BOVEDAS Y TORRE DEL RELOJ EN CARTAGENA DE INDIAS: UTILIDADES AYER Y HOY


Durante la historia muchos sitios en Cartagena de Indias han vivido diversos cambios en la utilidad que a estos se les da. Para efectos de este texto se presentará la situación acaecida puntualmente en las bóvedas y la torre del reloj. Sabemos a plenitud en la actualidad que dependiendo del contexto muchos lugares en la ciudad cambiaban de uso y funcionalidad. Todos estos aspectos iban ligados a procesos como la colonia, la invasión extranjera, la instauración de la república o la independencia además de nacientes eventualidades hasta nuestros días. 



TORRE DEL RELOJ

Este significativo lugar de la ciudad fue pensado y funcionó en sus inicios como la puerta de entrada a la ciudad. Era literalmente la recepción a quien desease llegar a Cartagena. Conocida antes como la puerta del reloj (por el reloj que se ubicó desde principios del siglo XVIII) o la boca del puente (por tener en el pasado un puente levadizo sobre el caño de San Anastasio, que unía a la ciudad amurallada con el tradicional barrio de Getsemaní. Asimismo el puente servía como defensa de la ciudad, ya que en caso de un probable ataque enemigo, éste era levantado para imposibilitar el acceso de bucaneros y piratas) marcaba el inicio original de las fortificaciones. La torre del reloj está localizada entre las plazas de Independencia y la de los Coches.



Un debate se ha gestado entre diversos historiadores de acuerdo a la composición original de este sitio, debido a que algunos afirman que inicialmente la puerta era solo un agujero central del cual con el paso del tiempo, para ser más exactos en 1888, se crearon dos bóvedas adicionales quedando así las tres entradas que conocemos hoy. Se sabe además que estas dos nuevas entradas fueron construidas a prueba de ataques con explosivos. Cada una de estas dos nuevas bóvedas recibió un nombre, la primera “boca de ballesta” mientras que la segunda “boca de Balmaceda”. Mientras que otros historiadores mencionan que siempre existieron las tres bóvedas, una central y las otras dos laterales que eran usadas para resguardar víveres y pertrechos. Se dice que el arquitecto cartagenero Luis Jaspe anexionó a estas bóvedas el peculiar reloj, pero se comenta además que antes de estar en el sitio que hoy conocemos (es decir en lo alto de la construcción) pudo haber estado realmente dentro de la muralla, por lo cual no es extraño escuchar llamar previamente al lugar “la muralla del reloj”. La torre del reloj es tenida en cuenta hoy como una de las mejores construcciones del nuevo mundo que aún se conservan y sirve como ejemplo puro de años y años de un legado de culturas que han estado en la ciudad. El autor Juan Carlos Pérgolis nos inmersa en esta temática en su artículo “Tres plazas públicas de Cartagena de Indias” para la revista Credencial Historia No. 97.[1]



Para resumir podemos decir entonces que los diversos usos dados a la torre del reloj han sido a lo largo del tiempo: fortificación, puerta de entrada a la ciudad, resguardadora de bienes, víveres y más, símbolo de la ciudad hasta ser hoy punto actual de encuentro e indicador de la hora, además de ser un sitio estratégico para las ventas de artesanías, libros y más elementos. 






BOVEDAS



Ubicada entre los baluartes de Santa Catalina y Santa Clara cerrando el anillo de la fortificación urbana de la ciudad vieja hallamos a este histórico lugar de la ciudad. Empezadas a construir en 1789 y concluidas en 1798 son un referente actual de la ciudad. Si el principal uso de la torre del reloj fue desde un inicio la puerta de entrada a la ciudad, el uso de las bóvedas fue totalmente el de ser una construcción militar al más puro estilo de las edificaciones pensadas para defensa y resguardo de artillería y municiones. En este lugar se alojaban las tropas españolas e incluso era un eje central en la protección de un tramo importante de las murallas. Toda esta zona fue hecha a prueba de bombas y ataques. A lo largo del tiempo las bóvedas han tenido diversos usos, como ya sabemos el primero fue el de ser cuartel militar, los siguientes son: prisión (durante la guerra de independencia), residencia de entre otros Francisco de Paula Santander durante su estadía en la ciudad, también sede de la industria de licores de la región hasta ser hoy en día una zona central para la venta de artesanías (mucho más grande en espacio que en la torre del reloj).



El autor Enrique Marco Doria en su libro “Cartagena de Indias: puerto y plaza fuerte” nos habla de estas utilidades interesantes y curiosas que han tenido las bóvedas. Dice: “Aunque sin importancia arquitectónica, el Pórtico de las Bóvedas no deja de ofrecer cierta belleza, que tal vez resida en la monótona repetición de sus cuarenta y siete arcos, que forman el fondo de uno de los rincones más típicos de la Cartagena de fines de la época colonial”.[2]




[1] Pérgolis, Juan Carlos. “Tres plazas públicas de Cartagena de Indias” en Revista Credencial Historia No. 97. Bogotá, Colombia.
[2] Marco Doria, Enrique. “Cartagena de Indias: puerto y plaza fuerte”. Editorial: Bogotá: Fondo Cultural Cafetero. 1988







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