OPOSICIÓN EN MEDIO DEL PODER AJENO: PARTIDO LIBERAL EN LA HEGEMONÍA CONSERVADORA (CASO DEPARTAMENTO DE BOLÍVAR)

Si a nivel nacional las dinámicas de la oposición liberal no eran iguales para todos. En Cartagena y Bolívar era similar la forma a través de la cual los liberales podrían seguir en el poder local. Los lazos clientelares, de parentesco y/o compadrazgos se erigieron como los principales mecanismos por los cuales liberales seguían siendo parte de élites y gubernatura de esta región. A diferencia de otras regiones del país en Bolívar no se gestaron grandes baños de sangre como los que si se dieron en el Tolima, Antioquia o en los Llanos Orientales. El liberalismo más radical de Bolívar entendía que había otras formas de perpetuarse. Esta particularidad se da además de por el hecho de que todos se conocían entre sí porque habían relaciones que traspasaban lo meramente político y tocaba otras áreas de la vida misma.

El sector de los artesanos es un grupo poblacional al que nunca puede olvidarse al tratar el tema liberal en Bolívar y Colombia en general. El ideario liberal de estos en Cartagena  había superado la mera consigna genérica liberal y entraba ya al rubro de la defensa de su propia colectividad y la trascendencia que debían tener en todos los planos políticos y sociales del departamento. La cultura política artesanal es sin duda un referente para apreciar esta coyuntura.

En las primeras décadas del siglo XX un fenómeno especial tiene trascendencia local. Las disputas ente cartageneros, sobre todo de familias de alto nivel socioeconómico se da a raíz de la necesidad conjunta de buscar y hallar alternativas y posibilidades de fábricas y empresas que permitieran posicionar a la ciudad de nuevo en el lugar de preponderancia económica que había ocupado previamente en el país. Liberales y conservadores en este punto buscaban un punto común así que puede que por momentos el partido al que pertenecían sucumbía ante el hecho de ser cartageneros enfrentados a barranquilleros y cachacos en procura de representatividad. No obstante, mientras transcurría el tiempo, si se vio la ocupación en un alto número de puestos político-administrativos y de empleos intermedios, por parte de personas vinculadas al conservatismo, tanto en la ciudad de Cartagena, como en su zona de influencia.

El 4 de Septiembre de 1910 se publicaba en Cartagena la declaración de un jefe conservador español que caló hondo por su exposición. Titulado “El liberalismo político no es pecado” era parafraseada en la prensa local: De un discurso que en Vitoria (España) pronunció el señor Andrade, separamos estos párrafos que fueron acogidos con grandes  aplausos: “¿Por qué hemos de pasarnos la vida –dijo- pensando en el problema del liberalismo? Hora es ya de que demos al olvido los escrúpulos que hasta ahora nos dividieron, y que confiando en Dios dediquemos la actividad toda al servicio de la Patria. El liberalismo político no es pecado. No hago yo esta afirmación: la han hecho los Papas en Encíclicas que os citaré. El liberalismo que profesamos corno partido gubernamental, ese liberalismo de Jurado y el sufragio, está defendido por la Religión y la moral. La Iglesia, siempre indulgente, cede a los tiempos lo que puede ceder. La Iglesia no puede estar supeditada a un partido político, como quieren algunos intransigentes. ¡Cómo hemos de ser los conservadores peores aún, como dicen nuestros enemigos, que los ateos de la Commune!...  Casi todos vosotros conocéis las ‘Normas’ de Pío X a los integristas. En la segunda de esas instrucciones se dice: No acusar de más o menos católicos a los que militan en partidos liberales. Un prelado español, el Padre Cámara, obispo de Salamanca, consultó a Roma si los liberales eran imitadores de lucifer, y estaban anatematizados. La respuesta fue negativa. Los integristas, al hablar del virus ponzoñoso del liberalismo van contra Roma. Ahí está, terminante y clara, la contestación negativa de Roma a la consulta del Padre Cámara. El partido conservador siempre defendió los intereses de la Religión sacrosanta. Siempre defendió a los institutos religiosos. Después de esto -sigue diciendo- ¿no se puede pregonar que el partido conservador es el bien mayor, y no el mal menor, como se dice por ahí? No somos el mal menor. Somos el bien mayor en la política legal española.[1]

Consecuentemente con el artículo anterior se publica solo 5 días después otro titulado “Lo que dicen nuestros políticos” en el que se complemente de alguna manera lo que se venía dando en el fulgor público nacional. En esta ocasión se interrogaba el redactor sobre el futuro del partido conservador si la juventud no se integraba consecuentemente a este. El enamorar a la juventud para que siguiera el legado de los azules se volvió una necesidad. Se analiza a la juventud no solo concebida como la corta en años sino también aquella de la de gentes que no se vinculaban a ningún color. Por ende la difusión de ideas ‘nuevas y sabias’ y aceptando ‘algunas moderadas ideas no tradicionales pero que no afectasen la preponderante dignidad del partido conservador’ se planteó como una posibilidad para la perpetuidad del ideario conservador en el país. En prensa local se decía que el partido estaba ‘moribundo en sus moldes estrechos y bastante fracasado en sus concepciones’. Entre textos se leía “El partido conservador está obligado a que su nombre no sea encarnecido en la historia colombiana, y sólo conseguirá ese resultado si en vez de ponerse ciega y temerariamente a un movimiento formidable que le arrollaría sin remedio, se pone hoy mismo a su cabeza y lo dirige y lo encauza y lo hace servir a su verdadero propósito, evitando que llegue a extremos absurdos y de seguro deplorables.” Se decía que de no reformularse algunas ideas el fin del partido en el poder estaba cerca. No empero se informaba: “Pero siga el partido conservador el antiguo camino, afianzándose en el poder con recursos sospechosos y niegue sistemáticamente los reclamos imperativos del liberalismo y entonces vayan trayendo las velas, porque se acerca el entierro, y no un entierro cualquiera sino un entierro de pobre!.”[2]

Siguiendo con la misma tónica se publica solo unos días después otro artículo en el mismo medio bajo el título “El Partido Conservador” este en tono más reflexivo viene a continuar el tema. En modo de introspección se pregunta sobre el significado para la fecha del partido conservador y lo que representa en Colombia. Se asevera que “El partido conservador o representa la esencia de la Constitución del 86 o no significa nada; o representa un régimen de amplitud y tolerancia, o nada representa.” Continua “Si no es un artículo de nuestro credo de política practica el respeto a las opiniones todas, el aplauso a toda aspiración legítima, el apoyo moral a toda acción que de acuerdo con la ley se desarrolle y por norte tenga el bien común, si una tolerancia discreta no informa nuestra conducta, difícil será que conservemos sobre los pueblos el prestigio ejercido y a que nos dan derecho la excelsitud de nuestros principios y nuestra fisonomía histórica. Nos hemos llamado soldados del orden y para que nadie se atreva a negarnos este título, la conservación de la paz ha de ser nuestra constante y viva preocupación. Lograremos ser la garantía indiscutible del orden público el día en que agrupados y unidos todos al pie de la querida bandera, volvamos a ser cuanto fuimos: el cimiento robusto de la legitimidad y los apasionados cumplidores de la ley. La grandeza de las ideas excluye el odio y presupone la tolerancia, y el brillo de una idea no nace sino de los beneficios que producen a los pueblos cuando lealmente se practica. Si la bandera conservadora ha perdido parte del antiguo prestigio, es porque los encargados de llevarla en alto la han arrinconado para evitar los remordimientos que su presencia despertara. Sacudámosle respetuosamente todo el polvo que sobre ella pueden depositar el abandono y la infidelidad; hagamos que se despliegue al soplo del viento que empuja a la patria los rumbos de amor y de progreso, y los que enantes la conocieron volverán a reverenciarla con entusiasmo, y aquellos para quienes es aparición nueva, la seguirán enamorados.”[3] Todo este mensaje de invitación a la unidad del conservatismo fue una maniobra diplomática con múltiples finalidades entre las que destaca dar un sentido de corrección de errores, avance y mejora para ser más cercanos al pueblo y al poder.


La atención sobre el presente y futuro del conservatismo seguía constante en prensa, durante Septiembre de 1910 fue sumamente especial, pues aunado a lo ya mencionado anteriormente se publicaban cartas abiertas como la que viera la luz el 17 del mencionado mes en la que se mencionaba la  amenaza de una victoria liberal. Se trata de una carta de alarma en la que se llamaba a los conservadores a no dejar de hacer frente, y a ‘no ser tontos’. Aunque la carta de forma anónima solo es firmada como “Conservador” no es la única de un grupo de menciones en prensa que advertían a los azules en todo el país.[4]


El asesinato de Rafael Uribe Uribe en 1914 caló en las diversas zonas del país, se sabe incluso que un niño llegó a su sepelio con una oración fúnebre, era Jorge Eliecer Gaitán según reseña la historia oficial del partido.[5] La historia oficial del partido liberal retrata este hecho de la siguiente forma: “El asesinato de Uribe Uribe: la vida preciosa del general Rafael Uribe Uribe se acabó a golpes de hachuela por la mano de Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal en las gradas del Capitolio Nacional el 14 de octubre de 1914, ¿Quién fue el autor intelectual?, la investigación fue entorpecida por el gobierno y nunca se supo de los autores intelectuales, pero, lo cierto es que se había creado un clima favorable a que apareciera “el iluminado” que se hiciera eco de las acusaciones que señalaban a Uribe Uribe como el culpable de los males que aquejaban a la nación, el mismo clima que se creó para propiciar la muerte de Jorge Eliécer Gaitán.”[6]

Vemos en este momento una tabla con todos los gobernadores de Bolívar en el periodo de este estudio (va de 1890 a 1920 sin embargo se agregan desde 1886 para apreciar mejor aspectos como procedencia y periodos.
Periodo
Gobernador
Ciudad Origen
Inicio
Final
7 de septiembre de 1886
9 de septiembre de 1887
José Manuel Goenaga Gómez
Riohacha
9 de septiembre de 1887
16 de noviembre de 1887
Enrique L. Román
Cartagena
16 de noviembre de 1887
5 de noviembre de 1890
José Manuel Goenaga Gómez
Riohacha
5 de noviembre de 1890
20 de diciembre de 1890
Eduardo Gutiérrez de Piñeres
Cartagena
20 de diciembre de 1890
23 de marzo de 1893
Enrique L. Román
Cartagena
23 de marzo de 1893
1 de junio de 1893
Luis Patrón Rosano
Tolú, Sucre
1 de junio de 1893
5 de marzo de 1895
Enrique L. Román
Cartagena
5 de marzo de 1895
12 de febrero de 1896
Joaquín Fernando Vélez
Cartagena
12 de febrero de 1896
28 de marzo de 1898
Eduardo B. Gerlein Guell
Barranquilla
28 de marzo de 1898
4 de mayo de 1898
José Ulises Osorio
San Juan Nepomuceno, Bolívar
4 de mayo de 1898
10 de diciembre de 1898
Eduardo B. Gerlein Guell
Barranquilla
10 de diciembre de 1898
8 de marzo de 1899
Juan V. Aycardi
Cartagena
8 de marzo de 1899
20 de octubre de 1899
Ricardo Núñez
Cartagena
20 de octubre de 1899
6 de noviembre de 1899
Fernando Alberto Gómez Pérez
Montería
6 de noviembre de 1899
22 de agosto de 1900
José Manuel Goenaga Gómez
Riohacha
22 de agosto de 1900
1900
Próspero A. Carbonell
Barranquilla
1900
1901
Marceliano Vélez Barreneche
Envigado, Antioquia
1901
1901
Manuel Dávila Flórez
Mompox, Bolívar
1901
1902
Joaquín Fernando Vélez
Cartagena
1902
13 de febrero de 1903
Juan B. Tobar
Bogotá
13 de febrero de 1903
13 de agosto de 1903
Luis Vélez Racero
Cartagena
13 de agosto de 1903
1904
José Francisco Insignares Sierra
Barranquilla
1904
5 de enero de 1905
Luis Patrón Rosano
Tolú, Sucre
5 de enero de 1905
19 de diciembre de 1905
Enrique L. Román
Cartagena
19 de diciembre de 1905
1906
Celedonio Piñeres
Cartagena
1906
julio de 1906
Enrique L. Román
Cartagena
4 de julio de 1906
3 de octubre de 1906
José María Pasos[7]
Cartagena
3 de octubre de 1906
Septiembre de 1908
Miguel Mariano Torralbo Martínez
Lorica, Córdoba
Septiembre de 1908
4 de julio de 1909
Jerónimo Martínez Aycardi
Cartagena
4 de julio de 1909
Agosto de 1909
José Ulises Osorio
San Juan Nepomuceno, Bolívar
Agosto de 1909
1 de enero de 1911
José María de la Vega
Cartagena
1 de enero de 1911
12 de mayo de 1912
Rafael Calvo Castaño
Cartagena
16 de mayo de 1912
11 de octubre de 1913
Juan Antonio Gómez Recuero[8]
Ciénaga de Oro, Córdoba
11 de octubre de 1913
15 de noviembre de 1913
Manuel Francisco Obregón
Pinillos, Bolívar
15 de noviembre de 1913
13 de agosto de 1914
Juan Antonio Gómez Recuero
Ciénaga de Oro, Córdoba
13 de agosto de 1914
2 de mayo de 1917
Ramón Rodríguez Diago
San Juan Nepomuceno, Bolívar
2 de mayo de 1917
22 de agosto de 1918
Enrique J. Arrázola
Calamar, Bolívar
22 de agosto de 1918
8 de abril de 1922
Jerónimo Martínez Aycardi
Cartagena

Resalta Enrique L. Román, (a veces también citado en prensa de su época como Henrique) cartagenero que en cinco ocasiones fue gobernador de Bolívar, miembro de la familia Román que se relacionó con Núñez. Durante su gobierno de 1893 se dieron los recursos y aprobó un contrato sobre la prolongación del muelle y la creación de “La Machina” que daba presencia al ferrocarril en Cartagena.[9] Con los recursos se buscó entrada de más buques y con mejores condiciones en el muelle para mejorar las comunicaciones tanto acuáticas como también las terrestres de la capital bolivarense. El tren recorría la actual avenida pedro de Heredia y finalizaba en la ya mencionada “La Machina” que hoy ocupa la base naval. De hecho la ciudad tendría tren desde 1894 hasta 1950. De Román se mencionaba en prensa que su fórmula era la de más administración y menos política, por ello cuando regresaba al poder departamental había loables reacciones entre las que resaltaba el hecho de ser progresista, laborioso, inteligente y cargado de experiencia.[10] Teniendo por supuesto además opositores a su mando que también hacían correr la voz negativa respecto a su liderazgo.


Con la lista podemos comprobar que familias de abolengo lograban interesantes conexiones al tener a alguno de sus miembros o allegados en el poder departamental. Dicha posición gubernamental garantizaba en considerable cantidad, diversos beneficios que los cercanos al gobernador elegido iban a aprovechar a todo lugar y cabalidad. El poder departamental significaba no solo la cristalización de los deseos de un grupo en común sino además oportunidades de laborar dentro del plano público propiciando así las típicas características de la élite local. Cada nuevo gobernador que llegaba era inmediatamente interpelado por el conservatismo reinante, pero el liberalismo con su directorio departamental jamás se quedaría de brazos cruzados y en cambio promovía que la gobernación fuese un espacio de debate entre ambos bandos pero en pro del bienestar en esta región. Instrumentos como la prensa tanto oficialista como de oposición serian herramientas con una gran utilidad en las tertulias y ambientes de debate.  Es claro señalar que en Cartagena las relaciones clientelares permitían incluso llegar a cargos como el de alcalde. Si se era cercano con el gobernador y se tenía su aprobación, se podría serlo. La élite local en pro de la defensa de sus intereses era participe de todos los aspectos del poder regional.





[1] El Porvenir. Cartagena, Septiembre 4, 1910.
[2] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 9, 1910.
[3] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 21, 1910.
[4] El Porvenir. Cartagena. Septiembre 27, 1910.
[5] «Asesinato de Rafael Uribe Uribe». https://www.partidoliberal.org.co/c.php?id=51&n=?id=52 (Consultado el 22 Enero 2017)
[6] Rodrigo Llano Isaza. Historia resumida del partido liberal colombiano. Pág. 46
[7] Aunque la gobernación de José María Pasos fue corta, durante su posesión la prensa local lo halagaba como un nombramiento acertado para regir el departamento. Le llamaban “la esperanza del depto.” El Porvenir. Cartagena. Julio 5, 1906.
[8] Su neutralidad vista como demasiada permisividad para con los liberales fue criticada por el conservatismo clásico pero elogiada por el entonces presidente Miguel Antonio Caro.
[9] El Porvenir. Cartagena. Febrero 16, 1893.
[10] El Porvenir. Cartagena. Diciembre 30, 1904.