CAPITALISMO Y SOCIALISMO: DIVERGENCIAS, DILEMAS, DISPARIDADES Y PUNTOS EN COMÚN

El capitalismo y el socialismo como corrientes de pensamiento que cubren diversos aspectos de la vida humana han tenido a lo largo del tiempo una funcionalidad específica que ha permitido que hayan permeado en diversas sociedades, llegando a ser parte de las dinámicas del estado y todo su aparataje ideológico. El saber que ambos son apreciaciones que se fundamentan bajo parámetros ligados a la forma de vivir, relacionarnos y usar los recursos es crucial para entender porque estar en un lado o en el otro define en buena manera nuestra experiencia personal y social escalonándolo además a la visión del mundo que podamos tener y el ideario colectivo que vamos a manejar sobre un todo.



Simbología crítica del capitalismo
Simbología crítica del socialismo (en portugués)


Tanto un sistema como el otro se cimientan bajo la utópica perspectiva de que son la respuesta a los problemas de la sociedad y su correcta aplicación nos sumerge en un status quo formidable para todos propiciando un ‘progreso’ y mejora en todos los aspectos que se condensan en la vida de un ser humano. Claramente es el enfoque que se le da a esa deseada mejoría lo que diferencia plenamente a un discurso del otro. Solemos pensar que necesariamente en este punto todo es negro o blanco, pero la realidad es que estamos ante una amalgama de colores y escala de grises a través de los cuales muchos gobiernos a lo largo del planeta se han afincado en un sistema o en el otro. Hay mucho de fondo y mucho más allá de lo que resumimos en las palabras “capitalismo” y “socialismo”.


 El capitalismo puede entenderse como una corriente de pensamiento que ha instaurado un sistema socioeconómico en el que la propiedad privada y los medios de producción para mantenerla son el elemento cohesionador en aras de conseguir lucro en grandes cantidades conllevando así a una riqueza. Como lo indica su nombre, el capital es la base sustancial por medio de la cual se abastece y fomenta la adquisición económica. El uso de esos recursos y la apertura del mercado creando bienes y servicios con fines lucrativos es la estrategia que ha de propulsar la entrada de mayor ganancia y utilidades al sistema favoreciendo su permanencia y constante crecimiento. Obviamente el contexto económico es el inicial, pero va a nutrir el rubro político, social y en buena medida también el cultural. La influencia de este sistema a lo largo del globo le ha hecho ganar adeptos por montones aunado a otra gran cantidad de detractores. Con vistos buenos y críticas se ha mantenido a lo largo del tiempo.


El socialismo por su parte puede definirse como una corriente de pensamiento que ha instaurado un sistema socioeconómico amparado en la doctrina de que la sociedad es el elemento imperante. De la misma forma como en el capitalismo la base es el capital, en el socialismo lo es la sociedad. En este caso la sociedad es concebida como la administradora de todos los recursos, los medios de producción y la propiedad. Por ende no hay cabida para la propiedad privada, más sí para la colectiva.  Una planificación y organización grupal es requerida como la garantía para la distribución equitativa de los bienes. Su función es acabar con la separación que asume la adquisición monetaria en grandes cantidades entre los poseídos y los desposeídos. Sin embargo pese a tener también sus simpatizantes, este sistema se ha ganado enemigos por considerarle injusto para quienes no trabajan nada para lograr lucro y por gestar en su punto más interno desigualdades pues finalmente el gobierno adquiere más poderes que no necesariamente menoscaban que haya corrupción, administración indebida y finalmente complicaciones sistémicas para el crecimiento económico. 


Los dos sistemas no dejan de ser problemáticos en sí mismos. Cada uno aborda un gran tema pero no deja de tener reminiscencias que afectan a muchos otros aspectos que pueden evidenciarse tanto en el día a día como en el corto, mediano y largo plazo.


 Del capitalismo se dice que es esclavizante, que fomenta más la separación de clases, que conduce a monopolios, oligarquías e incluso fascismo, que vuelve al hombre un producto y que las riquezas y ganancias quedan en las manos de unos pocos gracias al excesivo trabajo de muchos. Se argumenta también que destruye los recursos naturales y perjudica la estabilidad económica por no ser planificada a la usanza socialista (claro habría que ver hasta qué punto realmente si se planifica pero en base a otros parámetros). Precisamente esa inestabilidad se erige debido a conceptos muy capitalistas como lo son las recesiones, el desempleo, la extrema competencia y la dependencia a una moneda como el dólar.  Sabemos que cuando el capitalismo es voraz se hace más presente el termino imperialismo, este trae consigo verdaderos retos para quienes piensan que al haber un eminente y prominente mensaje de un país de elite sobre los demás de menor rango, estos terminan mimetizando hasta buena parte su cultura con la del dominante coartando a sus identidades nacionales en beneficio de una identidad única internacional amparada en la idea de progreso y ejemplificadora del imperio al que se intenta seguir. De esta forma muchas costumbres propias pasan a un lado, propiciando a las magnánimas.  


Del socialismo se dice que es ineficiente, que no es realista y que propaga la perdida de la libertad y los derechos individuales. Como el estado es el único dueño de los bienes no hay competencia, tampoco producción interna que sopese esa competencia y mucho menos empleabilidad en empresas privadas que generen beneficio más allá de lo que se ha gestado oficialmente desde el gobierno. También se argumenta que debido a que en el socialismo la comunidad está por encima del individuo el progreso de este está sujeto al avance o retroceso de los otros y no a su buen desempeño, ganas y trabajo. Es decir las libertades y derechos del individuo van a un plano no tan importante. Si el trabajador no tiene derecho a su propiedad privada es ineludible pensar que siempre estará sujeto al estado y este tendrá el poder aún sobre los bienes que con su esfuerzo hubiese podido el individuo lograr. También se afirma que al ser la competencia un rasgo humano, el socialismo le cohíbe impidiendo así una de las formas más provechosas de desarrollo de las sociedades en base al arduo trabajo, exigencia y deseo de lograr el mejor producto final. Otro punto a tener muy en cuenta es que si no hay una compensación adecuada los esfuerzos para ser productivos disminuyen, por eso es necesario un incentivo que propicie las ganas por dar mejores resultados. Una crítica fulminante al socialismo radica en su poca efectividad en datos históricos. La mayoría de naciones que se han adherido a su sistema no han logrado ser prósperas económicamente y su progreso no es tan evidente como el que puede verse en el capitalismo. La pobreza extrema, el colapso financiero y la hambruna notable sustentan esta tesis. Sin embargo asumir que todos los países capitalistas han tenido solo beneficios es desconocer todos los problemas que también trae este otro sistema. 



Las divergencias más claras entre los dos sistemas como ya hemos visto se sustentan en la forma de distribuir sus recursos. Mientras que en el capitalismo prepondera el capital, en el socialismo lo hace la sociedad. Sus convergencias radican en que ambos sistemas se venden como el ideal para la mejora en todos los sentidos. Como ya vimos también la conveniencia de un sistema u otro para un país es muy criticable. Ciertamente pese a que el capitalismo ha demostrado más que el socialismo, tampoco es la solución a los problemas puesto que propaga un tipo de vida por y para el dinero. Ninguno de los dos es excelente, ambos tienen puntos positivos pero también montones de negativos,  ninguno es la panacea ni la entrada a la felicidad, pero si tienen interesantes aristas que ahondar y debates que dar en base a que podemos rescatar de cada uno y que desechar.