A VECES LA GENTE MÁS DESDEÑABLE, TÓXICA Y DESAGRADABLE ESTÁ EN LA PROPIA FAMILIA

Así como se suele afirmar que en pueblo chico el infierno es grande, en las familias (grandes o chicas) pueden encontrarse verdaderas joyas que atribuyen un punto más álgido a esa fantasiosa idea de unidad que quieren vendernos desde tiempos inmemoriales. Las familias no son perfectas así como tampoco los seres humanos como individuos, pero en espacios de convivencia esos aspectos de división se erigen para recordarnos una vez más que a veces es mejor tener a esas personas con las que compartes parte de tu sangre a distancias considerables de ti. Preferiblemente kilómetros o millas, aquellas que se acortan en vuelos internacionales, transcontinentales y el más allá. Por el bien de todos, puede haber afecto (sea mucho o poco). Aunque el lazo sanguíneo una, ciertamente no elegimos venir a este mundo, ni tampoco elegimos a la familia que nos ha tocado. En muchas, pero muchas ocasiones la gente más desgraciada, desagradable, desdeñable y malvada se halla con tus mismos apellidos, uno de ellos o algún otro que te une de forma directa. Ese frenesí que se eleva en navidad o en una pandemia como la del covid-19 puede ser un verdadero calvario. Si a eso le sumas las típicas tías y tíos que compiten toda la vida porque sus hijos sean los mejores vistos antes los ojos de sus padres. El patriarca o la matriarca más bien (como suele suceder en sociedades latinoamericanas) es ese 'semidiós' elevado con potestad de decisión e intromisión en todo lo referente a su estirpe.  A veces, solo a veces, es deseable o se pasa por aquella zona difusa de los pensamientos más profundos un anhelo indetenible de exterminar por ciertos momentos determinados personajes del código genético compartido más afín. Esos patrones hereditarios que a veces quisiéramos echar a los mismísimos infiernos, aquellos de los que habla Dante en 'la divina comedia'. Bajar hasta el circulo más oscuro y tenebroso de cualquier mitología y dejar allí aquello que detestamos.



A veces el demonio puede venir en forma de tía, primos o abuelos. La familia se concibe según diversos contextos como el núcleo de la sociedad (en otros lo es el individuo). El amor y el afecto no se heredan, son una construcción social. Al amor también se le percibe como un invento de la edad media. Para algunos es real, para otro no. Lo cierto es que también hay que saber que estos momentos de separación y enojo entre una familia pueden generar enojos momentáneos que se disipan con el tiempo o con disculpas o heridas que quedan para siempre y se vuelven verdaderos monumentos en el sentimiento. Quizás habría que diferenciar en que estado nos encontramos. En uno donde ciertas personas de nuestra familia nos parece un fiasco por momentos o cuando es un sentir que no perece y por ende es estable. Si es fugaz pues se irá y pasará a otra cosa pero si es constante pareciera un yugo destructor. No podemos cambiar nuestra sangre (en el sentido práctico existen las transfusiones y nos dan sangre de otros pero no hablo en ese sentido) ni a la gente que la genética nos ha colocado. Pero a veces si que se desea encender una discusión con aquella magnánima razón (causal o no, especifica o no, religiosa o no, científica o no) que ha permitido que vivamos este tormento, pero claro según lo que creas sería un debate perdido o una oración que te lleva a un ideal metafísico de resignación y aceptación, al fin y a cabo Dios no se equivoca. Si para ti la teocracia es inexistente entonces el universo o la naturaleza han conspirado negativamente en pos de ti, o ha sido simplemente un hecho al azar de esos que no se eligen ni se escogen, solo se aceptan.


A veces, solo a veces, el deseo de muerte supera a las ganas de seguir viviendo así. A veces, en tu propia familia se hallan las razones más grandes para rogar a la providencia un exterminio temprano. Pero luego pasan los días y te das cuenta que aunque pese, se a volviendo más liviano hasta que vuelve a ocurrir otro causal de discordia y recuerdas porque la palabra 'desprecio' existe en el diccionario. Aunque la que ahora está de moda es 'toxicidad'.







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