La solidaridad es definida como un valor, una actitud, y un sentimiento ante la vida. Con esta el ser humano es empático, respetuoso y compresivo. Suele estar basada en un interés común que se considera benéfico, o en el acto de la generosidad para con los demás. El solidario ayuda sin esperar nada a cambio pues da prevalencia al acto de bondad por encima de todo. La solidaridad es también un acto de apoyo, de complicidad y de adhesión a una causa, realidad o sujeto social. La palabra como tal tiene origen latín, se escribe en esta lengua “solidus” y significa “solidario”. A su vez viene del latín “soliditas” que traduce como ambiente homogéneo de algo unido y completo. Como sinónimos de solidaridad hallamos a: compañerismo, fraternidad, altruismo, respaldo, apoyo, ayuda y protección.
La importancia de la solidaridad radica en el acto comprensivo de entender a los demás, sus circunstancias y en el cambio que podemos hacer como humanos desde nuestra realidad para ser agentes de transformación de todo lo que nos rodea. La solidaridad es mencionada en componentes éticos, religiosos y de urbanidad. Tiene un trasfondo social importante y por ello es estudiada en la sociología, la psicología y en otras ciencias humanas. El acto de la solidaridad es también entendido como la capacidad de entregarse a otros pensando en estos como iguales. Es decir, se equipara al otro como un ser equivalente y no como menos o más. De esta forma se dignifica al otro como alguien valioso por encima de contextos como el económico, social o incluso político.
El reconocido sociólogo Émile Durkheim cataloga a dos tipos de solidaridad. Una mecánica y otra orgánica.
• En la mecánica los actos solidarios se dan con más frecuencia y proceden de sociedades homogéneas o con pocas diferencias entre sí, por ende, priman los valores, creencias y rituales compartidos como desencadenantes de la solidaridad.
• En la orgánica los actos solidarios se dan porque hacen parte de un todo y se dan por consenso. Como ejemplo se da una empresa en la que cada trabajador cumple una función que ayuda a la del otro y a su vez conforma una rueda cíclica en la que el aporte de todos logra la eficiencia.
La ética ha posicionado a lo largo del tiempo a la solidaridad como un ítem necesario e importante en las relaciones interpersonales y en general con la sociedad en general. Tiene su matriz en la formación desde la niñez y se promulga en la familia y en la escuela para ser usada en todos los aspectos como el profesional y la vida diaria. En la consolidación de la ciudadanía sobre los estados nacionales se ejecutan ejercicios solidarios como pregones de un ideal de progreso y desarrollo. Se concibe a una sociedad avanzada y madura aquella en la que los referentes filantrópicos son notables, siendo vistos estos con alta reputación y respeto. En el mundo hispanohablante en 1853 se lanza “El Manual de urbanidad y buenas maneras” conocido popularmente como “Manual de Carreño” debido a su escritor, el autor español Manuel Antonio Carreño. En la estructura de su texto el concepto de urbanidad va ligado a principios en los que la solidaridad está siempre presente. Se alude a Dios, la patria, los padres, los demás y nosotros mismos. Todos estos nos sirven para entender en mejor forma como las acciones de solidaridad no solo son bien vistas sino necesarias.
La solidaridad es importante para nosotros porque nos ayuda a ser mejores personas, a apreciar mas las virtudes de los demás y a vernos como iguales. Por todo esto nos trae consigo humildad, cordialidad, respeto y nos integra como parte de un todo. Potencia la colectividad, la unión y nos hace más conscientes de la necesidad de un cambio. El mundo no va a cambiar de la noche a la mañana, pero si podemos cada uno de nosotros poner nuestro granito de arena para transformar nuestro medio.