de la Espriella
Cartagena
Agosto 7 1891 – 21 Agosto 1891
Liberalismo
Radical
El Zancudo
Semanal
Gaspar Matallana
Bogotá
15 Agosto 1891 – 11 Octubre 1891
Liberalismo
Radical
El Relator
Irregular
Felipe Pérez
Cartagena
Mayo 12 1891 – Junio 3 1892
Liberalismo
Radical
El Liberal
Semanal
A.    Olmos B.
Cartagena
Octubre 22 1898 – Mayo 27 1899*[206]
Liberalismo
Radical

Fuente: María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez. Cien años de prensa en Colombia 1840-1940. Medellín, Universidad de Antioquia, 2003.

Cada uno de estos medios ejerció de oposición pertinaz al conservatismo y todo lineamiento alejado del liberalismo. En Bolívar así como a nivel nacional se volvió tendencia el hecho de publicar telegramas y cartas entre dirigentes liberales. Por ende no es ajeno leer además de editoriales  a conversaciones entre Marceliano Vélez, Carlos Holguín y Miguel Antonio Caro, entre otros. Entendemos que en estas cartas había un discurso que se tornaba pasional y por esto era una forma muy directa de llamar los ímpetus y emociones en los lectores  rojos. Entre las letras hay llamados a revivir la llama liberal y aunada a sentires patrióticos se da una mescolanza muy interesante en la que se posiciona al liberalismo como el bien deseado para el desarrollo del país.

Precisamente las biografías de liberales destacados llevadas a la luz pública se convirtieron también en un referente presente y enérgico que se veía con mucha frecuencia en prensa radical. La caricatura, la sátira y espacios de poesía política y literatura se evidenciaron como otras estrategias viables (aunque no replicadas en todos los medios por igual, como si pasaba con las cartas y biografías) de solidificar el sentir liberal. Desde la regeneración la caricatura fue una crítica que en rotativos liberales lograba presencia, sobre todo de prensa con origen bogotano. Notas económicas también eran publicadas y la repercusión que tenían las decisiones gubernamentales en ello. Otro elemento siempre presente fue la información electoral, la persuasión al pueblo a través de esta y la publicación de artículos gubernamentales. Jamás será sorpresa saber entonces que la polarización con medios más conservadores como el cartagenero “El Porvenir” o “La Prensa” se hizo presente. De hecho al dar una misma noticia que implicase relaciones entre azules y rojos variaba un poco el matiz con que se redactaba la nota, algo cotidiano.


3.3  INCIDENCIAS Y ACONTECIMIENTOS

La Conspiración que nunca existió
Sumamente preocupados los señores Ramón Salcedo y Luis Cortes remitían una nota a la prensa que se distribuyó por estos medios para informar su inocencia ante una falsa hoja impresa que estaba circulando por el país en la que se indicaba que había un complot orquestado especialmente por el general Olegario Rivera, ministro de guerra y altos empleados nacionales residentes en Bogotá (por tal mención de alta distinción la opinión publica pensó también en el señor José María Campo Serrano) con el fin de dar un golpe interno contra Rafael Núñez y así sacarlo del puesto de presidente de la república y de la dirección regeneradora. En la circular se decía que quienes dirigían el rumor eran los ya mencionados Salcedo y Cortes. Para aclararlo todo en la remisión que estos dos envían a prensa, informan que jamás habían esparcido tal rumor y no iban a transgredir el buen nombre del general Rivera ni tampoco tenían información alguna de un posible golpe contra Núñez. “Prescindimos de la avilantez con que en dicha hoja se toma el nombre de personas de alta posición social y política, y aun los nuestros, y nos concretamos a manifestar en nuestro propio nombre y en el de los otros miembros de familia a que se refiere aquella hoja, que es completamente falso que hayamos propalado el plan de conspiración de que se dan cuenta, el cual estimamos absurdo. (…) Como se advierte del contexto de la publicación aludida, tal calumnia ha sido fraguada con deliberado maligno propósito, teniendo sobre todo por objetivo la personalidad del señor D. José María Campo Serrano. Las circunstancias políticas de actualidad y lo anónimo del escrito, revelan claramente una impostura y el espíritu depravado de su autor; pero es deber nuestro protestar, como protestamos contra ella.”[207] La nota queda en anécdota pero como un recuerdo presente de cómo los rumores en política se usan desde tiempos antiquísimos como estrategias en pro de diversos beneficios. Podríamos pensar en esta como una “fake new” de 1891.

Filosofía del Ruido
Corría el 13 de Agosto del 1893 y en Cartagena se replicaba una nota de un periódico neoyorquino titulada con el mismo nombre de esta incidencia. En la que se explicaba como a lo largo del tiempo los sonidos van acompañando al hombre pero entre más culto y pacifico se es se prefiere el silencio y la calma, puesto que el ruido es salvajismo, propio de eras antiquísimas en las que el hombre lo usaba de diversas formas entre ellas ritos, caza de animales, batallas y más. A medida que los pueblos se civilizan se va reduciendo el volumen de los sonidos. La curiosidad de esto es la observación que hace de la nota el medio local cartagenero El Porvenir, en el que traslada esta temática a la política colombiana. En su editorial se lee ‘El mucho cacarear representa atraso, barbarie, mientras que el conocimiento, el recato, representa cultura. El radical que nada en el alboroto, puede justamente clasificarse entre los atrevidos y bárbaros pobladores del globo terráqueo.’[208] Es muy diciente que un artículo que replica una nota sobre el uso del sonido a lo largo de la historia de la humanidad haga una incisión y agregue un tinte político que no está en sí mismo dentro de la pieza original de la cual se extrae la publicación.

Núñez guiado como Moisés a la tierra prometida
Con la muerte de Núñez, un contundente despliegue de información se da a nivel nacional. La prensa hace eco de la noticia y homenajea al fallecido con escritos especiales que llenaban todas las hojas de sus rotativos. Entre esos llama uno la atención que en Cartagena se vio en El Porvenir, en el que se decía que pese a que su cerebro se había apagado su doctrina seguía viva. Se decía que Núñez cumplió una misión providencial sobre la tierra, puesto que realizó la obra como un apóstol y el espíritu apostólico nunca muere, aunque el cuerpo que los encierre se transforme. No como luciérnaga sino como antorcha quedaría brillando el lábaro inmortal de la esperanza. El texto ahonda más en concepciones místicas y se habla de Núñez como un gladiador infatigable e invencible que sostuvo el pabellón de la patria sin que nunca cayera de sus manos ‘ni por debilidad, ni por traición’. Se argumenta además que el ya mencionado llevó la bandera de un abismo a una cumbre y trabajó como el obrero del poeta inglés, es decir, de sol a sol. Pero el enfoque central del texto afirma que no era solo la llama de genio lo que alimentaba al honorable cartagenero, era ‘Dios mismo que lo guiaba como a Moisés en la tierra prometida. Si él se hubiera convencido de que estaba abrazado al error, de que huía a paso acelerado de la verdad, como el apóstol en Damasco hubiera abierto los ojos para ver el rayo de luz que venía de allá arriba. Porque ante todo era hombre de buena fe, uno de esos espíritus que por línea recta o por línea curva siempre van a la cumbre: la verdad.”[209] Para cerrar se menciona que  como el mismo Jesús, tenía enemigos pero siempre destaco por su ahínco y gallardía.

Rechazando la idea de un amigo
Desde Cartagena el 19 de Agosto de 1897 enviaba un telegrama Manuel Castro Viola a Aquileo Parra en Bogotá. En esta se decía que El Partido Liberal para salvarse y en pro de su conveniencia debía apoyar al candidato presidencial que surgiese del nacionalismo y se instaba a la junta liberal de delegados a apoyar esta moción. Al ser publicado en prensa local los conservadores nacionalistas se dieron por enterados y publicaron un comunicado rechazando ‘la idea lanzada en el anterior telegrama por nuestro amigo y apreciado doctor Manuel Castro Viola’. Sustentaban que no aceptaban ni la revolución de los históricos ni la ‘pacifica evolución’ de los radicales puesto que al apoyo del radicalismo al candidato presidencial que surgiese del nacionalismo no podría ser signo de bienhechora paz sino ‘espantoso aterrador grito de guerra que repercutiría en toda la república.’[210] Sostenían también que rechazarían toda injerencia radical en el nacionalismo y que no permitiese una adecuada forma de llevar los lineamientos nacionalistas, y si bien Castro Viola estaba en su deber como liberal de indicar a los representantes de su partido que hacer para llegar al poder, ellos también estaban en el deber de oponerse a esas medidas uniendo sus fuerzas para la no realización de esos propósitos.

La conspiración por la paz
“La Opinión” de Bogotá publicaba documentos que probarían la existencia de una conspiración para que Manuel Antonio Sanclemente, presidente del país de 1898 a 1900, tomara el mando y la connivencia en este gobierno de un grupo ‘pseudo-conservador’ que después se empeñó en derribarlo. Entre los documentos publicados se hallan dos memoriales enviados al vicepresidente de Sanclemente, José Manuel Marroquín, por filiales del conservatismo y por miembros del partido liberal en las que se instaba a este a tomar al poder ante la aparente falta de criterio del Presidente. En resumidas cuentas de un sector que llevó al poder a Sanclemente hubo una arista que se empeñó en derribarlo. Finalmente Marroquín toma el poder luego de que Sanclemente es forzado a dimitir.[211] La nota de la conspiración rodó por diversos medios y al caribe llego por rotativos locales. Es usual que se tenga incluso registrada como una de esas historias llamativas de los estrategas políticos en este país en el Siglo XIX.

Las venenosas: El Liberalismo en la mujer
Era 1902 y a Cartagena llegaban noticias de Bogotá en las que bajo el título “El liberalismo en la mujer” se daba a entender del peligro que suponía que esta ideología llegase a las féminas. Se mencionaba un caso particular de dos mujeres que habían dado un remedio al sargento Jesús Rodríguez quien se aquejaba de un dolor de cabeza. Las mujeres le ofrecieron una droga polvorosa diciéndole que era quinina. El incauto tomó la sustancia y en minutos se quejaba de dolores agudísimos de estómago y tenía vómitos. Enterado de esto el coronel J. Salvador Abad y sospechando que había sido envenenado su sargento, rondó las casas de las dos citadas y encontró cuatro frascos con drogas. Hizo examinar con un reconocido doctor local, el Dr. Maecha, el frasco donde le dieron la dosis y resultó ser solimán, un tóxico veneno. Al comprobarlo, el general pone a las mujeres a disposición de la autoridad civil para su juzgamiento y publica sus nombres: Carmen Camacho y Lastenia Rodríguez, resaltando además que ambas son liberales y representan un peligro inminente del liberalismo en las féminas. El mismo coronel se encarga de enviar telegramas a los diversos medios del país y por ellos es que conocemos hoy esta noticia.[212]

Los que se van son antipatrióticos!
El fenómeno de emigración de la joven nación colombiana parecía agudizarse en 1907, producto de gran variedad de razones, aunque en la editorial de prensa como la cartagenera se agregaba después de un artículo de opinión que formulaba esto, el llamado a no alarmarse y a entender que las emigraciones son naturales en el ser humano. La nota original mencionaba que quienes se iban eran antipatrióticos y no querían ni defendían a su terruño. Las nociones partidistas salían a flor de piel donde se dejaba entrever si no había además un tinte político. Lo cierto es que la inestabilidad reinante, las problemáticas socioeconómicas y el deseo de superarse en otros países eran las razones de peso para irse del país. Para el redactor de la nota fue sorpresa además que cantidades considerables de connacionales se trasladaban a países como Venezuela, Ecuador y otros en Centroamérica, en los que según él no había mejores condiciones que las existentes en un país próspero como Colombia. ‘Desconsolador para el verdadero patriotismo es este movimiento que nosotros clasificamos como un fenómeno raro por ser Colombia un país joven, rico y de grandes aspiraciones para el progreso y la civilización’.[213]

¡Esguerra no es liberal, es republicano. No voten por él!
El 13 de diciembre de 1910 la dirección nacional del partido liberal publicaba en todos los medios un manifiesto en el que invitaban a sus copartidarios a no caer en las redes de Nicolás Esguerra puesto que no era liberal como algunos creían pues había entrado en el partido republicano y sus ideales liberales estaban mermados. Informaban que le respetaban como persona pero no era conveniente el voto liberal a su favor. ‘El señor Doctor Nicolás Esguerra no es hoy liberal sino republicano, y el partido al que pertenece, si por algo ha querido distinguirse es por su empeño de manifestar que no tiene nexos con el liberalismo, que condena sus doctrinas y que reacciona contra él, tanto como contra el partido conservador.’ El texto sigue y se agrega que los republicanos tenían en la mira a los liberales así como conservadores y que deseaban anarquizas y debilitar al liberalismo sin atacar de igual contundente forma a los conservadores. Por ende ‘en la candidatura de Esguerra se oculta un propósito malévolo contra el partido liberal’. El documento sigue señalando la tristeza liberal con los republicanos de origen liberal debido a que estos rompieron todo lazo de antiguos vínculos con el partido rojo. Se dan además por mal servidos teniendo en cuenta que confiando en Esguerra se le había ofrecido un puesto en la dirección nacional a la que este respondió tajantemente que había dejado de pertenecer el Partido Liberal para afiliarse de manera irrevocable y entusiasta al partido republicano. El texto cierra indicando entonces que ‘El liberalismo no tiene, pues el honor de contar con el señor Esguerra entre sus miembros por ende su candidatura no es, ni puede ser, por tanto, una candidatura liberal.

Luego de anunciar que no se votase por Esguerra (antiguo liberal) anuncian su invitación a votar por el conservador José Vicente Concha. La decisión radica en el hecho de que Concha sería más dócil y permitiría ciertas garantías para con los liberales. No sería movido por el desprecio a ciertas colectividades sino por la necesidad de gobernar un país unido en medio de las divisiones políticas. ‘El factor Patria domina toda la materia, subyuga toda nuestra voluntad y estimula toda nuestra perseverancia.’ De manera que consideraron que apoyar a Concha no suponía comprometer su doctrina, ya que autodenominados como ‘salvaguardores de la paz’ (título que por supuesto no parecía correcto a los conservadores) veían en este un mejor rumbo para el más alto cargo de poder del país.[214] Los conservadores secundaron esta moción y por más utópico que pareciese los dos partidos tradicionales se juntaban en torno a un mismo candidato presidencial que ahora entraba en la labor de hacer frente al candidato postulado por las reminiscencias rojas y azules que ahora eran republicanas.[215]

Unión Republicana o Partido Republicano
Aunque son lo mismo, a la hora de los discursos su denominación cambia. Según que contextos se aseveraba que no era un partido solo una coalición. Para otros en cambio sobre todo en época de elecciones era un partido. Desligado aparente de liberales y conservadores, sus lineamientos le llevaron incluso a lograr la presidencia del país (elegido por asamblea) en 1910, con Carlos Eugenio Restrepo, y tener candidato presidencial en 1914 con Nicolás Esguerra (quien quedaría con un 10,89% de porcentaje electoral) y en 1918 con Guillermo Valencia (con 40,9%.). Probablemente la mayor coyuntura de esta colectividad se da en 1912 cuando en prensa se anuncia su resurgimiento. Entonces es menos usual que se les llame ‘Unión’ y más ‘Partido’. Así pues de 1909 a 1912 es común decir Unión Republicana pero a partir de 1912 y hasta 1921 con su disolución Partido Republicano. Esto no quiere decir que en el ideario colectivo no haya calado más la concepción de unión sobre la de partido. Lo que si podemos afirmar de los republicanos es que su movimiento si bien comenzó con fuerza se fue aminorando considerablemente, resurgió en 1912 como ya se ha mencionado y con debilidad se disolvió en 1921.

Como dato llamativo hay que mencionar que precisamente en 1912 la prensa alababa el resurgimiento del republicanismo por considerarles ‘un programa político racional y atemperado, garantía de la estabilidad del orden de las cosas existentes, del reinado de la paz y de la justicia.’ Respecto al término usado en medios  hallamos los dos reconocidos, usados de forma indistintamente. En el Porvenir de Cartagena, por ejemplo, se usaba tanto partido republicano como unión republicana.[216]

Unidos por Arjona
Un incendio de grandes dimensiones tuvo lugar en esta población bolivarense el 7 de Marzo de 1900. Las víctimas no se esclarecen pero se estiman en un número considerable. Tanto que desde Cartagena el 10 de Marzo se expide el decreto número 1072 por el cual se concede un auxilio de 2000 pesos para socorrer a las personas de allí. La suma es entregada por la administración departamental de hacienda nacional al tesorero de la junta de Arjona. De esta inversión se da cuenta a la secretaria de gobierno y guerra del país. El decreto se lee en prensa hasta el 14 de Marzo. Por la calamidad, tanto rojos como azules (afectados o ayudante externos) debieron unir fuerzas por el bienestar de la zona. Además de velar garantemente de una forma u otra por el uso de la cantidad enviada.[217]

Aquí no mentimos!
Una publicación destacada del periódico “Orden Publico” se replicó en todo el país. A Cartagena también llegó en la prensa local. En esta, el rotativo exhortaba a los radicales a que dejasen de propagar que este medio inventaba las noticias y documentos confidenciales que presentaba de los atentados de estos ‘revolucionarios’ contra el clero a lo largo del país. Afirmaban tener fuentes comprobables y el principal era el señor Casas, vicario de Casanare quien había salido huyendo de su región precisamente por amenazas de los radicales de esa zona. Se hacía extensiva invitación a quien desease, de visitar el hogar del vicario y escuchar a viva voz sus declaraciones aprobando lo que se decía en el medio. Desde perjuicios a los misioneros y órdenes de prisión, hasta hacerlos caminar casi desnudos por las calles de pueblos del llano.[218] Es menester agregar aquí que estos ultrajes contra el clero hecho por los revolucionarios estaba ligados además de por la carga ideológica-religiosa por un factor monetario, al negarse estos a dar de ofrendas, cofradías, diezmos y más a sus atacantes. Para los religiosos de poblaciones alejadas de grandes zonas con más población era aparentemente dificultosa la labor de mantenerse económicamente, mientras que para los de las ciudades había más facilidades. Sin embargo en los pueblos más alejados era más fácil  armarse y movilizar grupos revolucionarios.

Alocución de año nuevo y de política
En los primeros días de Enero en los medios de comunicación se suele publicar una alocución del jefe de estado a sus conciudadanos, en 1893 una que se replicó en prensa se tiñó especialmente de un tinte político. Esto no es ninguna sorpresa para la época, pero la manera sutil en la que se retrata, sin ser directos es alegórica. El vicepresidente de Rafael Núñez, Miguel Antonio Caro escribía: “La estimación del beneficio de la paz se acentúa más cada vez en la conciencia pública, el instinto de la conservación, el sentimiento de un bienestar relativo, único posible en la tierra se han robustecido. Recuérdanse con tristeza las ignorancias y errores de la edad inexperta y no se concibe el retroceso a las contiendas fratricidas. Mantiene el estado las más cordiales relaciones con la santa iglesia católica, cultiva franca y leal amistad con las naciones del nuevo y el antiguo mundo (…) la religión del respeto es el secreto de la paz social. La sabiduría divina nos enseña que la justicia levantara a las naciones y en medio de los vicios que corroen la sociedad moderna, aquella es la norma de los pueblos que aspiren a la verdadera grandeza.’[219]  

Tragedia de Pasacaballos: No es ningún pendenciero, es un honesto liberal!
Una eventualidad violenta había tenido lugar en el corregimiento cartagenero de Pasacaballos en 1919, con varios muertos. La prensa hacía eco de la noticia que se había pintado de colores políticos clásicos. El diario “El Porvenir” hacía mención de José del C. Castro como un pendenciero y amante de la discordia y riñas. En respuesta el medio “El Liberal” lo defendía argumentando falsedad en la redacción del primer diario mencionado y agregando además que se trataba de una víctima de una injusta agresión mediática, Castro es presentado entonces como un vecino honorable y serio, enemigo de bochinches y conocido personalmente por el rotativo liberal. Castro había llegado a Pasacaballos invitado por un amigo a presenciar las fiestas de esta población, en el pasado había tenido desavenencias con un señor de apellido Zapateiro y que por el odio al verlo en esa zona avivó en Zapateiro un sentir de enemistad y estalló de esta forma en resultados funestos.[220] El comunicativo no informa si Zapateiro fuese conservador pero si deja entrever que la razón de pleito estaba ligada también a ideologías. Es decir una batalla campal tiene lugar por las diferencias entre dos personas, una conocida públicamente como liberal y atacado por medios conservadores y el otro presuntamente conservador o cercano a sus lineamientos.  

El Porvenir vs. El Liberal
Durante los últimos años de la década de 1910 y ya en pleno 1920, entre estos dos medios, el primero de tendencia conservadora y el segundo liberal se dieron batalles campales. El segundo solía desmentir al primero, y el primero atacar la ideología del segundo.  Entre tantas disputas en letras se veían desde notas que omitían alguna parte o que buscaban mancillar sutilmente el nombre de algunos liberales bolivarenses. De manera que se volvió común leer editoriales de “El Liberal” desmintiendo a “El Porvenir” y señalándole como un mecanismo público de contrariar a los buenos y decentes liberales. En algunos casos se hablaba desde lo violentos que eran los liberales y en otros se hablaba de ser poco eficientes. “El Porvenir” en cambio decía de “El Liberal” que era sectario y funesto para la labor informativa.  Cierto es que “El Porvenir” quería dar la impresión de imparcialidad en algunas notas, pero otras se veía una favorabilidad  hacia el orden establecido.[221]




CAPITULO IV
LIBERALES CONSOLIDADOS O VENCIDOS?

Durante algunos años ya entrados en la cercanía a los años 20, un medio local logró trascendencia en el discurso de los rojos. “El Liberal” como se hacía llamar el rotativo fue un espacio abierto al debate y a las consignas liberales en todo esplendor. Desde esta plataforma se publicarían manifiestos del partido, quejas, defensas, invitaciones a convenciones y la opinión liberal respecto a diversos temas de actualidad. Rotativos como este, serían la escenificación de un liberalismo que no se daba por vencido y seguía dispuesto a hacer frente desde todos los sectores posibles para contrarrestar al conservatismo y calar en el gusto y aceptación de la gente.

Llama especialmente la atención el uso de conceptos y consignas en este periódico que distaban con otros tradicionales como “El Porvenir”. El ejemplo más claro se comprobaba en las fechas históricas como el 11 de Noviembre. La forma en la que se abordaba este día se teñía de un tinte político en ocasiones más fuertes en uno que en el otro, pero en ambos se abogaba por la defensa de intereses patrios. Para “El Liberal” este día glorioso para Cartagena era evidencia del logro del pueblo.


La poesía fue una estrategia bastante interesante que el liberalismo hacia eficientemente y publicaba en su prensa. De hecho un texto titulado “A la juventud liberal” fungía como estandarte a las nuevas generaciones de las convicciones del partido y la importancia de su permanencia. Entre sus apartes se menciona que el color rojo es vida como la sangre que corre por las venas, así mismo se hacía alusión a la bendición de ser liberal, al triunfo y a aborrecer las cadenas. A la juventud liberal se le decía:

No importa que las zarzas del sendero
Hieran tus plantas, siempre vas altiva;
Llevando el honor por escudero,
Ni siente tu corazón de guerrero
que un déspota le arroje su saliva.

Ni te importa el abismo; con destreza
por los senderos del mañana escalas;
eres ave, y no alcanza la impureza
del lodazal, a ti que con nobleza
vas manejando el remo de tus alas.

Eres porta estandarte del Progreso,
Y honrosa pregonera de la Historia;
si hay Judas que te estorban con su beso,
no importa, va a tu numen siempre ileso,
hacia los horizontes de la gloria![222]

Este poema escrito por el liberal Eduardo García Azula se replicó por todos los rotativos liberales del país y se leyó por vez primera en el periódico “Boyacá Liberal”. En el caso de Bolívar su presencia en “El Liberal” se hizo notar.

Siguiendo estos mismos ideales a favor de su Partido no era sorpresa encontrarse con notas editoriales tituladas “Frente al Problema” en las que se exaltaba al liberalismo como ‘el trabajador más leal y entusiasta en la obra de la grandeza y la prosperidad de la república”.  Se anunciaba un problema e inmediatamente la postura liberal frente al hecho. Se promocionaban además ahora como defensores de la paz en el país. Para 1919 este medio advertía de las pocas garantías que pese a todo seguían existiendo para el liberalismo en general y como incluso su ciudadanía estaba comprometida cuando en el discurso se les mencionaba en otra tipificación respecto a con los conservadores.[223] Criticaban que a nivel internacional y bajo el poder del Banco Mercantil Americano se les tratase como hostiles y por estar en contra del gobierno ser incompatibles con los designios del banco. Bajo esta premisa el liberalismo exigía tanto al Banco Mercantil como al gobierno colombiano que no se les discriminase y en cumplimiento de la legislación se les reconocieran sus derechos en igualdad de posiciones.

Para Octubre de 1919 en el ya mencionado medio se promulgaba la caída de la regeneración e incentivaba el sentirse orgullosos de ser liberales. Eran más usuales las quejas públicas y criticas al conservatismo y por ende al gobierno, de hecho había páginas completas dedicadas a sátiras contra las decisiones de índole nacional y local tomadas por los dirigentes azules. Incluso había por escrito protestas contra el presidente que se publicaban en letra resaltada, es decir se daba una apropiación por el liberalismo en el que se concebía que una forma de fortalecerse era captar seguidores dando a conocer las falencias del partido en el poder y las propuestas que había desde el sector liberal para enmendarlas. En su editorial se leía “El conservatismo, encadenado a su pasado por instinto atávico, y el Liberalismo influenciado sin cesar por la evolución, luchando por desplegar libremente las alas y atravesar los siglos de un vuelo.”[224] La llegada de 1920 se entendía como un nuevo momento, un nuevo periodo en el que el liberalismo debía estar más unido y convencido que nunca antes en conseguir su victoria. De hecho en Bolívar se organizaban curiosas reuniones del partido que se titulaban en este medio como “La Unión del partido”[225] y eran integraciones de copartidarios en la búsqueda de consolidar lazos de unidad para vencer. Tan equivocados no estaban, aunque deberían esperar diez años más para ello.

Precisamente en los últimos dos años de la década de 1910 ya con 1920 ad portas se decía en medios que había municipios bolivarenses en los que se respiraba una paz especial y una tranquilidad prominente. En prensa liberal se resaltaba el hecho de que aun por encima de distingos partidaristas había poblaciones en las que sus ciudadanos trabajaban por el bienestar común y progreso de su región. Ciertamente sabemos que estas visiones tan positivas de localidades bolivarenses estaban cimentadas por la administración pública de estas municipalidades en las que los liberales hacían parte vinculante y eficiente del poder en las más altas esferas sin ser contrarrestados por el conservatismo local. Esta reciprocidad y aparente armonía bipartidista en determinados sitios se daba básicamente tanto por el contexto regional como por la necesidad de sostener un crecimiento secuencial de todos los aspectos del municipio como elemento de coerción social y desarrollo económico. Como caso muy particular sobresale Sucre, municipio bolivarense para la época.[226][227]Por supuesto esta particularidad no fue general y se daba solo en determinados y especiales casos.

1920 finalmente llega y con él manifiestos liberales se hacían evidentes. A Cartagena llegaban manifiestos de liberales en zonas tan lejanas como el Cauca, que se replicaban para que todo el país se enterase de las problemáticas de sus copartidarios en diversas regiones. Se aludía a estar atentos y expectantes de las decisiones gubernamentales y de todas las dinámicas socioeconómicas a lo largo y ancho del país.[228]

El hecho de que existiesen ya algunas consignas con tono positivo liberal en prensa no puede alejarnos de una realidad muy latente y es que seguían existiendo desafíos y problemas como los de antaño e incluso peores. Los liberales seguían siendo oposición y el conservatismo seguía cohibiéndoles de acceso al poder en diversas esferas. Los contextos en los que había coerción e integralidad eran contados y eran mirados con recelo por al ala azul desde el espectro nacional. De hecho el manifiesto de Cauca del 10 de Abril de 1920 nos sirve como una fuente maravillosa para reafirmar esto.[229] Entre apartes se lee “La mayor parte de las causas de estancamiento y retroceso que agobian la republica hace un tercio de siglo, y que durante este largo periodo de tiempo ha venido combatiendo el liberalismo, subsisten aun; y subsisten manifestadas hoy con más desfachatez si se quiere, por nuestros adversarios tradicionales, debido a su afianzamiento en el poder que ellos sin duda juzgan seguro y definitivo. La instrucción pública, base primordial del progreso de las naciones continúa sistemáticamente organizada con fines sectarios y partidaristas en exclusivo beneficio del régimen dominante. Los cuantiosos caudales públicos, nacionales, departamentales y municipales siguen siendo considerados como patrimonio del conservatismo y de sus colaboradores y coparticipes que lo son el clero nacional y extranjero. El país continúa pagando enormes e injustificables tributos a potestades extrañas. Abandonadas permanecen aún nuestras grandes regiones.”[230]

El manifiesto es muy diciente y revela la queja liberal nacional pero también muestra lo que a su ver eran problemáticas de alto nivel. Pero como si a propósito fuese, en la página siguiente al problema se exponía una nota titulada “No estamos solos” en las que se reiteraba en los liberales un sentir de esperanza e ilusión. Se enfundaba en estos perspectivas y visiones de un futuro gobierno liberal. Como ya he mencionado con anterioridad este tipo de contenido se acrecentaba en la prensa roja.

Todo esto lleva a responder la pregunta con la que abre este capítulo y es que ciertamente no estaban vencidos y la consolidación era solo un aspecto en rumbo de ser, mas no establecido.

4.1 1920 UN PARTIDO LIBERAL EN ESPERA DEL PODER

El año en el que cierra esta investigación resulta sumamente atrayente. Nos encontramos a diez años del fin de la hegemonía y por ende el retorno liberal al poder. En este año ocurrían interesantes sucesos. El discurso de los rojos giraba en torno a la unificación del partido y la constante era leer artículos con esta tónica en diversos medios por todo el país. De hecho para Marzo se daban banquetes coordinados por direcciones liberales departamentales en las que se instaba a sus integrantes a concentrarse y fomentar el crecimiento ideológico de sus preceptos. El telegrama fue una herramienta crucial para saber que ocurría en la lejanía y a Cartagena llegaba información que se publicaba en prensa y en el caso de sucesos liberales eran aprovechados en las reuniones políticas locales.

Entre las consignas que iban y venían se destaca una en la que se hablaba de las necesidades del Partido liberal en esta época. En primer lugar se menciona la necesidad de tener una figura prestigiosa como su dirigente nacional. Se quería un servidor movido por ‘el anhelo noble y desinteresado de obtener para el partido liberal la legitima influencia que le corresponde en la vida nacional y en su organización gobernativa.” Aunado a esa figura de líder se acentúa la ya mencionada necesidad de unificación. Se concebía como “una acción eficaz y perdurable.” Sin esta unificación el liberalismo se convertiría, según ellos mismos, por su propia culpa y actos, en ‘colaborador de los triunfos del adversario’.[231] Ahora se enfatizaría el discurso en afirmar que un enemigo poderoso del liberalismo era la división dentro de este y podría ser tan nociva como el conservatismo mismo.
Pese a mencionar a la figura de un líder prominente se afianza en el reinante director Benjamín Herrera quien debe permitir lo que ellos llaman un renacimiento del entusiasmo liberal, “poderoso, juvenil, respetado y firme, como en los mejores tiempos”. De hecho el mismo Herrera se presentaría a elecciones presidenciales en 1922, quedando en segundo lugar y alargando más la espera liberal que como sabemos culminaría en 1930 con Enrique Olaya Herrera. De regreso a 1920 el liberalismo sabía que no daba una pequeña carga a Benjamín Herrera. Efectivamente el director es señalado como un dirigente en momentos difíciles y abrumadores, en las que su servicio y dedicación eran demandados con premura. En las que su don abnegado por la causa le seria replicados en honores y recompensas. Por sus meritorios antecedentes este hombre se convertiría en un ejecutor del deseo liberal nacional que con ímpetu vislumbraba nuevos tiempos.[232]

Como si de tono premonitorio se tratase, o más bien de una constante, en 1920 se recordaba una nota titulada “Acción docente del liberalismo” escrita por José María Rojas Garrido, reconocido liberal huilense que había sido presidente del país durante los meses de Abril y Mayo de 1866. Sus letras seguían teniendo gran valor y trascendencia en el plano ideológico que tenían aún validez. El texto es muy directo y representa un llamado de atención nacional. En la nota se lee: “El liberalismo colombiano, debe no solo aspirar a la adquisición del poder para hacer efectiva como gobierno la bondad de su doctrina, sino que está en la obligación moral de conquistar y poseer por medio de sus principios la conciencia plena del ciudadano, y para esto es preciso que sus órganos de propaganda –el profesor en la cátedra, el parlamento en la tribuna, el escritor en la hoja periódica y los padres en el hogar– no cesen de exponer las ideas liberales universales, combatiendo todo prejuicio a fin de ilustrar al pueblo y prepararlo para que obre conscientemente el día de las necesarias reivindicaciones.[233] El anterior mensaje sería un recordatorio irrefutable de los retos del liberalismo para lo que se venía y del desafío que significaba lograr el poder. Por ello juntas de los directos liberales departamentales se incentivaban e incluso en el dominio regional en el que por ejemplo se daban juntas entre los dirigentes de regiones como la atlántica en miras a hacer acuerdos para concentrar ideas y llevarlas a la capital.

Para mediados del 1920 una junta de directores de la costa atlántica se dio en Barranquilla, en esta se acordaron varias estrategias y se publicaron quejas que llegaron a la prensa. Entre estas se mencionaba una protesta formal y enérgica contra lo que denominaron atropello  por parte del jurado electoral de Ciénaga contra el liberalismo en esa zona, al habérseles  arrebatado, según estos, la mayoría que legítimamente les correspondía, no verificando el escrutinio de los votos emitidos en las elecciones para Concejales, conforme lo ordenaba la sentencia del tribunal contencioso de Cartagena, en la que se reconocía al liberalismo sus derechos. De igual forma se protestaba por la actitud del gobierno departamental del Magdalena y municipal de Ciénaga al violar la ley las garantías individuales a las que tenían derecho. El evento fue catalogado por el liberalismo como un ‘escándalo electoral’.[234]

En la junta ya mencionada también se daba un voto de confianza en que la minoría liberal del gran consejo electoral al hacer la designación de los miembros que representarían al liberalismo en las corporaciones electorales de los departamentos, atendiese la opinión de los directorios de las respectivas secciones, es decir que se les diese el espacio correcto y adecuado para hacer frente desde la legalidad frente a la mayoría conservadora. También se efectuaba un llamado a todos liberales del país para que por encima de sentimientos personales que habían causado tanto mal al partido, virasen mejor su rumbo hacia la unión liberal, firme y sincera. De igual forma se comunicaba a todos los periódicos liberales de la república a afinar sus labores a favor de la unión y no la fragmentación.  Así miso se invitaba a la minoría liberal en las cámaras a asistir a las sesiones del congreso y darle atención preferente a la reforma electoral y si la mayoría conservadora se negase sistemáticamente a discutir el proyecto de reforma electoral o  lo desaprobase, la minoría liberal debía retirarse definitivamente, explicando al país su determinación. Paso seguido el liberalismo debía abstenerse de concurrir a las urnas, con excepción de elecciones para el concejo. También se alentaba a la minoría liberal en las cámaras y asambleas a presentar y sostener las siguientes reformas en beneficio de la clase obrera: jornada de ocho horas, reglamentación  del trabajo de mujeres y menores, aumento de la partida destinada a la instrucción pública, sobre todo para escuelas rurales, reforma sustancial del pensum de las escuelas primarias y descanso dominical pagado por el patrono. Consecuentemente también se pedía considerar seriamente como medida trascendental y urgente la fundación de un colegio liberal de enseñanza primaria, secundaria y de ciencias políticas y económicas en la costa atlántica. Los reglamentos, pensum y demás detalles serian acordados por una junta de delegados de los directorios de los tres departamentos del litoral (Bolívar, Atlántico y Magdalena).

Se acordó además recomendar a los representantes del liberalismo en toda la geografía nacional y cuerpos colegiados a que trabajasen en medidas para combatir el alcoholismo y el juego, de igual forma a la prensa liberal para que laborasen en idéntico sentido. Con esto se buscaba formar ciudadanos liberales de honor y alejados del ocio. Consiguientemente se instaba a los directorios liberales del país para que procurasen la formación de escuelas para obreros, a fin de mejorar la condición de las masas populares. También a estos directivos se les animaba a fundar periódicos liberales que fuesen órganos de difusión de sus ideas colectivas y que fomentasen la adquisición de fondos necesarios para darles vida permanentemente.[235]

Las peticiones del directorio costeño fueron enviadas a Bogotá a al directorio nacional, quien sabía que en departamentos como Bolívar, Magdalena o Atlántico era esencial fortalecimiento de nociones liberales. Pero las peticiones no eran precisamente solo para el directorio nacional, al publicarse fueron un llamado para todos los liberales pero también para el gobierno conservador, quien debía respetar aunque no estuviese de acuerdo con  las decisiones tomadas desde el norte del país. En este sentido Cartagena como ciudad central y Barranquilla como creciente en poderío eran  la raíz germinante de estas ideas que buscaban una potenciación del liberalismo en toda su zona de confluencia. Con la publicación también se convocaba a una Asamblea Nacional del Liberalismo antes de la apertura de las cámaras legislativas de 1920 y desde la costa se legitimaba a Benjamín Herrera como jefe único del partido con derecho de permanencia en el cargo de alta distinción.

Sin lugar a dudas esta junta costeña de 1920 resulta un elemento central para comprender mejor el contexto liberal para la fecha y de igual forma un trascendental punto de cohesión entre las ideas liberales y su ejecución. Precisamente en esa espera del poder el liberalismo daba a conocer notas en prensa como una titulada “¿Por qué somos peligrosos?” en la que se hacía una cítrica al gobierno y se entablaba una discusión sobre lo conveniente para Colombia con el liberalismo al mando. A modo satírico se amonesta al  clero y como sometían al país a sus preceptos y como los conservadores se apegaban al vaticano. Sin embargo añaden además que el modelo católico romano cada vez más se ostentaba de mecanismos de tolerancia y conciliación a nivel internacional,  logrando eficacia en países como Chile o Francia.[236] Sin embargo en el caso colombiano era el conservatismo con su perpetua afinidad quien eternizaba prácticas medievales. Es decir, se da a entender que la iglesia empezaba a abrir caminos de dialogo, pero en esta república, era tanto el conservatismo, como la cúpula eclesiástica local, las que no invitaban a ese diálogo y entendidos en su contexto no veían necesidad de dialogar pues aceptaban directamente toda noción vaticana. El arzobispo primado del país es señalado por el liberalismo como un personaje especifico que abusaba de su poder e influencia y no permitía el debate.

Quizás por avivar una llama católica, por enojo o a modo de crítica por su extralimitación en el poder nacional. En algunos periódicos liberales como el cartagenero “El Liberal” se empezaron a publicar notas sobre la masonería, sobre sus principios y como convertirse a esta comunidad. A página completa se presentaba a esta ideología y se explicaba porque no era inmoral o indebida y lo que significaba desde su cimiente más interna. Se aclaraba que los masones sí creían en Dios y que creían en la libertad, por ende no colocaban límites a la libre investigación de la verdad  y para garantizar a todos esa libertad, exigían absoluta tolerancia. Se decía demás que la masonería estaba siempre abierta a hombres de toda nacionalidad, de toda raza y creencia. La reacción católica a estas publicaciones masonas bien valdría la pena analizarlas en una investigación más a fondo pues sin lugar a dudas es una temática de sumo interés. Pero si algunos liberales o conservadores pensaban que dentro de la vida de los masones podrían acogerse debates políticos, se aclaraba también que entre los lineamientos masones se prohibía toda discusión política y religiosa y que se acogía incluso a todo profano, cualesquiera que fuesen sus opiniones en política y religión. Como punto central se informaba que la masonería tenía siempre por objeto combatir la ignorancia en todas sus formas, siendo una escuela mutua.[237] En la nota de prensa se anexaba además los nombres de los jefes masones en diversos países, entre ellos Colombia.

Preciso es aclarar en este punto que no en todos los liberales había un enérgico desprecio de valores católicos, puesto que hay respuestas incluso de algunos de ellos en contravía de ideales como la masonería y más cercanos a Dios desde la visión católica. Es decir existían liberales en contra de la imposición católica en la política de estado pero que sin embargo podrían  profesar dicha religión.[238] Por ello sería incorrecto mencionarles como acérrimos enemigos de la fe o de la deidad judeocristiana, pero sí como discordantes de la forma como el estado colombiano era más iglesia que estado. Lo que si se afirma al final de la nota era que la iglesia católica estaba excomulgando a católicos que ahora se autodenominasen como masones por considerarles un peligro, de allí que existiese el temor por católicos de acercarse a esta ideología.  Se comenzó a criticar inmediatamente que esta información llegase y se promulgase en prensa liberal en ciudades como Bogotá o Cartagena, lo que se decía era que se había filtrado y ya que había llegado a la opinión publica era un riesgo inminente. La Iglesia no iba a permitir jamás ser católico y masón al mismo tiempo, o se era uno o lo otro, o se estaba con Dios o con Satanás. Pero el sentir masónico era imparable, ya en Cartagena había comunidades masonas desde años previos que incluso empezaban a dejarse ver en prensa, bajo el seudónimo “Masones cartageneros”. Habría que preguntarse aquí si las tácticas de la iglesia realmente funcionaban, al decirse incluso hoy que varios presidentes de Colombia eran afines a la masonería. Incluso de habla del mismísimo Rafael Núñez y la prensa liberal en pleno 1920 hacía ese análisis.[239] Respecto al tema con el paso de las semanas el mismo rotativo local cartagenero publicaba una nota llamada “Contra los masones” en las que abogaba por estos al decir que no eran nada extraño, más si hombres difusores de la cultura, la solidaridad y el bien de la república.[240]

Que los liberales ansiaban el poder era sin dudas una realidad  innegable y sus adversarios lo sabían. En Cartagena “El Porvenir” y “El Liberal” comentaban la misma situación, aunque aún en esta realidad las desavenencias entre ambos rotativos se hacían evidentes. “El Liberal” criticaba la forma como “El Porvenir” informaba del tema. Refrendaban  el temor conservador con el hecho de que ni siquiera aceptasen reformas propuestas por los liberales por asimilar que al autorizarlas se les abría camino en el poder, haciéndoseles más fácil llegar al mando y de esta forma poder doblegar estos a los conservadores en un futuro. Para estos días llegaba información de Lorica como una población en la que el liberalismo estaba de pie y ganaba adeptos entre los locales y se informaba además de una crisis conservadora.[241]

A los rotativos liberales llegaban textos de problemas en el conservatismo e informaban de una vergonzosa disputa entre dos medios de este partido.  “El Nuevo Tiempo” trataba a los directivos de  “La Nación” como blasfemos, traidores y desleales. “La Nación” responde negando todo y “El Nuevo Tiempo” replica añadiendo los adjetivos de cobardes, mercantilistas y ambiguos.[242] La disyuntiva es aprovechada por la prensa liberal para comunicar que si así se trataban dos medios conservadores en público, por dentro el partido se encontraba peor, lleno de conflictos y división y que la pelea era un reflejo de conflicto de intereses del conservatismo.

El mes de Noviembre de 1920 llega con la prensa manifestando una “reintegración” liberal. En esta se menciona que debido a la poca escucha del conservatismo a reformas planteadas por el liberalismo y por la necesidad de ver reflejados sus deseos en el gobierno, cabe la necesidad no solo de unificar sino también la de reintegrar al partido en toda la república, dando salida a las fragmentaciones y consolidando sus ideales en una misma mira: llegar al poder. En Bolívar se habla de que la reintegración es ya una realidad y que las viejas diferencias habían pasado a un lado y la división había mermado por la consolidación de la unión para ‘emprender las jornadas del futuro.’ El Liberal cataloga el hecho de ‘fraternal’ y de ‘un olvido completo de las disidencias pasadas’ impuestas por ‘la hora que el país’ atravesaba. Se dice de esta integración bolivarense como ‘una orientación firme, enérgica, sin vacilaciones, ni resquemores… En Bolívar el liberalismo compacto es una fuerza política militante de valía cuya respetabilidad tendrá que reconocer el adversario.’[243] Se invita a los copartidarios a estar unidos en la lucha pues representan un poder efectivo en las urnas, haciendo respetar el sufragio, impidiendo el fraude que a su ver hacían los conservadores y reafirmar sus valores tradicionales.

Era usual en estas fechas ver desde Bogotá felicitaciones al movimiento liberal bolivarense por su gallardía, unidad y por representar fielmente el ideal liberal sobreponiendo los intereses colectivos a los personales. Se habla de Simón Bossa como gran director departamental y por enfatizar el fortalecimiento del partido en los diversos municipios de esta zona del país.[244] Otra realidad evidente en el plano local mencionado en prensa, era que el conservatismo cartagenero lograba más representatividad en el plano nacional. Para el liberalismo local era una represalia ante su aparente fortalecimiento en esta región. Es decir, el directorio nacional conservador estaba anexando conservadores bolivarenses a su selecto grupo para acrecentar más su notoriedad en estas tierras, pero también porque se informaba que estos tenían el mérito y logros suficientes para alcanzar tal distinción.[245]

Con la llegada de diciembre de 1920 un nuevo manifiesto liberal se publicaba, sería de los últimos del año y estaba concentrado especialmente en hablar de la unidad bolivarense, pareciese que se volvió noticia nacional que en Bolívar el Partido Liberal estaba fortalecido. Se leía en prensa que el caso bolivarense era una ‘esperanza de triunfo’ para los liberales y que esta zona era ya un bastión de los rojos.[246]  El 16 de Diciembre la convención liberal de Bogotá planteaba ya la urgente tarea de una nueva convención nacional del liberalismo y de acelerar los pasos a través de los directorios departamentales de acrecentamiento de acciones a favor del partido y más organización dentro de este.  Mejorando los esquemas organizativos confiaban se cristalizarían sus aspiraciones. [247]

Siguiendo con el tema de la unidad, el mismo director nacional del partido, es decir Benjamín herrera, precisó que todas las corrientes liberales debían tener una representación en la corporación soberana del partido, permitiendo una unión sólida y fuerte en la que la gran familia liberal fuese una sola.[248] Con esto se buscaba que ningún grupo de tendencia o esencia liberal quedase por fuera y expresase sus desavenencias dentro de la formación conjunta partidaria en la capital del país. Herrera decía “Ha llegado el momento de hacer un esfuerzo supremo para encauzar la colectividad. Es necesario que nos convenzamos de que elementos dispersos no pueden imperar en la política de un país, y que solo la unión puede darnos el puesto a que tenemos derecho, si lo que anhelamos es el triunfo de las ideas, por las cuales viene el partido combatiendo desde hace treinta y cinco años.”[249]

Con el final de 1920 en prensa ya se habla del año siguiente, de legislación, de elecciones y del devenir tanto del liberalismo como del conservatismo, más que nunca se manifiesta un profundo interés por lo que se viene, por lo que significaría para el país los tiempos venideros y del por qué más que nunca en el escenario del poder público la batalla campal, tomaba nuevos matices, que trascendían con fuerza el aspecto social y el cultural, además de los ya clásicos económicos y políticos.[250] Nadie quería perderse lo que se avecinaba. La historia nos cuenta que esos últimos diez años de la hegemonía conservadora serian sustanciosos y llenos de un sinnúmero de sucesos que serían un parteaguas en nuestra vida republicana. La danza de los millones, la masacre de las bananeras, la económica cafetera y las disputas partidarias son algunos de los ejes históricos que aun hoy siguen teniendo trascendencia y un gran valor en la historia de Colombia, pero eso no es todo, hay mucho más. De 1921 a 1930 pasaría de todo, y estudiar este periodo merece también una investigación especial.

Se puede afirmar entonces que con el final del 1920 se ejecuta un fortalecimiento liberal en Bolívar que con más fuerza que antes, estaba pujando por el triunfo. El  liberalismo a nivel nacional no escatimaba en acciones para unificarse e indiscutiblemente ya se reafirmaban a sí mismos en espera del poder.




CONCLUSIONES

Para concluir este trabajo investigativo hay que decir ineludiblemente que el liberalismo bolivarense debió afrontar diversas vicisitudes y problemáticas que no solo se daban por el hecho de ser oposición. La contienda liberal no fue solo contra el gobierno establecido y el conservatismo, sino que además lo fue consigo mismos, con la fragmentación interna, con la falta de unidad y hasta con sus lineamientos más sagrados. La iglesia y los azules fueron solo una pieza de tantas por las que el partido debió convencerse a sí mismo de ser capaz de perpetuarse y triunfar.

Precisamente para no desaparecer del escenario público, el liberalismo tuvo que decir sí a estrategias, favores y relaciones clientelares. Sería incorrecto decir que estaban vencidos, menos acabados. Ciertamente en algunas zonas del país y de acuerdo a su posición social o económica se dieron casos en las que algunos liberales no vieron afectados su posicionamiento ni su cargo de poder. Es claro afirmar que lazos de amistad, familiaridad e incluso financieros permitieron que liberales siguiesen en sitios de honor.

El conservatismo clásico no justificaba la presencia liberal en posiciones que consideraban inadecuadas y que les pertenecían. Cada presidente o gobernador conservador que se mostraba favorable con algunos liberales era tomado como desleal y en algunos casos de traidor. Para otros la permanencia liberal daba la noción (aunque fuese internacional) que los conservadores imperantes respetaban, como buenos poseedores de la fe católica, a sus enemigos ideológicos en cierta manera y por ende eran tolerantes y ejemplares hombres que aceptaban aún a colectivos bárbaros en distinguidas posiciones.

Cartagena fue sede indiscutible de ires y venires, de un discurso y de otro, de un lado o del otro. Tanto rojos como azules entendían la preponderancia de la ciudad y del departamento en asuntos nacionales y lo indispensable que era que a los ojos nacionales se concibiese a esta zona como favorable a sus designios. Los conservadores locales querían mantenerse fuertes, o al menos dar esa apariencia, y los liberales que se conociesen su gallardía y presencia.   

Ciertamente los modos por los cuales algunos liberales siguieron en el poder variaron. Además de los que lo habían logrado por los lazos previos, otros se mantuvieron matizando y aminorando sus opiniones de ideales liberales clásicos, por ello las fragmentaciones liberales (al igual que las que se dieron dentro del conservatismo) obedecían a diversas ópticas, si bien algunas lo hacían para acercarse más a los azules, otras lo hacían por considerar razones irreconciliables y/o fundacionales. Movimientos como el Partido Nacional o la Unión Republicana aunque concebidos en un momento como elementos de cohesión fueron vislumbrados luego como nocivos tanto para conservadores como liberales. Una mescolanza, con un poco de aquí y un poco de allá que poco convenía a las ideas más elementales de cada partido. Tanto los nacionalistas como la unión republicana cayeron y las dinámicas volvieron a su cimiente tradicional: azules contra rojos, y viceversa.

Finalmente ambos partidos abogan por lo mismo y es la unidad. Bajo todo punto de vista y por múltiples causales era de suma importancia la necesidad de aunar esfuerzos en pro de ser uno solo y condensar cada ideal en un mismo recipiente. No había vueltas que dar ni tiempo que perder, urgía una reintegración de ambos lados. Liberales unidos y Conservadores de la misma forma. Ambos colectivos se apropian de conceptos patrióticos y buscan ganar adeptos llegando a la juventud. Para su permanencia era imprescindible enganchar con sus creencias a cada colombiano. La prensa se convierte en un elemento clave al ser difusora no solo de ideales sino también de preceptos que reunían formas de ver la vida, de comunicarse, de entender las leyes y de ser ciudadano.

De manera que el Partido Liberal en Bolívar en su trasegar pasó de momentos no muy provechosos a terminar en 1920 con una reunificación que nutria la prensa incluso nacional. Su reintegración se conoció en todo el país y aun durante plena hegemonía, diversos liberales además de mantenerse, eran nombrados en cargos de mucha importancia aún en la gobernación departamental. De hecho varios liberales ostentaron el cargo de secretario del gobierno departamental, entre ellos resaltan Simón Bossa o Rafael H. Muñoz. Con todo esto se puede afirmar que pese a no estar obviamente iguales, el liberalismo en Bolívar no fue derrotado, pese a ser opositores, se mantuvieron, no dejaron de propulsar asambleas y juntas especiales y aunque en momentos especiales debieron obligatoriamente a asumir una actitud contemplativa, nunca se dieron por vencidos y tomaron diversas maniobras para nunca desaparecer de los espacios de la administración pública. El ostracismo no fue considerado como una opción, más sí en cambio la contienda constante en pro del poder.

Es crucial también señalar que la política cartagenera y bolivarense permitía que la reciprocidad entre conservadores y liberales se diese en formas menos caóticas que como pudiese ocurrir en otras zonas del país, precisamente por la preponderancia de los lazos clientelares, de parentesco, compadrazgos y más como plataforma del poder local. Pese a tener presencia y cierta estabilidad tampoco hay que decir que todo era color rosa, por supuesto que había diferencias notables hasta en el mismo ejercicio del poder y sobre todo en la vida cotidiana de los liberales. Para sentirse con más opciones, se debió dar un ambiente de concertación y negociación, en el que lógicamente no se afectasen directrices nacionales del conservatismo o los imperantes deseos del directorio departamental. Fehacientemente no todos los liberales recibían el mismo trato, no era igual uno con poder o abolengo que uno de clase más humilde como funcionarios de bajo rango o de extracción más popular. Tampoco eran igual el día a día de un liberal en la ciudad que los de zonas rurales y alejadas. Pero la jefatura liberal bolivarense perseguía ansiosamente que sus copartidarios sin importar la zona fuesen escuchados.

No todos los liberales bolivarenses actuaron de la misma forma, algunos apoyaban la guerra y violencia, otros asumían a la burocracia y la legislación para hacer duras críticas al gobierno y otros aminoraron su doctrina para seguir vigentes en medio de conservadores. Con la propulsión de la unidad que en 1920 estaba fortalecida se buscó precisamente que cada liberal pese a pensar distinto se asumiese como parte de la unidad, abogando por el partido desde sus clásicas y fundacionales ideas.

En Cartagena y Bolívar la consideración de la violencia como plataforma para llegar al poder no fue la más popular, de hecho en estas tierras fueron los lazos de conveniencia los más usuales. Los grandes baños de sangre se dieron en zonas del interior del país, mientras que en este departamento hubo municipios en los que el liberalismo en vez de perder adeptos, los ganaba. La Iglesia católica y su mensaje era escuchado a nivel nacional y pese a la notable existencia de liberales católicos, la masonería comenzó a tomar popularidad en la prensa de los rojos.

En resumen, los liberales no se dieron por derrotados, pero si reconocieron el gran problema de su fragmentación como un enemigo latente que imposibilitaba su vuelta al poder. Las críticas al gobierno, a la intromisión eclesiástica y la divulgación del tener pocas garantías se volvieron una constante, en la que inclusive proponían reformas que luego eran obviadas por el conservatismo. Claro es afirmar que las dinámicas entre conservadores y liberales fueron inevitables y pese a ser contrincantes ideológicos cada partido buscaba lo que consideraban era más sustancial para el bienestar del país.





BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias
Prensa
La prensa utilizada en este trabajo puede ser consultada en el Archivo Histórico de Cartagena (Palacio de la Inquisición) y en la Biblioteca del Banco de la República sede Cartagena (sección de microfilms)

·         Diario oficial de 1890 a 1920
·         Gaceta Departamental 1890 a 1920
·         El Porvenir 1886 a 1918
·         El Liberal 1910 a 1920
Fuentes Secundarias
Libros
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[1] Friedrich Hayek, Principios de un orden social liberal, Madrid, Nuez Unión Editorial, 2001 
[2] Ibid

[3] Adam Smith, Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Valladolid, Fondo de cultura económica, 1958
[4] Sobre la fe de Ezequiel Rojas en el Liberalismo, escribió:  “Desde aquellos tiempos me enrolé en el partido Liberal. Le he sido siempre fiel: jamás he desertado. He propagado su doctrina, he defendido su causa con mis armas y he contribuido a sus triunfos siempre que he tenido ocasión.....Siempre he creído que únicamente a la sombra de la libertad es que los hombres pueden ser felices y que las naciones pueden progresar y llegar a ser civilizadas. Esta ha sido y es mí convicción; por eso he sido y soy Liberal...”
Ver: Ezequiel Rojas ante el Tribunal de la Historia, numeral XV, párrafos 3 y 4. En Obras completas de Ezequiel Rojas. Compilador: Ángel María Galán. Imprenta Especial de Bogotá, 2 tomos. 1881.
[5] Rodrigo Llano Isaza, Historia resumida del partido liberal colombiano, Bogotá, Partido Liberal Colombiano, 2009
[6] Daniel-Louis Seiler. Les partis politiques, París, Armand Collin, 2000, Pág. 20, citado por: Carlos Eduardo Gechem, en: Los partidos políticos en Colombia: entre la realidad y la ficción, Revista Derecho del Estado n. º 23, diciembre de 2009, Pág. 134.
[7] Germán Colmenares. Partidos Políticos y clases sociales. Tercer Mundo Editores. Universidad del Valle. 1997, pág. 12
[8] Oscar Saldarriaga Vélez. “Una maquinaria dogmática de negociación: Catolicismo y Regeneración en Colombia 1886-1930” en Ciencia Política No. 11. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. Págs. 7-38.
[9] Eduardo Posada Carbó. El desafio de las ideas: ensayos de historias intelectual y política. Bogotá. Banco de la República. Eafit, 2003, pág. 97
[10] Jorge Orlando Melo. Las Vicisitudes del Modelo Liberal (1850-1899) en: José Antonio Ocampo (comp.). Historia económica de Colombia. Bogotá. Siglo XXI editores, 1987
[11] «Constituciones que han existido en Colombia». Biblioteca Luis Ángel Arango.. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/poli/poli57.htm (Consultado el 16 de  Noviembre de 2014)
[12] Edwin Cruz, “El Federalismo en la historiografía política colombiana (1853-1886)” en Historia Critica, Revista No 44, Ed. Uniandes, (Mayo-Agosto 2011) 104-127
[13] Rafael Uribe Uribe “De cómo el liberalismo político colombiano no es pecado” Casa Editorial de El Liberal. Bogotá 1912
[14] Helen Delpar, "Aspectos del faccionalismo liberal en Colombia: 1875-1885", El siglo XIX en Colombia visto por historiadores norteamericanos, ed. Jesús Antonio Bejarano (Medellín: La Carreta Editores, 1977), 348-349.
[15] El programa del Partido Conservador en 1878 rechazó el federalismo en los siguientes términos: "Nuestro partido, que es decididamente defensor de la unidad nacional, no ha sido federalista ni lo es en su gran masa, por convicción y por temperamento, y considera que la actual federación de Estados Soberanos es una verdadera anarquía y conduce a la república fatalmente a la disolución [...]". Fundación Futuro Colombiano, "Programa de 1878", en El pensamiento del conservatismo colombiano (Bogotá: Fundación Futuro Colombiano, 1986).  También en: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/politica/parpo/parpo1.htm visitado el 5 de diciembre de 2015.
[16] «Constitución política del Estado de Panamá de 1855». Biblioteca Nacional de Panamá.. http://bdigital.binal.ac.pa/bdp/descarga.php?f=const/Constitucion1855.pdf (Consultado el 17 de Noviembre de 2014)
[17] «Constitución para la Confederación Granadina de 1858». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. (Consultado el 17 de Noviembre de 2014). http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01477398877125528632268/index.htm
[18] Acta de la Convención de Rionegro, Antioquia llevada a cabo desde Febrero y termino de la Confederación Granadina en 1863
[19]  «Constitución política de los Estados Unidos de Colombia de 1863». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/07030730122947295209079/index.htm (Consultado el 17 de Agosto de 2015).
[20]   Edwin Cruz, “La nación en Colombia del Radicalismo a la Regeneración (1863-1889): una integración política” en Revista Pensamiento Jurídico N.28 mayo-agosto 2010. Bogotá 69-104
[21] Edwin Cruz, “La nación en Colombia del Radicalismo a la Regeneración (1863-1889): una integración política” en Revista Pensamiento Jurídico N.28 mayo-agosto 2010. Bogotá 69-104
[22] «Estados Unidos de Colombia». http://www.angelfire.com/realm/jolle/colombia/colombia-eucolombia.htm (Consultado el 18 de Agosto de 2015).
[23] «Constitución política de los Estados Unidos de Colombia de 1863». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/07030730122947295209079/index.htm (Consultado el 17 de Agosto de 2015). 
[24] Jorge Orlando Melo, “Historia económica de Colombia” en: Las vicisitudes del modelo liberal (1850-99). Fragmentos extraídos de las principales ideas que el autor plantea en el capítulo n ° 4. Primera edición: 1987, Tercera edición: 1991, Cuarta edición: enero 1996 ISBN: 958-18-0141-3.

[25] Jorge Orlando Melo, “Historia económica de Colombia” en: Las vicisitudes del modelo liberal (1850-99). Fragmentos extraídos de las principales ideas que el autor plantea en el capítulo n ° 4. Primera edición: 1987, Tercera edición: 1991, Cuarta edición: enero 1996 ISBN: 958-18-0141-3.
[26] Edwin Cruz, “La nación en Colombia del Radicalismo a la Regeneración (1863-1889): una integración política” en Revista Pensamiento Jurídico N.28 mayo-agosto 2010. Bogotá 69-104
[27] David Bushnell, “Colombia, una nación a pesar de sí misma” Planeta, Bogotá 1996.
[28] José Fernando Ocampo, “Los antecedentes de la Regeneración 1875-1885: El Ascenso de Núñez y el Conservatismo.” Ensayos sobre Historia de Colombia.
[29] José David Cortés Guerrero, “Regeneración, intransigencia y régimen de cristiandad”, en Historia Crítica No. 25, junio-diciembre de 1997, pp. 3-12.
[30] Alfredo Iriarte, “Un camino hacia el futuro: Colseguros 125 Años en la Historia de Colombia”. Colseguros. Cali, 1999
[31] Eugenio Gómez, “Curiosidades y más que curiosidades de la Regeneración.” En Revista Credencial Historia No.216 Diciembre de 2007
[32] Edwin Cruz Rodríguez, “El análisis de la nación como lucha hegemónica”, en VVAA,
Ensayos críticos de Teoría política, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,
2009, pp. 65-93.
[33] José Fernando Ocampo, “Los antecedentes de la Regeneración 1875-1885: El Ascenso de Núñez y el Conservatismo.” Ensayos sobre Historia de Colombia.
[34] Horacio Rodríguez Plata , Aspectos del Radicalismo en Colombia, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1985.
[35] Indalecio Liévano Aguirre, Rafael Núñez, Bogotá, Intermedio Editores, 2002
[36] Lázaro Mejía Arango , Los radicales. Historia política del radicalismo del siglo XIX, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2007.
[37] 9J. C, “A los liberales”, en: Biblioteca Nacional de Colombia, El Radical, Bogotá 19 de marzo de 1879, No.
4, p. 13.
[38] Beatriz González, “Iconografía de los radicales”, en Sierra Mejía, Rubén (ed), El radicalismo colombiano del siglo XIX, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2006, pp. 253-288.
[39] Edwin Cruz, “La nación en Colombia del Radicalismo a la Regeneración (1863-1889): una integración política” en Revista Pensamiento Jurídico N.28 mayo-agosto 2010. Bogotá 69-104
[40] Hay que mencionar que Rafael Núñez fue aceptado por los conservadores en gran manera porque a su ver había gobernado bien el país y eso era una garantía suficiente para ahora retomar las riendas del gobierno una vez más. La vida de Núñez se caracterizó por rupturas y continuidades notables a lo largo de toda su trayectoria política.
[41] Miguel Malagón.  “La regeneración, la constitución de 1886 y el papel de la iglesia católica” en Civilizar Revista. Universidad Sergio Arboleda, Bogotá 2006
[42] Rafael Núñez. La reforma política en Colombia. Tomo I pp.356-390
[43] Rafael Núñez, La reforma política en Colombia: colecciones de artículos y discursos publicados en El Impulso y El Porvenir de Cartagena y La Nación de Bogotá, Tomo I. Bogotá. Ministerio de Educación Nacional, 1945-1950, págs. 358 y 360.
[44] «Constitución política de Colombia 1886». http://www.bdigital.unal.edu.co/224/36/constitucion_de_la_republica_1886.pdf (Consultado 1 septiembre 2016)
[45] German Colmenares. “Partidos políticos y clases sociales”. Tercer Mundo Editores. Universidad del Valle, 1997. pág.11
[46] María Angelica Tordecilla Campos. “Las ideas políticas de Rafael Núñez en torno a la regeneración” Universidad de Cartagena, 2015
[47] Ibídem
[48] Rafael Núñez. Ensayos de Crítica social. Imprimerie de E. Cagniard. 1874 p.91
[49] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 6, 1891.
[50] Sabemos plenamente además que luego de la muerte de Núñez, el Partido Nacional dejaría de ser una alternativa con nociones conservadoras a ser una filial de este.
[51] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 6, 1891.
[52] Hay un trabajo muy interesante del profesor Miguel Malagón sobre la Regeneración en la que se presenta una perspectiva diferente de esta. Dejando de mencionarla como una corriente de origen francés y más exactamente al influjo de Napoleón III. En cambio se plantea que en España se encuentra el nacimiento de esta. En concreto el profesor habla de la constitución española de 1876 como la pauta para los regeneradores colombianos. Aspectos como la coalición, el papel preponderante de la Iglesia católica en el estado son ideas clásicas que se incorporaron en Colombia a la misma usanza del caso español.
Ver: Miguel Malagón Pinzón. “La Regeneración, la constitución de 1886 y el papel de la Iglesia católica” en Revista electrónica de difusión científica Civilizar. Universidad Sergio Arboleda. Bogotá.
[53] Grey Verbel, Élites y redes de poder en torno al proyector regenerador, Cartagena 1874-1872, trabajo de grado para optar al título de historiador, Universidad de Cartagena, Cartagena: 2005, 135 paginas.
[54] Sobre este ideal de ver a Núñez como traidor a un artículo publicado en El Porvenir de Cartagena el 6 de Julio de 1893 en el que se consignan todos estos fragores y sentimientos.
[55] «Núñez y la constitución de 1886: triunfo y fracaso de un reformador» http://www.jorgeorlandomelo.com/nunez.htm (consultado el 10 de Diciembre 2015)
[56] El Porvenir. Cartagena. Junio 22, 1893.
[57] Hay que resaltar que Reyes no gozaba de buena reputación incluso para los conservadores históricos, que desde años antes ya publicaban en prensa su repudio ante el general. Para 1897 se le acusaba por su falta de lealtad. Ver: El Porvenir. Cartagena. Diciembre 28, 1897.
[58] El Porvenir. Cartagena. Enero 27, 1895.
[59] El Porvenir. Cartagena Febrero 3, 1895.
[60] El acercamiento de El Porvenir al conservatismo se comprueba incluso en una carta de felicitación escrita por Arturo J. Bermudez y publicada en el mismo medio el 4 de Septiembre de 1892. En la carta se hablaba tanto de la visita de Eugenio Biffi (Obispo de la Diócesis) como de las buenas formas en las que el periódico mostraba las ‘esplendores de la moral’. Se anexan además nociones católicas y bendiciones de parte del redactor.
[61] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 27, 1894.
[62] El Porvenir. Cartagena Septiembre 3, 1893.
[63] El Porvenir. Cartagena. Julio 30, 1893.
[64] El Porvenir. Cartagena Septiembre 5, 1897.
[65] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 19, 1895.
[66] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 9, 1897.
[67] «Directores del partido liberal colombiano» http://partidoliberalcolombiano.info/TabId/59/ArtMID/445/ArticleID/7372/Directores-Secretarios-y-Veedores-del-Partido-Liberal.aspx
[68] De hecho el Nacionalismo había hecho una adhesión formal a la política Nuñista y desde años como 1892 ya hacían publicar en prensa nacional su apoyo a este. Ver El Porvenir. Cartagena. Noviembre 22, 1891.
[69] María Eugenia Urueta. “La destilación de aguardiente en el departamento de Bolívar: la producción clandestina 1886 - 1900”  Universidad de Cartagena
[70] Antonio Arrieta Julio y María Margarita Peñaranda García “Guerra y economía en el departamento de Bolívar” Universidad de Cartagena
[71] Los datos se han obtenido del trabajo de grado de Wilmer Correa “Los dioses cartageneros del olimpo colombiano: Historia del partido liberal y los liberales radicales de Cartagena entre 1882-1893” quien a su vez ha tomado la información de  los siguientes documentos: Óp. Cit. Roicer Flórez, capítulo 4, “La privatización de la guerra: El control de la violencia en el Estado”, en: El uso privado de la autoridad; Óp. Cit. Grey Verbel, Élites y redes de poder en torno al proyector regenerador, Cartagena 1874-1872, 135 páginas; Óp. Cit. AHC. Fondo prensa: Gaceta Oficial de Bolívar años 1888-1893.
[72] El Porvenir. Cartagena. 1 Marzo 1901. Con textos de “Las Novedades” Nueva York, 1901.
[73] Ibíd
[74] Antonio Arrieta Julio y María Margarita Peñaranda García “Guerra y economía en el departamento de Bolívar” Universidad de Cartagena
[75] Quizás una de estas notas de liberales convertidos al conservatismo la hallamos publicado el 20 de Octubre de 1901 en El Porvenir de Cartagena. En el relato hallamos desde un llamamiento a conceptos patrióticos con moralistas y de amor al país. Bajo el título “Habla un liberal” se da un testimonio arquetípico de defensa de los intereses conservadores. Saber a ciencia cierta si fue escrito en realidad por un ex liberal o si se trató de una estrategia de los azules en la prensa es una de esas cosas extrañas de la vida misma.
[76] El Porvenir. Cartagena. Marzo 31, 1901.
[77] Ibíd.
[78] Sobre este asunto se afirma incluso que gran parte del accionar ideológico del liberalismo debió apaciguarse casi que obligatoriamente. Ver: Álvaro Tirado. “El Liberalismo, la constitución de 1863 y la reforma constitucional de 1936” en: El Liberalismo en la Historia. Rodrigo Llano Isaza (Compilador), Colombia, Editor Universidad Libre, 2003, pág. 517.
[79] Los nombres de todos los firmantes del manifiesto son los siguientes: José María Ruiz, Juan E. Manrique, J.M. Quijano Wallis, Arcadio Cespedes, Luis Gutierrez R., Simón Araujo, Abel Camacho, Manuel A. Ángel, Nepomuceno Santamaría, Alfredo Valenzuela, J. de D. Uribe R. A, Daniel Rodríguez, Rafael Rocha Castilla, Nemesio Camacho M., Eduardo Rodríguez Piñeres, Ricardo Galvis, Alejandro B. Ruiz, Antonio Vargas Vega, Roberto Herrera Restrepo y Manuel N. Lobo.
[80] El Porvenir. Cartagena. Noviembre 1 1901.
[81] El Porvenir. Cartagena. Abril 18, 1902.
[82] Ibíd.
[83] «La hegemonía conservadora». http://bibliotecanacional.gov.co/es-co/proyectos-digitales/historia-de-colombia/libro/capitulo9.html (Consultado el 20 Enero 2017)
[84] El Porvenir. Cartagena, Diciembre 25, 1902.
[85] Eduardo Rodríguez Piñeres, “Diez años de política liberal 1892-1902” Librería Colombiana, Bogotá 1945
[86] Eduardo Rodríguez Piñeres, “Diez años de política liberal 1892-1902” Librería Colombiana, Bogotá 1945
[87] Hernando Agudelo Villa “Liberalismo: Crisis y desafío” Editorial Presencia ltda. Bogotá 1984
[88] Carlos Lleras Restrepo “Borradores para una historia de la republica liberal” Editora Nueva frontera ltda. Bogotá oct. De 1975 1ra edición
[89] Milton Puentes “Historia del Partido Liberal Colombiano” Bogotá, editorial PRAG, 1942
[90] En este punto también hay que decir que  hay estudios que hablan de la guerra mejor entendida a nivel nacional cuando se fracciona en cuatro regiones: los santanderes, centro, suroccidente y costa atlántica. Este argumento se basa en entender mejor los contextos regionales para comprender el espectro nacional en mejor forma. Ver: Carlos Eduardo Jaramillo Castillo. “Antecedentes generales de la Guerra de los Mil días. En: Nueva historia de Colombia. Bogotá, Editorial Planeta, 2001. Págs. 65-85.
[91] Entendemos como artesanos no solo a los que practicaban esa labor sino que también se decía de sí misma como una categoría de auto-clasificación política para pequeños comerciantes, baja burocracia y gente de clase popular que empezaba a acercarse a la clase dominante. Las alianzas de estos con el Partido Liberal cubrían un espacio de mutuo acuerdo que beneficiase a esta clase.
[92] Adolfo Meisel Roca “¿Quién manda aquí? Poder regional y participación de la costa caribe con los gabinetes ministeriales, 1900-2000”  en Cuadernos de historia económica y empresarial. Banco de la república de Colombia, centro de estudios económicos regionales (CEER). Abril, 2012. Cartagena
Este documento puede ser consultado en la página web del Banco de la República
http://www.banrep.gov.co/publicaciones/pub_ec_reg5.htm.
[93] Inmediatamente al morir Núñez y como era de esperarse empieza un despliegue comunicativo desde diversos sectores y la prensa inicia homenajes en su honor que llegan incluso a preguntarse como seria Colombia sin su presencia. En el caso Cartagenero hay notas de más de una hoja completa en El Porvenir para Núñez y su legado. “Ese hombre, ese genio, fue el gladiador infatigable e invencible que sostuvo el pabellón de la patria, sin que nunca cayera de sus manos ni por debilidad ni por traición… No era solo la llama del genio lo que alimentaba aquel poderoso organismo: era Dios mismo que lo guiaba como a Moisés, camino de la tierra prometida.” El Porvenir. Cartagena. Octubre 21, 1894.
[94] Ver “El porvenir”, Cartagena, Marzo 18 y 23 de 1904, Pág. 4
[95] El Porvenir. Cartagena. Mayo 27, 1904.
[96] Historia del departamento del Atlántico http://www.atlantico.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=325&Itemid=80 (consultado el 11 de Septiembre de 2016)
[97] Eduardo Posada Carbó. “El Caribe colombiano: una historia regional (1870-1950)” pág. 372 Bogotá, Colombia 1998
[98] El Porvenir. Febrero 5 1902 y 14 Marzo de 1902. Cartagena
[99] Adolfo Romero Aguirre. “Confesiones de un aprendiz de estadista” Cartagena, Editorial El Mercurio, 1938 pág. 72
[100] Manuel Redondo Mendoza “Daguerrotipos liberales” Cartagena, Imprenta Departamental, 1986.
[101] El Porvenir, Cartagena Marzo 18 y 23 de 1904, pág. 4
[102] Curiosamente años antes de lograr la presidencia en una carta publicada por El Porvenir de Cartagena, escrita por quien sería Alcalde  de esta ciudad, Marceliano Velez, hallamos lo siguiente: Firmes! Señores Miembros del Comité Conservador. Estimados amigos y compatriotas: Remito á Uds una copia de la importante carta que me dirigió el señor General Reyes en los momentos precisos de partida de Bogotá. Ese documento, notable por la elevación de miras del distinguido hombre público que representa hoy las aspiraciones del partido conservador republicano, merece ser conocido de todos los que en Colombia aspiran al régimen de la legalidad contra el absolutismo irresponsable. La cuestión electoral queda definitivamente planteada y vanos serán los esfuerzos del Nacionalismo para pretender producir perturbaciones en nuestras filas. El General Reyes quiere, como todos los conservadores, devolverle al país las libertades de la República conservadora, quiere el régimen de la legalidad, desea una administración correcta y económica de la hacienda pública y ver ocupados los puestos públicos por hombres capaces y dignos, sin distinción de colores políticos. Como se ve, la lucha electoral que viene no puede ser más grave y más decisiva para el bienestar de la Nación y para su honra. De un lado, todos los republicanos que aspiran a un régimen legal de derechos y libertades. De otro, el cesarismo político con su arbitrariedad, su corrupción oficial y la negación de todo derecho a los asociados. Con nosotros están las cuatro quintas partes de los colombianos y con el nacionalismo están solo los que viven del Tesoro público. Creo yo que en esta hora solemne de nuestra vida pública, Colombia sabrá exhibirse por su entereza y su energía, digna de la herencia de valor y patriotismo que le legaran los fundadores de nuestra nacionalidad. Con sentimientos de de aprecio personal, soy de ustedes atento servidor y amigo.
Marceliano Velez. Honda, 21 de Noviembre de 1897.
En esta carta que es respuesta a una inicialmente enviada por Reyes hallamos halagos hacia un lado y otro. Resulta llamativo que al llegar al poder Reyes deba renunciar luego de plantear más división entre partidos que era lo que se suponía iba a calmar. La carta aparece en El Porvenir. Cartagena. Diciembre 2 de 1897.
[103] Eduardo Lemaitre “Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano” Bogotá, Banco de la Republica, 4ta edición 1981, págs. 374
[104] Mario H. Perico Ramirez. “Reyes, de cauchero a dictador” Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, 1974
[105] Eduardo Lemaitre “Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano” Bogotá, Banco de la Republica, 4ta edición 1981, págs. 11-12
[106] Ibídem
[107] El Porvenir, Cartagena, Agosto 25 de 2904 pág. 2
[108] Humberto Velez pág. 194
[109] Cabe señalar que en 2 de Diciembre de 1909 en El Porvenir, diario de Cartagena vemos críticas hacia esta unión mencionando que su programa no era nuevo, sino de circunstancias y que era una unión marcada por ambiciones e intereses por encima de doctrina.
[110] Entre las definiciones más claras de la Unión Republicana hallamos la de Pedro Nel Ospina, del que por cierto hay un artículo en El Porvenir de Cartagena con fecha de 12 de diciembre de 1909 en el que se expresa su definición. Entre apartes se encuentra: “La U.R. no es un partido político. Es una coalición de fuerzas aconsejadas por determinadas circunstanciales fuerzas que, en virtud de la armonía que entre ellas ha reinado y de los sentimientos de consideración, cordialidad y tolerancia que de esa otra han resultado, puede, en circunstancias análogas a aquellas, uniros de nuevo en servicio de los grandes intereses del país, que son superiores a los de los partidos. Pero por estas razones y por cuanto la Unión Republicana está formada por hombres más o menos prominentes de nuestros dos grandes partidos y que no han abandonado su afiliación política, ni abdicado alguno de los principios a que esta obedece, esa unión, como ya lo he dicho, no es ni pretende ser un partido político. Su existencia depende de la voluntad de sus miembros y será determinada por consideraciones patrióticas. Los que la forman, no por haber hecho parte de ese grupo parlamentario, han abandonado o perdido sus puestos en nuestros partidos, ni eludido sus responsabilidades respecto a lo pasado ni las que puedan corresponderles en cuanto a sus deberes como hombres de partido para lo porvenir. Ni un solo instante a pedido o pueda considerárseles desligados de esas obligaciones y derechos; y cometería error muy grave quien llegara a pensar que el hecho de aquella coalición –que ha producido saludables resultados- pueda llegar a dislocar del puesto que haya ganado en su partido cualquiera de los servidores públicos que han hecho parte de la Unión.”
[111] Se trata de una nota editorial publicada en El Porvenir. Cartagena. Noviembre 30, 1909.
[112] Roicer Florez y Sergio Paolo Solano “Infancia de la nación: Colombia en el primer siglo de la república” Ediciones Pluma del Mompox s.a” Cartagena 2011
[113] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 3, 1910.
Por lo especial de esta nota publicada en este diario cartagenero me parece necesario agregar apartes del mismo aquí y aprovechar el uso de conceptos que utiliza y el mensaje que presenta.
INFORMACION POLITICA: ORIENTACIÓN.
La hora presente a ningún partido o bando pertenece; de eso estamos seguros. La hora actual es única y exclusivamente de la Nación. Pensar de otro modo sería antipatriótico, qué decirnos? No sería humanitario. Cómo no deponer el interés banderizo, ahora que todos, cual más, cual menos, tenemos el propósito -tal vez irrisorio- de redimirnos? Hay que pensar que tanto los unos como los otros, somos colombianos y que como tales debemos propender por remediar los males nacionales. Todos deben y tienen derecho -si el que esta palabra vale algo todavía a la libre dilucidación de tan serios y amargos problemas como pesan hoy sobre el horizonte patrio. Ha sonado la hora de guardar las divisas y de envainar las espadas. Todos sin distinción alguna, deben congregarse alrededor de esta pregunta, incisiva y apremiante: Qué hacer? Continuar el mismo sistema que a la ruina nos ha conducido? Seguir con esa odiosa como estúpida exclusión de elementos valiosos, sólo por un inveterado prurito de intransigencia? Prescindir de ciertas unidades cuyo valioso concurso sería de beneficios incalculable a la Patria? No, no; esto sería el desprestigio, pero el desprestigio total.
Algunos hay empero que de buena fe protestan contra las mezcolanzas; o liberales todos, o conservadores todos, en el poder, pero nada de amalgama porque eso sería el desequilibrio en un punto. Los que así piensan son los que no han perdido la esperanza de enriquecer a la sombra del gobierno. Por eso al ver que éste se constituye con elementos diversos fruncen el ceño y rezongan. Pobres vampiros! Ellos no comprenden que una sociedad trate de redimirse, porque ellos no saben del hondo malestar que predomina en el seno de las masas; ellos sólo conocen la vida parasitaria del anélido; ellos son la resultante de un estado patológico contra el cual afortunadamente se viene efectuando una saludable reacción. Los liberales como los conservadores honrados se han convencido por fin de que la salvación del país no está en la exclusivismo de los partidos, sino en el sano concurso de las dos fuerzas o tendencias que en todo país civilizado, como Inglaterra, mantienen el funcionamiento orgánico de la sociedad, como las fuerzas físicas de atracción y repulsión sostienen los agregados moleculadores. El Cosmos está regido por esas dos fuerzas primordiales, dentro de las que se operan diversas modificaciones que, como síntesis, constituyen el maravilloso engranaje de todos los sistemas. Tengamos una base firme: la Constitución; pero una Constitución que satisfaga plenamente las aspiraciones de ambos partidos, es decir, una Constitución de carácter genuinamente nacional. Prescindamos de antagonismo, hueros, de odios ridículos, y esperemos en el porvenir. Laboremos con fe, poseídos de nuestra ciudadanía Cumplamos la ley estrictamente, sin excepciones, sin reparos. y tendremos en pocos años, prensa libre, autonomía, libertad de cultos y libertad de instrucción. He aquí lo que el futuro nos ofrece si ahora dejamos a un lado mezquinas preocupaciones, y sólo pensamos en el bienestar de la Patria.
                                                                                  “Joven Tolima.”
[114] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 11, 1910.
[115] Medofilo Medina “La protesta urbana en Colombia en el siglo Veinte” Ediciones Aurora, Bogotá 1984 pág. 20
[116] Maryelis Rivero Sena “La botica Román en Cartagena” en Revista Credencial Historia, Edición 218, Editorial Credencial Historia. Febrero de 2008
[117] «Los Román y su química con Cartagena». http://www.jetset.com.co/flashback-fotos-asi-lo-vivio-jet-set/galeria/los-roman-su-quimica-cartagena/51322 (Consultado el 20 Noviembre 2016)
[118] Un artículo sobre esto se publicaba en Cartagena en el Periódico El Porvenir un 19 de Diciembre de 1907. Con el título “Política y Moral” se alineaba un mensaje en el que ambos espacios se juntasen en pleno, en concordancia, como una disciplina misma.
[119] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 4, 1909.
[120] El Porvenir. Cartagena, Agosto 19, 1897.
[121] El Porvenir. Cartagena, Agosto 21, 1892.
[122] Como ejemplo hay un discurso del papa publicado en Cartagena en donde expresa la preocupación por el presente y futuro de la iglesia. Ver: El Porvenir. Cartagena. Enero 31, 1892.
[123] El Porvenir. Cartagena. Mayo 4, 1902.
[124] Jorge Orlando Melo “Del federalismo a la constitución de 1886” en Nueva Historia de Colombia vol. 1 Historia política 1886-1946, Bogotá, Planeta, 1989. Pág. 18-20.
[125] Milton Puentes “Historia del Partido Liberal Colombiano” Bogotá, editorial PRAG, 1942, pág. 439
[126] Gerardo Molina “Las ideas liberales en Colombia 1849-1914” Bogotá. Tercer Mundo Editores 1979
[127] El Porvenir. Cartagena Agosto 6, 1893.
[128] El Porvenir, Cartagena Febrero 6, 1901.
[129] El Porvenir. Cartagena Febrero 7, 1892.
[130] El Porvenir. Cartagena Octubre 8, 1895.
[131] El Porvenir. Cartagena. Marzo 29, 1901.
[132] El Porvenir. Cartagena Octubre 9, 1901.
[133] La nota continua y reza:
¿Habrá patriotismo en sostener una guerra desastrosa, después de sufrir mil derrotas; y sostenerla por medio de cuadrillas de malhechores, que siembran inseguridad y el terror a causa de los asesinatos, incendios y saqueos, donde no hay quien les haga resistencia?
Será patriotismo insultar, desacreditar y perseguir al clero y a las corporaciones religiosas inofensivas que sólo procuran el bienestar delos colombianos?  Será patriotismo incautarse los bienes de las iglesias y de los conventos, como lo hicieron loe liberales en 1862? Podrán ser patriotas los que profanan templos e imágenes sagradas, como lo hicieron en Granalote, en los pueblos de Bolívar y en Silvia las turbas liberales?
Habrá patriotismo en apoderarse, como lo hizo Uribe U., de los $60,000, que en plata tenia colectados en Santander un venerable sacerdote salesiano para levantar un gran lazareto y recoger los infelices enfermos que hoy mueren de hambre y desamparados?.. Es propio de patriotas arruinar al comercio de su país incendiando pueblos después de saquearlos, como lo hicieron los piratas que asaltaron el pueblo de San José y los que atacaron a Honda, Girardot y Chaparral? Habrá patriotismo en ir a las Naciones vecinas a mendigar favores para levantar tropas e invadir el suelo de la Patria con gentes advenedizas que sólo aspiran al saqueo? Favores que tendrían que pagar muy caro si la suerte loe favoreciera, entregando por una parte a Nicaragua el territorio Mosquitia; a Venezuela, por otra, lo que el laudo español reconoció como de Colombia; y al Ecuador las provincias del Sur del Cauca…  Oh No! El verdadero nombre de todo eso es TRAICIÓN! delito que el Código penal de todas las naciones civilizadas castiga son el último suplicio! y hubo algunas que llevaron su rigor hasta incinerar el cuerpo del traidor para arrojar al aire las cenizas, considerando que el suelo de la Patria no debla tolerar su cadáver! No! jamás será eso patriotismo; porque el “verdadero patriota es eminentemente religioso y moral; en las diferencias interiores de la Patria busca y prefiere siempre la discusión, el orden y la paz a los trastornos revolucionarios; el que, en las cuestiones exteriores excitadas contra la integridad e independencia de su Patria, se transforma de cordero en león, para sostenerla.." Hoy el liberalismo colombiano, desengañado de su impotencia, lleno de ira y desesperación, busca con insistencia, no sólo a los descamisados y vagabundos que han huido derrotados, sino que se proporciona aliados en los gobiernos extraños con quienes pacta una vergonzosa guerra que venga a acabar de sumirnos en la desdicha!
[134] Ibíd
[135] «La hegemonía conservadora». http://bibliotecanacional.gov.co/es-co/proyectos-digitales/historia-de-colombia/libro/capitulo9.html (Consultado el 20 Enero 2017)
[136] Ibíd
[137] Juan de Dios Uribe. Obras completas. Medellín. Ediciones Académicas, 1965. Pág. 136
En una carta enviada al periódico La Palabra un 19 de Marzo de 1888 Juan de Dios decía:
Permítame que diga que en Colombia reina un despotismo sombrío, nunca superado desde la fundación de la República, y que denuncie al país este nuevo escándalo, este nuevo ultraje al derecho. Luz mortecina es la de estos tiempos en nuestra Patria, y no se ve el clarear de ninguna aurora, porque hay una declinación general del carácter, y el mal se abona, como los bosques, con lo mismo que bota, que se pudre y que fermenta. Quiero decir adiós, además, por su conducto, a los lectores de El Correo Liberal y decirles que en cualquier parte del mundo a donde la ola me lleve, -tranquila o airada-, mi pensamiento estará con ellos y mi esfuerzo tenaz se hará sentir, aunque modesto, por el triunfo de las ideas radicales, que son las únicas poderosas para incorporar de su atonía a este moribundo que se llama Colombia.
Soy del Sr. Redactor, un servidor y amigo, Juan de D. Uribe.
[138] Shirley Pérez Robles. “Inmorales, injuriosos y subversivos: las letras durante la Hegemonía Conservadora 1886-1930”  En Revista Historia y Sociedad No 26. Enero-Junio de 2014. Pp.181-208 Medellín, Colombia.
[139] Reportados por El Diario Oficial
[140] El Porvenir. Cartagena Octubre 6, 1901.
[141] Hay que decir de esta consigna que se replicó en Cartagena fue redactado originalmente para “El Noticioso” de Cali.
[142] El Porvenir. Cartagena Octubre 6, 1901.
[143] Mauricio Archila, “Colombia 1900-1930: la búsqueda de la modernización” en  Las Mujeres en la historia de Colombia, tomo 2. Mujeres y Sociedad. Magdala Velasquez Toro (comp.) Editorial Norma. Consejería Presidencial para la Política Social, 1995, pág. 326
[144] Alberto Mayor, "Historia de la industria colombiana 1886-1930", en Nueva historia de Colombia, vol. v, Bogotá, Planeta 1989, págs. 318-323
[145] Luis Ospina Vásquez, Industria y protección, 1830- 1930, Medellín, E.S.E. 1955, pág. 324
[146] El Porvenir, Cartagena. 1 de Diciembre de 1909.
[147] «Rafael Reyes». http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-109/rafael-reyes (Consultado el 20 Enero 2017)
[148] James D. Henderson. La modernización en Colombia: los años de Laureano Gómez, 1889-1965 cap.La modernización en Colombia. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín 2006.
[149] «Rafael Reyes». https://www.semana.com/especiales/articulo/rafael-reyes/37565-3 (Consultado el 20 Enero 2017)
[150] Mario H. Perico Ramírez. Reyes, de cauchero a dictador. Universidad Pedagógica y Tecnológica. Tunja, 1974
[151] Eduardo Lemaitre. Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano. 4a ed. Banco de la República. Bogotá, 1981.
[152] «El quinquenio de la modernización». http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-175/el-quinquenio-de-la-modernizacion (Consultado el 21 Enero 2017)
[153] «Rafel Reyes Prieto 1849-1921». http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-880823 (Consultado el 21 Enero 2017)
[154] Reyes relata su atentado. “11a. m. a 12 m. En marcha hacia Palacio a buscar allí a mis hijas para el paseo diario a Chapinero a esta hora; no pudo acompañarme sino mi hija Sofía. Al subir al coche, que es un landeaux, y que estaba cerrado, le propuse abrirlo todo y no aceptó sino que se abriera solo la parte de adelante, por temor de que pudiera resfriarme. Le agradecí esta delicadeza, porque ella se marea en coche cerrado. Al pasar por la esquina de San Carlos, encontramos allí a Clímaco Calderón, a quien invité al paseo a Chapinero, y al ir a subir al coche, alcanzó a ver al señor Manuel de Freire, con quien tenía una cita, y por esta razón se excusó de acompañarnos. Seguimos por la Plaza de Bolívar, calle de Florián, calle de Santo Domingo, Calle Real y Camellón de las Nieves. Al pasar por delante de la Iglesia de ese nombre, levanté mi sombrero para saludar al Santísimo y, como de costumbre, hice una corta oración mental. Al pasar por la esquina sur del parque de San Diego, vi tres jinetes de aspecto sospechoso que se miraron entre sí al vernos, y tuve el presentimiento de que eran tres asesinos. Pensé parar el coche para interrogarlos, pero consideré que ese habría sido el medio de asegurar el que me mataran, y resolví seguir adelante.

Al llegar al punto de Barro Colorado, frente a la quinta de La Magdalena, ordené al cochero que regresara porque eran ya las once y media a. m., y así lo hizo; y cuando había volteado el coche, vi que uno de los jinetes que estaban en el parque de San Diego, y que habían seguido sigilosamente detrás del coche, se adelantó a detener los caballos al mismo tiempo que sus dos compañeros, uno por el lado izquierdo, y el otro por detrás, disparaban sus revólveres sobre mí. Ordené al cochero, Bernardino Vargas, hombre de serenidad, que fueteara los caballos y atropellara al asesino, y al mismo tiempo ordené al capitán Faustino Pomar, quien se portó con serenidad y valor, que disparara su revólver sobre los dos asesinos que me atacaban. El cochero Vargas atropelló al asesino que quiso detenerlo. Este se hizo a un lado y se dirigió por el lado derecho del coche y disparó cinco tiros de revolver sobre mi pecho, y el que estaba atrás uno sobre mi cabeza.; el capitán Pomar disparó todos los tiros de su revolver sobre los tres asesinos, que huyeron despavoridos. Mi hija Sofía se portó con gran serenidad, y repetidas veces grito a los malhechores: ¡asesinos! ¡cobardes! ¡asesinos! ¡demonios!. La escena duraría tres minutos.

Temí que mi hija estuviera herida, porque los ocho tiros de revolver disparados sobre mí, eran también disparados sobre ella, porque estaba a mi lado y el coche se movía. La examiné al mismo tiempo que ella con gran valor me examinaba a mí; el ala de su sombrero y el boa que lleva al cuello estaban atravesados por las balas en varios puntos, lo mismo que el landeaux; en mi vestido no dejaron rastro alguno, y con mi hija dijimos: Dios nos ha salvado”.
(Fragmentos del Diario del Presidente Reyes, correspondiente al día 10 de febrero de 1906)
[155] Mario H. Perico Ramírez. Reyes, de cauchero a dictador. Universidad Pedagógica y Tecnológica. Tunja, 1974
[156] «El tiempo toda una historia». http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-634534 (Consultado el 20 Enero 2017)
[157] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 15, 1910.
[158] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 17, 1910.
[159] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 20, 1910.
[160] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 25, 1910.
[161] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 25, 1910.
[162] El Porvenir. Cartagena Octubre 1, 1910.
[163] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 24, 1910.
[164] De hecho hay una nota en prensas que va más allá y analiza a la unión como un peligro para la tradición liberal al igual que para la conservadora. Ver: El Porvenir. Cartagena. Noviembre 30, 1909.
[165] Mauricio Archila, “Colombia 1900-1930: la búsqueda de la modernización” en  Las Mujeres en la historia de Colombia, tomo 2. Mujeres y Sociedad. Magdala Velasquez Toro (comp.) Editorial Norma. Consejería Presidencial para la Política Social, 1995, pág. 331
[166] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 1, 1910.
[167] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 19, 1911.
[168] «El tratado Urrutia - Thomson». http://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-165/el-tratado-urrutia-thomson (Consultado el 20 Enero 2017)
[169] Teresa Morales de Gomez. Tratado Urrutia-Thomson. Boletín de historia y antigüedades, 2003, vol. 90, no 823, págs. 737-752.
[170] «José Vicente Concha». http://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Jose_Vicente_Concha (Consultado el 20 Enero 2017)
[171] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 12, 1913.
[172] Quintín fue hijo de Mariano Lame y Dolores Chantre (ambos de origen nasa, pueblo indígena del Cauca). En la guerra de 1885, su hermana Licenia, muda, fue violada. En la Guerra de los Mil Días, su hermano Feliciano fue mutilado. En 1901 fue enrolado por el ejército conservador y marchó a Panamá, donde valoró como justa la lucha indígena del rebelde Victoriano Lorenzo, que supuestamente era su enemigo. De regreso se casó con Belinda León y comenzó un movimiento indigenista. En 1910 fue elegido representante y defensor de los cabildos indígenas del Cauca y luego viajó a Bogotá a estudiar las cédulas reales de los resguardos y se presentó en el Congreso. Su movimiento que inició en el Cauca en 1914 quiso extenderse al Huila, Tolima y Valle. En 1924 redactó su libro «El pensamiento del indio que se educó en las selvas colombianas».
[173] Diego Castrillón Arboleda. El indio Quintín Lame. Tercer Mundo, 1973.
[174] Ibíd
[175] Previamente esta consigna se venía gestando, pues en 1910 ya había una nota similar en prensa en la que con firmeza se hablaba de una reunificación conservadora. Ver: El Porvenir. Cartagena. Septiembre 22, 1910.
[176] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 4, 1915.
[177] Martha Isabel Márquez Villamil. "Monseñor Bernardo Herrera Restrepo en la vida política colombiana." Universidad de la sabana. Bogotá 1986
[178] «Archbishop Bernardo Herrera Restrepo †» (en inglés). Catholic Hierarchy. http://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bheres.html (Consultado el 25 de Enero 2017).
[179] «José Vicente Concha». http://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Jose_Vicente_Concha (Consultado el 20 Enero 2017)
[180] El Porvenir. Cartagena. Noviembre 26, 1917.
[181] El Porvenir. Cartagena. Noviembre 28, 1917.
[182] Ibíd.
[183] El Porvenir. Cartagena. Noviembre 30, 1917.
[184] «Marco Fidel Suárez». http://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Jose_Vicente_Concha (Consultado el 20 Enero 2017)
[185] Ibíd
[186] Ibíd
[187] El Porvenir. Cartagena, Septiembre 4, 1910.
[188] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 9, 1910.
[189] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 21, 1910.
[190] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 27, 1910.
[191] «Asesinato de Rafael Uribe Uribe». https://www.partidoliberal.org.co/c.php?id=51&n=?id=52 (Consultado el 22 Enero 2017)
[192] Rodrigo Llano Isaza. Historia resumida del partido liberal colombiano. Pág. 46
[193] Aunque la gobernación de José María Pasos fue corta, durante su posesión la prensa local lo halagaba como un nombramiento acertado para regir el departamento. Le llamaban “la esperanza del depto.” El Porvenir. Cartagena. Julio 5, 1906.
[194] Su neutralidad vista como demasiada permisividad para con los liberales fue criticada por el conservatismo clásico pero elogiada por el entonces presidente Miguel Antonio Caro.
[195] El Porvenir. Cartagena. Febrero 16, 1893.
[196] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 30, 1904.
[197] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 12, 1897.
[198] El Porvenir. Cartagena. Febrero 15, 1913.
[199] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 19, 1911.
[200] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 15, 1910.
[201] Respecto a esta reunión hay un discurso más ampliado que fue publicado en prensa (El Porvenir) y vale la pena resaltar apartes por la carga ideológica que tiene y lo que se afirma. Leemos: “Los que trabajamos desinteresadamente por la concentración del partido conservador, -dejando a un lado segundas denominaciones, que en los momentos actuales sólo contribuyen a su fraccionamiento y por consiguiente a debilitarlo,- hacemos obra patriótica, porque con ella procuramos la gloriosa resurrección del viejo partido y laboramos por el bien de la patria. El nacionalismo llenó generosamente su misión, porque salvó al Partido Conservador de la muerte, lo libró del ostracismo a que parecía perpetuamente condenado, le entregó de nuevo la tradicional bandera, le hizo dueño del poder, y en la carta fundamental dejó consignados sus principios tutelares; y si bien es cierto que esa carta reclama reformas robustecedoras, que la aparten del partidarismo exclusionista, ellas no deben ir hasta afectar la esencia de los principios que contiene, ni buscar en ajeno campo lo que en el nuestro ha existido siempre. La Unión Republicana fue tal vez: necesidad del momento que le dio vida. Desgraciadamente no correspondió a los generosos fines que acariciaba, porque se entretuvo en ejercitar medios que al fin hicieron estéril su labor. Los conservadores, por la pendiente de las concesiones, barajaron hasta ofrecer lo que no podían ni debían cumplir, y los liberales subieron por la escala de las exigencias hasta exigir lo que no se podía dar. Y es que aún en medio de las locuras de los hombres, y de las embriagueces políticas de las colectividades, hay en aquellos y en esta una voz interior que resuena más alta y dominadora y esa voz es la del espíritu de la propia conservación. Esto es lo que actualmente pasa en el Partido Conservador. Por eso, la concentración de ese partido se impone con fuerza irresistible como una necesidad, como un deber y quienes se nieguen a satisfacer esa necesidad y a cumplir ese deber van en contra de su bandera, en contra de su partido y en contra de la patria.”
[202] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 15, 1910.
[203] Este discurso que se leía en prensa representa fielmente el ideal liberal para le época.
El Porvenir. Cartagena. Marzo 31, 1901.
[204] Roicer Flórez, capítulo 4, “La privatización de la guerra: El control de la violencia en el Estado”, en: El uso privado de la autoridad pública en el Estado Soberano de Bolívar, 1863-1878, trabajo de grado para optar al título de magister en historia de Colombia, Universidad de Cartagena, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Cartagena, 2007
[205] Grey Verbel, Élites y redes de poder en torno al proyector regenerador, Cartagena 1874-1872, trabajo de grado para optar al título de historiador, Universidad de Cartagena, Cartagena: 2005, 135 paginas.
[206] Bajo el mismo nombre de “El Liberal” un periódico renacería y tendría trascendencia desde la llegada de la década de 1910.
[207] El Porvenir. Cartagena. Noviembre 15, 1891.
[208] El Porvenir. Cartagena. Agosto 13, 1893.
[209] El Porvenir. Cartagena. Octubre 21, 1894.
[210] El Porvenir. Cartagena. Agosto 22, 1897.
[211] El Porvenir. Cartagena. Octubre 23, 1901.
[212] El Porvenir. Cartagena. Abril 28, 1902.
[213] El Porvenir. Cartagena. Junio 26, 1907.
[214] El Porvenir. Cartagena, Diciembre 13, 1913.
[215] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 15, 1913.
[216] El Porvenir. Cartagena. Junio 14, 1912.
[217] El Porvenir. Cartagena. Marzo 14, 1900.
[218] El Porvenir. Cartagena. Marzo 14, 1900.
[219] El Porvenir. Cartagena. Enero 15, 1893.
[220] El Liberal. Cartagena. Octubre 4, 1919.
[221] Son muchas las referencias pero una de las acaecidas en 1920 ha sido de las más enfáticas, en esta “El Liberal” catalogó públicamente de mentiroso e infantil a “El Porvenir”.
El Liberal. Cartagena. Abril, 1920.
[222] El Liberal. Cartagena. Octubre 1, 1919.
[223] El Liberal. Cartagena. Agosto 18, 1919.
[224] El Liberal. Octubre 1, 1919.
[225] Era usual que en este medio señalado y bajo ese título se firmaran además las firmas de los liberales que invitaban a estos eventos tal cual al estilo de una convención se tratase. Hay constancia de varias de estas reuniones localizadas en la población de Chinú.
[226] El Liberal. Cartagena. Octubre 7, 1919.
[227] Sucre es hoy un municipio ubicado en el sur del departamento del mismo nombre, limítrofe con el departamento de Bolívar hoy.
[228] El Liberal. Cartagena. Abril 10, 1920.
[229] Realmente el Manifiesto se redactó oficialmente el 16 de Marzo en Manizales,  pero a Cartagena llegó el 10 de Abril.
[230] El Liberal. Cartagena. Abril 10, 1929.
[231] El Liberal. Cartagena. Marzo 31, 1920.
[232] Ibídem
[233] El Liberal. Cartagena. Abril 1, 1920.
[234] El Liberal. Cartagena. Mayo 1920.
[235] Ibídem
[236] Ibídem
[237] Ibídem
[238] Existe de hecho un trabajo interesante que aborda este tema bajo la denominación de Liberalismo católico, entendiendo a esta como una corriente que en la Colombia decimonónica tenía ya lugar. Ver: William Plata Quezada. El catolicismo liberal (o liberalismo católico) en Colombia decimonónica. Universidad de San Buenaventura, Bogotá. 2009
[239] El historiador barranquillero Julio Hoenigsberg ha defendido durante toda su vida académica esta tesis, a su ver no hay dudas de que Rafael Núñez fue masón. Ver: Síntesis histórica de los masones que han sido presidentes de Colombia. http://logiagenesis33.tripod.com/masones_presidente_colombia.html Consultado el 9 de Agosto de 2017.
[240] El Liberal. Cartagena. Junio 13, 1920.
[241] El Liberal. Cartagena. Octubre 5, 1920.
[242] Ibíde
[243] El Liberal. Cartagena. Noviembre 18, 1920.
[244] El Liberal. Cartagena. Noviembre 17, 1920.
[245] Ibídem
[246] El Liberal. Diciembre 7, 1920.
[247] El Liberal. Cartagena. Diciembre 16, 1920.
[248] Ibídem
[249] El Liberal. Cartagena. Diciembre 24, 1920.
[250] Ibíd. En los últimos días de diciembre en “El Liberal” ya se hablaba incluso de las elecciones para Febrero de 2021 y la toma de decisiones del partido.